Dame el llavero abuelita y juguemos con la tablet

Lectura: 7 minutos

En esta ocasión elegí como tema el rol de los abuelos en nuestra cultura porque, igual que cada año, este 28 de agosto estaremos festejando el Día del Abuelo en México. Hay que mencionar que oficialmente se determinó la celebración en 1983 aunque el origen de este reconocimiento se remonta a la época en que el General Lázaro Cárdenas era presidente y dispuso entonces que debería existir una fecha especial para honrar a los abuelos.

¿Por qué es importante celebrar a los abuelos? Primero y antes que nada para no invisibilizar a los adultos mayores que tienen una importante participación en la familia y en la comunidad. Después, porque juegan un rol importante en el desarrollo de la vida de muchos pequeños que, por múltiples razones, acaban guarecidos en el abrazo de sus abuelos que hacen de cuidadores y son actores muy importantes en la crianza de los niños y, finalmente, porque son la raíz de la que se desprende nuestra posibilidad de ser el poderoso tronco de un árbol que tenga una gran fronda y esté en condiciones de dar flores y frutos que embellecen nuestra existencia. Si queremos entender la relevancia de esta cadena de evolución humana, ser hijo primero, padre después y luego abuelo, incluso bisabuelo, es el devenir de la especie para la sobrevivencia de los seres humanos.

nietos

En el ayer, en las culturas ancestrales mexicanas, los abuelos eran parte del grupo de sabios que coadyuvaban a gobernar a los pueblos, a impartir justicia, formaban un círculo de poder basado en su sapiencia y experiencia de vida. Entonces, la vejez comenzaba cuando se llegaba a cumplir “un siglo”, es decir, a los 52 años que representaban también 73 vueltas del calendario adivinatorio. Quien llegaba a esta edad tenía, por este simple hecho, una serie de prebendas y privilegios que había ganado por su “longevidad”. Dejaban de pagar tributos, sus consejos se consideraban sabios y podía consumir “la bebida de los dioses”, el pulque. Ser viejo no equivalía a ser excluido de la sociedad, concertaban matrimonios, presidían ceremonias religiosas, además de dar consejos en asuntos de trabajo, familia y guerra. Dado que la subsistencia era complicada y los abuelos deben haberlo sido muy jóvenes de acuerdo a nuestros parámetros actuales, en un ecosistema en la que la probabilidad de vida era menor, el viejo, el anciano de la tribu, del clan, era fuente de conocimiento que ayudaba a preservar las tradiciones y continuador de la cultura.

Desde aquellas culturas ancestrales hasta las prácticas coloniales con la presencia española en el territorio de la Nueva España, los abuelos habían sido una figura reforzadora de patrones. Se les respetaba, se les consideraba y se les escuchaba, se tomaba en cuenta su opinión y parecer. No se les desafiaba, no se retaba su punto de vista, se escuchaba e incluso acataba si así era requerido. En ambos grupos culturales, prehispánico y castizo, ser un anciano en el grupo era una posición de respeto, que se honraba y reconocía.

abuelos
Imagen: www.culturaespiritualmaya.com

Y entonces, ¿qué pasó después? El desarrollo de la cultura, las necesidades de la industria productiva y la cultura fueron modificando la perspectiva, ser anciano dejó de ser una posición respetable y respetada. Se les comienza a considerar una carga porque no producen más, no están en condiciones de trabajar en las fábricas, en los cultivos, en las áreas productivas y el concejo de ancianos pierde completamente el lugar de superioridad que el grupo social les otorgaba. Así, desde la Revolución Industrial en adelante, ponerse viejo es un estigma, la juventud se convierte en moda y la necesidad de verse “bien conservado”, de aparentar menos edad de la que se tiene es un imperativo.

En lugar del orgullo que ser un adulto mayor confería y representaba, tanto hombres como mujeres, aunque puede ser que más ellas que nosotros, se bajan la edad. Se rehúsan a decirla y se considera de “muy mal gusto” preguntarla. Este cambio de percepción y perspectiva tiene sus bemoles, sobre todo por la radicalidad a la que se llega en el tiempo si la vejez es una etapa de desprotección y desconocimiento, de abandono y soledad. Se vive más y se tiene que trabajar más, producir más o el riesgo a quedar en el desamparo es alto. Desde mediados del s. XX hasta el inicio del s. XXI, la condición de viejo se vuelve complicada. Los abuelos siguen siendo partícipes en la crianza y cuidado de los niños porque los padres se encuentran en la imperiosa necesidad de trabajar, incluso de tener espacios personales y de pareja que sólo teniendo a alguien responsable del cuidado de los niños, es decir, la abuela, el abuelo o los dos, puede proporcionarles. La abuelita del cine nacional, Doña Sara García, representaba una viejilla severa, amorosa, simpática, graciosa pero también sumamente chantajista y sufridora. Desde los años 40 a los 60, este personaje refuerza esa imagen de abuela que va perdiendo su poder y utiliza cualquier recurso para manipular.

cine nacional mexicano
Sara García en “La abuelita”, 1942.

