Hoy, a 87 años de su nacimiento, recordamos Andy Warhol, creador de lo que conocemos como Pop-Art, figura emblemática del arte: polémico, amado y algunas veces odiado, es uno de los máximos exponentes del arte contemporáneo.
Ciudad de México (elsemanario.com).- Andy Warhol es, sin lugar a dudas, unas de las figuras más reconocidas del siglo XX, reconocido por su trabajo pero también por su manera de crear un arte mediático, en donde el artista supo hacer uso de su creación y autopromocionarse al mismo tiempo.
Nacido el 6 de agosto de 1928 en Pittsburgh, Pensilvania, tuvo su primer acercamiento al dibujo, cuando a los ocho años, una enfermedad lo dejó en cama por semanas. Es ahí donde Warhol aprende de su madre el arte del dibujo, que después, se convertiría en el predilecto de sus pasatiempos.
Pero no fue la única pasión del futuro artista. También le emocionó el cine, arte en el que incursionaría en la época donde su nombre ya era reconocido mundialmente; además de ser fotógrafo, diseñador de objetos, editor y publicista.
Warhol pintó cuadros basándose principalmente en lo cotidiano; la cotidianidad también fue su lienzo. El también artista plástico, radicó en Nueva York gran parte de su vida y fue precisamente ahí, donde dio sus primeros pasos como dibujante publicitario, poco a poco fue reconocido en revistas como Harper’s Bazaar, Vogue y The New Yorker.
Enfocado principalmente a lo popular y a la llamada cultura de masas, el artista abandonó cualquier rasgo expresionista para posicionarse en el mundo publicitario y los medios de comunicación; cabe aclarar, no solamente como un reproductor más del objeto en serie, sino, en ocasiones, reinterpretando y reapropiando elementos de los medios de comunicación y de la sociedad de consumo. En pocas palabras, Warhol jugó en dos campos que parecen separados pero que supo relacionar muy bien: el mercado y todas esas necesidades de consumo y una crítica hacía estos.
La mezcla de su vanguardia visual y lo que era fácilmente incluible en el mercado, lo llevaron a alcanzar un nivel máximo de despersonalización en los sesentas, cuando sus trabajos –utilizando la serigrafía- reprodujeron el entorno, los mitos y los problemas de la sociedad contemporánea.
Quién no recuerda la famosa lata de Sopa Campbell y las botellas de Coca Cola cobijados por la mano de Warhol; sin duda, imágenes de difusión masiva y fácilmente reconocibles por todo tipo de público. Ahí el concepto Pop-Art toma su forma y reconocimiento ampliamente.
Pero Warhol, también supo plasmar situaciones de la vida real; claro, con sus distintivo toque: accidentes, suicidios y funerales, no parando ahí; el innovador artista supo arrancar y poner en controversia, obras de arte pertenecientes a Rafael Sanzio, Giorgio de Chiric, Edvard Munch o Leonardo da Vinci.
Warhol transformó lo icónico en elementos meramente decorativos; lo sagrado en algo banal o de otra forma, convirtió el arte en negocio; tal vez ahí, se encuentra uno de los principales puntos por los que fue criticado por artistas y personajes de su época: seguir el camino publicitario en donde incluyó el arte; quizá, el hoy renombrado, odiado y amado Warhol, nunca quiso crear algo nuevo.
Andy Warhol supo negociar sus gustos primarios con los de la Sociedad de Consumo; no paró, pasó de la producción a la hiperproducción; dio un salto a la posmodernidad cultural y ahí se quedó.
Warhol abandona el mundo que transformó para sí el 22 de febrero de 1987, a la edad de 58 años.
Para celebrar su nacimiento, se editará un libro con 700 fotografías inéditas. Andy Warhol: Polaroids 1958-1987, es el nombre de la compilación que hizo Richard B. Woodward, crítico de The New York Times, sobre el trabajo de Warhol, donde el máximo exponente del Pop-Art norteamericano retrató a figuras del tamaño de Alfred Hitchcock, Yves Saint Laurent; a la bellísima Audrey Hepburn, a William S. Burroughs; al enigmático Jack Nicholson, Mick Jagger y Pelé.
Warhol, su toque, su frivolidad excesiva y la extravagancia de la que hizo fama son rasgos penetrantes y remarcados de la vida del artista. Y para su fortuna, se convirtió, con el paso de los años, en lo mismo que representó con su obra: un icono de lo popular y de las culturas de masas; se transformo, en el artista inconfundible.