Observador Auto-referente

Un propósito para México en el 2019

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Hemos escuchado por años que México tiene que cambiar y parece que al final no pasa mucho. El reto que tenemos es descubrir cómo salir de la necesidad inconsciente de que México necesita un cambio. Creo que es momento de hacernos la pregunta “¿Para qué queremos que cambie?”.

Responder esta pregunta nos permitirá descubrir un propósito común para darle un significado y apuntar colectivamente a un nuevo destino. Esto nos abre oportunidades para salir de un esquema rígido y polarizado que no nos permite avanzar y así pasar a uno donde podemos fluir en un mismo sentido.

Si nos observamos en autoreferencia como país, podemos ver que en cada situación de caos que se produce, nos polarizamos inmediatamente de forma inconsciente. Hoy las redes sociales son la mejor vía para sustentarlo, ya que a segundos de publicarse cualquier noticia, se manifiesta este comportamiento colectivo. La polarización es el principal distractor que nos mantiene actuando como zombis, cegándonos a las oportunidades que tenemos frente a nosotros. Como parte de este proceso, siempre habrá liderazgos (políticos, sociales y empresariales) que la fomenten para su beneficio como respuesta al inconsciente colectivo.

Hoy vivimos en una época de eventos caóticos que tratamos de contener en lugar de aprender de ellos. Cada evento que sucede nos está diciendo algo. Sin embargo, como estamos actuando la mayor parte del tiempo inconscientemente, no lo vemos. Un acto de consciencia para encontrar posibles soluciones a los problemas que experimentamos es el comprender y asumir que somos parte creadora de ellos. Dejar de culpar a otros y hacernos conscientes de nuestra participación, nos abrirá nuevos caminos lejos de nuestro ego y sus paradigmas, evitando así que se creen situaciones que no nos gustan una y otra vez.

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Imagen: BP Los relatos de Cocoluz.

Vamos a vivir en México un 2019 de acontecimientos y cambios que traerán caos a nuestro país. Nos afectarán situaciones que impacten del interior y del exterior. Algunos nos dolerán, otros nos parecerán ilógicos o simplemente no los veremos tan graves; pero cada uno de ellos, producirá un momento de caos individual y colectivo de donde tendremos la oportunidad de aprender. Hacernos conscientes será la salida más rápida para innovar y reinventar el futuro que sólo se puede lograr desde ese presente que nos trae respuestas centradas y libres de la polarización.

Los nuevos liderazgos políticos tienen un gran reto en este próximo año. En medio de todo lo que pueda suceder, se requiere de una forma convergente de liderar a México. Deberán enfrentar como hacerlo en medio de la incertidumbre y, al mismo tiempo, mantener el equilibrio frente al caos para asumir el aprendizaje colectivo. La base para que este liderazgo tenga éxito es el ayudar a descubrir ese propósito común que hoy no tenemos identificado en nuestro país.

Esto no es nuevo, Mahatma Gandhi logró poner de rodillas al imperio Británico -quien dominaba la cuarta parte del mundo- y como consecuencia terminó con la historia de la colonización. Lo hizo al construir un propósito colectivo de libertad, unificando la voluntad de la gente basada en el principio universal de que el ser humano es digno de ser libre, soberano y con decisión propia. Le dio al mundo un ejemplo de cómo un líder puede hacer grandes cambios cuando no lo hace desde su ego, sino desde una causa común. Hubo otros como Winston Churchill y Nelson Mandela que al igual que Gandhi ganaron batallas de caos por medio de un propósito común.

Ahora sí podemos preguntarnos en lo individual sintiéndonos parte de México, “¿Para qué queremos cambiar a nuestro país?”. Es momento de que vayamos construyendo ese propósito que se convertirá en el colectivo y que hay que llevarlo a nuestros líderes políticos, sociales y empresariales.

Vivir en la paradoja del caos, conteniéndolo y al mismo tiempo creándolo desde la polarización, es como no querer pasar de las olas que nos arrecian hacia el mar profundo donde está la calma junto a las oportunidades de nuevas experiencias. Estamos frente a la decisión de quedarnos aferrados a la orilla luchando con fuerza por el miedo a la incertidumbre ó liberarnos para sortear las olas fluyendo hacia un mejor destino ¿Tú a que lado te sumarás para el propósito de México en el 2019?

