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Allende, Bush y el 11-S: el trasfondo del terror

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Los de mi generación atestiguamos giros insólitos de la historia por interés geopolítico, la mayoría oxigenados por el rechazo al otro y por lo que J. William Fulbright llamó: la arrogancia del poder. En el tiempo coincidieron dos actos terroristas que trastocaron la noción de certidumbre: el golpe militar contra el presidente de Chile, Salvador Allende Gossens, y los ataques kamikazes contra emblemáticas infraestructuras de la superpotencia mundial.

El golpe y asesinato contra el presidente Allende fue una tragedia anunciada. En 1970 ese político socialista ganó la presidencia de Chile como candidato de la coalición Unidad Popular (UP). Ese triunfo avanzó la idea de llegar al socialismo por una vía pacífica sin chocar con el empresariado. ¡Objetivo imposible de lograr!

Su gobierno intentó mitigar la desigualdad y pobreza, además de acotar el poder de las trasnacionales: nacionalizó la minería del cobre, las telecomunicaciones, estatizó el transporte y sectores claves de la economía además de acelerar la reforma agraria expropiando tierras e indemnizando, aumentó salarios y congeló precios de mercancías, entre otros. ¡Un reto al capital!

Salvador Allende y Augusto Pinochet.
Salvador Allende y Augusto Pinochet.

Martes 11 de septiembre de 1973, 07:30 a.m. El presidente, advertido de la sublevación de la Armada en Valparaíso, llega a La Moneda con su guardia personal. Copan el palacio tropas golpistas mientras el mandatario informa por radio de la rebelión. A las 07:45 a.m. emisoras opositoras transmiten la Primera Proclama de las Fuerzas Armadas golpistas.

Disparos de francotiradores e intenso ataque de tanques que incapacita a defensores del edificio leales al gobierno. Allende rechaza la oferta de un avión para exiliarse y transmite en Radio Magallanes su discurso conocido como “Se abrirán las grandes Alamedas”.

11:00 a.m. Allende insta a un grupo de mujeres, entre ellas sus hijas, y funcionarios a abandonar el palacio. 12:00 p.m. Inicia la acción militar más emblemática del golpe: cuatro aviones Hawker Hunter lanzan al menos 20 bombas durante quince minutos sobre La Moneda y estalla un incendio. Aún se ignora la identidad de los pilotos –se dijo que eran estadounidenses–, pero un pacto de silencio militar impidió el intento de la Justicia por esclarecer ese hecho.

golpe de estado Chile
Golpe de Estado en Chile, 1973 (Fotografía: Opinión).

El golpe liderado por Augusto Pinochet destruyó la tradición democrática de Chile, si bien ese año, la mitad de los oficiales del país había egresado de la Escuela de las Américas y eran afines ideológicamente a Washington.

El terreno para la asonada se abonó por meses cuando escaló la tensión por la acometida de la derecha y sus aliados extranjeros. El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional suspendieron empréstitos, firmas estadounidenses congelaron inversiones; se multiplicaron las protestas, cacerolazos, huelgas y paros mientras crecía el rumor de un golpe inminente.

La reacción de los trabajadores fue ejemplar. Ante el desabasto crearon Juntas de Abastecimiento y precios para barrios populares y formaron Cordones Industriales que coordinaban fábricas –sólo el de Cerrillos, al sur de Santiago, controló 250 factorías y talleres–. Para la analista Claudia Ferri, aunque el Golpe mostró el rostro más salvaje del capitalismo, también estimuló la auto-organización de los chilenos “la más desarrollada del continente”.

Estadio Nacional, Golpe de Estado Chile
Estadio Nacional de Chile convertido en campo de detención (Fotografía: Periódico Diagonal).

Tras convertir el Estadio Nacional en campo de detención de 30,000 partidarios de la UP, vinieron 17 años de asesinatos selectivos, miles de detenidos, el terrorista Plan Cóndor pactado por dictaduras del Cono Sur y la impunidad eterna de Pinochet.

El terror no se detendría.

Martes 11 de septiembre de 2001 a las 08:45 a.m. en el corazón financiero de Manhattan: choque, estruendo, vidrios saltan por el espacio, gritos de pánico, corren los neoyorquinos. Vieron un Boeing 767 estrellarse en la torre norte del World Trade Center, símbolo del poder financiero occidental. 09:03 a.m. Otro avión se incrusta en la torre sur; la destrucción confirma que se globalizó la amenaza. Era el aciago comienzo del siglo XXI.

