Si existiera una fórmula única e infalible para ser un emprendedor exitoso en el primer intento, nos evitaríamos muchos sufrimientos.
Pero como no la hay, entonces el emprendedor debe aprender a lidiar con los momentos difíciles y complicados que siempre están en el camino.
Actualmente hay mucha información disponible para aprender, herramientas tecnológicas para los negocios y aun así, las cosas se complican.
No hay camino corto ni éxito fácil en el mundo de los negocios. Pero las cosas cambian y cuando parece que todo se acabó, siempre hay una forma de continuar.
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A pesar de la motivación que se tiene al iniciar los proyectos de emprendimiento, atrás de eso está el fantasma del fracaso.
Hay mucha alegría cuando todo comienza, pero esto también genera un miedo terrible de que algo salga mal.
Se pusieron todos los ahorros en el proyecto, se pidió dinero prestado, los fondos escasean y la desesperación aparece.
En esos momentos lo mejor es mantener la calma, concentrarse en el objetivo y tratar de cometer el menor número de errores posibles.
Pero esto puede tardar mucho, tal vez más de lo esperado e incluso, más allá de los soportable. Y ahí es cuando surge la fortaleza del emprendedor.
No se trata de ser necio y cerrado a la situación, sino tener el talento suficiente para solventar la crisis de manera efectiva.
Puede ser el momento cruel en donde algunos no van más. Se acabó el sueño, las ganas y la fuerza para seguir.
Y es comprensible, sin embargo, puede ser que muy cerca de esta crisis, se abra el camino y poco a poco se todo se haga más accesible y sin tantos obstáculos.
Si se llega a este punto, ya se pasó lo más oscuro. El emprendedor ha llegado a eso que llaman estabilidad y este es el inicio del éxito.