Del Eje de la Ideología al Eje de la Conciencia

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La oportunidad para México

¿Existe una oportunidad para la consciencia dentro de la política en México? Normalmente la mayoría hemos visto la política desde el eje de las “x”, donde los diferentes partidos se posicionan como de izquierda, derecha, centro o una mezcla de estos según las ideologías de cada uno.

Dentro de este espectro político pueden existir diferentes ejes polarizados de acuerdo a ideas, sistemas o formas de gobernar. Sin embargo, gracias al cambio político que estamos viviendo en México y el mundo, hoy se abre la posibilidad para observar uno que nos permita entender mejor desde dónde es que estamos llevando el cambio. Estoy hablando del eje de la consciencia que se polariza con su opuesto; el ego.

El historiador Yuval Noah Harari apunta en su reciente libro “21 lecciones para el siglo 21” que en 1938 existían tres ideologías: fascismo, socialismo y liberalismo. En 1968 bajó a solo dos (socialismo y liberalismo). En 1998 bajó a una, liberalismo. Pero ahora en el 2018 bajó a cero, sin ideología, sólo el puro Yo-Yo-Yo. Esto nos permite observar que, con el tiempo, la política que nació para servir cambió hacia la política del ego.

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Yuval Noah Harari (Foto: Revista Métode).

¿Qué hay atrás de este gran cambio de gobiernos en el mundo? La mayoría responderíamos de forma inmediata desde el eje de derecha-izquierda; sin embargo, hay algo más profundo que ha sido el contexto que se fue articulando en nuestro inconsciente y que respondió como reacción masiva a estos cambios: el abandono.

México se siente abandonado. Aun y que se hayan implementado programas de educación, desarrollo social y económicos, pudimos observar que en su mayoría fueron utilizados para la ganancia política. Se diseñaron desde un poder ejercido inconscientemente, sin un propósito real que permitiera un cambio hacia un resultado de mejora colectiva.

Si observamos el abandono desde la autoreferencia, podemos ver que esta historia de inconsciencia política, la fuimos creando y acompañando desde la inconsciencia ciudadana. Desde los miedos y la ambición que nos polarizan a los ciudadanos y que con ello creamos el poder, nos fuimos separando en la educación, la economía y la calidad de vida ‒entre otras cosas‒, abriendo el paso a que este abandono se fuera presentando y, con el tiempo, nos fuimos acostumbrando a vivir de esta manera. Como sociedad nos separamos. Alimentamos al ego junto a nuestros líderes políticos en vez de alimentar la consciencia.

Nos hemos tardado muchos años para construir todo esto que hoy no nos gusta, por lo tanto, no será suficiente un sexenio para resolverlo. Esto es el primer acto de consciencia que es necesario asumir si queremos empezar un cambio. Es importante que todos nos unamos a un gran propósito para México y evolucionar de un ego-sistema que nos mantiene ausentes a un eco-sistema que nos hace presentes.

Nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha propuesto una Cuarta Transformación. Aunque nuestra polarización actual nos divida en lo que cada parte cree coherente o no de esta visión, es una oportunidad para nuestro país si nos sumamos y participamos para que este cambio de consciencia colectiva inicie en el nuevo sexenio, sumándonos a este esfuerzo de transformación.

cuarta transformación de México
Andrés Manuel López Obrador (Foto: Notimex).

Como lo he mencionado en mis otros artículos, esto empieza desde lo individual hacia lo colectivo. Es romper el ego y acercarnos unos a otros. Es saber que podemos entre todos ser los creadores de la próxima versión de México; la que puede dar paso a una serie de cambios para que nuestra consciencia colectiva nos permita evolucionar sin abandonar a nadie, aprovechando los potenciales de nuestro país y de todos los mexicanos.

Por supuesto que AMLO no la tiene fácil, aunque así parezca cuando lo comunica. Él lo sabe, pero requiere darle un motivo a los más abandonados para crear certidumbre y generar esa inercia que se necesita de un país para que puede rescatar su voluntad e iniciar la próxima transformación.

Será importante tener presente que cuando pasamos por un proceso de cambio, no podemos esperar que todo nos guste. Hagamos lo que debemos hacer cada uno conscientemente para que poco a poco las decisiones de nuestros líderes políticos sean un reflejo de nuestras causas colectivas. Esto sucederá sólo si soltamos el eje de las ideologías y pasamos al eje de la consciencia.

