El cuento de la Economía

El ABC del consumidor por internet

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Cada uno de los agentes económicos es un consumidor, ya sean las familias, las empresas y/o el gobierno, todos y cada uno de ellos consume. En ese sentido, la teoría convencional menciona que un consumidor se enfrenta al mercado con su principal restricción: el ingreso y parte de sus preferencias para hacer una buena compra (la mayor utilidad posible); sin embargo, el papel del consumidor ha cambiado y ese mercado hipotético ahora se le presenta a través de una pantalla de computadora o de un celular. El mercado deja de ser un “ente” imaginario y es tan accesible como dar un clic.

La teoría neoclásica parte de un consumidor que toma decisiones racionales, por lo que debería contar con la información necesaria para conocer las alternativas sobre un producto y, bajo esa lógica, determinar las ventajas y desventajas para tomar la mejor decisión de compra. Por lo que un consumidor puede comprar de conformidad con los siguientes puntos: por la búsqueda de información, por lealtad a la marca, por ser una marca muy conocida, y, sobre todo, por su restricción de ingresos (presupuestaria).

Bajo esos puntos es que es importante acercarnos a un ABC del consumidor por internet para el caso de México. De inicio, para 2009, se estima que dicho comercio fue de alrededor de $24.5 miles de millones de pesos, y de $329.85, ya para 2016.

Ese aumento fue posible debido a la infraestructura tecnológica a la que nos estamos enfrentando, según los datos del INEGI (ENDUTIH), en 2017 el 63.9% de la población de seis años o más en México es usuaria de internet, además de que 17.4 millones de hogares (50.9% del total nacional) disponen de conexión; y, por si fuera poco, el 72.2% de la población tiene un teléfono celular habilitado para hacer y recibir llamadas o mensajes. De ellos, un 80.2% cuenta con un celular de los llamados “teléfonos inteligentes” o smartphone, lo que hace que se facilite este tipo de actividades y/o compras.

compras por internet

Aunado a lo anterior, tenemos que el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) de julio de 2018 registró un incremento mensual de 14.8% en términos desestacionalizados, según datos del INEGI.

Dicho índice es elaborado de manera conjunta por el INEGI y el Banco de México y mide lo siguiente: “Este valor numérico resulta de promediar índices que hacen referencia a la situación económica actual y esperada del hogar del entrevistado.”

El aumentó recae en la percepción de la gente en cuanto a  la situación económica del país dentro de 12 meses, respecto a la actual y a la situación económica esperada de los miembros del hogar dentro de 12 meses, respecto a la actual. Esta confianza se cree que se verá reflejada en las compras por internet.

Aunque es muy alentador el que siga creciendo este tipo de comercio o compras, también es cierto que el consumidor por internet se enfrenta a varios problemas además de su restricción presupuestal y sus preferencias, problemas como la entrega de los productos, los costos y tiempo de envío, las formas de pago (seguridad), entre otros.

En este sentido, se hace necesaria una cultura orientada al consumidor por internet, dentro de la cual se le debe enseñar a revisar el precio y acceder fácilmente al mejor, se le debe dar la protección necesaria; las opciones de pago también resultan una herramienta imprescindible y la certeza de que todo está funcionando correctamente, por lo que es primordial que se establezcan notificaciones sobre el estatus de la compra.

El principal miedo a comprar por internet es el robo de identidad y de datos bancarios; actualmente muchas empresas protegen al usuario vinculando las compras a notificaciones y/o autorizaciones por otras vías. Indudablemente se debe redoblar esfuerzo en este sentido.

Las extorsiones y/o robos de identidad se dan a través de medios electrónicos, ya sea por una llamada o un mensaje que te alerta de que algo no está bien. Se deben generar mayores mecanismos de comunicación en cuanto a la verificación de datos, así como es un mercado altamente innovador, también es altamente vulnerable. Es por ello que es necesario trazar las certezas necesarias.

La gran ventaja con la que cuentan las empresas líderes en las compras por internet actualmente, es su cultura impersonal pero que debe dejar satisfecho al consumidor; hay que saber que al dar en “comprar” no solo están respetando lo que compras, sino que además hay toda una logística atrás para que quedes realmente satisfecho; si a eso le agregamos que se puede hacer desde la comodidad de tu casa o del trabajo, podemos entender el crecimiento de este rubro. Hay mucho por hacer, pero lo que sí es que el mercado está cambiando y ahora es tan impersonal como dar un clic.

Compras por Internet, nuestra nueva cotidianidad

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Actualmente se hace un uso indistinto de los conceptos “compras por Internet” y “comercio electrónico”, es así ya que a través de cualquiera de estas compras se puede tener acceso o cuantificar este tipo de comercio, aunque realmente llegan a ser muy distintas, pero son tan mutuamente dependientes para poder coexistir.

