Riesgos y advertencias sobre los funerales de víctimas de coronavirus
¿Los cuerpos transmiten la enfermedad?, ¿se puede celebrar un funeral de cuerpo presente?, ¿se deben incinerar o se pueden enterrar? Las principales dudas sobre los funerales de víctimas de coronavirus.
Cuando se tienen los cuidados necesarios y se practican los manejos correctos, no hay motivo para temer el contagio de covid-19, dice la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Salvo en casos de las fiebres hemorrágicas (como el ébola o la fiebre hemorrágica de Marburgo) y del cólera, los cadáveres no suelen ser infecciosos“, señala la OMS.
“Solo pueden serlo los pulmones de los pacientes con gripe pandémica si se manipulan de manera incorrecta durante una autopsia. De otro modo, los cadáveres no transmiten enfermedades”, añade.
El coronavirus no ha muerto con la persona
Eso no significa que el virus haya muerto con la persona, pues en el caso de enfermedades respiratorias agudas, los pulmones y otros órganos “pueden seguir albergando virus vivos”.
Pero éstos se liberan a través de los procedimientos de autopsia (como con el uso de sierras eléctricas o lavado interno) que hacen los empleados de funerarias y servicios forenses.
Los familiares y seres queridos de una víctima mortal de covid-19 deben esperar a que personal capacitado y con protección adecuada preparen el cadáver para su entierro o incineración.
¿Puede haber funeral?
La OMS no censura que se celebren funerales, pero requiere que se haga con ciertos cuidados.
“Si la familia desea solamente ver el cuerpo, sin tocarlo, puede hacerlo siempre que tome en todo momento las precauciones normalizadas, en particular la higiene de las manos. Hay que dar instrucciones claras a la familia de no tocar o besar el cadáver“, señala el organismo.
Se debe seguir practicando el distanciamiento físico entre personas, el lavado de manos constante al estar en un funeral. No se recomienda que mayores de 60 años ni personas inmunodeprimidas interactúen directamente con el cadáver.
Merwin Terán recuerda las duras condiciones a las que se enfrentaron en Ecuador, tanto los servicios funerarios como las familias de las víctimas.
“Para nosotros, acostumbrados a ver la realidad de la muerte, era dificilísimo entrar a reconocer un cuerpo. Los trabajadores ya no querían entrar, empezaron a renunciar”, relata.
Y es que ante la gran cantidad de fallecidos en Guayaquil, los hospitales hicieron uso de bodegas sin equipo de refrigeración o procedimientos de conservación de cadáveres.
“El cadáver reventaba a las 24 horas con todos los fluidos. Los familiares entraban a buscar entre cada funda hasta encontrar a su fallecido”, explica.
Esto contraviene las recomendaciones de la OMS, que enfatiza que los cuerpos deben ser manejados y preparados por profesionales desde el lugar donde mueren hasta la funeraria, crematorio o lugar de sepultura.
Pero “no es necesario utilizar bolsas especiales”, a menos que haya fuga excesiva de fluidos corporales, ni tampoco deben ser trasladados por vehículos especiales.
¿Enterrar o incinerar?
La elección de enterrar o cremar un cadáver será de los familiares.
“Está muy extendida la creencia de que es preciso incinerar a las personas que han muerto de una enfermedad transmisible, pero eso no es cierto“, dice la OMS.
“La incineración es una cuestión de elección cultural y de disponibilidad de recursos”, añade.
Quienes deben tener protección especial en un entierro (guantes y lavado de manos abundante) son las personas que colocan el cuerpo en una tumba o nicho.
En los lugares donde no hay servicios funerarios o que es tradición preparar un cuerpo para inhumarlo, la persona que se encargue de ello debe tener todas las protecciones.
Ha de usar guantes, protección de ojos, mascarilla, delantal impermeable, lavado de manos y de la ropa tras finalizar, señala la OMS.
No es necesario incinerar o eliminar las pertenencias del difunto, pero se deben tener precauciones como la manipulación con guantes y el lavado con detergente, así como la desinfección de objetos con etanol o lejía.
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