Una ideología es una colección de ideas y creencias que te posicionan en algún punto de cualquier eje temático. Querer tener la razón de nuestras ideas sin estar abiertos a otras nos deja en el polo del ego. ¿Estás preparado para soltar tu ideología y fluir con un propósito colectivo?

¿Queremos un México polarizado?

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No cabe duda que nadie quiere un México polarizado. Sin embargo, día a día se fortalece la separación entre los mexicanos. ¿Qué está sucediendo?

Quien dijo alguna vez que de futbol, política y religión no se habla, tenía una clara idea del resultado. Para el ser humano competir por el saber se ha vuelto el ego de todos los días. Que no nos digan que alguien piensa lo contrario a nosotros porque se termina en una desagradable discusión. En ocasiones, termina con una separación total o distanciamiento de la otra persona o grupo de personas, sin importar nada más que las ganas de tener la razón. Ese orgullo se encuentra en el punto más alejado de un estado de consciencia, por lo que se convierte en la barrera para coincidir en algo de forma colectiva.

Estamos pasando por transiciones importantes en nuestro país y en el mundo que nos mueven emocionalmente. Gracias a la tecnología, las discusiones más fuertes se hacen en su mayoría virtualmente, donde se permite expresar libremente las emociones y en la que, en la mayoría de los casos, son disparadas por nuestro inconsciente.

peleas y enfrentamientos virtuales
Imagen: UnoCero.

Un evento importante en México y que nos distrae ahora es el de la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia. Sin duda esta nueva etapa desde la izquierda para México polariza a los mexicanos y es por ello que propongo observarlo a partir de la autoreferencia para no entrar en juicios que muevan a uno u otro bando. Mi objetivo no es el de dar razón a nadie, sino simplemente abrir un espacio de posibilidades nuevo que nos permita actuar conscientemente.

Uno de los conflictos que se ha establecido como paradigma por la forma en que se radicaliza este evento, es que los bandos se dividen entre pobres y ricos, o entre cultos e incultos. Eso de entrada va creando la percepción de la realidad. Es por ello que polarizar con creer que todo está bien o todo está mal, no funciona y no le da un sentido a México. Nuestro país no requiere de un presidente para cambiarlo, sino de toda una nación bajo un propósito común que nos permita sacar lo que sí somos desde nuestros potenciales.

Los ciudadanos podemos jugar un rol importante si nos ponemos en acción. No se trata de revirar ante decisiones sino de participar para ayudar a tomarlas. Si creemos que los que llegan “no saben que no saben”, entonces hay que sumarle sabiduría en vez de ataques, o si creemos que lo saben todo, entonces sumarle algo de duda para asegurar que tienen el apoyo necesario para lograrlo. No se trata de estar de acuerdo en todo, más bien ayudar a fundamentar para tomar la mejor decisión.

discusiones y acuerdos
Imagen: La Cuadra Universitaria.

Todas las historias que nos hemos contado de lo que sucederá después del 1º de diciembre del 2018, han sido creadas desde el miedo o desde el orgullo de creerlo todo ciegamente. Son simples ilusiones que representan sólo unas cuantas de las muchas posibilidades que pueden suceder, pero ahí nos estancamos en nuestra pelea desde el ego.

Lo que hay que hacer consciente es que la realidad se construye entre todos y toma mucha fuerza cuando es derivada del miedo. Si muchos siguen teniendo miedo y creando miedo, pues miedo será lo que nos traerá la realidad. Nuestro inconsciente colectivo está creando las historias del futuro desde las historias que hoy nos contamos.

Se vale no entender lo que pueda suceder, inclusive sentir que vamos a la deriva. Se vale sentirse en incoherencia con lo que pasa, pero es importante estar abierto a escuchar. Lo que no ayuda es seguir separándonos pensando que teniendo la razón es que vamos a cambiar a México. Estar polarizado no nos permite ser escuchados y mucho menos observar todas las posibilidades para impulsar la mejor.

Claro que viene un cambio, ya que eso es lo que hemos estado solicitando desde nuestro inconsciente colectivo. Hoy que lo tenemos de frente es momento de aceptarlo y empezar a fluir con la realidad que hemos construido. Sólo así se abrirán las posibilidades más allá de lo hoy pensamos que pueda suceder. El resultado final vendrá de saber: ¿qué tan preparados estamos para romper con nuestro “statu quo”?