Económica y académicamente es innegable el posicionamiento de este tipo de empresas en los últimos años, esto aunado al trato que tienen con respecto al cliente, que es bastante distinto que el de las empresas tradicionales, de ahí su crecimiento; además de que han invertido en seguridad y diferenciación de productos. Quizá no todo, pero si buscas algo, lo encontrarás y, muy probablemente, en la forma que lo necesitas.

Su auge y éxito se debe, por un lado, a la novedad como centro de atención, por otro, en el caso de México, a la inseguridad que se vive últimamente, es mejor comprar en línea que acudir a un centro comercial. Son “n” factores los que hacen que sea una alternativa real el comprar por internet. ¿Por qué se hace? Va desde que algunos productos y marcas no se encuentran en el país, el precio y hasta las opciones de pago, entre muchos otros factores.

En el Informe sobre la economía de la información 2017 de la Organización de las Naciones Unidas, se menciona que la UNCTAD ha puesto en marcha un proyecto para ayudar a los países menos adelantados a evaluar su grado de preparación para participar en el comercio electrónico y en otras actividades de la economía digital, y así poder beneficiarse de las ventajas que ofrece, a través de las siete esferas de políticas de la iniciativa Comercio Electrónico para Todos, las cuales son: 1) Evaluaciones del comercio electrónico; 2) Infraestructura y servicios de TIC; 3) Pagos; 4) Logística comercial; 5) Marcos jurídicos y regulatorios; 6) Desarrollo de aptitudes; y, 7) Financiación para el comercio electrónico.

En el caso de México, se revisarán algunos puntos importantes para entender el crecimiento de este tipo de actividades. Hemos ido aumentando como consumidores electrónicos, tengamos en cuenta que una de las actividades más comunes que realizamos es la compra de un boleto de avión, de unos tres lustros a la fecha se trata de entrar a la página de internet de la empresa, buscar el boleto y comprarlo. Todavía hay mucho por hacer pero es innegable el crecimiento de este tipo de compras y también que nos hemos ido acercando cada día más a esta alternativa.

comercio electrónico

Para 2009 se estima (dentro del mismo estudio ya mencionado) que el comercio electrónico fue de alrededor de $24.5 miles de millones de pesos, y $329.85 para 2016. Se compara, en la mayoría de los casos, a nuestro vecino del norte, todavía por los aranceles que favorecen este tipo de intercambios.

Estos datos han sido posibles debido a la infraestructura tecnológica a la que nos estamos enfrentando. Según los datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), del INEGI, en 2017 el 63.9% de la población de seis años o más en México es usuaria de Internet; además, en 17.4 millones de hogares (50.9% del total nacional) disponen de conexión a Internet.

Y, por si fuera poco, el 72.2% de la población tiene un teléfono celular habilitado para hacer y recibir llamadas o mensajes. De ellos, un 80.2% cuenta con un celular de los llamados “teléfonos inteligentes” o smartphone. Falta mucho para la cobertura de toda la población, y también falta mucho para que la conexión sea a través de banda ancha.

Es importante también, dentro de esta revisión de datos, preguntarnos, ¿en qué consumen internet los mexicanos? Para eso es importante revisar el documento Porcentajes de actividades en internet, 2017. La opción de obtener información registra 96.9%; para entretenimiento 91.4%; para comunicarse 90.0%; para acceder a contenidos audiovisuales 78.1%; para acceder a redes sociales 76.6%; para leer periódicos, revistas o libros 49.4%; para interactuar con el gobierno 28.0%; para ordenar o comprar productos 16.6%; y, para operaciones bancarias en línea 12.9%.

El principal reto que se enfrenta es la inseguridad (hackers), una modalidad que no es que esté de moda, pero sí crece preocupantemente. La tecnología no es moralista (buena o mala) pero sí puede utilizarse con distintos fines, y debemos estar preparados como potenciales consumidores electrónicos a los vaivenes de ésta.

El consumo por internet representa un gran reto, las empresas a través de las redes sociales documentan patrones de búsqueda y mandan publicidad de productos que posiblemente nos gustaría comprar, a su vez, estamos ante un mercado (o una opción de mercado) que va creciendo y que hace que estemos al pendiente como consumidores no sólo de ofertas sino de posibles fraudes.

El verdadero poder del voto, el económico

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Dentro de la llamada democracia representativa al voto se le otorga un gran valor, por lo que es innegable su peso político, aunque en esta ocasión me referiré a su peso económico. Me explico, cada uno de los cerca de 56,611,027 votos que se emitieron el pasado 1 de julio de 2018, tuvo una consecuencia política, pero también un gran peso económico.