Por primera vez el mayor poder planetario y el centro del imperio sufría, por lo que con prepotencia sin igual se lanzó contra los países que quiso, sin temer su respuesta, describió el analista Franz Hinkelammert. En su cruzada antiterrorista, Occidente actuó con igual radicalismo que los fundamentalistas islámicos.

Todos vimos la expresión impávida de George Walker Bush cuando su jefe de gabinete, Andrew Card, le dijo al oído: “La nación está siendo atacada”. Eran las 09:05 a.m. y los niños leían en voz alta en una escuela de Tampa, donde Bush dejó pasar casi siete minutos sin reaccionar. Tomó el libro Mi mascota, la cabra y fingió leerlo, hasta que decidió qué hacer.

Hoy sabemos que cuando hacía blanco el más feroz ataque terrorista en Nueva York y Washington, el hombre más poderoso del país –y del mundo– se resguardó por ocho horas en el Air Force One. Escoltado por tres cazas voló sin destino ocho horas con 65 pasajeros y con 70 cajas de alimentos y 12 kilos de plátanos en sus bodegas.

El Congreso estadounidense lo autorizó a perseguir a sospechosos y éste confirió facultades extrajudiciales al servicio de inteligencia exterior (CIA) para secuestrar y torturar. Se reformaron leyes para violar derechos humanos sin parecerlo y se instituyó la sociedad de la vigilancia mientras miles de toneladas de explosivos –más que en Vietnam– caían en un solo día sobre las desoladas montañas afganas de Tora Bora. Ahí, en un túnel la superpotencia usó su arma más letal: la bomba de seis toneladas BLU-82 o Daisy cutter.

La guerra al terrorismo, asimétrica por naturaleza, cobró víctimas entre comunidades azotadas por la pobreza, desigualdad y antidemocracia. En los años siguientes, el mundo se familiarizó con la aniquilación –por drones operados en Estados Unidos– de personas en Pakistán, Yemen y otros rincones del mundo, mientras se reportaba la destrucción de “campamentos y refugios de Al Qaeda”.

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Fotografía: El País.

Hubo beneficiarios, los contratistas privados. A los que Alejandro Vélez Salas denomina “el último eslabón de la cadena del capitalismo antropófago” en su Tesis doctoral Perspectiva ético-política del 11-S.

La base naval de Estados Unidos en Guantánamo, Cuba, se transformó en Centro de Detención de alta seguridad para unos 700 acusados de terrorismo, la mayoría musulmanes, y que según el politólogo Alexander Bahar fueron torturados sistemáticamente. Hoy sólo aloja unas 40 personas, la mayoría pasó ahí más de 15 años y se estima que el Pentágono gastó en ellos 540 millones de dólares en 2018 por lo que críticos estadounidenses estiman que es la cárcel más cara.

Guantanamo
Fotografía: Impakter.

A 19 años de los ataques a las Torres Gemelas y el Pentágono hay una realidad: la Cruzada contra el Terrorismo fue fallida. Tardó 10 años en localizar y asesinar a Osama bin Laden, presunto autor intelectual del ataque. Además, fue ineficaz para prever el auge del Estado Islámico, ni llevó la paz y seguridad a su país o al mundo.

En México, el efecto de la cruzada de Bush fue dramático. Todo se securitizó y la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN) modeló la relación. Con la creación del Homeland Security Department se endureció la política migratoria y se fortalecieron grupos de odio como los minute men. En Naciones Unidas, nuestro embajador Adolfo Aguilar Zínser rechazó la invasión a Irak en 2003 y se manifestó a favor de la diplomacia. Eso disgustó a la Casa Blanca.


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Discrepancia en Casa Blanca por cárteles mexicanos

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La intensión del presidente Donald Trump por designar carteles mexicanos como terroristas es un tema sensible que está causando discrepancia en la Casa Blanca.

Los ánimos vuelven a calentarse después de que el presidente Donald Trump dijera el 26 de diciembre en entrevista que su intención por designar a los cárteles mexicanos como terroristas va avanzando.

Sin embargo, parece que la idea no es bien recibida por el gabinete presidencial y asesores de Trump que han recomendado al primer mandatario no hacerlo no sólo por temas sensibles con México, sino por el riesgo de que migrantes puedan obtener asilo en Estados Unidos bajo el argumento de estar huyendo del terrorismo.

En declaraciones exclusivas a Reuters, miembros del gabinete y asesores del gobierno dijeron haber intentado persuadir al presidente Trump de no hacer declaraciones al respecto.

