Observador Auto-referente

Los Avengers mexicanos vs. el inconsciente colectivo

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Estos de Marvel siempre se salen con la suya, una y otra vez. Ahora que fui a ver la película The Avengers: Infinity War y su final inesperado, que siempre logran, salí con dos observaciones desde mi auto-referencia.

Lo primero que observé es cómo los seres humanos siempre buscamos y esperamos que alguien más poderoso —héroe o personaje místico— nos salve del “mal”. La segunda es que no le hemos dado el valor al aprendizaje que ese “mal” nos trae y que, por lo tanto, “los malos” siguen presentándose todo el tiempo, igual que en las películas de Marvel, en las que parece que nunca terminaremos con ellos.

No voy a contar el final de la película, pero no es necesario haberla visto para terminar de leer este artículo. Lo que me dejó claro es que tenemos dos posibilidades de observar el final de cada historia: desde la emoción del enojo o frustración al “esperar” un final o resultado diferente, o desde el aprendizaje, observando en auto-referencia el significado de por qué sucedieron las cosas. Por supuesto, la mayoría, normalmente reaccionamos, en el día a día, desde la emoción.

Entonces, ¿nos suena que cada sexenio esperamos un nuevo héroe que nos salve del mal? Si viviéramos en el mundo de Marvel, sería muy sencillo esperar otro capítulo y que nuestros héroes nos intenten salvar de nuevo; pero, en nuestro caso, ¿existe un héroe que lo pueda lograr? ¿O estamos viviendo en una ilusión de nuestro inconsciente? Si esto se repite una y otra vez, seguro es que hay algo que no hemos terminado de aprender; en lo personal y en lo colectivo.

Hablo de un aprendizaje biológico, que se crea cuando nos hacemos conscientes de que todo lo que sucede en nuestras vidas es para el aprendizaje de cada uno y, a su vez, para el colectivo. Que en cada situación podemos aprender algo para nosotros sin echar culpa al de enfrente o dejarle toda la responsabilidad a uno solo. El simple hecho de no aprender de esta manera nos crea paradigmas que vamos recolectando a lo largo de nuestras vidas.

heroe

El dejarle a alguien más que resuelva nuestra situación, nos ha mantenido operando en automático con estos paradigmas y, por lo tanto, esperando un héroe salvador. Creamos héroes ficticios y no nos permitimos observarnos en auto-referencia para ver lo que realmente necesitamos para nuestra evolución.

Algo que he aprendido en mi vida es que nadie nos va a salvar de nosotros mismos. Resulta que a quién tenemos que enfrentarnos en cada momento es a uno mismo. Por eso hablo de auto-referencia. Nosotros somos el villano y el héroe. Nuestro villano opera de forma automática para crearnos situaciones “difíciles” y sorpresas no esperadas; y nuestro héroe es el que se hace consciente de este aprendizaje y no deja que el villano haga de las suyas una y otra vez. El villano se convertirá en héroe cuando hagamos consciente el aprendizaje.

Niño heroe

Ahora que vienen las elecciones en México, podríamos aprovechar para romper el paradigma del héroe externo, y enfocarnos en analizar claramente —sin villanos de nuestro inconsciente— qué necesitamos los mexicanos para seguir avanzando y no perdernos en el intento.

No hablo de juzgar el pasado, ni de buscar a esos villanos que creemos externos y queremos culpar. Hablo de nuestros principales villanos personales que, actualmente, son el enojo y el miedo. Estos villanos son los que nos separan, nos ponen a competir, en lugar de vernos como un México lleno de potenciales, que sólo sucede cuando lo hacemos colectivamente, y en convergencia desde cada uno. Ya lo hemos hecho, pocas veces, y normalmente en situaciones adversas de forma inconsciente.

Si vamos a decidir por el próximo presidente de México, no dejemos que nuestros villanos inconscientes —personales y colectivos— nos operen. Tenemos la oportunidad de hacernos conscientes de que le daremos a una persona la oportunidad de dirigir el país, y que el país somos todos. Por lo tanto, dejemos de darle el poder a una persona y enfoquémonos en la oportunidad de ayudarnos a ser coherentes y aprender de nosotros mismos para que, desde ahí, tomemos una decisión clara y sin barreras emocionales.