¿Qué hubiese pasado o qué pasa con la llamada compra de votos? ¿Por qué es una práctica muy recurrente de los partidos políticos? Bueno, además de los cargos que llegan a ganar, también cada uno de esos votos le representa mayor o menor ingreso (del erario público) a los partidos políticos.

La compra de votos es un mal generalizado, vimos en redes sociales y noticieros que se estuvo dando en varios municipios, al grado que, con datos de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, se estima que, para las pasadas elecciones, fueron cerca de 30 millones de ciudadanos los que recibieron, o les insinuaron, ofertas a cambio de su voto por algún partido político. Casi el 53% del total de los que votaron. Eso hubiese cambiado, muy probablemente, la estructura y resultados obtenidos. ¿Por qué no lo vendieron? Esa es una de las preguntas para las que tal vez no lleguemos a tener respuesta.

La compra y venta de votos no es una actividad que se reconozca y que se platique con naturalidad, al menos eso creo, pero sí es una actividad recurrente en los partidos. La idea es entender por qué es así. La respuesta está en la ley. Veamos la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), propiamente el artículo 41, fracción II, inciso “a” en el que se menciona: El financiamiento público para el sostenimiento de sus actividades ordinarias permanentes se fijará anualmente, (…) el setenta por ciento restante de acuerdo con el porcentaje de votos que hubieren obtenido en la elección de diputados inmediata anterior.

Es decir, para los próximos tres años, de conformidad a los votos obtenidos es el financiamiento que tendrán, de ahí la importancia de la compra de votos.

Ahora a eso debemos de restar a los partidos que (ojalá) pierdan su registro, el PRD, con 1,602,715, que representa el 2.83%; el Partido Verde con 1,051,480 votos, el 1.86%; Movimiento Ciudadano con 1,010,891 votos, el 1.79%; Nueva Alianza con 561,193 votos, el 0.99%; y, finalmente, el Partido Encuentro Social, con 1,530,101 votos y el 2.70%.

La ley es muy clara en ese sentido y plantea en el título décimo de la pérdida del registro de los partidos políticos, capítulo I, de la pérdida del registro, artículo 94. 1. Son causa de pérdida de registro de un partido político: principalmente el inciso “b”: No obtener en la elección ordinaria inmediata anterior, por lo menos el tres por ciento de la votación válida emitida en alguna de las elecciones para diputados, senadores o presidente (…).

Vámonos a los resultados de la elección según la página del INE:

 

Descontando los votos nulos y los partidos que virtualmente (y espero que legalmente también) perdieron su registro, serían en total 49,218,808 los votos entre los partidos a repartir ese 70% que menciona la ley.

Si fueran a repartir 1,000 pesos de conformidad a esos votos y porcentajes tendríamos que el PAN recibiría 203, el PRI 156, el Partido del Trabajo 69, el “Bronco” 60, y MORENA 512 pesos. Conste que el supuesto se hace con mil pesos, ahora vayámonos a las cantidades reales que son de millones de pesos. Ahí se entiende la importancia de la compra masiva de votos; el gasto emanado en esa acción es muy inferior a lo que reciben en cuanto a ingresos por votos obtenidos.

Por lo tanto, un voto, dentro de esta democracia representativa, tiene un peso político importante pero su peso económico es inconmensurable. Vender un voto por 500 pesos o por 1,500 es lucrar con la pobreza que genera el mismo sistema político; sin embargo, pasa.

La participación ciudadana fue alta y todo parece indicar que se atendió al llamado de votar por una sola opción. Serán meses de disputa para no perder esos registros; ojalá que la ley electoral se aplique y en las siguientes elecciones tengamos menos partidos y por ende menos recursos públicos destinados.

Ojalá también logremos quitarles el financiamiento público. Las elecciones sí deben ser a cargo del gasto gubernamental, pero el derroche de dinero en campañas absurdas tiene que ser el parteaguas que nos haga entender que es innecesario, no lograron más que fastidio y contaminación, tanto visual como auditiva.

Se van varios partidos (que así sea). Esperemos que en tres años lograr que se les vaya el financiamiento público.

¿Cómo vamos con la UMA?

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Hace un año y medio iniciamos a utilizar la Unidad de Medida y Actualización (UMA), que en palabras del propio decreto de creación la define como “(…) la unidad de cuenta, índice, base, medida o referencia para determinar la cuantía del pago de las obligaciones y supuestos previstos en las leyes federales, de las entidades federativas y de la Ciudad de México, así como en las disposiciones jurídicas que emanen de dichas leyes.”