La realidad detrás de la visita de Maduro a México

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Si hiciéramos una encuesta a todos los mexicanos acerca de la visita del presidente Maduro a México, hay una gran posibilidad de que la mayoría no quisiéramos que viniera a nuestro país. Es claro que las imágenes e información que tenemos de Venezuela nos duelen y, por lo tanto, desde nuestro miedo o enojo, nunca aceptaremos una dictadura de este tipo para nuestros hermanos venezolanos ni para nosotros.

Existe, por otro lado, un amplio número de mexicanos que está de acuerdo con la invitación que nuestro presidente electo le hizo al presidente Maduro. Este grupo lo representan muchos de sus seguidores que le apoyan, de momento, en lo que proponga y se suman a su vez quienes creen que las puertas de México deben estar abiertas a todo el mundo.

Desde la autoreferencia, ninguna postura es buena o mala. Son diferentes formas de observar la situación. Cada uno crea la realidad de acuerdo a su lectura personal para generar como resultado la polarización que vivimos y venimos a aprender en México.

Tratando de verlo simple y sin análisis filosófico, la realidad es aquello que existe en el instante presente y que integra desde nuestra percepción de lo concreto (lo que vemos físicamente) y lo abstracto (las emociones, paradigmas, juicios, etcétera). Esta realidad es diseñada desde un instante anterior único que inclusive es la suma de una serie de instantes del pasado.

Aunque de momento es una ilusión que el presidente Nicolás Maduro venga a México, la invitación y su confirmación de visita al país son la única realidad concreta que hoy tenemos. Por otro lado, lo que cada uno suponemos o queremos que suceda se vuelve lo abstracto. El cúmulo de todas estas realidades individuales que estamos creando, sumará en lo colectivo la realidad que se genere. En pocas palabras, aún puede suceder que asista o no. Dependerá de forma importante lo que sumen los grupos del miedo y del enojo. Lo que ocurra al final será para el aprendizaje de todos.

presidente de Venezuela
Nicolás Maduro junto a su esposa, Cilia Flores (Foto: Pauta Mx).

En resumen, la realidad detrás de la visita de Maduro a México, la obtendremos de la suma del día a día en lo colectivo. Hoy, es claro que estamos creando lo que sucederá. Y, aunque aún no existe, todas las posibilidades están presentes.

Ésta es una situación más de muchas que estamos viviendo en México y que nos dice que es momento de parar, observarnos y avanzar como país. No significa que estemos de acuerdo o en desacuerdo con la visita de Maduro. Tampoco que no podamos actuar o que dejemos de sentir enojo o miedo, sino que observemos lo que estamos sintiendo o percibiendo, y entonces desde ahí, aceptemos que estamos siendo parte de un resultado colectivo.

Esto es hacer consciente el instante presente y descubrir lo que Maduro significa para cada uno de nosotros. Él puede representar el miedo, a no tener plena libertad, a la falta de trabajo, a la separación de la sociedad, al maltrato humano, a la incoherencia, a la incertidumbre; en fin, a todos los conflictos que hoy están presentes como realidad en nuestro país y que desde el inconsciente colectivo seguimos creando. Nos está mostrando a nosotros mismos.

Por supuesto que Maduro es parte importante de la deshumanización que hoy existe en el mundo. Representa algo que nunca nos hubiera gustado vivir y que hoy nos duele que esté sucediendo. Es un personaje que no nos gusta a la mayoría y que ha venido a mostrarnos que es momento de humanizarnos, de redescubrirnos para evolucionar conscientemente como seres humanos.

Hagámonos conscientes desde cada uno para que nazcan nuevas posibilidades de solución a estas situaciones que no nos gustan y que, al mismo tiempo, comiencen su desaparición. Es momento de preguntarnos cada uno ¿Qué tan “Maduro” soy?

El reto del migrante inconsciente que todos somos

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Más allá de analizar el peso, interés político o la respuesta social de la caravana de migrantes que ha llegado a México, propongo que lo observemos en autoreferencia, descubriendo lo que significa para cada uno y en lo colectivo este suceso.

Como se ha mencionado ya en las redes sociales, la migración en el mundo viene desde siempre. Alguna vez le pusimos barreras, pero continuó como un estado natural del ser humano e inclusive de cualquier ser vivo en búsqueda de un cambio para su entorno. La migración de la que somos testigos hoy, está siendo impulsada por la frustración social en varias regiones del mundo. Esto se presenta para todos como una oportunidad de observar lo que estamos haciendo desde lo individual y colectivo, para crear esta deshumanización global.