Este nuevo liderazgo nos debe facilitar el aprovechamiento de nuestros potenciales, personales y colectivos, que sólo surgen, cuando todos estamos fluyendo unidos en una sola causa, que es México, donde todos nos convertimos en AVENGERS; y ese héroe ficticio, que nos tiene que salvar, desaparece, para dejarnos SER el México que sí somos. Eso es un liderazgo coherente y cohesivo.

La pregunta clave es: ¿aprovecharemos la oportunidad de hacernos conscientes para crear nuestra realidad o se la dejaremos a los villanos del inconsciente colectivo?

La conexión del inconsciente en el debate presidencial

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Hay mucha expectativa del primer debate para la elección presidencial que tendremos este próximo domingo. Desde un nuevo formato y participantes externos, hasta la esperanza de descubrir que tenemos un perfil que realmente cumpla con las expectativas de los mexicanos.

Quiero imaginar que, más que un desorden, será un buen debate donde los mexicanos podamos contrastar no sólo propuestas, sino los perfiles que presenten en coherencia y cohesividad con México. Esto va más allá de ataques, culpas y posturas partidistas. Es realmente una oportunidad para que uno de los cinco participantes “conecte” con el inconsciente colectivo, comparta una realidad sin falsedades y proponga una visión desde los potenciales que tenemos y que podemos aprovechar para sacar este país adelante.

Hasta hoy lo que predomina en los mexicanos durante el actual proceso electoral es el miedo y el enojo. Estas emociones manejan las encuestas y las discusiones en cada lugar donde se toca el tema. Por lo tanto, significa que ninguno de los candidatos ha logrado conectar de forma universal, ya que hoy los ciudadanos defendemos una postura desde la emoción en lugar de unificar una visión común hacia un perfil deseado. Hoy no hemos descubierto un líder que, en caso de ganar la elección, sea aceptado como tal por la otra parte del electorado, lejos de las preferencias de cada uno.

Los participantes irán armados hasta los dientes, con datos, mensajes emotivos, palabras clave, posturas y acciones mediáticas, entre otras cosas; pero lo más importante será desde dónde dirijan todo esto, ya que mientras ellos hablen, el inconsciente colectivo hará lo suyo. Es decir, su estado de ánimo será esencial, y no sólo hablo de la tranquilidad que muestren físicamente, sino lo que cada uno esté pensando y sintiendo en el momento de comunicar y debatir, ya que esto será captado desde el inconsciente de los mexicanos y será la base para que su perfil y discurso pueda conectar de forma universal.

Lo anterior me permite traer el ejemplo del “discurso del sexenio” de nuestro presidente Enrique Peña Nieto. La conexión que hubo en ese momento tuvo que ver con dos cosas, el discurso que fue coherente y cohesivo, y desde dónde lo comunicó. Nuestro presidente, así como muchos políticos, han tenido otros discursos bien elaborados técnicamente, pero sin llegar a esa conexión universal. Esta última vez él lo logró; fue contundente la reacción de los mexicanos en el apoyo y aceptación de su mensaje, donde mostró la seguridad y coherencia como respuesta a la auto-referencia que le permitió fluir y conectar naturalmente, dejando atrás las percepciones y emociones hacia su persona.

En este debate, la oportunidad no sólo la tienen los candidatos, también la tenemos todos los mexicanos. Es momento de hacernos conscientes del México que queremos y podemos ser.  Desde esa conciencia podemos reflejarnos individualmente en una visión lejos del miedo y el enojo, con el fin de poder observar con mayor precisión quién sería entre los cinco candidatos, el que nos permita dar el siguiente paso en confianza y unidad como mexicanos. Si uno de ellos logra fluir y conectar, terminaremos nosotros fluyendo y conectados más allá de las emociones y lo racional; eso es lo que un verdadero liderazgo logra.