Sustituye al Salario Mínimo (SM) como referencia en cobros o créditos. Una multa de tránsito era en SM´s, ahora es en UMA´s. Fue un cambio que era necesario, para liberar al SM de ese tipo de referencias; en las siguientes líneas intentare explicar el porqué era necesario el quitarle ese peso sobre los pagos de las obligaciones, tanto federales como locales.

multas tráfico

Una realidad era la incertidumbre que generaban las deudas que se tasaban sobre el Salario, un crédito hipotecario representaba “n” cantidad de SM´s, pero al paso de los años, el aumento del crédito era evidente por la actualización y ajuste del salario. Además, recordemos que el SM se diferenciaba por zonas económicas. Es decir, había Zona A, B y C, y fue hasta el 1 de octubre de 2015 que se consolidó el salario como Zona Única para todo el país.

Por lo tanto, no es raro imaginar cómo eran los cálculos antes de esa fecha; se hacían de conformidad al compromiso de pago en salarios mínimos y dependiendo del Estado en que se fuera a aplicar. Burocracia y papeleo en su máxima expresión. Eso fue uno de los puntos a evitar, al menos en el discurso con la creación de la UMA.

Los pasos eran claros, ya se había unificado el SM en todo el país, y el siguiente sería quitarle el peso de todas las deudas o compromisos como mecanismo de referencia. Por lo tanto, el decreto para su creación se publicó exactamente el 30 de diciembre de 2016 y entró en vigor un día después. Aunque el INEGI contempla datos para 2016 del UMA por 73.04, por la fecha de entrada en vigor. Desde entonces a la fecha el UMA ha sido de $75.49 para 2017 y de $80.60 para el año en curso. Aunque es muy poco para saber si ha funcionado para lo que se creó, pero estamos a muy buen tiempo para entender cómo es que se propone que va a funcionar, cómo es que se calculará y sobre todo cómo es que nos ayudará en el día a día del quehacer nacional, de esto tratarán estas letras.

La Ley para Determinar el Valor de la Unidad de Medida y Actualización consta de un artículo único, de otros cinco dentro de su cuerpo y de tres transitorios. En el Artículo 1° se establece el método de cálculo que debe aplicar el INEGI; mientras que en el Artículo 2°, se define lo que se entenderá por: Índice Nacional de Precios al Consumidor, INEGI y la UMA. En el artículo 3° se definen los alcances y formas de aplicación.

Artículo 4°: se enlista cómo se debe calcular el INEGI, a través de tres numerales: I. El valor diario se determinará multiplicando el valor diario de la UMA del año inmediato anterior por el resultado de la suma de uno, más la variación interanual del INPC del mes de diciembre del año inmediato anterior; II. El valor mensual será el producto de multiplicar el valor diario de la UMA por 30.4; y, III. El valor anual será el producto de multiplicar el valor mensual de la UMA por doce.

Finalmente, en el artículo 5°, se explica su vigencia, en donde el INEGI publicará en el DOF.

Si comparamos el SM y la UMA de 2016 a la fecha nos encontramos con los siguientes datos: Para 2016 el UMA y la SM fueron de 73.04, no mostrando diferencia alguna; mientras que para 2017 la UMA fue de 75.49 y el SM de 80.04, en donde la diferencia fue de 4.55 pesos, siendo el el SM 5.6% mayor; para 2018 la UMA es de 80.60 y el SM de 88.36; en donde la diferencia, esta vez, es de 7.76 pesos, que equivale a 8.78%.

Anque en términos relativos la UMA es menor a los SM´s, se está calculando respecto a la inflación. Esto quiere decir, en terminos reales, que la UMA pasó de 73.04 a 80.60 en año y medio, es decir, aumentó en 10.19%. El porcentaje refleja la inflación creciente que se ha presentado.

Al final, fue bueno quitarle al SM el peso de la referencia en los pagos, lo que pasa ahora con la UMA es que es muy sensible a la inflación, por lo que su oscilación será, desafortunadamente, positiva, creciente y preocupante, año con año.

Ahora los aranceles “Made in México”

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No hace mucho ocupe algunas líneas para hablar de la nueva posición comercial de nuestro vecino del norte, su presidente Donald Trump anunció medidas “nacionales” para proteger a las industrias del acero y aluminio a través de la imposición unilateral de aranceles, esto justificado en su idea de que los términos económicos actuales perjudican a los productores de ese país. En un lenguaje de que los demás países abusan de lo “noble” y “considerado” que es Estados Unidos con el resto del mundo.