Esta ruta de migración que inició en Honduras y cuyo destino final es Estados Unidos, trae familias e individuos cargando pobreza; vivida por hambre, desempleo, inseguridad, maltrato, entre muchas otras situaciones. Esto tiene como resultado una vida con dolor, tristeza y, por supuesto, desesperación, mostrándonos un mundo desequilibrado. Es un reflejo incoherente del inconsciente colectivo frente al miedo por la supervivencia y competencia, en un mundo donde tenemos todo para sobrevivir y aún no lo hemos hecho consciente.

Podemos ver las diferentes reacciones de los observadores que van desde la compasión hasta el rechazo. Desde aquí es donde podemos “observar-nos”, es la oportunidad para todos. Las reacciones inconscientes que tenemos vienen en su mayoría de experiencias anteriores de humillación, desprecio y miedo a la lucha por la supervivencia. De acuerdo con cómo lo veamos y vivamos es lo que construirá el siguiente capítulo colectivo.

Habrá quien vea esta caravana de migración desde su soledad inconsciente y que, por lo tanto, no le interese lo que esté sucediendo. Otros, desde su miedo a la libertad, ejercerán el derecho de enjuiciarles como ilegales. Algunos los verán desde su desvalorización y les humillarán poniéndoles apodos, haciéndoles “memes” o utilizándoles para su propio bienestar. Habrá quienes acudirán a su enojo escondido para culparles a ellos y, de pasada, a las autoridades.

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La caravana de migrantes a su llegada a México (Foto: AFP).

También tendremos personas que entrarán en la tendencia de la opinión con un “pobrecitos”, sólo para accionar y ser parte del ego social. Por supuesto, existen personas conscientes que comprenderán que son nuestro propio reflejo y se pondrán en acción desde una compasión real, un apoyo humano y decidido para ellos. Cada reacción que estamos teniendo es para aprender, más que para enjuiciar. Todas son válidas porque representan a cada uno, y a la sociedad en su versión actual, por eso “observar-nos” sin juicio nos permite abrirnos a la oportunidad de cambiarlo.

La nube colectiva que se crea de las reacciones inconscientes vs. la de las conscientes, abrirá el capítulo que sigue por vivir de acuerdo a lo aprendido o no. Ya sea para continuar en lo colectivo viviendo lo mismo, inconscientemente, hasta que lo aprendamos; o, en su caso, un nuevo aprendizaje al reconocernos en ellos, y comenzar con una conciencia colectiva que dé inicio a una posibilidad para un cambio global a la migración por la deshumanización.

Estamos viviendo en la era de la consciencia las situaciones creadas desde nuestro inconsciente que nos permiten aprender y evolucionar conscientemente. Es responsabilidad de cada uno despertar esa parte de nuestro ser humano que se siente desconectada de uno mismo, de todo y todos, para darnos cuenta de que somos parte de un viaje en el que vamos juntos.

Accionar nuestro aprendizaje conscientemente, en situaciones como la de los migrantes, permitirá expandir esa consciencia de forma global y resolver temas importantes que vamos cargando de generación en generación. No es magia ni se dará de forma inmediata; es consciencia y eso nos permite cambios importantes en el tiempo, romper paradigmas y fluir como humanidad.

Cada uno tiene la oportunidad de “observar-se” y entender su reacción inconsciente. Si lo hacemos, aprenderemos; si no, todo seguirá normal hasta que algo nuevo tenga que llegar a despertarnos, cada vez de manera más impactante y cercana.

Nuestro inconsciente colectivo nos comunica por todo el mundo que es momento de migrar, de llevar a cabo un cambio relevante. Por lo tanto, de “observar-nos” y descubrir lo que tenemos que dejar atrás en lo individual y colectivo. Como todos somos parte, es hora de preguntarnos sin miedo, ¿hacia qué rumbo tengo que migrar como ser humano para soltar lo que me sostiene falsamente hoy?

La urgencia del cambio de nuestro México inconsciente

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¿Por qué siempre andamos de prisa? Hoy, podemos observar que estamos viviendo en la era de la urgencia, donde cada día queremos hacer las cosas más rápido y, por supuesto, perdemos la oportunidad de disfrutarlas. Deseamos cambios inmediatos, inclusive cuando nosotros mismos no queremos cambiar, ¡queremos que México cambie ya! Creando con esto una incoherencia colectiva.

