La Costa Brava: refugio de artistas

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La zona costera de Cataluña que va desde la localidad de Blanes hasta el pequeño pueblo de Portbou, junto a la frontera con Francia, recibe el nombre de Costa Brava,  por su paisaje escarpado y agreste. Desde hace décadas es un destino turístico muy importante, caracterizado por sus bosques en primera línea de mar y por el “Camino de Ronda”, un sendero que recorre todo este litoral. Localidades, como los anteriormente citados y otros como: Tossa de Mar, Lloret de Mar, Sant Feliu de Guixols, Cadaqués, Palafrugell, Platja d’Aro, Palamós o Roses, son lugares que se han hecho famosos en buena parte del mundo.

Situada en el noreste de la península ibérica, en la provincia de Girona, ha visto a numerosos pueblos. Los íberos estaban asentados en este territorio –se conservan vestigios en Ulastret y Lloret de Mar– cuando los griegos llegaron en el siglo VI a.C. y fundaron la colonia de Empúries; tres siglos después llegaron los romanos. En el siglo VIII d.C. los musulmanes conquistaron buena parte de la zona, pero a mediados del siglo IX, Carlomagno la reconquistó. Unos cuantos siglos después, la Costa Brava fue escenario de batallas contra las tropas de Napoleón. Poco antes del asedio francés de la ciudad de Girona, capital de la provincia homónima, que duró de mayo a diciembre de 1809, desembarcó en Roses el mítico capitán de navío inglés, Lord Thomas Cochrane, en  noviembre de 1808. Durante cuatro semanas y con muchos menos hombres, resistió el avance de las tropas napoleónicas en el Castillo de la Trinidad. Finalmente, se retiró con sus tropas al barco, volando por los aires la fortaleza.

En este artículo quiero centrarme en los numerosos artistas que hicieron famoso este territorio o que vinieron para poder inspirarse. El pintor Marc Chagall, el escritor Truman Capote o artistas de cine como Ava Gardner, Elizabeth Taylor o Kirk Douglas, quienes rodaron diversas películas aquí. Pero sin duda, no hay que olvidar, a dos artistas autóctonos que dieron fama a la Costa Brava: Salvador Dalí y el escritor y periodista Josep Pla.

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Dalí en su casa de Cadaqués (Imagen: Museus Salvador Dalí).

El pintor surrealista era oriundo de la ciudad de Figueres, pero su familia tenía una casa de verano en el pequeño pueblo costero de Cadaqués, en la zona de Portlligat; donde Dalí pasó largas temporadas junto con su pareja y musa Gala. En el transcurso de esa época, la imagen del pintor empezó a estar ligada a la Costa Brava, sobre todo por los numerosos reportajes que le hacían las televisiones nacionales y extranjeras. En su juventud, sus grandes amigos Federico García Lorca y Luis Buñuel habían ido con él a la localidad. A partir de la década de 1950, fueron muchas las personas que empezaron a visitar al pintor en su casa: el artista y ajedrecista Marcel Duchamp –le gustó tanto Cadaqués que se compró una casa–, el fotógrafo Man Ray, los pintores Pablo Picasso, Joan Miró, Richard Hamilton, Maurice Boitel y Joan-Josep Tharrats, quien publicó un libro en 1981, titulado Cent anys de pintura en Cadaquès, (1981). Tharrats afirmó: “Cadaqués es el pueblo con más pintores por metro cuadrado del mundo”.

Josep Pla (1897-1981) es otro personaje que resulta imposible no relacionarlo con la Costa Brava. Este escritor y periodista es considerado el literato más importante de la literatura catalana del siglo XX. Al igual que Dalí, era de la zona del Empordà, la parte norte de la Costa Brava, concretamente del pueblo de Palafrugell. Pla destacó en numerosos campos como el periodístico, la narrativa y la biografía. Su dietario publicado en 1966 con el título de El quadern gris, es quizá su obra magna. Pero este prolífico autor también se destacó en los relatos de viajes y en el ensayo antropológico y costumbrista; teniendo una obra considerable sobre lugares de la Costa Brava: Guía de la Costa Brava (1941), la cual publicó de nuevo en 1976 en catalán, como parte de sus obras completas; Cadaquès (1947) y el libro sobre la gastronomía Empordà: El que hem menjat (1972). Pla y Dalí habían sido amigos en su juventud, aunque se distanciaron un largo periodo, reanudaron su amistad en 1970, elaborando juntos la obra bibliófila Obres de Museu (1981).

Tossa de Mar
Tossa de Mar (La Vanguardia).