Sus mismas empresas han tenido un alcance transnacional, gracias a lo permisivos que son los países en cuanto a sus términos comerciales, y contemplando el argumento de la atracción de la IED, la generación de empleo, el crecimiento basado en las exportaciones, la industria de la transformación (maquila), entre otros argumentos.

Para conocer el alcance del actuar de las empresas trasnacionales, propiamente las norteamericanas, es recomendable leer el “El libro negro de las marcas” de Klaus Werner y Hans Weiss; es un extraordinario resumen de la creación de valor que estas empresas, que va por encima de cualquier teoría económica libre cambista actual; evidencia que la intervención es la regla por esencia de este llamado “libre mercado”.

Regresando al tema del vecino del norte, los aranceles alcanzaron a México, esto lo dio a conocer desde su medio oficial de comunicación Twitter. Una demostración más de que el mercado es completamente regulado; es tan sencillo, no funciona el  libre comercio como se han cansado de decir en la teoría. Ante esta situación ya los leo diciendo que es una falla lamentable, que es una externalidad no contemplada por el mercado.

Recordemos que los aranceles, son una acción que parecería que va en contra de la actual legislación comercial internacional (al cobijo de la OMC), sin incluir que todavía estamos al amparo, y en peligro de extinción, del TLCAN; sin embargo, es una práctica por demás común en el comercio mundial actual. Tal es así que la reacción de México al publicar un decreto el pasado a 4 de junio de 2018, firmado por el Secretario de Economía, mediante el cual “se da a conocer el cupo para importar, con el arancel-cupo establecido, carne de cerdo fresca, refrigerada y congelada.” Ésta fue la respuesta arancelaria “Made in México” e implica regular el comercio de la carne con el vecino del norte.

La justificación oscila en argumentos como: Que dicha medida fue establecida a fin de coadyuvar a estabilizar el mercado al evitar la carencia en el abasto y la afectación de la economía por el incremento en los precios de dichos productos, como resultado de la oferta nacional insuficiente. Además: Que ante la urgencia de evitar que se desestabilice el mercado de carne de cerdo, mejorar los niveles de oferta y proteger a los consumidores, es necesario diversificar las opciones de proveeduría externa. En resumen, estamos ante la intervención del Estado en el mercado. Es el inicio de la llamada guerra arancelaria, la escalada de aranceles, ira en aumento y no sólo con México, la reciente cumbre del G-7 nos evidencia que va en serio esto del neo-proteccionismo de Trump, va contra todo el mundo comercial actual.

Muchos descalificativos habrá, lo único cierto es la oportunidad única e irrepetible de voltear al mercado nacional; debe aprovecharse el contexto internacional y la “justificación económica y argumento jurídico” para poder replicar este establecimiento de aranceles a sectores realmente estratégicos.

Es innegable e inaplazable proteger todas aquellas industrias que nos permitan generar la autonomía que tanto necesitamos; retomando el argumento de la industria 4.0 a la mexicana, éste es el contexto para realmente plantarnos las necesidades que tenemos como país y lo que podemos hacer para poder alcanzarlas, y no como propuesta de campaña, sino como realidad económica real y viable.

Se vienen meses complicados y de incertidumbre, el tipo de cambio es sensible a este tipo de acontecimientos, nuestros llamados términos de intercambio serán desfavorables y la balanza comercial seguirá siendo deficitaria; si aunado a eso consideramos la inflación constante y el tipo de cambio que se aprecia hasta con el viento, es que se lee un panorama complicado; sin embargo, hay áreas de oportunidad. La protección puede ser dirigida, y eso nos puede ayudar en los términos de intercambio y consolidar la moneda al no depender tanto de las importaciones.

Lo único cierto, a mediano plazo, es que México, Estados Unidos y Canadá estarán juntos pero para el Mundial de fútbol, y muy probablemente no será así a nivel comercial (TLCAN), la candidatura llega en el peor momento en cuanto a relaciones comerciales, los aranceles serán nuestra constante. ¿A qué le daremos más importancia? ¿A los aranceles o a que el balón mundialista ruede nuevamente en tierras aztecas? Ésa será la muestra real de nuestras prioridades.

Temas de moda con impacto económico

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Justo en la época de campaña electoral, hace 6 años, surgió un movimiento llamado #YoSoy132. No tengo la menor duda de que el escenario político mexicano actual, tanto a nivel nacional como internacional, ubica perfectamente mote o estandarte de lucha del #YoSoy132. Es decir, identifica al movimiento estudiantil que surgió con la idea y necesidad de la democratización de los medios de comunicación, para evitar la manipulación mediática que los ha caracterizado en su actuar en los últimos años.

