Daniel Cosío Villegas tenía un carácter irónico y un tanto áspero que quedaron impregnados con elegancia, lenguaje directo, burla disimulada y agudeza intelectual, en sus artículos periodísticos que escribió por seis años, con mucho éxito a partir de agosto de 1968 en el periódico Excélsior. Tenía un par semanas de haber cumplido setenta años de edad cuando comenzó esta aventura.
Para entonces don Daniel venía siendo por décadas uno de los impulsores más importantes de la vida intelectual y cultural del país. Entre otras cosas, fue fundador de la Escuela Nacional de Economía, en la UNAM (1933), del Fondo de Cultura Económica (1934) y del Colegio de México (1940). Su ensayo La crisis de México (1947), una explicación del fracaso de las “promesas” de la Revolución, lo convirtió en uno de los pensadores mexicanos más sobresalientes e influyentes. Dirigir el Fondo de Cultura Económica por más de diez años hizo que por fin una editorial funcionara como negocio independiente, convirtiéndose así en el primer “empresario cultural” de México. En los años cincuenta del siglo XX reunió a destacados jóvenes historiadores y economistas para escribir y organizar una Historia Moderna de México, obra titánica en diez magníficos volúmenes que muestran los ires y venires del país, desde mediados del siglo XIX hasta 1910.

Como un viejo lobo de mar, Daniel Cosío Villegas era una figura sumamente respetada, y quizás por ello presidentes todopoderosos y de pocas pulgas, como Díaz Ordaz y Echeverría (que, por cierto, acaba de cumplir noventa y siete años, ¡uff!), aguantaron las críticas ácidas y polémicas de sus artículos sin mandarlo a bailar con la más flaca, como siguen acostumbrando los gobiernos represivos. Esto fue algo excepcional y muestra la talla que tenía el escritor.
La gran mayoría de los artículos de Cosío fueron de corte político, muy de su época y para entendidos, pero hay algunos que trataron otros temas y que vale la pena volver a rescatar como, por ejemplo, el escrito en marzo de 1972: “Por qué admiro a Juárez”.
Cosío Villegas explica que si don Benito Juárez sigue siendo un personaje excepcionalmente controvertido ‒más que Santa Anna, Porfirio Díaz y todos los revolucionarios‒ es por la sencilla razón de la huella tan profunda que dejó en nuestra vida e historia nacional. Desde su muerte hasta nuestros días no se ha dejado de escribir sobre él y su época, esto porque nadie se pone a investigar y escribir cientos de páginas de algo que sea insignificante u ordinario: la magnitud y naturaleza del personaje siguen dando de qué hablar y no parece tener fin.

Don Daniel dice que Juárez tenía muchas virtudes y muchos defectos, como todo ser humano: “pero ‒escribe‒ por lo menos una de sus virtudes se dio en un grado tan excepcional, que parece increíble. Y el parecer increíble esta virtud convierte a Juárez fácil, casi fatalmente, en un ser fabuloso, irreal, del otro mundo, como si dijéramos. Para mí, esa virtud excepcional, de hecho, única en la historia mexicana, es la capacidad de Juárez para entender, para asimilar, aun para adelantarse a su época.”
Para el escritor casi ninguno de los que lo critican o defienden, ha puesto la suficiente atención en lo significante que es su fecha y lugar de nacimiento. Cuando Juárez nace, en 1806, México ni siquiera existía y al movimiento de independencia le faltaban años para arrancar. Cuando se consumó la Independencia, el indio zapoteco apenas tenía quince años, “una edad en que resulta literalmente imposible entender cosas tan remotas y tan complicadas como el alumbramiento de una nación.”

