Nadie nos enseña a ser padres… ¿o si? Aquí te damos las mejores formas de evitar los errores más comunes que cometes con tus hijos -sin darte cuenta-.
Esta bien ya nos cansamos de escuchar cómo los padres arruinan la vida de sus hijos -¡Basta ya Freud!-. ¿Acaso tienen ellos la obligación de mantener con vida al crió? ¿Quién les hizo responsables de atender las necesidades básicas del niño? ¿Es qué acaso deben trabajar en su desarrollo psíquico y anímico todo el tiempo? ¿¡Qué las demandas de ser padre nunca terminan?!
No queremos decir que haya padres desatendidos… más bien pensamos que están algo distraídos y que nadie les ha hecho notar la importancia que sus acciones y palabras tienen en la vida del infante cuya realidad y experiencias vitales se basan completamente en la convivencia con los padres -la realidad de los niños comienza y termina con los padres-.
El desarrollo de una persona inicia desde el momento en el que nace y, según la experta en psicoanálisis infantil Melanie Klein, los primeros años de vida crean una huella endémica imposible de borrar. Gran parte de las interacciones que nosotros mantengamos en nuestra vida adulta, con nuestros pares y el mundo en general, tienen su origen en nuestra primera infancia por lo que es de vital importancia adecuar los medios para que, durante esa etapa, el niño logre acceder a la cantidad justa de recompensas y frustraciones por parte de sus padres.
Así que te preguntas ¿qué podría estar haciendo mal yo? A continuación unos breves ejemplos que explican mejor la importancia que tiene el acompañamiento para la psique de los niños:
¿No piensas en la comodidad de los niños?
Si, es verdad que un bebé mantiene más huesos que el adulto promedio -y sí, eso les permite realizar intrépidas posturas-, sin embargo, ésto no significa que tú debas probar los limites de su elasticidad y aguante. ¿Crees que tú y tu pareja lucen lindos cuando toman al niño de ambas manos y lo hacen caminar con los brazos estirados? Quizás esa imagen pueda servir para un anuncio de pañales, pero no para la vida real. Cuando tratamos al infante así claramente no estamos entendiendo la capacidad de su cuerpo (la santa inquisición empleaba un método parecido y le llamaba potro) en cualquier caso esto puede llegar a dislocar piezas importantes en la anatomía de tu hijo e incomodarlo -y hacerlo más susceptible al llanto- así que por favor, no lo hagas.
¿La solución? Se que vas a decir que parecen perros, pero las correas para niños son unos de los grandes inventos de la parentalidad, ahora las hay en muchos diseños e incluso tienen animales de felpa unidas a ellas para hacerte sentir como el mejor de los padres y darle al niño la libertad de explorar su mundo con toda la comodidad.
Respeta su ritmo
Tú eres un adulto y puedes caminar rápido, ellos no. Tu puedes prestar hasta 45 minutos de atención sin distraerte, ellos no. Tú eres capaz de verbalizar -la mayor parte del tiempo- tu tristeza, enojo o miedo, ellos no. El proceso que mantiene un niño es muy diferente al de un adulto debido principalmente a las características físicas y cognitivas que aún se están desarrollando en el menor. Así que apresurarlo, gritarle o burlarte de la forma en que se expresa no va a servir de mucho, es más, esas son la clase de cosas que le hacen sentir frustrado y lo orillan a crecer como un adulto incomprendido o incompetente.
¿La solución? Vamos a optar por la paciencia. Debes entender que el niño vive todos los estímulos externos como fuertemente perturbadores, debido a que su psique y organismo físico se están habituando al mundo, es labor de los padres realizar un acompañamiento hacia el menor. Nada de hacerlo caminar a tu paso (si se te hace tarde debiste de haber salido antes de casa), nada de insultarlo por hacer las cosas mal o porque no te entiende (debes buscar los medios para explicarte mejor) y, sobre todo, nada de burlarse de él o ella cuando habla o se expresa. Además intenta descubrir siempre de dónde viene el enojo o la tristeza e intenta hacerlo contactar con sus emociones y canalizarlas correctamente.
¡No juegues brusco!
Los niños no son un juguete, así que abstente de hacer de ellos tu medio de diversión predilecto. Cargarlos, lanzarlos al aire, hacerles cosquillas… todo eso está bien, hasta que el niño te expresa que no lo esta. Muchos son los padres que hacen caso omiso de los intentos del menor para hacer parar una conducta que les resulta molesta, agresiva o que les provoca miedo; es importante recordar que aun cuando son seres pequeños eso no significa que no cuenten con una autonomía y mucho menos que no sepan diferenciar entre las cosas que les agradan y las que no.
¿La solución? Cualquier cosa que comience a incomodar al menor debe detenerse de inmediato y no intentar ejercer presión sobre él para que lo acepte, tampoco se debe a ser alusión a comentarios del tipo “pero si no pasa nada” o “eres un miedoso” pues desvalida su sentir.
Por Diana Caballero
Escribes muy buenos artículos , pero como otros comentarios seria mejor para leerlos sin los gifs
¡Gracias por el cumplido! Reduciremos la cantidad de gifs en las notas, lo prometo.