No se trata de ganar el debate con argumentos, sino de posicionarse como el próximo presidente de México y para ello se requiere más que buenas respuestas, es necesario conectar.

El inconsciente colectivo y el próximo Presidente de México

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Hace unas semanas todo se acomodó y me llegó la invitación para escribir en este prestigiado medio. Esto me compromete a compartir temas de forma coherente y cohesiva desde un “observador auto-referente”, y por eso el nombre de mi columna.

Hoy comparto sobre un tema que está en muchas mesas no únicamente de México sino del mundo: ¿quién será el próximo Presidente de México?

No me voy a ir muy lejos en el tiempo, sólo a la era Donald Trump. Cuando él se postuló como candidato hubo una gran mayoría que se opuso, incluyendo a los de su partido. Por supuesto, se percibía lo que iba a suceder por el tipo de personalidad que mostraba, aunque no todo ha ocurrido hasta hoy, aún tiene tiempo para lograrlo.

Me tocó inclusive que me llamaran loco por decir tiempo antes que podía ganar sólo como posibilidad, y la pregunta es “¿por qué tenía esa probabilidad de victoria Trump?”, simplemente lo observé sin miedo o un juicio de si tenía o no las capacidades para ser el presidente más poderoso del mundo. Entonces, cuestioné desde otro enfoque: en caso de que consiguiera el triunfo (en ese momento) Donald Trump, “¿qué cambios o aprendizajes serían los que traería a Estados Unidos y al mundo?”.

Desde ese momento me quedó claro que, aunque era muy cómodo seguir con el “establishment”, el triunfo de Trump traería un gran aprendizaje para todos, pues en México y muchos otros países al tener el paradigma de que “dependemos” de Estados Unidos, esto nos ha llevado a estancarnos como país sin que podamos ver y aprovechar nuestros verdaderos potenciales.

En ese sentido, existe un miedo colectivo inconsciente que nos detiene, nos pone a temblar y, por lo tanto, dejamos que ese piloto automático del inconsciente colectivo nos maneje. Recuerdo que días antes de su triunfo, en la mayoría de los medios de México había un estado de alerta por el impacto económico y muchas historias más de terror que tal miedo inconsciente estaba creando.

Pero ¿qué sucedió cuando ganó? Empezamos a escuchar expresiones como: “¡sí se puede! ¡Sí se puede!”, “en México no necesitamos a Estados Unidos, tenemos más socios con los que podemos crecer” y otras similares… increíble, ¿no? El gran regalo de Trump a México (y el mundo) fue un despertar de consciencia, de repente estábamos siendo auto-referentes, observándonos de que si somos capaces y podemos lograr, nos percatábamos de nuestros potenciales de una forma consciente. Sin embargo, este regalo no se ha aprovechado al máximo, aun teniéndolo frente a nosotros.

Los anglo-sajones tuvieron también su regalo con un gran aprendizaje; empezaron un camino para descubrir que el mundo no es de ellos y nadie los está invadiendo; que hoy sólo podemos salir adelante como humanidad colaborando en una inclusión total. Actualmente Estados Unidos enfrenta la mayor soledad comercial nunca antes vivida desde que es potencia, recibiendo rechazos y lejanía de muchos países y organizaciones donde tenían relaciones internacionales de diferentes tipos.

En este contexto, ¿quién será el próximo Presidente de México? ¿Qué es lo que México necesita aprender? La respuesta está en el inconsciente colectivo. Todas las opciones que hoy tenemos nos traerán un aprendizaje, pero ¿cuál es el siguiente? Lo que sigue vendrá de hacer conscientes nuestros potenciales o desde nuestros miedos y paradigmas, de despertar o seguir dormidos; y al final, lo que llegue, será aquello que necesitemos aprender en ese preciso momento. Todos los mexicanos seremos creadores de esa realidad, ya sea consciente o inconscientemente. Por esto, hoy todos los candidatos tienen la posibilidad de ganar.