¿Te has preguntado por qué pasa la vida más rápido a medida que nos hacemos mayores? La ciencia tiene la respuesta.
Cuando éramos estudiantes de primaria el receso y las vacaciones pasaban volando, pero las horas de clases daban la sensación de durar más de que debían. Después, ya de adultos, sentimos que los años están pasando más rapido y que nuestra infancia fue de mayor duración. Para entender este fenómeno debemos recurrir a la ciencia.
Existen un par de explicaciones para esta percepción. La primera es descrita como la “paradoja de vacaciones” por la psicóloga Claudia Hammond. Ella explica que nuestra mente experimenta las experiencias de forma diferente. Si te estás divirtiendo, el tiempo parece pasar más rápido, mientras que aburrido pasa más lento.
Sin embargo, las nuevas experiencias se guardan de tal manera que hacen que el cerebro sienta al recordarlo que ha pasado menos tiempo, ya que recuerda varias experiencias y aprendizajes de nuestros primeros años. Mientras que cuando ya tenemos una rutina el tiempo se mueve más rápido. Es decir, “nuestros primeros años tienden a estar relativamente sobrerrepresentados en nuestra memoria autobiográfica y, al reflexionar, parecen haber durado más”, explicó Hammond.
Una encuesta realizada a 499 personas de entre 14 y 94 años de edad en la que se les preguntaba sobre la velocidad a la que sentían el paso del tiempo mostró que en lapsos cortos, como un día, una semana o un mes, no se alteraba la percepción del tiempo. Sin embargo, en duraciones largas, como una década, las personas mayores sentían que el tiempo pasa más rápido. Los participantes mayores de cuarenta años sintieron que el tiempo pasó más lento cuando eran niños y que fue acelerando poco a poco mientras pasaron por su adolescencia y edad adulta.
La otra teoría se puede explicar aplicando la Ley de Weber, llamada así por el fisiólogo alemán Ernst Weber. Esta explica que la diferencia apenas perceptible, también conocida como umbral de diferencia, es la menor diferencia posible entre dos estímulos que se puede detectar al menos la mitad del tiempo. De acuerdo con la ley de Weber, este umbral de diferencia es una proporción constante del tamaño del umbral original. Dicha ley es un principio de percepción que establece que el tamaño de la diferencia apenas perceptible varía dependiendo de su relación con la fuerza del estímulo original.
Lo que subraya la ley de Weber es que nuestra experiencia psicológica dé la sensación de que es relativa. No existe una correspondencia simple e individualizada entre las características objetivas de un estímulo físico. En otras palabras, cuando piensas en una sensación del tiempo en plazos no largos, no se siente la diferencia del paso del tiempo, pero cuando recuerdas tu infancia, sientes que esa etapa duró mucho y los últimos años han pasado rápidamente.
En conclusión, mientras más vivimos y envecejemos, más nos acostumbramos al paso del tiempo y por ende nuestra percepción hacia este cambia.
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