Toda historia tiene un inicio, y ésta surgió de la visita del aquel entonces candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto (EPN), a la Universidad Iberoamericana (IBERO), durante dicho acto, varios estudiantes le recriminaron el exceso, en el uso, de la fuerza pública en el caso de San Salvador Atenco. Los gritos y las mantas aludían a ese hecho con un “Atenco no se olvida” combinado con un “Fuera Peña Nieto”.

Inmediatamente los medios de comunicación difundieron y asociaron esas protestas con porros, acarreados; en pocas palabras, que eran todo, menos estudiantes de esa universidad.

Acto seguido, 131 estudiantes realizan un video en donde se presentan con credencial en mano y reconocen que participaron en dicha protesta. Para desmentir la versión de que eran porros o acarreados. Como repudio a la manipulación de la información, deciden protestar en las oficinas de una de las televisoras, y es el acto de adhesión a esta protesta; es por este afán de apoyarlos que surge el mote de #YoSoy132. Es decir, que esos 131 estudiantes no estaban o no estarían solos de ahí en adelante.

En el #YoSoy132 confluyó la sociedad civil, y principalmente los estudiantes de todas las universidades del país, ya sea particulares o públicas, se organizan y toman decisiones a través de asambleas, una de las características más importantes es que se reivindican y actúan de forma pacífica. Las redes sociales fueron su único medio de comunicación, por el cual convocaron a marchas, conciertos, actos culturales, entre otras muchas actividades, con la característica de construir una idea diferente en cuanto al manejo de la información.

ibero 2012

El logotipo #YoSoy132 en la calle reivindicaba la juventud, la lucha, o esa combinación exacta entre estos dos ingredientes. Tuvieron una gran aprobación social, principalmente, en los centros urbanos. Sin embargo, una de las luchas que perdieron fue contra la mediatización y comercialización de su movimiento.

La comercialización está en marcha y se refleja en las siete solicitudes de marca que existen, hasta ahora, por dicho mote. Mismas que abarcan desde prendas de vestir, publicidad, artículos de imprenta, restaurantes, bebidas alcohólicas que incluyen y no a la cerveza; es decir, está en marcha todo un proceso de comercialización.

De ser autorizadas dichas marcas, en un futuro no muy lejano, la gente se quedará de ver para comer en el restaurant YoSoy132, propiedad de Rafael Michel Zarate; usarán ropa YoSoy132 de “venta exclusiva” en las tiendas de Sergio Fernando Ortiz Toriello. Podrán tomar la cerveza o refresco YoSoy132 con sabor a “revolución” o “primavera mexicana”, propiedad de Fernando Olmos Torres; hacer uso de los servicios de publicidad e impresión marca YoSoy132 de Samuel Castelán Vega, y en todo caso, ir a la competencia, en cuanto a publicidad, con Saúl Alvidrez Ruiz.

Aun y sea el caso, cabe la posibilidad de que fuese una estrategia del movimiento para diversificar, posicionar y garantizar su financiamiento, aunque no lo creo.

Con todo lo anterior, quedó de lado el escenario político y dio paso al comercial con las distintas marcas y productos YoSoy132. Estamos ante un fenómeno o proceso, que ya inició, de comercialización. Me viene a la mente la campaña publicitaria de Furor con su línea de ropa sobre la revolución cubana, como ejemplo de comercialización de estandartes de lucha social. Lectura obligada para entender este proceso es el libro Rebelarse vende. El negocio de la contracultura de Joseph Heath y Andrew Potter.

La comercialización y mercantilización de las relaciones sociales y/o el producto de éstas no tiene límite, y estamos ante un claro ejemplo de este actuar. La mercantilización es un proceso inherente de la actividad económica actual. Dicha afirmación no quiere decir que sea bueno o malo, sino todo lo contrario; es decir, tan distinto como verlo desde otro punto de vista, y con la aplicación cabal y peculiar de un buen viceversa.

En la página de internet http://marcanet.impi.gob.mx se pueden confirmar dichas solicitudes, mismas que tienen las siguientes características:

El alcance económico de cada una de estas solicitudes, las que lleguen a ser autorizadas, dependerá de la campaña de comercialización a la que se someta cada una de ellas. Que no nos sea extraño ver en unos meses comerciales, anuncios que nos evoquen un recuerdo de este movimiento, ojo, esta vez será con tintes comerciales. Los procesos políticos, sociales, culturales nunca dejan de ser económicos.

