El antimanual de la telenovela (y la ficción) mexicana

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Misma fórmula, mismos resultados

A la industria de la televisión mexicana le está resultando cuesta arriba comprender que la ponderación por el valor creativo es más que una ocurrencia ideológica: es una estrategia práctica para obligar al modelo tradicional a oxigenarse desde el principio del eslabón de la cadena, la dramaturgia, para después permear en toda la cadena de producción. De lo contrario será difícil que la ficción mexicana remonte con eficacia y abrevie el rezago.

Debido a todo lo anterior, propongo consideraciones que apuestan por condensar, no como un canon en piedra pero sí como un referente, aquello que no hace y debiera hacer la producción actual de la ficción en México, no sólo la telenovela, basado en el decálogo propuesto por este autor en la serie ¿Por qué la crisis de la telenovela mexicana?

https://daniel-laresmunoz.blogspot.mx/2017/03/por-que-la-crisis-de-la-telenovela.html

  1. Respetar a la audiencia

Los realizadores de las telenovelas de hoy tienden, consciente o inconscientemente, a tratar de discapacitada a su audiencia. Lo que además de anacrónico resulta en un probado y grave error. Ya no se le habla a la “masa” sino a las audiencias (en plural). La condición sociocultural no es pretexto.

Una cosa es hacer diálogos sencillos (sin carecer de significado) frente a la complejidad que demanda el consumo de una historia para una plataforma de video en streaming o canal Premium, y otra es crear un discurso degradante. Hagamos historias con diferentes niveles de lectura, porque la multiplataforma exige la relectura y la reescritura para una audiencia activa.

  1. Sin historia, no hay historia

La dramaturgia es el principio del eslabón de la cadena y su calidad es un valor que persiguen las audiencias de hoy. Es asimismo un catalizador creativo: representa el mapa y los planos de los que depende la construcción del futuro edificio, ¿qué tipo de edificaciones está dispuesta a levantar la industria mexicana?

Del perfil, el talento y la capacidad de los escritores dependerá el nivel de las historias y será el punto de origen para reconstruir la credibilidad de la ficción dramática nacional. ¿Qué queremos ser: maquiladores o generadores de contenidos de valor? 

ensayo teatro

  1. No abaratar, conciliar el valor creativo con los criterios de rentabilidad

La mexicana fue una industria encapsulada en una burbuja, enmarcada dentro de un sistema monopólico, que dogmatizó su fórmula como imperecedera e inamovible. Gracias a Kodak y a Blockbuster, sabemos en qué deriva eso. A ello, añádasele la incursión generacional de una tecnocracia que puso énfasis en lo administrativo y minimizó lo creativo, tratando a la telenovela como un negocio de baratilleros de plástico y no uno inserto en una industria creativa. Hoy, el mainstream mundial invierte más en las ficciones originales, porque también cuestan más. La clave conduce a CÓMO se invierte y que ello se refleje en la pantalla. Error sacrificar la calidad a costa de elevar la utilidad, lo estamos pagando muy caro.

  1. Apostar por la capacidad de los actores sobre su aspecto físico

La ficción televisiva del concierto internacional de hoy ha escalado a alcances cinematográficos, el llamado séptimo arte. No sólo eso, establece parámetros paralelos cada vez más exigentes con trabajos sorprendentes. La telenovela, guste o no, tiene que responder a esos referentes, lo que implica no sólo confeccionar dramaturgias más audaces y complejas que demandan actores-intérpretes con amplio rango, preparación y talento.

  1. Ponderar el valor creativo en todas las áreas de la producción

Hoy vemos con crudeza cómo la falta de rigor en los diferentes departamentos de una producción, se hizo estándar dentro de la industria. Desde la dramaturgia y el talento artístico, hasta cada una de las áreas que intervienen, requieren de privilegiar una exigencia creativa que haga de su proyecto (aún en un contexto industrial de producción) una experiencia única, irrepetible y con un sello distintivo, no sólo para el mercado nacional, sino para que pueda tener repercusión en el internacional frente a referentes de diversas facturas.

El know how de hoy, más que saber operar una cámara (a la que ya todo mundo tiene acceso), implica qué se hace con ella.

  1. Evitar los lugares comunes

La creación escénica audiovisual, si bien tiene sus reglas en cada género, es también resultado de una evolución comunicativa de ida y vuelta. Los géneros no son piezas de museo. Tienen que influenciarse de todo y de todos y, al mismo tiempo, aportar una identidad. Ahí juega un papel fundamental la libertad creativo-artística.

La telenovela padece problemas de credibilidad por la reiteración anacrónica y, a veces, absurda de sus propios cánones que, en algún momento, fueron inventiva de alguien en un contexto determinado. Atrevámonos a captar nuevas audiencias y reconciliar a las que se han ido. Si parece “como de telenovela”, hay que hacerlo diferente.

  1. “Describe tu aldea y serás universal”

Un apotegma acuñado por el novelista ruso León Tolstoi. So pretexto de la exportación, a la telenovela no sólo se le edulcoró, sino que se le desmanteló de su mayor tesoro: su identidad latinoamericana, particularmente, mexicana. Incluso una historia para el mercado hispano en Estados Unidos tiene que tener rasgos de identidad.