En este camino de urgencia inconsciente, vamos desgastándonos como individuos y como sociedad. Mientras disfrutamos de teléfonos inteligentes más rápidos que nos permiten percibir que vamos a mayor velocidad, nos enfrentamos al tráfico cada vez más pesado que nos lanza al abismo del estrés y la frustración por la lentitud en que nos movemos. Raras veces respiramos profundamente y vamos agotando todo por hacer el mayor número de cosas sin hacernos conscientes del impacto personal y colectivo que esto genera.

Estamos viviendo en un país del hartazgo sin darnos cuenta que nosotros lo estamos construyendo por la forma en que vivimos. No somos conscientes que, para lograr cambios importantes, se requiere de tiempo y nos quejamos constantemente en lugar de iniciar un cambio posible para lograr un impacto colectivo. Los países más avanzados en la calidad de vida han desarrollado la cultura colectiva desde hace cientos de años. No es sólo cambiar por cambiar, sino cambiar para avanzar en el cambio; escalón por escalón.

México

Gracias a este inconsciente colectivo que creamos, atraemos gobernantes que nos prometen un cambio, que no saben qué cambiar y menos para qué cambiar. Además, nos urge que lo hagan sin que nosotros tengamos que hacer nada y al final el cambio no se da. Por ir tan rápido, los planes y deseos se quedan en el camino sin que nadie se percate de ello. Es como un ciclo generado por la urgencia que nos regresa a donde mismo sin avanzar. No puedo generalizar ya que sí suceden algunos cambios, sin embargo, no aquellos que se necesitan para llevar a México a una gran transformación social.

Mientras no compartamos de forma colectiva hacia dónde queremos llegar, no tendremos un camino claro y seguiremos llegando a sitios y situaciones que no nos gustan. Me recuerda a la conversación de Alicia en el país de las maravillas donde ella le pregunta al gato “¿qué camino debo tomar?” y el gato le responde con la pregunta “¿hacia dónde quieres ir?”. Alicia le dice “No importa el lugar”, por lo que el gato le responde “entonces no importa el camino que tomes”.

Yo creo que nuestro reto como mexicanos es ponernos de acuerdo hacia dónde queremos llegar; tener un claro propósito para México. No es sencillo porque habrá que tomar en cuenta muchas voces de diferentes lugares para poder integrar una causa que permita incluir a la mayoría. Teniendo esto, será más sencillo iniciar el camino del cambio de forma consciente y sabiendo que no es necesario ir de prisa todo el tiempo para lograrlo.

Esto sería un cambio de paradigma y, para que esto funcione con continuidad, debe ser liderado desde los ciudadanos. De esta forma podremos también escoger los gobernantes que nos den la confianza para liderar el país por ese camino. México requiere un propósito colectivo para salir adelante y dejar de dar vueltas en donde mismo.

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Imagen: TodoManagement.

Se oye soñador… ¡Sí lo es! Sueño -como muchos mexicanos- con un México que sea incluyente y que aproveche los potenciales de su gente. Donde ir de prisa sea sólo para salvar al otro y que el camino en colectivo lo podamos ir disfrutando conscientemente. Esto ya existe en otras partes del mundo. Así que, si ellos lo han logrado, nosotros también podemos hacerlo; poco a poco, alejados de la urgencia colectiva del cambio y sin echar culpas a nuestros códigos culturales que siempre son el pretexto de que no se haga algo.

La fórmula correcta siempre empezará por lo individual para sumar a lo colectivo. La invitación es a detenernos para observarnos y ver hacia dónde queremos ir como parte de esta evolución de un México consciente, ya que al final habrá un camino que recorrer sea el que creamos correcto o no.

Si te encontraras al gato de Alicia en el país de las maravillas ¿qué le responderías si te preguntara hacia dónde quieres llegar?… Si no puedes responderla claramente, es momento de parar, respirar profundamente y definirlo.

México y la pastilla azul, el show debe continuar

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En la película “The Matrix” hay un momento crucial donde se presenta un concepto para tomar una decisión utilizando una pastilla roja y una azul. El mensaje nos comparte que, si decides por la azul, te quedas donde mismo atrapado en “el sistema” donde crees tener el control, te sientes seguro y tienes certidumbre. Por otro lado, si escoges la pastilla roja, te liberas del sistema y entras en un espacio de incertidumbre donde podrás aprender, descubrir y acceder a nuevos potenciales, pero sólo viviéndolos por ti mismo sin saber cuáles son o qué sucederá.

