La desregulación de los medios de comunicación

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La regulación de los medios de comunicación resulta un tema complicado. El control estatista presenta evidentes peligros, pero la desregulación pseudoliberal -que es la que hoy padecemos- nos deja comúnmente sin palabras. Un claro ejemplo es la insultante vulgaridad de las portadas de algunos diarios impresos en las que aparecen personas descuartizadas a lado de mujeres semidesnudas; en cada esquina, uno se ve atacado por esas imágenes deformadoras de toda ética periodista y de cualquier moral mínimamente pulcra. Pensar que estás imágenes no influyen en el imaginario colectivo y refuerzan actitudes machistas y violentas es ser demasiado ingenuo o francamente taimado.

Frente a ello, las instituciones educativas no bastan. Los medios de comunicación juegan un papel fundamental en la educación pública y en la conformación de actitudes, expectativas y valores morales. El tema debe ser abordado desde sus implicaciones pedagógicas y psicológicas, no sólo recreativas y comerciales.

La libertad de expresión ha sido el pretexto con el cual dos empresas privadas, Televisa y TV Azteca, establecen las prioridades y las “verdades” que convienen a sus intereses particulares como si fuesen de interés colectivo o nacional, afectando gravemente la vida democrática y, en algunos casos, donde no existe otra forma de acceso a la información, suprimen el derecho de acceder a ésta. En este punto, el Estado tiene una responsabilidad directa dado que es responsable de otorgar las concesiones y verificar los contenidos.

Un sistema político encuentra su mayor victoria cuando se reproduce desde los individuos; más aún si adquiere la proporción de un consenso colectivo. Algunos de estos consensos colectivos pueden ser conscientes, pero también los hay en un nivel subconsciente, como las costumbres y los estereotipos culturales, que son fuente de actitudes y valores morales. Los fenómenos de manipulación colectiva actúan en este plano y el poder de establecer monólogos debe ser cancelado si se pretende alcanzar un régimen democrático.

La irrupción de las redes sociales como medio alternativo de información nos deja varias lecciones, pero, tal vez la más importante, es que la sociedad entera debe estar adecuadamente informada para evitar volver a un sistema político oligárquico. Además, evidencia la fuerte necesidad de representación social en ese terreno y la clara voluntad ciudadana de tomar las riendas de su propia cotidianeidad.

El tema no hubiese estallado como un conflicto si el duopolio televisivo se manejara con responsabilidad ética y un compromiso honesto con la sociedad, pues lo que ha desencadenado el malestar y la crítica directa del movimiento YoSoy#132 y la de otros actores sociales y ciudadanos de a pie, es la parcialidad y el cinismo con la que imponen su voz, sus intereses y la flagrante mentira con que a menudo se conducen.

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