Industria 4.0 a la mexicana

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¿Qué es la Industria 4.0? De inicio, es un concepto que se considera acuñado en Alemania, en 2010. Con la idea de crear un proceso de fabricación con todos sus componentes interrelacionados, de la mano con las tecnologías de información y comunicación (TIC’s). Pero, para entender la interrelación de la que se habla en este concepto, es necesario tener en cuenta que, dentro de su publicación Revoluciones tecnológicas y paradigmas tecno-económicos, Carlota Pérez ya introducía el término de “Quinta Revolución Industrial”, identificada como la era de la Informática y las Telecomunicaciones; siendo Estados Unidos (difundiéndose hacia Europa y Asia) el país o países núcleo. El big-bang que inicia la revolución es el anuncio del microprocesador Intel en Santa Clara, California, en 1971.

El microprocesador como la gran innovación radical, dentro de la línea del tiempo de la trayectoria de una tecnología individual, estaríamos en la etapa de mejoras exploratorias (el llamado diseño abierto), esa sería en este momento la trayectoria definida. La propuesta de Industria 4.0 sería una dirección clara de la mejora. Sin embargo, debemos contemplar cómo nos podríamos insertar en una carrera tecnológica que tiene casi diez lustros de haber iniciado.

Lo que debemos tener en cuenta es que, desafortunadamente, el libre mercado nos catalogó como importadores natos de tecnología; somos buenos seguidores tecnológicos, somos un país que depende tecnológicamente de los demás y, por ende, somos consumidores de aquella tecnología a nuestro alcance. Nuestra restricción en cuanto a ingresos no nos permite acceder a la tecnología llamada de punta.

La Secretaria de Economía retoma el concepto y plantea los retos para México. De inicio plantea que: “La industria detona tres componentes: la digitalización e integración de cadenas de valor horizontales y verticales (…), la digitalización del producto mediante la integración de sensores inteligentes, con el uso de métodos avanzados de recolección de información para refinar los bienes finales de acuerdo a la demanda, y los modelos de negocios digitales (…).” Asimismo plantea que: “(…) Para insertar a México en esta industria, requerimos contar con servicios y una infraestructura en TIC’s que permita a nuestras empresas y a la población tener acceso a internet y a las nuevas tecnologías, a fin de optimizar sus capacidades productivas.”

Sin embargo, el camino es largo todavía, aunado a las casi cinco décadas de atraso que tenemos; algunos datos importantes, según el INEGI son que “el 47.0 por ciento de los hogares del país tiene conexión a Internet; el uso de Internet está asociado al nivel de estudios; entre más estudios, mayor uso de la red; Internet se utiliza principalmente como medio de comunicación, para la obtención de información en general y para el consumo de contenidos audiovisuales; los usuarios de teléfono celular representan el 73.6 por ciento de la población de seis años o más, y tres de cada cuatro usuarios cuentan con un teléfono inteligente (Smartphone).” En resumen, la mitad de los hogares no cuentan con acceso a Internet; el nivel de estudios promedio en el país no supera la educación básica; y el contenido de consumo es para comunicación, redes sociales y contenidos audiovisuales; nada sofisticado. Esa es la realidad mexicana, si hablamos de las TIC’s.

Revolución industrial

Lo que es cierto es que el consumo no nos hace expertos en TIC’s, además, si vemos los Ingresos de las empresas innovadoras, derivados de productos sin cambios para el 2012-2013 fue de 68.3%, mientras que empresas que realizaron proyectos de innovación fue de 6.4% en el mismo periodo. Es decir, las empresas le apuestan a lo que otras empresas importan en cuanto a innovación, no hay una ideología propia en las empresas.

En ese sentido, se tienen datos del  2012-2013 de distintas empresas. El 0.3% usan biotecnología en sus procesos,; las empresas que realizan investigación y desarrollo tecnológico en biotecnología, son el 0.1%; las que usan nanotecnología en sus procesos, son el 0.2%; mientras que las empresas que realizan investigación y desarrollo tecnológico en nanotecnología, son el 0.1%. Con datos del INEGI.

Ahora, no nos vayamos tan lejos, el Gasto en Investigación y Desarrollo respecto al PIB (GIDE/PIB) en México sigue por debajo de un punto porcentual. Para 2016, con datos de la OCDE, se llegó a 0.502% mientras que lo mínimo a invertir en el tema es de 2.349%. Quedando inalcanzable el 4.251% y 4.239% que destinan Israel y Korea, respectivamente; y no es decisión del mercado en dónde invertir.

Se debe cambiar el chip (hablando de microprocesadores) del pensar del quehacer nacional. Hablar de Industria 4.0 en México puede leerse muy rimbombante; sin embargo, hay muchas cosas por hacer para pasar de la inclusión discursiva a  la realidad, y para hacerlo de inicio debemos dejar de ser importadores de tecnología e invertir en su creación. El tema es ¿cómo lo hacemos?

