Una noche inolvidable….
La viví, la experimenté, la disfruté, la sentí……
Me la llevé puesta al igual que llevaba mis botas y abrigo, mi turbante y bolso.. Y claro, como siempre, los sentimientos a flor de piel…
Primer día del segundo mes del año 2014.
El sabor del centro de la Ciudad de México único e inigualable, la noche que se vistió de fiesta, muchos autos, mucha gente, pero sobre todo, derroche de luces y alegría.
Si, el lugar lucía radiante, explosivo, fascinante.
Transitar a lo largo de la Alameda fue algo tardado en tiempo pero sin embargo entretenido.
Camioneta roja, y yo, sentada en el asiento del copiloto inmersa en la conversación, pláticas siempre profundas y filosóficas que llevamos a cabo ella y yo, mi amiga querida desde la adolescencia, con quien igualmente podemos platicar del momento presente así como traer al día los recuerdos del pasado para después a ratos viajar hacia el futuro aventurándonos a imaginar escenarios deseados pero aún desconocidos..
Finalmente llegamos. El Palacio de Bellas Artes ante nuestros ojos , como siempre imponente, majestuoso… Lo que se dice un palacio..
Llegar hasta su entrada principal fue una odisea, escabullirse entre tanta gente reunida en su explanada, todos disfrutando de la presencia a través de la gran pantalla colocada al aire libre de la exquisita voz del cantor-poeta Joan Manuel Serrat fue el principio de una noche deliciosa, de una velada que ya empezaba a saborearme.
Para nuestra gran sorpresa y regalo de la vida, por alguna desconocida razón la cual no cuestionamos ni ella ni yo, pero que sí agradecimos en total silencio y asombro, los asientos que nos habían sido asignados como ” obsequio ” se encontraban en tercera fila y al centro, descubriendo unos días más tarde que esos mismos lugares se suponían ser ocupados por un Embajador y su señora esposa de un país lejano… Allá de Europa, quienes sin conocernos y mucho menos nosotros a ellos, amablemente nos los cedieron….
Y ahí estábamos, tan amigas como desde tiempo atrás, intercambiando miradas y en momentos algunas palabras, con celular en mano en modo de cámara, intentando captar cada instante, cada nota, cada sentimiento desbordado, producto de la poesía hecha canción, y del amable intercambio entre Serrat y el público, que en ningún momento escatimamos en aplausos y ovaciones de pie.
Una vez terminado el concierto y después de varios intentos del canta-autor y los músicos por finalizar , quienes se escondían tras el escenario para volver a salir una, dos y tres veces, emprendimos la salida del Palacio… Y ya sin prisas, entonces pudimos maravillarnos y disfrutar una vez más con cámara en mano , de la gran ARAÑA, ahí posada, en la misma explanada y del otro lado de la gran pantalla , escultura inmensa, cobijando bajo sus largas patas a un sin número de personas intentando captar la foto del recuerdo desde el mejor ángulo.
Pero la noche todavía no terminaba, lo que parecía el final fue el comienzo de otra gran experiencia… La que llegó sin esperarla ni planearlo, el elemento sorpresa que seguramente ya estaba escrito adentro de una de esas galletitas chinas de la SUERTE.
Ante nuestros ojos y atravesando la ancha calle todavía repleta de coches, se llevaba a cabo una gran fiesta, miles de personas se encontraban ahí, caminando, comprando, degustando de la cocina china, algunos adivinando y otros escuchando su suerte venidera a través de la lectura de las cartas, del horóscopo , del calendario chino, todo mundo ahí reunido festejando la llegada del año del gran animal celestial : el caballo de madera.
Todo sucedía ahí, en plena noche pero como sí fuera de día, pues nadie dormía y la música y luces que explotaban de los fuegos artificiales nos mantuvieron despiertos hasta altas horas de la noche.. Y dejando por sentado que a pesar de estar ubicados en México, a miles de km de distancia del lejano país de China , nos hermanábamos en tiempo y espacio, en oración y deseos fervientes deseando que para todos nosotros estuviera comenzando un periodo de abundancia y bienestar, un nuevo año de paz.
Y así , después de un largo rato , los rojos y dorados , colores que destacaron por sobre todos en esa magnífica noche, fueron perdiendo intensidad, y cada mercancía sobrante ahí expuesta fue regresando a sus cajas y contenedores , al igual que ella y yo, mi amiga de la adolescencia, que regresábamos hacia la camioneta roja, la cual causalmente combinaba con el festejo de la noche y que nos encaminó de regreso a casa felices y plenas de haber tenido la dicha de vivir tan grata experiencia.
1ero de febrero del 2014
Una noche llena de magia y color, luz y sonido, música y poesía.
Juliette a flor de piel
Era de Acuario
Nuevo año chino Caballo de Madera