Este concepto podemos llevarlo en su totalidad a lo que vivimos día a día. Cada momento es el resultado de una decisión tomada que, a su vez, va creando la realidad de cada uno y así también la colectiva. Por supuesto, la pastilla azul es la de la comodidad, la del miedo de aventarnos a cambiar, la de los paradigmas instalados, la que nos permite vivir una y otra vez lo mismo, quejándonos una y otra vez de eso mismo.

pastilla azul
Morfeo y Neo, fotograma de “The Matrix” (L. y L. Wachowski, 1999, EU).

En colectivo, la pastilla azul es lo que nos permite seguir en la construcción del sistema, el cual creamos todos aunque pensemos que alguien más lo crea para nosotros. Éste se forma de la suma de las realidades individuales que creamos y vivimos en su mayoría de forma inconsciente. Analizando un poco, podemos observar que, por lo tanto, la sociedad y su comportamiento es el reflejo de la suma de todos los individuos. Si algo sucede, todos somos parte.

Por ejemplo, el ya trillado tema de la pelea de El Canelo es una forma de mostrar lo que es México en su máxima expresión. ¿Realmente ganó el Canelo? No importa, lo que hay que observar es cómo vivimos en la mentira de “un sistema” que estamos creando. Al final muchos vimos la pelea, y la mayoría sabía dos cosas. Una, que técnicamente había más posibilidades de que no iba a ganar y, dos, que se la iban a dar por ganada. La pregunta es ¿por qué seguimos dándole tanto interés a este tipo de eventos que ha demostrado ser un show y una mentira? Al final sucede que el boxeador ‒que realmente es muy bueno‒, no tiene la culpa; sólo es parte de la Matrix.

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Gennady Golovkin y Saúl Álvarez “El Canelo” (Foto: AP).

Si realmente nos interesara un cambio, empezaríamos por no ver el show; no crearlo. Le hemos dado tanto interés a cosas que nos distraen de lo más importante que terminamos creando situaciones desagradables para nosotros. A veces caemos por el orgullo, siendo éste un reflejo inconsciente de la desvalorización que nos tenemos, lo cual ha lastimado mucho a México.

Acabamos de vivirlo en Monterrey con las barras del fútbol, aún y que se dice que tiene la mejor afición de México, terminó en un evento lamentable. Después del caos, en lugar de traer un aprendizaje colectivo con un cambio en la sociedad, termina sólo en la búsqueda de los culpables, evidencias, chismes, enojos que se convierten en leña para el próximo fuego. Esto sucede en todo el país, en diferentes situaciones.

¿Acaso no nos damos cuenta de que cada día nos separamos más como sociedad? Es necesario observar que pasando el shock del evento de caos, seguimos decidiendo por la pastilla azul. ¿A qué le tememos?

Tigres y Monterrey
Aficionados en el estadio BBVA Bancomer, Monterrey (Foto: YouTube).

Por supuesto que a la incertidumbre. Dentro de esta “Matrix” que hemos creado en nuestro inconsciente colectivo, creemos que el no saber qué va a pasar mañana es malo y nos pone en riesgo frente a todos nuestros temores. Sin embargo, realmente lo que hemos hecho es limitar nuestra creatividad, nuestra libertad de experimentar para poder aprender cada vez que nos caigamos. Tampoco hemos visto hasta dónde vamos a aguantar con lo que sigue, que cada vez se nos puede presentar más cerca o más fuerte, para hacernos despertar, para hacernos conscientes de lo que estamos creando y de lo que tenemos que hacer.

Todos los días pasan eventos que nos representan como sociedad, pero los vemos aislados porque no nos sentimos parte, porque estamos de alguna manera adormilados con distracciones que no nos permiten estar conscientes de los mensajes que nos traen.

sociedad
Imagen: http://lapiedradada.blogspot.com

Si ya hemos visto que unidos somos fuertes, ¿por qué esperar a que suceda el caos para hacerlo? Estamos viviendo una etapa de separación en la sociedad que permite incrementar la violencia, la escasez, la competencia, la corrupción, etcétera, y seguimos en la comodidad de la pastilla azul.