Población económica in-activa

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El día de hoy, por ser viernes, cumplimos 52 semanas seguidas de leernos ininterrumpidamente, porque, por fecha, sería mañana, 12 de mayo. Han sido aproximadamente 41,600 palabras las que hemos compartido; mismas que equivaldrían más o menos a 120 páginas de un libro. Ahí vamos. Agradezco a toda la gente, tanto de Elsemanario.com, como a los que han leído estas letras, por hacerlo posible. Lo mejor es expresar las ideas libremente.

A un año, puedo decir, salvo el cuento de los últimos dos viernes de diciembre de 2017, que hemos cumplido con el objetivo de explicar y entender conceptos que, aunque son muy técnicos económicamente, es importante que sepamos utilizarlos día a día. Sigamos por ese camino.

Es momento de cambiar de tema. El concepto que quiero analizar este día es el de Población Económica Activa, PEA, le dicen. El INEGI la define como: “Las personas de 15 y más años de edad que tuvieron vínculo con la actividad económica o que lo buscaron en la semana de referencia, por lo que se encontraban ocupadas o desocupadas.” Es decir, todas aquellas personas, mayores de 15 años y casi hasta los 65 años (año promedio de jubilación) que trabajaron o que estaban buscando trabajo, en la semana en que se aplica el concepto.

Es un tanto difícil lograr un dato con exactitud, debido a que es a través de un censo que se calcula. Si tú le preguntas a una persona “¿cuántos de tu casa trabajan?” es baja la probabilidad de que te conteste honestamente; y de ser el caso, que tan cierto será que, aquel que no trabaja, sí está buscando trabajo en esa semana de la aplicación del censo.

En ese sentido, hay análisis que contemplan a los mayores de 15 años y hasta los 65 años, como los integrantes de la PEA. Con la intención de tener certeza real del desempleo. Veamos la diferencia en números: para 2015, la población total entre los 15-64 años fue de 78,199,884.40 personas; el INEGI dice que la PEA fue, para ese mismo año (al 4to trimestre), de 53,809,017 personas. Hay una diferencia de 24,390,867.40 personas, ¿son PEA, son desocupadas? Simplemente están bajo esta metodología en el limbo. ¿Qué pasa si medimos la tasa de desempleo sobre la PEA que da el INEGI y no sobre el total de la población en edad de trabajar? El porcentaje será menor indudablemente.

Ahí entra el concepto de “Población desocupada”, que son las personas de 15 y más años de edad que, en la semana de referencia, buscaron trabajo porque no estaban vinculadas a una actividad económica o trabajo.

Es muy importante el concepto de la PEA, el Consejo Nacional de Población (CONAPO), dentro de sus trabajos (“Proyecciones de la población económicamente activa de México y de las entidades federativas, 2005-2050”), plantea que: “La evolución futura previsible de la población económicamente activa (PEA), su desglose (…) permite conocer con mayor precisión la potencial demanda de empleo en el corto, mediano y largo plazos, convirtiéndose en una herramienta básica para la planeación económica del país y para orientar políticas de inversión, de fomento al desarrollo y de combate a la pobreza.”

Trabajo búsqueda

Tan importante es que nos permite definir, tanto la tasa de desempleo, como la creación de empleo, ya sea formal o informal. Número, al fin al cabo; pero nos habla de que están haciendo bien o mal las cosas macroeconómicamente. Regresemos a los números: ahora, para el cuarto trimestre de 2017 hablan de que la PEA era de 54,696,638.00 personas.

En relación con la población, y con datos del censo de 2015, podremos decir que la PEA fue de 53,809,017.00 personas; mientras que la población total para ese año fue de 119,938,473.00 personas. De esa cifra, el 51.4 % fueron mujeres (61,648,375.12); mientras que los hombres representaron 48.6 % (58,290,097.88).

Para el 2016, los datos se van complicando, y hay algo que no se está haciendo bien. Ahora tenemos a la población en situación de pobreza con el 43.56 %; la población vulnerable por carencias sociales 26.80 %; población vulnerable por ingresos con 7.02 %; y con el 22.63 % la población no pobre y no vulnerable. Eso quiere decir el 77.37 % de la población; más o menos unos 95 millones de mexicanos son mínimamente población vulnerable por ingresos o están en pobreza extrema.

Falta una planeación económica real e integral, una reorientación de las políticas de inversión, e implementar un fomento al desarrollo, y que el “combate” a la pobreza ya no sea una moneda de cambio, sino un instrumento real de política económica. No sirve de mucho medir la PEA si realmente no se hace nada con esos datos; es por eso que se queda IN-Activa esa medición, si no tiene un alcance real a la economía y su planificación.