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Stephen Miller, uno de los asesores más influyentes de la Casa Blanca y arquitecto de las políticas de Trump para detener la inmigración, fue uno de los funcionarios que expresaron inquietud durante las deliberaciones que precedieron a dos reuniones que terminaron por archivar el plan, según dos de las fuentes.

La Casa Blanca y Miller no quisieron hacer comentarios públicos sobre el asunto. Todas las fuentes que hablaron con Reuters solicitaron el anonimato porque no estaban autorizadas a discutir el tema con la prensa.

Reuters no pudo determinar si el presidente había sido informado de las recomendaciones antes de anunciar, durante una entrevista del 26 de noviembre con el comentarista conservador Bill O’Reilly, que estaba avanzando con el plan.

Menos de dos semanas después, el 9 de diciembre, el presidente tuiteó que estaba postergando el plan a pedido del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.

El alto funcionario de gobierno describió el anuncio del presidente no como una retractación, sino como un movimiento estratégico.

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“Incluso la amenaza de designación (como grupos terroristas a los carteles) fue una palanca extremadamente útil en términos de obtener una mayor cooperación” de México, dijo el funcionario.

El funcionario dijo que revivir el plan sigue siendo “una posibilidad abierta” dependiendo de la cooperación de México en asuntos como sellar la frontera al narcotráfico y controlar la inmigración.

El gobierno mexicano ha argumentado que equiparar a los carteles de la droga con Estado Islámico y Al Qaeda podría abrir la puerta a una intervención militar estadounidense.

En una reunión el 5 de diciembre con el fiscal general de Estados Unidos, William Barr, el presidente López Obrador expresó su oposición al plan y dijo que la constitución mexicana no permitiría tal interferencia extranjera, explicó a Reuters el martes un portavoz presidencial.

Luego de que el plan se postergó, el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, tuiteó su aprecio por la decisión de Trump y dijo que “habrá buenos resultados”.

Carteles mexicanos no son terroristas… por ahora

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El presiente de Estados Unidos, Donald Trump decidió postergar la designación de cárteles mexicanos como terroristas, una decisión en la que México no tuvo nada que ver.

“México no ofreció nada al gobierno de Estados Unidos para que su presidente, Donald Trump, no designara a los cárteles mexicanos de la droga como grupos terroristas”, fueron las declaraciones del canciller mexicano, Marcelo Ebrard.

Después de que el viernes 6 de noviembre Donald Trump decidiera postergar temporalmente la designación a petición de su homólogo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard aseguró que México no ofreció nada a cambio a Estados Unidos y añadió que la intención de ambos gobiernos es reducir el tráfico de armas que entran a México, los flujos financieros y todo lo que envuelve el negocio del narcotráfico en la frontera norte del país.

“(Más bien) necesitamos que reduzcan el tráfico de armas hasta México, los flujos financieros, que son enormes. Allí tienes el caso de (el narcotraficante) El Chapo (Guzmán), está preso en Estados Unidos y ni un dólar confiscado”, agregó.

Tras el asesinato a miembros de la familia méxico-estadounidense LeBarón en el norte de México, Trump dijo que designaría a los cárteles mexicanos como grupos terroristas por su papel en el tráfico de sustancias prohibidas y personas.

México había dicho que trabajaría junto a su vecino pero que no permitiría ninguna violación de su soberanía, luego que analistas y políticos externaran sus preocupaciones por que la eventual medida pudiera ser utilizada como un pretexto para una “intervención” en el país.

“Se completó toda la labor para declarar organizaciones terroristas a los carteles mexicanos”, dijo Trump en Twitter.

“Sin embargo, a pedido de un hombre al que aprecio y respeto, y que ha trabajado tan bien con nosotros, el presidente Andrés Manuel @lopezobrador_, ¡aplazaremos temporalmente la designación e intensificaremos nuestros esfuerzos conjuntos para lidiar decisivamente con estas organizaciones viciosas y siempre en expansión!”.

La respuesta de López Obrador no se hizo esperar y, durante su gira en fin de semana en su natal estado de Tabasco agradeció la decisión de su homólogo estadounidense. “Respeto mucho al presidente Donald Trump porque está demostrando con hechos que es respetuoso de México, de nuestro pueblo y de nuestra soberanía”, dijo. “Va a tener siempre, de nuestra parte, la mano abierta, franca, extendida, para seguir avanzando juntos en bien de nuestros pueblos, de nuestras naciones”.

Terrorismo y narco ¿Cuestión de enfoques?

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Hace ya noventa días que ronda en su cabeza la idea de designar como grupos terroristas a los cárteles de la droga mexicanos, ha declarado el presidente de Estados Unidos, lo que significaría que no fueron el culiacanazo ni la terrible agresión contra la familia LeBarón los eventos que han conducido a tal consideración del gobierno norteamericano.