Otro lugar donde acudieron muchos pintores fue la pequeña localidad de Tossa de Mar, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta mediados de los años 30 del siglo XX. Era un pequeño pueblo de pescadores con una espectacular ciudad medieval amurallada que tenía vistas al Mediterráneo con una luz muy peculiar que llamó la atención a pintores como Jaume Villalonga (1861-1904), Joan Bull (1863-1912), Rafael Benet (1889-1979); pero también a artistas extranjeros como la georgiana Olga Sacharoff (1889-1967), André Masson (1896-1987) o Marc Chagall (1887-1985); el pintor de origen bielorruso pasó algunas temporadas en el pueblo durante la década de 1930, calificando a Tossa de Mar como “Paraíso Azul“. En el Museo Municipal de Tossa, se pueden ver obras de estos artistas: El violinista celeste, del propio Chagall, o La inglesa de George Kars, uno de los fundadores de este museo. 

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El violinista celeste” de Marc Chagall, 1934, en Tossa de Mar.

El estallido de la Guerra Civil Española en verano de 1936, provocó que muchos artistas abandonasen el país. Años después, a principios de los años 50, fue la industria cinematográfica estadounidense la que empezó a sentir interés por la Costa Brava.  Buñuel y Dalí habían realizado sus filmes surrealistas en este territorio: Un perro andaluz (1928) y La Edad de oro (1930); pero en la década de 1950, grandes cineastas y actores empezaron a llegar a la zona. En aquel momento, España vivía una dura postguerra y los productores podían encontrar un lugar poco masificado y alejado del turismo de masas y mucho más barato.

Una de las primeras películas estadounidenses que se rodó en la Costa Brava, fue Pandora and the flying Dutchman, dirigida por Albert Lewin y protagonizada por James Mason, Ava Gardner y Nigel Patrick. La película era un drama romántico basado en la leyenda del “holandés errante”, que se rodó en las localidades de Tossa de Mar –aunque en la película el pueblo recibe el nombre de Esperanza–, Palamós y S’Agaró. Pero lo que dio fama a la película fue los problemas sentimentales de Ava Gardner con su marido Frank Sinatra. Éste creyó que la actriz tenía un romance con el torero y actor Mario Cabré, quien actuaba en la película, por lo que fue rápidamente al rodaje para comprobarlo. Años después, a la actriz le erigieron una estatua en Tossa.

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Ava Gardner y Frank Sinatra en Tossa (tomada de: El Cinefil).

Siguieron otros largometrajes notables como: Mr. Arkadin (1955) de Orson Welles, The Spanish Gardener (1956), Chase a Crokked Shadow (1958) de Michael Anderson y Suddenly, Last Summer (1959), una polémica película dirigida por Joseph L. Mankiewicz, basada en una obra de Tennessee Williams y protagonizada por Katharine Hepburn, Elizabeth Taylor y Montgomery Clifft. Otra película fue Nicholas and Alexandra (1971) de Franklin J. Schaffner, “El Hostal de la Gavina”, un hotel de lujo situado en S’Agaró, se convirtió en el lugar donde iban todas las estrellas internacionales cuando visitaban la Costa Brava.

Hasta principios de los años 70 siguieron realizándose numerosas películas, incluyendo algunas adaptaciones de obras de Julio Verne como: Mysterious island (1961) de Cy Endfield o The Light at the Edge of the World (1971), protagonizada por Kirk Douglas y Yul Brynner. También numerosos directores españoles rodaron películas en la Costa Brava: Gonzalo Suárez, Jaime Camino, Juan Antonio Bardem o Josep María Forn.

Muchos escritores encontraron un lugar para vivir o inspirarse en la Costa Brava. El mítico Truman Capote estuvo tres veranos seguidos (1960, 1961 y 1962), en Palamós, donde acabó escribiendo la que se considera su obra maestra: In Cold Blood (1965).  El británico Tom Sharpe (1928-2013), autor de la saga de novelas de Wilt, pasó muchos años en la localidad de Llafranc, en Palafrugell. Asimismo, el escritor catalán Terenci Moix tuvo una casa en la localidad de Ventalló, en la comarca del Alt Empordà. Gabriel García Márquez vivió varios años en Barcelona y solía visitar la Costa Brava con frecuencia, dedicando un cuento al fuerte viento típico de la región, La Tramuntana.

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Cadaqués (National Geographic).

Pero quien pasó muchos años fue Roberto Bolaño, el escritor chileno se instaló en 1985 en Blanes, donde vivió hasta su pronta muerte en 2003. Autor de obras, como: Estrella distante (1996), Los detectives salvajes (1998) o la publicada póstumamente, 2666 (2004). Bolaño escribió buena parte de su obra en esta villa y tras su muerte recibió numerosos homenajes en esta localidad. Llegó a decir: “Nunca sospeché que un día llegaría a Blanes, y que ya nunca más desearía marcharme”.

La Costa Brava es un lugar increíble que merece ser visitado. Obviamente es difícil encontrar las mismas características de lo que fue a principios del siglo XX, al haber sido un territorio dedicado a la pesca o a la agricultura. Ahora es un centro turístico con algunos lugares demasiado masificados, pero dentro de su extensión se encuentran muchos otros rincones que son realmente bellos.


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