¿Cómo podemos cambiarlo? ¡NO SÉ! Pero precisamente por eso tenemos la oportunidad de tomarnos la pastilla roja de la incertidumbre; de la invitación a explorar en lo más profundo las experiencias que tenemos que vivir para alcanzar los potenciales del ser humano y con esto, salir del sistema. Romper con lo establecido y reconocernos conectados a todo y a todos. Todo esto para abrirnos al aprendizaje sin miedo y aportar a la evolución consciente de nuestra especie para no dejarla desaparecer sin el intento. Ésta es una decisión sin juicios ni emociones. Tú ¿qué pastilla vas a tomar?… ¿la roja o la azul?

El gobierno que tenemos y no queremos

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Platón no se equivocó cuando postuló que “el orden social es una réplica en gran escala de las personas”. Al entender que el orden social da como resultado el Estado que lo gobierna, podemos observar que éste no solo es un producto que viene de un proceso histórico, sino que deriva de la mente de sus ciudadanos.

En pocas palabras, la suma de las mentes individuales da como resultado la totalidad de las características de la gobernación humana. Por supuesto, todo esto no lo creamos conscientemente, sino desde el inconsciente colectivo. La frase “tenemos el gobierno que merecemos”, es correcta por la realidad que representa. Aunque se usa para enjuiciar al grupo de individuos que creemos -entre otras cosas- decide mal su voto, no participa o no actúa honradamente; es la evidencia de la diferencia entre lo que queremos y lo que creamos.

Es así que la capacidad de poder observarnos para aprender a crear un mejor orden social y, por lo tanto, un mejor gobierno, va a surgir de la evolución que tengamos como una sociedad consciente. Para ello podríamos decir que estamos iniciando apenas el camino, donde poco a poco se suman despertares individuales que van impactando -en algunos casos- a lo colectivo.

Preguntarnos “¿por qué no me gustan mis gobernantes?” y “¿qué tengo que ver con esto?”, es un primer paso para entender nuestro inconsciente. Si lo hacemos en auto-referencia (sin juicio, sin mente, observándome) nos daremos cuenta que somos parte de esa realidad que creamos inconscientemente y que al final no queremos.

La realidad dinámica del día a día que vamos creando desde nuestros paradigmas, nos separa de las posibilidades de evolucionar esa consciencia de forma rápida, y nos va poniendo trabas para seguir aprendiendo en el camino. Como no nos damos el tiempo para observar y aprender, volvemos a vivir la experiencia una y otra vez hasta que la aprendamos conscientemente. Al final, como dirían nuestros mayas, “creer es crear”, el reto es entender por qué y para qué creemos lo que creemos.

Como sociedad podemos observar que cada vez suceden -de forma más cercana- situaciones o accidentes que no nos gustan.  Lo importante es cómo reaccionamos a estos sucesos. Nuestra respuesta inconsciente normalmente es entrar a enjuiciar y buscar culpables, y esto sucede porque no queremos sentirnos parte del suceso, aunque lo somos sin saberlo de forma consciente. Todo lo que sucede, lo estamos creando entre todos… ¡Todo!

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Ángel de la Independencia, Reforma, CdMx (Foto: Turismo CdMx).

Por tal razón, si sólo nos quejamos de nuestros gobiernos es un reflejo de una sociedad inconsciente. No estoy hablando de que en colectivo aceptemos todo lo que venga de nuestros gobernantes, sino que podamos observarnos en cada situación que no nos gusta, y de ahí en lugar de “engancharnos” en la guerra de siempre buscar culpables, tomar acciones de lo que queremos como sociedad y hacer nuestro papel de ciudadanos. Es claro que, si decidimos seguir en esa guerra, volveremos a vivir lo mismo una y otra vez.

Es momento de pasar de la participación ciudadana al “engagement ciudadano”. Hay una diferencia clave entre estos dos conceptos y es desde dónde lo hacemos. Si queremos cambiar más rápidamente nuestro orden social es necesario hacerlo desde el “engagement ciudadano” que significa volvernos aliados de acción con los gobiernos actuales para que al no dejarlos solos, el resultado sea desde una plataforma conjunta y con posibilidades de hacerlo de forma consciente bajo metas colectivas que son concretas y reales.

Sabemos que la participación ciudadana hoy es muy baja y por eso existe la posibilidad de que un trabajo de “engagement” se vea más difícil de lograr. La idea es entrar en acción y en conjunto con quienes nos gobiernan. Si los volvemos a dejar solos, simplemente serán parte de la realidad que entre todos inconscientemente estamos creando.

Quejarnos es el arte inconsciente de la comodidad. Actuar es el arma de una evolución consciente para la sociedad. Decidiendo libremente, ¿de qué lado quieres estar?