Ursula von der Leyen

Lecciones de resiliencia digital: la nueva era y su trazo de futuro

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Lejos de estar en otra parte, el futuro está aquí. Lejos de estar lejos, el futuro se hace presente.

Proteger-Prevenir-Transformar se han convertido en los goznes que forman la cadena de conceptos básicos de un enfoque emergente que tiene a la resiliencia como eje articulador de una nueva globalidad.

Educación, inteligencia artificial y digitalización, economía circular, economía digital, pensamiento en red, habilidades, equidad, juventud, objetivos del desarrollo sustentable, clima y medio ambiente, energía, transporte, gobernanza, ciudadanía. 

Forman, a su vez, el listado de prioridades de lo que podría, debería, asomar como un tiempo de lecciones aprendidas.

Decir futuro es, pues, así, decir presente. O aún más, decir: presencia. Todos los signos de lo que sería-estaría en ese por-venir, están ya aquí, son parte, presencia en el presente.

Quien trabaje hoy sólo para resolver la inmediatez presente, quedará atrapado en respuestas que necesariamente llegarán tarde.

El presente es en nuestro tiempo, desde ya, un destiempo. Un ir a destiempo. El anacronismo de la inmediatez.

Inteligencia Artificial en el mundo
Imagen: Computing.

Quien habla de futuro no puede, bajo este horizonte, hacerlo entonces bajo el sino del presente y sus circunstancias vertiginosamente cambiantes.

Retomo en esa línea un documento que de modo reciente ha publicado la Unión Europea en torno a lo que considera una urgente puesta al día de su ruta, tras las lecciones que, se espera, deje la pandemia global.

En lo que el año pasado constituyó su plataforma de trabajo, la entonces candidata a presidir la Comisión Europea, la belga, Ursula von der Leyen, se reconocían ya el alto grado de inestabilidad de una transformación mundial sin un rumbo definido.

Sin imaginar ni remotamente lo que el COVID-19 traería consigo, Von der Leyen hacía un llamado a la unidad para, subrayaba, “disipar temores y crear oportunidades”.

“El mundo de hoy parece cada vez más inestable”, afirmaba la belga, “las potencias existentes caminan solas por nuevas vías y están surgiendo y consolidándose nuevas potencias”.

Aun más, centraba su atención Von der Leyen, “los cambios en el clima, la tecnología y la demografía están transformando nuestra sociedad y nuestro modo de vida, lo que ha generado una sensación de inquietud y ansiedad…”

Hace un año, la plataforma de prioridades con las que la belga llegó a la presencia de la UE, identificaba como la primera prioridad lo que entonces llamó el Pacto Verde.

Ursula von der Leyen,
Ursula von der Leyen (Imagen: El Periódico).

Lograr la neutralidad climática para 2050, significaría, para la Europa de hace menos de un año, ser el primer continente en alcanzar la meta de abatir sus emisiones de carbono.

Pero, sobre todo, el Pacto Verde suponía, en la plataforma 2019-2024, la responsabilidad de conducir la transición industrial, social, política y cultural, que implica la implementación total de una economía verde o economía circular.

Menos de un año después, sin embargo, sobrevino la pandemia. Y con ella, una sacudida en todos los órdenes, sobre una realidad global, desde antes, ya de suyo inestable.

Para julio de 2020, las condiciones del presente eran radicalmente distintas. La pandemia global de coronavirus dejaba sentir todo su rigor en prácticamente todos los sectores de la vida del planeta.

El 21 de julio, los líderes europeos alcanzaron un acuerdo que sienta las bases para la recuperación financiera, al poner a disposición de los estados miembros de la UE la astronómica suma de 750 mil millones de euros, durante los próximos 4 años.

A la par de lo económico, sobresale la aparición del concepto de resiliencia como nuevo eje articulador de la prospectiva europea.

Pacto Verde en el mundo
Imagen: Agropopular.

No es que en forma alguna se haya dejado de lado el objetivo climático, se le coloca, en todo caso, en un mayor: el reconocimiento de que nadie estaba preparado para un evento como la pandemia.

A la vez, se hace un reconocimiento explícito en torno a la necesidad de generar nuevas capacidades para la recuperación en todos los órdenes, ya que haya pasado la emergencia.

Inteligencia preventiva y fortaleza para la recuperación, forman las dos tenazas en cuyo centro sigue estando la certeza de que el planeta vive una serie de cambios profundos, todos ellos interconectados.

En un documento guía, así, elaborado por un grupo multinacional de expertos se identifican los grandes grupos de nuevas prioridades que, bajo la égida, de la resiliencia el mundo deberá comenzar a plantearse con mayor seriedad.

Ser capaces de formular una conducta resiliente, no a partir del desastre, sino de un diseño de políticas que tiendan la cualidad resiliente de las personas y las naciones.

“En medio de una emergencia sanitaria global y la recesión económica inminente”, se suscribe, se impone “un modelo de recuperación y una inversión concertada en la investigación y la innovación, que tenga como centro a las personas, el planeta y una prosperidad compartida”.

Europa asume, así, que “debemos asegurarnos de que, junto con la comunidad científica y expertos, dirijamos la inversión hacia una mayor protección contra los impactos adversos de las crisis económicas y ambientales; una mejor preparación para afrontar los riesgos emergentes a gran escala; y una profunda transformación capaz de conciliar la sostenibilidad con resiliencia”.

 El futuro presente.


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