Es así que a partir de los 70 y en adelante, sobre todo en las clases medias y bajas, la figura de los abuelos se modifica notablemente. Vemos cómo se les deja de considerar una figura de autoridad, se espera que acaten instrucciones de los padres, que colaboren, por lo menos con su trabajo y su tiempo en el cuidado de los niños, lo que además representa una contribución al presupuesto familiar ya que implica un ahorro en cuidadores pagados. Se les “piden favores”, e incluso, se les ordena o impone un rol que no eligieron. Finalmente, ¿cuántas parejas preguntan a sus padres, es decir, a los que serán abuelos, si quieren tener un hijo? La decisión la toma la pareja, los demás, incluidos los abuelos que participarán en el cuidado del vástago, son observadores, serán receptores, en mayor o menor medida, de la onda expansiva de una familia en crecimiento.

¿Suena fuerte? Lo ha sido. Ahora bien, también el rol de los abuelos ha evolucionado. Los abuelos en que nos hemos ido convirtiendo, tenemos hoy, ya en el s. XXI, otra posición con relación a nuestros hijos y a nuestros nietos. Se ha revalorado la presencia de los abuelos al asumir la responsabilidad del cuidado temporal de los nietos, se asume un deber, un compromiso amoroso, en el que, si la condición económica de la familia (que puede ser monoparental, biparental, homoparental, etcétera) es suficiente y no requiere del abuelo como un cuidador de tiempo parcial o completo en la cotidianidad, se ejerce de muchas otras maneras.

Día de los abuelos
Foto: http://mujeresymas.cl

Para empezar, ser un adulto mayor no es equivalente a ser “un viejito”. La conservación y cuidado de la salud de estas épocas nos permite una tercera edad con unas condiciones físicas y mentales muy buenas, la calidad de vida es mejor y la probabilidad de sobrevivencia es mayor. Los abuelos hoy usan pants, jeans, pueden estar hasta tatuados y hablan de todos los temas con sus nietos. La manifestación de los abuelos hoy permite una expresión de la individualidad que enriquece la relación con los nietos. El apego emocional entre ellos nutre la vida de ambos, la de todos, porque además de generar vínculos amorosos con los bebés, y permitir el acompañamiento hasta la pubertad, la adolescencia e incluso en la edad adulta, apoya a los padres para tener un bastión de cariño y respeto que les brinda soporte.

Hoy los “abuelitos” juegan videojuegos con sus nietos, participan en actividades de estimulación temprana y conviven de manera muy importante y proactiva en las tareas que los niños, adolescentes y jóvenes tienen en su desarrollo personal. Son cómplices amorosos, cuidadores a distancia, apoyo incondicional. Pueden consentir y no tienen que educar, pueden divertirse y disfrutar poniendo sólo los límites que la seguridad reclama. Lo demás es labor de los padres. Incluso, los dispositivos electrónicos favorecen la cercanía emocional porque podemos acompañar a nuestros nietos desde las videocámaras, los chats, mensajes de voz, etcétera. Establecemos relaciones individuales como personas, nos conocemos más y mejor los unos a los otros. Los abuelos hacemos y seguiremos haciendo, en el futuro, una presencia importante en la vida de los pequeños que nos confían sus secretos, sus dolores y sus penas.

tecnología
Foto: www.plusesmas.com

En adelante esta percepción de la tercera edad, de los adultos mayores y del rol de abuelo tiende a fortalecerse. Abuelas que hacen viajes internacionales con sus nietos, abuelos que van a la clase de baile de sus nietas. Abuelos y abuelas que comparten su gusto por el cine o la música o las lecturas o los deportes con los chicos. Ya no es sólo el abuelo que ve el partido en casa con los muchachos, es el abuelo que va al partido y echa porras como cualquier otro fanático. Es la abuela que va al concierto de rock con los chicos y baila, brinca, canta y se emociona como cuando era adolescente. El incremento en la perspectiva de vida, en la calidad de la salud y el cambio de actitud en las formas de expresión de la persona “abuelo” nos llevará a crear nuevas maneras de compartir, de estar y disfrutar. Los nietos serán la puerta a nuevas tecnologías, nos abrirán espacios de conocimiento y aprendizaje y serán nuestros maestros, tanto como nosotros lo seremos de ellos. Nosotros, los abuelos, seremos los maestros de la historia y ellos los maestros del porvenir, nuestra ventana al mañana de la existencia humana. Muchas felicidades a todos los abuelos y abuelas en este 28 de agosto del 2018. Nos hemos ganado el reconocimiento y más tendremos que celebrar con todo lo que se vislumbra en nuestro futuro.

0 0 votos
Calificación del artículo
Subscribir
Notificar a
guest
1 Comentario
Más viejo
Nuevo Más Votado
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
1
0
Danos tu opinión.x