Es innegable el pavoroso índice de violencia que se cierne sobre México y el desbordante crecimiento que los grupos criminales han alcanzado, obteniendo el control de vastos territorios y retando abiertamente al Estado mediante ataques armados, que ponen de manifiesto su poder de fuego, coordinación y libertad de acción que, en muchos sentidos, pueden semejarse a actos terroristas.

El diccionario LID de Inteligencia y Seguridad define al terrorismo como un Fenómeno sociopolítico basado en la utilización de la violencia y la amenaza de la misma con la intención de alterar los comportamientos de ciudadanos e instituciones generando reacciones como la ansiedad, la incertidumbre, el miedo o la intimidación, objetivo que se persigue mediante la realización de acciones violentas que persiguen provocar efectos psíquicos desproporcionados respecto a las consecuencias materiales causadas […]. Bajo este enfoque, los eventos que cotidianamente ocurren entre bandas criminales o entre éstas y las fuerzas del orden, las ejecuciones o los macabros hallazgos de cuerpos desmembrados, bien pueden ubicarse en ese contexto.

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Imagen: Nexos.

Sin embargo, a pesar de sus similitudes, una cosa es la violencia criminal generada por una actividad ilegal cuya motivación es la obtención de ganancias económicas, y otra muy distinta la que tiene como causa y finalidad el condicionamiento de las decisiones estatales frente a objetivos políticos o ideológicos. En tal sentido, el tratamiento que el Estado debe dar a uno y otro fenómeno es, naturalmente, diferenciado.

Es lógica y justificable la preocupación del país vecino por la crisis de seguridad que se vive en México, dada la vecindad y sobre todo los eventos que se han registrado en las zonas fronterizas, que han involucrado a nacionales norteamericanos en trágicos sucesos. La discusión se ha centrado en los mutuos señalamientos de ambos países con respecto a, por una parte, la alta demanda de drogas de la sociedad norteamericana que alienta la actividad criminal y, por otra, la exportación de armamento letal a los grupos delictivos mexicanos, con una visión ciertamente simplificada de un fenómeno complejísimo que demanda de mucha mayor profundidad en su abordaje.

La intencionalidad es evidente, primero fue el amable ofrecimiento para enviar fuerzas estadounidenses a limpiar la casa de criminales, preludio de la nueva advertencia que hoy se expresa en la posibilidad de designar a los cárteles como terroristas, lo que, bajo la legislación del vecino país, abriría la puerta a una posible intervención. La respuesta mexicana ha rechazado de manera inmediata semejante posicionamiento con un discurso que acude, como es costumbre, a la defensa de la soberanía y al siempre presente nacionalismo más rancio, señalando que los problemas de México los resolverán los mexicanos.

Narco.
Imagen: Capital México.

No obstante, es necesario considerar que, en la práctica, no hemos sido capaces de atender adecuadamente el problema de la inseguridad y la violencia. El problema va en aumento, de la mano de la corrupción que lo ha prohijado. Bien sabido es que ninguna actividad criminal adquiere las dimensiones que ha alcanzado la delincuencia organizada, sin la protección o connivencia de la autoridad y de actores económicos poderosos.

En efecto, el problema es complejo e implica, de manera inexorable, a las dos naciones. Más allá de sucumbir a la tentación de presionar políticamente o de envolverse en el lábaro patrio, deberían explorarse las vías de colaboración que ya se tienen en acuerdos de carácter internacional y poner en acción los mecanismos existentes para atacar eficazmente un fenómeno que lacera profundamente a la sociedad mexicana que es quien, en definitiva, aporta el contingente sangriento.

Enfriar la cabeza, dialogar diplomáticamente y lograr acuerdos colaborativos frente a problemas comunes de alta intensidad, sería lo deseable en la obligada vecindad que, en no pocas ocasiones, se antoja distante.

Terrorismo y Narcotráfico

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Nos han acostumbrado a entender el “terrorismo”, como aquel fenómeno de actos violentos, en general de baja intensidad, experimentado por los países europeos, Estados Unidos e Israel, a manos de sus grupos opositores, generalmente adscritos a la fe islámica.

Sin embargo, para comenzar, hemos de establecer que el “terrorismo” es un término que ha venido evolucionando a lo largo de la historia, y que, –en su sentido más puro, como lo define la Real Academia de la Lengua Española–, se refiere a éste como:

Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común, de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos [1]

Lavado de dinero.
Fotografía: NotiAmerica.