Por si fuera poco, Juárez nació en un pueblo incrustado en la montaña de la recóndita Oaxaca, y si en el 2015 se registraban apenas quinientos tres habitantes, imagínense a principios del siglo XIX. La barrera del lenguaje fue otro factor importante, pues ahí, en Guelatao, no se hablaba absolutamente nada de español, y el mismo Benito lo aprendería hasta los doce años.
Entonces, se pregunta Cosío Villegas:
“¿Cómo un hombre que nace cuando aún no existía la nacionalidad mexicana; cómo un hombre que nace en un lugar donde no podían adivinarse siquiera los latidos de un México por nacer, se convierte durante la intervención en el símbolo, en la bandera, en la encarnación misma de la nacionalidad mexicana?”
Fe y voluntad. Juárez nunca estuvo avergonzado de su origen indio, ni del color de su piel, es más: ni de su estatura, que era bastante baja. Todo lo contrario. Pero pronto comprendió que la única manera de emparejarse con el hombre blanco, frívolo y astuto, con el criollo engreído y el mestizo pasado de tuestes, era educándose como ellos lo hacían. Así, el zapoteca analfabeto se convirtió en abogado, después en juez, diputado, magistrado, secretario de gobierno, gobernador de su estado, ministro de Justicia, presidente de la Suprema Corte de la Nación y, faltaba más, Presidente de la República por catorce años y seis meses, cargo que sólo lo soltó porque le dio un ataque al corazón y murió.
Pequeño paréntesis: ¡Cómo no le iba a dar un infarto!: vivía siempre con el “Jesús en la boca” a salto de mata a lo largo y ancho del país, nunca hizo ejercicio en su vida, se fumaba de cinco a ocho puros al día (a su muerte encontraron en el sótano-cava de Palacio literalmente miles de puros que su yerno, Pedro Santacilia, le traía de Cuba) y para colmo era bastante tragoncito. No en balde una de sus hijas, en una carta fechada en 1866, le escribe: “Querido papacito, no puede usted figurarse el gusto que me ha dado ver su retrato, pues veo que está usted muy gordo.”
Lo cierto es que don Benito estuvo muy encariñado con la silla presidencial y eso es lo que más les molesta a sus detractores. No tanto como Porfirio Díaz, quien un mes antes de morir, a sus ochenta y cuatro años, el viejito quería ser otra vez presidente. Trató de convencer al general Felipe Ángeles, segundo de Francisco Villa, para que lo ayudara a volver al país, pero Carranza interceptó la carta.
Pero volviendo al Juárez de Cosío Villegas. Para el periodista ningún mexicano se ha atrevido a llevar a cabo una obra de reforma tan grande como lo hizo Juárez, bajo los principios liberales de que todo individuo tiene el derecho de decidir sobre su propia vida, sin violar los derechos de los demás y que el papel del estado era asegurar esos derechos. También Juárez, nos dice, fue el primero en “demostrar” la superioridad del poder civil sobre el militar.
Don Benito no sólo fue la máxima figura de la política de su tiempo en nuestro país, también fue un estadista de fama mundial, un hombre que, dice uno de sus grandes biógrafos, José Fuentes Mares, “sin problemas de conciencia tomaba decisiones prácticas. El que sin pestañear sacrificaba los escrúpulos a sus fines: el verdadero hombre de Estado.”
Cosío Villegas remata su artículo diciendo:
“Admiro a Juárez por una última razón, que en su tiempo poco o nada significaba, pero que en los nuestros parece asombroso, de hecho, increíble: una honestidad personal tan natural, tan congénita, que en su época no fue siquiera tema de conversación y mucho menos de alabanza.”
Gracias Gerardo.
Me parecio muy interesante. Haz consederado impartir clases de historia de Mexico o historia Universal? Serias muy bueno y los alumnos se divertirian mucho sin duda.
Ver la historia y actualidad de nuestro unico y querido Mexico con buen humor es mejor……Gracias por compartir tus articulos los disfruto mucho y me hacen el dia. Los comparto tambien con amigos y famila. Saludos
De verdad aprecio muchísimo tu comentario, estimado y querido Enrique!!!….Mil gracias por leer, compartir y tomarte el tiempo de escribirme. Me encantaría dar clases!!!!, sería estupendo compartir nuestra historia que es tan importante que las nuevas generaciones en verdad se enteren, porque estamos llenos de una riqueza que además ¡!es divertida!!
Mientras tanto un gran abrazo!
Mi querido tocayo y sobrino, para variar coincido contigo y nada más y nada menos con el enorme Don Daniel Cosió Villegas. Solo creo falto considerar el hecho de que así como lo describes/e, ademas de zapoteca puro, muy bajo de estatura, feo, analfabeto hasta los dice años del español, ( No se si llegó a leer y escribir en zapoteco como ese otro enorme indígena Zapoteca Don Andres Henestrosa) El que llegando en condición de sirviente con su hermana, enamoró y se casó con una criolla, LA HIJA DEL PATRÓN.
El siempre supo lo que significaba su origen y se sentía orgulloso de ello. O sea tenía CONCIENCIA NACIONAL y por lo mismo ORGULLO y por lo mismo SEGURIDAD. Y ya para rematar TENACIDAD. Gracias Don Gerardo Australia por lanzar al recuerdo y conocimiento de los ignorantes del Mexico que somos. Un abrazo
Cuanta razón tiene don Gerardo. La Conciencia Nacional se pierde cada vez más. Ojala cosas nuevas, como el restablecimiento de Civismo como materia en la escuela, ayude a las nuevas generaciones a crear conciencia…
Ante todo le agradezco muchísimo el que me lea y se tome el tiempo de escribirnos, que siempre se aprende algo con sus comentarios…
Un gran abrazo hasta Tabasco don Gerardo!!
Muy interesante tu reportaje, gracias por compartirnos tu acervo cultural. Esperamos más. Felicidades.
Gracias
Muchísimas gracias por leer, don Rafael!, y tomarse el tiempo de escribirme…Un abrazo
Es que en su relato, hay dos relatos Gerardo, y su sello es innegable caray! va uno leyendo el estilo de D. Cosío Villegas con cierta sobriedad y recordando algunas cosas de las que uno ha leído de Juárez, o Beno como le llama usted y de repente “Y como no le iba a dar un infarto… veo que esta usted muy gordo” no podía ser mejor el paréntesis! usted hace lo que hacía Tin Tan con la música, un estilo tan personal y disfrutable, además de hacerlo magníficamente.
Juárez tiene mucho para reflexionar, aprender, agradecer, pero los “detallitos” que usted nos comparte de él son bombones para el goloso!!!
Si da clases Gerardo, avise por favor, yo me apunto, aunque me pongan orejas de burro!!
Un abrazo grande grande!!!
Jajajajaja!!!!, doña Angeles, ahora sí me hizo reír!!!! Nada de orejas de burro, sus siempre atinados comentarios de veras que los recibo con más que gusto, mil, mil gracias por tomarse el tiempo de leerme y de escribirme, de veras!! Y no es mala idea lo de las clases, que en ese caso usted será la primera en recibir mi invitación!!!….Un abrazo cordial!