En la historia de la humanidad han existido grandes episodios, fruto de robustos movimientos, que han llevado al progreso de la especie humana. El principio de igualdad alcanzado en el siglo XVIII y el reconocimiento de los derechos civiles de los afroestadounideses reconocido a principios del siglo XX, sólo por citar dos ejemplos, no se dieron de la noche a la mañana, tuvieron que transcurrir muchos años en medio de muertes, pleitos, negociaciones y más.
Son triunfos de la raza humana, logros que, como partos, vienen acompañados de esfuerzo y dolor.
Nos acercamos sin duda a un momento importante en la historia de México, la revaloración o valoración justa de la mujer.
Son las mexicanas que se han volteado a ver y nos están diciendo a gritos, “queremos seguridad, respeto, no estamos recibiendo el trato que merecemos”.
Cuando en México la sensación de inseguridad de las mujeres pasa en sólo cinco años, de 74.7% a 82.1%, y ellas se sienten inseguras en lugares públicos y privados: cajero automático en vía pública (87.4%), transporte público (74.2%), calle (72.9%), carretera (69.5%), mercado (65.5%), parques (62.1%), automóvil (48.9%), escuela (39.2%), trabajo (36.2%) y casa (26.7%), es que algo está mal y debe cambiar.
No hablo de las feministas radicales de la historia que de ninguna manera representan a la mujer mexicana –Kate Miller, que abogó sobre la libre expresión de la sexualidad de los niños con los adultos; de Shulamith Firestone, quien se pronunció porque los padres pierdan la patria potestad en beneficio del Estado y por los derechos sexuales de los niños; Andrea Dworkin que llegó a afirmar que todo coito heterosexual es una violación; o de Monique Wittig, promotora del lesbianismo. Hablamos de millones de mexicanas que estos días piden un nuevo modo de relación con el hombre y con la sociedad.
Un ejemplo actual y válido, #UnDiaPorTodas, un movimiento plural e incluyente, compuesto por mujeres que se han decidido por la vía pacífica y del diálogo ser protagonistas en la construcción de una nueva relación con la sociedad y que exige hoy a las autoridades:
1. Alto a la impunidad, con penas más severas a violadores, asesinos y secuestradores, mediante procesos de justicia confiables en un Estado de Derecho sólido.
2. Leyes que permitan la participación de la mujer en todos los ámbitos sin confrontaciones y al mismo tiempo sin limitaciones.
3. Centros de alojamiento, acompañamiento y capacitación laboral para mujeres violentadas o en situación vulnerable.
4. Apoyo real y marco jurídico integral de protección para las madres solteras, madres trabajadoras y mujeres embarazadas, que les permita desenvolverse en el ámbito laboral de manera equitativa y segura.
5. Que la protección de la mujer incluya la protección legal plena a la vida humana en todas sus etapas, antes y después de nacer, sin discriminar estas vidas por su grado de desarrollo o por su salud o su origen.
Bienvenido este nuevo feminismo al que se han sumado cientos de miles de mujeres de toda la geografía nacional, representantes de más de 1,000 asociaciones de la sociedad civil, tales como Poder Sonora, USEM, Empresas por la Familia, Coalición Mujer, Red de Mujeres, sólo por citar algunas.
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