Dicho lo anterior, hay que hacer notar que parte del cuestionamiento para la tipificación del narcotráfico como delito de terrorismo, radica en la motivación y fines de esta táctica de guerra. No obstante, cabe mencionar que el Código Penal Federal Mexicano[2], en su Artículo 139 tipifica al “terrorismo” como:

A quien utilizando sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, material radioactivo, material nuclear, combustible nuclear, mineral radioactivo, fuente de radiación o instrumentos que emitan radiaciones, explosivos o armas de fuego, o por incendio, inundación o por cualquier otro medio violento, intencionalmente realice actos en contra de bienes o servicios, ya sea públicos o privados, o bien, en contra de la integridad física, emocional o la vida de las personas, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad o a un particular, u obligar a éste para que tome una determinación.

A su vez, hace la siguiente mención:

Se impondrá pena de prisión de quince a cuarenta años y cuatrocientos a mil doscientos días de multa, sin perjuicio de las penas que correspondan por otros delitos que resulten.

Las sanciones a que se refiere el primer párrafo de este artículo se aumentarán en una mitad, cuando, además:

  1. El delito sea cometido en contra de un bien inmueble de acceso público;
  2. Se genere un daño o perjuicio a la economía nacional, o
  3. En la comisión del delito se detengan en calidad de rehén a una persona.
Acribillados.
Fotografía: La Portada Canadá.

Consistente a lo anterior, tenemos que el Código Penal Federal en México, señala en el Artículo 193, lo siguiente[3]:

Se consideran narcóticos a los estupefacientes, psicotrópicos y demás sustancias o vegetales que determinen la Ley General de Salud, los convenios y tratados internacionales de observancia obligatoria en México y los que señalen las demás disposiciones legales aplicables en la materia.

Para los efectos de este capítulo, son punibles las conductas que se relacionan con los estupefacientes, psicotrópicos y demás sustancias previstos en los artículos 237, 245, fracciones I, II, y III y 248 de la Ley General de Salud, que constituyen un problema grave para la salud pública.

Establecido lo anterior, podemos sin lugar a dudas sostener que en México los ciudadanos que cometen “Delitos Contra la Salud”, incurren también de manera regular en la comisión del delito de “Terrorismo”. Ya sea para intimidar a otros particulares (carteles competidores, empresarios de distinta índole o ciudadanos comunes), o frente a la misma autoridad gubernamental en todos sus niveles y ramas, con la finalidad de influir en sus decisiones. Ejemplo de ello fue, como lo describe el diario Debate, lo siguiente:

El pasado 17 de octubre, soldados mexicanos retuvieron a Ovidio Guzmán en un domicilio de Culiacán, lo que desató una ola de violencia en toda la ciudad, donde grupos de sicarios provocaron tiroteos con armas de alto calibre e incendios, y liberaron a una cincuentena de presos de un penal.

Ovidio Guzmán.
Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán.

Al verse superado por la situación, el Gobierno de México tomó la decisión de soltar al hijo del Chapo bajo el argumento de que así se podía proteger la vida de los ciudadanos de Culiacán.

Lo anterior, es sin duda un acto de terrorismo, un hecho vergonzoso para el Estado y la Nación mexicana en su conjunto, al haber sido obligado el presidente de México a dar la orden de liberación de un presunto criminal, sin mediar procedimiento legal alguno.

EN PERSPECTIVA, estimado lector, sólo puedo agregar que la actividad del crimen organizado en general, y de manera pública y flagrante en hechos recientes, corresponde cabalmente al tipo de delito denominado “Terrorismo”. Esto al lograr efectivamente someter a oponentes y a la autoridad gubernamental a sus deseos, mediante acciones violentas e intimidatorias. Entonces, me pregunto ¿Por qué no llamar las cosas por su nombre?, ¿Usted, estimado lector, tiene alguna teoría?


Notas:

[1] Real Academia Española. (2019). Terrorismo. 19 de octubre de 2019, de Real Academia Española Sitio web: https://bit.ly/2NNa66f

[2] H. Congreso de la Unión, México. (14 de agosto de 1931. Última actualización 12 de abril de 2019.). Código Penal Federal. 19 de octubre de 2019, de Cámara de Diputados, México Sitio web: https://bit.ly/2Cis1fN

[3] H. Congreso de la Unión, México. (14 de agosto de 1931. Última actualización 12 de abril de 2019.). Código Penal Federal. 19 de octubre de 2019, de Cámara de Diputados, México Sitio web: https://bit.ly/34EoCUy