A Andrés Manuel López Obrador no le están cuadrando las promesas de campaña con las acciones concretas de su recién estrenado gobierno.
A Andrés Manuel López Obrador no le están cuadrando las promesas de campaña con las acciones concretas de su recién estrenado gobierno.
Esta semana, el gran tema fue el recorte al presupuesto de las universidades públicas. El presidente dijo primero que las universidades, entre ellas la UNAM, debían arreglárselas con el presupuesto asignado, que no hubo recortes y que el dinero debía alcanzar debido a que se acabarían la corrupción y los gastos “superfluos”… este miércoles, sin embargo, cambió su discurso.
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El presidente no tuvo más remedio que aceptar que durante el periodo de campaña prometió que si no había un aumento en el presupuesto de las universidades, tampoco habría recortes. Reconoció, quizá tarde, que esto no se estaba cumpliendo y prometió acciones para “corregir” el presupuesto.
De cualquier forma, esta no ha sido la primera ni la única ocasión en la que Obrador ha prometido algo que después no cumplió. Hay, por lo menos, dos temas que ya han generado rechazó y desconfianza para la nueva administración.
El Ejército sigue en las calles
Fue una de las primeras promesas de Obrador: sacar de las calles a las fuerzas armadas ya que, aseguró en varias ocasiones, la fuerza no era la forma de combatir al narcotráfico en México.
Obrador fue bastante crítico con los gobiernos previos por haber confiado la labor de la seguridad pública al Ejército y las Fuerzas Armadas, pero una vez lograda la victoria electoral del 1 de julio, el morenista comenzó a cambiar su discurso.
A estas fechas, no sólo se ha retirado al Ejército de las calles, se ha propuesto la creación de una Guardia Nacional conformada por miembros de la Marina, el Ejército y la Policía Federal.
El caso de los Superdelegados
Fue una de sus propuestas más polémicas, la creación de una figura de funcionarios que sirvieran de “enlace” entre el gobierno federal y los estados, los “superdelegados” participarían en las reuniones de seguridad pública como secretarios técnicos, algo que fue rechazado tajantemente por los gobernadores.
Todo parecía apuntar a la primera gran confrontación entre el presidente y los gobiernos estatales, sin embargo, una reunión con los gobernadores logró que Obrador cambiara de opinión y se consiguió que los superdelegados no participen en las mesas de seguridad.
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