Ha tenido que venir, en 2017, Disney-Pixar para que, a través de una bofetada tronada como Coco, no sólo se nos recuerde todo lo que en México no estamos contando sobre nosotros mismos, sino de la fuente vasta (y virgen) que tenemos alrededor para inspirar la nueva creación. Nuestros riquísimos microcosmos socio-culturales pueden tocar con éxito la inteligencia emocional de la audiencia nacional y empatizar con el macrocosmos de las audiencias del mundo. Adiós al paradigma esnob.

  1. Representar con autenticidad a la audiencia del presente

La telenovela es, ante todo, una experiencia emocional. El productor Miguel Sabido, uno de los impulsores del entertainment education, arguye que es el mayor educador emocional de Latinoamérica. Aunado a ello, el melodrama, como género narrativo base (aunque ya no único), requiere de cercanía contextual para conectar.

Agreguemos, además, que sus conflictos parten de situaciones domésticas, y su formato de emisión le otorga una familiaridad inigualable. Por lo tanto, la telenovela tiene y debe abordar con autenticidad los avatares de la sociedad a la que sirve. Y no olvidemos otro factor, por su repercusión es una válvula de escape del sentir colectivo y de la interlocución de unos sectores con otros.

Telenovela Marimar

  1. Ser responsable de lo que se propone en pantalla

Siendo un estudiante de preparatoria, este autor tuvo oportunidad de acudir a uno de los eventos organizados por Televisa denominados “Espacio”. Ahí pregunté, en una sesión abierta, a un célebre productor de telenovelas qué pensaba de las constantes opiniones que aseguraban que “sus telenovelas eran basura”. El personaje se acomodó ufano en su saco y sólo alcanzó a responder: “Yo hago lo que el público pide y, si no les gusta, que le cambien”.

Ahí hablaba en realidad la televisión monopólica que se sabía única e inamovible. En el contexto actual, una postura así no sólo no aplica, sino que resulta un despropósito. Un productor de una narconovela que durante 80 episodios pondera como héroes a criminales es, sin más, responsable de lo que pone en pantalla como referente social.

Investigar y documentar con rigor el universo de la ficción

Parece una obviedad, pero es sorprendente cómo en telenovelas y ahora en bioseries hay una impresionante falta de verdad escénica, verosimilitud, plagada de pifias básicas respecto de los universos dramáticos que se presentan. Ello tiene que ver con el punto 5 aquí planteado, pero también con una constante falta de rigor que se evidencia en una deficiente ambientación, escenografía, vestuario, caló o jerga de lenguaje en el diálogo y de situaciones que sacan de la convención a la audiencia: no hay manera de producir ESPECTÁCULO. Sin más, escritores y producción, hay que hacer la tarea: investigar. De lo contrario, jamás sorprenderán, es seguro.

  1. Si vas a hacer un remake, no calques, aprópiatelo

“Costureros” es un término empleado en la industria mexicana para referir a aquellos escritores que parchan, empatan, adicionan retazos a una tela (historia) antes empleada para otra cosa y la reutilizan para hacerla pasar por algo novedoso. A esto se deben, en parte, los lamentables remedos de historias que vemos en pantalla como el refrito del refrito o nuevas versiones de éxitos probados en el extranjero pero sin ninguna identidad, capadas de creación auténtica.

  1. Que la tesis tenga el mismo peso que la antítesis

Sí, guionistas, está en los manuales de Syd Field y Robert McKee. El mundo actual exige una dramaturgia diferente, presentar matices, no blanco ni negro absolutos. Revísese tan sólo un melodrama eficaz reciente como “Extraordinario” (Stephen Chbosky, 2017). Exponer las diferentes tonalidades no sólo enriquece el relato sino que aumenta el interés de la audiencia y, por tanto, su atención, en un contexto mediático que la fragmenta.

  1. Innovar

Otro perogrullo que no apareció en ninguna producción del 2017 y, por ende, hay que evidenciarlo. Es curioso que no se privilegie la inventiva creativa en una industria creativa. Confrontarnos con esa realidad pudiera conducirnos a una conciencia activa para actuar en consecuencia.

La innovación no debe ser una palabra adicionada en un discurso políticamente correcto dentro de la industria. Debe ser una práctica común, oxígeno vital para la superación y certidumbre comercial de la misma. Hoy se atiende en lo tecnológico, que es un activo que se compra, ¿se puede decir lo mismo del valor y talento creativo? Hoy, la innovación debe empezar por lo creativo para que otros factores, lo administrativo e incluso lo tecnológico, puedan responder y armonizar con ello.

Rescato una declaración a Radio Times de la célebre actriz Jodie Foster, que ha incursionado en la dirección, al denunciar el efecto macro de los blockbusters chatarra: “Los Estudios que producen mal contenido para contentar a las masas y a los accionistas son como el fracking: obtienes el mejor rendimiento ahora, pero en el proceso arruinas la tierra”. Hoy, en México ya padecemos los estragos de un fracking que ha dejado tierras muy áridas y, en algunos casos, radioactivas.

La buena noticia es que, en el caso en cuestión, es reversible si se deciden a emprender cambios de fondo y no sólo atienden a la forma. Es posible remontar. Este trabajo es sólo una muestra que pretende animar a ello, pero tenemos que procurar, abonar y arar mucho la tierra. El asunto es que el tiempo corre y el mundo sigue avanzando.

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