inacción

Causas, condiciones y consecuencias

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La relación causa-efecto es ampliamente conocida en el budismo, forma parte de las enseñanzas de las Cuatro Nobles Verdades y se encuentra en el fundamento de su práctica. Esta comprensión de la realidad es de gran utilidad para todos independientemente de la confesión religiosa o carencia de la misma, y de alguna manera se pone intencionalmente en la práctica cuando se tiene un objetivo en el horizonte.

Causa-efecto es un binomio que permite comprender el flujo de la vida. Este proceso, en perenne movimiento, es el autor de las condiciones de vida personales y comunitarias. Analizarlo facilita mirar al pasado, presente y futuro de forma objetiva. En efecto, hacia el pasado faculta observar las causas que fueron tejiendo la historia personal. En el presente, permite ver y comprender las causas que se encuentran en el pasado como precursoras y orquestadoras de la realidad actual. Hacia el futuro habilita proyectar un destino, reconocer los elementos necesarios para llevarlo a cabo, ordenarlos en la secuencia conveniente y trabajar en las causas correspondientes para llegar a la meta propuesta.

causa efecto
Ilustración: Sergio Ingravalle.

Sin embargo, las causas son más complicadas pues siempre se encuentran en el entramado relacional de la existencia en donde la acción de uno afecta ineludiblemente en el entorno y en los demás; de igual forma, las acciones de los otros y las condiciones del ambiente influyen la realidad individual. En esta interdependencia e interrelación es posible y necesario ampliar la comprensión de la propia existencia con el fin de encontrar caminos nuevos.

Las condiciones hacen referencia a las posibilidades que brindan los otros, el contexto y el momento concreto para llevar a cabo un objetivo específico. En este sentido, no sólo interviene en la historia personal las causas que se encuentran en el pasado, sino que existan las condiciones adecuadas para desplegar los recursos desarrollados.

En efecto, independientemente del cuidado con el cual se ha construido cierta certeza existencial, siempre hay condiciones ajenas a la persona misma que influyen para estimular o inhibir el proyecto de vida. Esta comprensión es importante mantenerla siempre en mente a la hora de interpretar la realidad propia, y se hace especialmente primordial en este momento de la existencia donde para muchos las consecuencias de la pandemia son adversas o al menos problemáticas.

Las consecuencias, entendidas como los hechos o acontecimientos que resultan de otros, son la suma no sólo de las causas personales y comunitarias que intervinieron en su desenlace, sino de las condiciones que los facilitaron o las inhibieron. Así, causas, condiciones y consecuencias son un trinomio en constante flujo en donde la forma como se asumen las condiciones y consecuencias se transforman en las causas del futuro.

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Ilustración: Dan Bejar.

Reconocer este proceso sumado a la habilidad de evaluar las condiciones reales que emergen de la realidad, junto con la flexibilidad para adaptar las expectativas y los objetivos, son elementos fundamentales para el desarrollo de un presente satisfactorio en la medida que la situación lo permite.

Indiscutiblemente la emergencia sanitaria alteró la realidad y las expectativas de futuro de muchos. Lamentar la situación, angustiarse, quejarse o simplemente esperar, dejan una sensación de insatisfacción, enojo y sufrimiento que de suyo no contribuyen a recrear la realidad.  En cambio, observar situaciones que presentan condiciones adversas como ésta y jalar la energía que produce este revés, permite enfrentarlo como reto. Es decir, en vez de lamentar aquello que no está en el horizonte y añorar el pasado o la ilusión perdida, se trata de combinar lo que sí hay para sacarles el mayor provecho posible. Esta actitud abre nuevos horizontes, permite encontrar nuevos caminos, empodera a la persona y la hace dueña de su propia historia.


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Acción con inacción (9 de marzo)

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#AccionConInaccion #UnDiaSinNosotras #9M2020

A unos cuantos días de cumplir un año, precisamente el 8 de marzo de 2019, publiqué mi artículo “¡Viva la mujer!”. Dicho artículo lo escribí con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, además de que soy un convencido de que los seres humanos somos iguales, sin importar género, y que seguir menospreciando a la mujer denota ignorancia, falta de valores y principios y absoluta estupidez (como lo describe la Real Academia Española en su definición: “Torpeza notable en comprender las cosas”).

Hoy escribo sobre lo que harán muchas de las mujeres, a lo largo y ancho de nuestro país, el próximo 9 de marzo. Es la acción con inacción la que motivará a un paro, que consiste en que las mujeres no irán a trabajar, no asistirán a sus clases, no consumirán nada fuera de sus casas, porque simple y sencillamente, no saldrán. Un día sin nosotras, como se le ha bautizado a este movimiento, es una iniciativa impulsada por varias organizaciones sociales que ha tocado muchas fibras y que ha movido corazones. Surgió como muestra a una verdadera solidaridad en torno a la mujer, como yo nunca la había visto en mi país. La iniciativa fue escuchada y recibida con mucho interés, aunque también ha generado controversias y detractores. El resultado lo sabremos el martes.

ni una se mueve

La acción con inacción es precisamente lo que tiene a la mujer mexicana protestando. En México se han diseñado e implementado un sinnúmero de programas en atención a la mujer, ha habido muchas “acciones” para mejorar su condición, pero al final, no pasa nada. Hay inacción total. Puedo concluir eso cuando veo que una iniciativa como la que nos ocupa ha encendido a un grupo muy importante de la población que está inconforme con la forma en que se trata a las mujeres de este país. Este grupo, no sólo de mujeres, al menos están haciendo hoy un alto en el camino para revisar la condición de la mujer en México. Este país, desde sus orígenes, ha sido, por decirlo suavemente, inequitativo con la mujer. El problema hoy es que los niveles de violencia y abuso hacia la mujer han llegado al grado de ver a una niña de siete años brutalmente torturada y asesinada, detonando la indignación de millones de personas. Fátima fue la gota que derramó el vaso.

Según datos del INEGI, en México se registran 10 asesinatos de mujeres todos los días. Las mujeres indignadas, con toda la razón, se agolpan en manifestaciones sin que haya respuestas contundentes. Hay inacción ante la acción. El lunes próximo, en una manifestación que me parece a todas luces inteligente y que ha sumado cada vez más voces, la inacción de un solo día pondrá en alerta a todos sobre las acciones que vendrán después por parte de las autoridades y la sociedad en su conjunto, para revertir esta crisis de violencia hacia la mujer que ya tiene años viviéndose.

ni una se mueve

Yo realmente espero que con la visibilidad que dará esa manifestación pasiva a la vulnerabilidad que tienen las mujeres en México, haya una nueva conciencia y se acabe con esa dinámica de discriminación que, desde nuestra propia cultura, perspectiva psicológica, sistema de creencias o ejemplos recibidos, ha sido arraigada en la sociedad mexicana desde tiempos inmemoriales. Hombres y mujeres hemos sido corresponsables de que en México todavía no entendamos que, sin distinción de género, los hombres y las mujeres tenemos igual valía. Nuestra educación ha puesto al hombre como el eje de la familia, como la figura de autoridad y como el “fuerte”. La realidad nos ha dado grandes lecciones. La mujer es más fuerte que el hombre y, en muchísimos casos, es el eje de la familia, pero al final, la fuerza bruta se impone.

Me sumo, como hombre, a esta causa y a cualquiera otra que sirva para lograr la equidad de género, para que a la mujer se le respete y no se le agreda, y que existan consecuencias para aquellos quienes sigan violentándola.


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