Algunos propósitos para el Año Nuevo (2ª parte)

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Amigos queridos:

En cuanto al yoga tengo seis años practicando esta disciplina. Todo empezó cuando le propuse a mi marido realizar alguna practica deportiva juntos, a lo cual accedió con cierta reticencia.

Las primeras opciones, las dio él. Todas implicaban raquetas y pelotas. Torpe es un eufemismo para describir mi desempeño. Probamos de todo hasta la locura más extrema, me encerré en un cuarto de 9 x 6 metros, en donde me disparó un proyectil a gran velocidad directo a la cabeza, sí estoy hablando del Squash.

Ahora venían mis propuestas y sugerí el yoga del cuál no sabía nada, pero tenía curiosidad. Afortunadamente llegamos al ashram* de Guillermo Zubieta, nos encanto. Fui ganando elasticidad y fuerza, cada vez podía hacer posiciones (asanas) más vistosas y creí que eso era el yoga.

Al cabo de dos años los horarios de Memo dejaron de acomodarnos, así que empezó el peregrinaje durante el cual probamos de todo. Ahí descubrimos que no se trataba de El Yoga, sino de muchos tipos de yoga. Probamos desde el Bikram yoga, en donde se practica la misma rutina de posiciones dentro de un sauna (algo muy neoyorkino, para mi gusto gran ejercicio carente de esencia) hasta el Kundalini yoga en el que casi no mueves el cuerpo y se enfoca en mover la energía de los genitales a través de la respiración.

Existen tres** ramas fundamentales de yoga de las cuales se desprenden varios tipos. Para mí son caminos distintos con un mismo destino, tu propio ser, el gran objetivo es reconectarte contigo, encontrar tu centro a través de la vía más cercana, el cuerpo.

En esta búsqueda rencontramos Iyengar yoga creada en los setentas por el Maestro del mismo nombre, diseño una práctica para occidente. La idea básica es que obtengas todos los beneficios de las posturas sin lastimarte para lo cual te ayudas de: cintos, bloques, cojines, cobijas, sillas y cuerdas. El cuerpo aprende la postura y en algunos casos se van suprimiendo los aditamentos.

Dejaron de interesarme las posturas vistosas. Mi nuevo interés fue entablar un contacto amable con mi cuerpo, aprendí a mover músculos de los que no tenía ( y en algunos casos aún no tengo) control por absurdo que parezca. Aquí empezó mi verdadera práctica. Logré romper con la prisa interna, alcancé la  paciencia conmigo misma. Comprendí que la perfección no existe, toda postura es perfectible siempre.

Por fin conecte con la esencia de la disciplina, encontré la almendra. Durante algunas vacaciones fuimos a esta escuela para no perder condición y nos pareció muy aburrida, perdían demasiado tiempo en colocar cada postura. Me preguntó ¿De cuánto me he perdido en la vida por enfocarme en el fin último sin disfrutar del camino? Descubrí que en cada paso hay un profundo sentido de realización, dejas de generar expectativas. Trato de aplicar esta enseñanza en otros aspectos de la vida (muchas veces se me olvida) pero cuando lo logro alcanzo la plenitud.

Desafortunadamente la delegación clausuró la escuela. En un principio pensé que era cuestión de días, así que espere paciente luego busqué otras alternativas entre ellas volver con Memo, pero falleció. Y pese a que algunas eran buenas, no acabaron de convencerme.

Así pues adapte un espacio en casa, pero además de disciplina me hace falta un guía. Dado mi renovado afán busqué a mi querida amiga y maestra, Rosario. Para mi gran fortuna está iniciando un curso de yoga los jueves. Empiezo está semana realmente estoy emocionada, más allá de los beneficios físicos, una práctica exitosa te regala la oportunidad de acallar la mente, alcanzar la paz más profunda en la que no quieres nada, no necesitas nada, solo ser.

*Literalmente significa “Santuario en el Bosque” se refiere a una comunidad

espiritual en la que convive el guía con los discípulos.

** Raya yogaGñana yoga Karma yoga

Les mando un largo y apretado abrazo,

Claudia

 

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