Mike Pompeo

¿Quién es más antichino: Trump o Biden?

Lectura: 4 minutos

Hemos insistido en esta columna sobre el dramático escalamiento de las tensiones desde 2018 entre Estados Unidos y China, siendo que la Administración Trump y varios de sus halcones –destacando Mike Pompeo y Peter Navarro– no sólo han logrado cuestionar prácticamente la totalidad de las relaciones bilaterales –hasta un posible punto de no retorno–, sino que también poner en jaque a todo un grupo de instituciones multilaterales (como la Organización Mundial del Comercio, la propia Organización Mundial de la Salud, y compromisos internacionales ambientales, entre otras).

Es importante señalar que en los últimos días –más allá del escalamiento en el ámbito financiero para que empresas chinas que no fueran auditadas según las normas y leyes estadounidenses no pudieran obtener financiamiento en Estados Unidos–, la potencial amenaza del Comité sobre Inversión Extranjera de EU (CFIUS) en afectar adquisiciones de Tencent en Estados Unidos, en un reporte del Tesoro de EU de diciembre de 2020 que impactará a bancos chinos y de Hong Kong vinculados con funcionarios sancionados de Hong Kong, así como probables medidas del Departamento de Defensa en contra de Semiconductor Manufacturing International Corp –uno de los fabricantes más importantes de semiconductores en China–, la Administración Trump pareciera adquirir una actitud “magnánima”: aceptó que las operaciones en Estados Unidos de TikTok (propiedad de ByteDance) fueran parcialmente adquiridas por Oracle (con el 12.5%) y Walmart (7.5%), es decir, ByteDance continuará concentrando el 80% de TikTok y sólo restringió a la aplicación WeChat para que no fuera bajada en Estados Unidos, ambos casos muy por debajo de las iniciales amenazas hace algunas semanas.

China y USA
Imagen: The Verge.

Al respecto, ¿es realista pensar que con una administración demócrata bajo el presidente Joe Biden, la relación entre las principales dos economías cambie cualitativamente? Existen diversos análisis recientes explícitos del propio Biden y varios asesores en Foreign Affairs y Foreign Policy, así como un detallado análisis del New York Times del 6 de septiembre de 2020, entre otros.

Por un lado, el candidato Biden se ha visto presionado por el propio Trump –y el 71% de los estadounidenses que cuenta con una opinión negativa sobre China– de ser al menos tan crítico como Trump con respecto a China, además de iniciativas lidereadas por el propio Partido Demócrata: hace apenas unos días el Senado estadounidense –con mayoría demócrata– anunció una iniciativa denominada America LEADS Act por 350,000 millones de dólares y con el objetivo de apoyar un grupo de cadenas globales de valor específicas (particularmente de la salud y nuevas tecnologías como la 5G y la Inteligencia Artificial), específicamente ante la competitividad china.

elecciones Estados Unidos
Ilustración: El Nuevo Mundo.

El candidato Biden conoce a China desde hace más de 40 años y se ha encontrado en múltiples ocasiones con el presidente Xi Jinping en los últimos años. Si bien históricamente Biden buscó activamente la integración entre ambos países, recientemente acusó a Jinping como un líder autoritario y un “matón” (thug), destacando que Estados Unidos debiera ser más duro ante China. ¿Una futura administración demócrata sería entonces una continuación de las políticas de Trump? Los diversos recientes escritos de Biden y sus colaboradores parecieran indicar un grupo de sensibles diferencias, más allá de la “competencia entre grandes potencias” en el largo plazo:

1. Una administración Biden buscaría enfatizar el fomento de la producción y competitividad estadounidense –como el America LEADS Act–, más allá de su relación con China.

2. Una diferencia significativa radicaría en la búsqueda de “socios” y alianzas internacionales –en la Unión Europea, Asia, América Latina, etc.– en su política hacia Asia y China; aunque por el momento Biden no se ha comprometido a participar en el CPTPP (Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico) o el TPP (Tratado de Asociación Transpacífico), originalmente concebido bajo la vicepresidencia de Biden.

3. En múltiples ocasiones en las últimas décadas, Biden ha destacado el tema de los derechos humanos y laborales en China como un aspecto crucial en la relación bilateral y respectivas sanciones en caso de no cumplir con las exigencias estadounidenses. El tema pudiera convertirse en un nuevo frente crucial entre ambas potencias.

4. Pareciera que Biden también pudiera buscar la cooperación con China –y en paralelo a las diversas tensiones arriba señaladas– en ámbitos internacionales como el medio ambiente, la salud y crisis nacionales o regionales específicas, además del apoyo al sistema de las Naciones Unidas.

Joe Biden y Donald Trump
Imagen: Courier Newsroom.

Todo lo anterior avizora que la relación EU-China –con Trump o con Biden– continuará siendo profundamente tensa como resultado de su efectiva competencia por el liderazgo tecnológico, productivo y financiero. Las diferencias fundamentales parecieran radicar en el estilo de la relación y políticas específicas, y con la expectativa de permitir un escenario internacional de mayor certidumbre ante la búsqueda de nuevas alianzas (en contra de China); habrá que conocer si China estuviera interesada en opciones de cooperación bilateral ante una estrategia estadounidense tan adversa en el corto, mediano y largo plazo.

Terceros países –explícitamente México– debieran estar generando escenarios y políticas explícitas ante los posibles resultados de las elecciones de noviembre.


También puede interesarte: Estados Unidos-China, ¿y los librecambistas mexicanos?

La visita de Pompeo a Sudamérica en la hora electoral

Lectura: 5 minutos

El sábado pasado el Secretario de Estado estadounidense Michael Pompeo concluyó una gira por cuatro países de América del Sur: tres de ellos vecinos de Venezuela. Su viaje relámpago de tres días ocurrió a unas semanas de las elecciones presidenciales en nuestro vecino del norte, en las que Florida y su diáspora del exilio venezolana–cubana está constituyendo un campo de batalla crucial.

La búsqueda de respaldo a la política de Trump hacia Venezuela en un momento en que Guaidó pierde fuerza frente a Maduro, es clave para entender la visita que se inició en Surinam, continuó en Brasil y dio importancia a Guyana antes de terminar en Colombia.

Los países de la región caribeña han estado divididos respecto al conflicto. Muchos de ellos han mantenido relaciones con Venezuela a pesar de las tensiones derivadas del éxodo masivo de venezolanos a las islas en una región que ha conservado tradicionalmente estrechas relaciones económicas y energéticas.

El presidente Chan Santokhi, de Surinam –la otrora Guayana holandesa–, en su encuentro con Pompeo, reiteró que el diálogo continúa siendo su fórmula preferida para la solución del conflicto interno de Venezuela. “Contribuiremos al diálogo y trabajaremos con todos los participantes con ideas afines para asegurar que todos los venezolanos disfruten de sus derechos democráticos”.

pompeo y santokhi
Mike Pompeo, político estadounidense junto con Chandrikapersad Santokhi, político de Surinam (Imagen: Malay Mail).

Pompeo destacó la necesidad de apoyar a Guaidó, argumentó la superioridad de la cooperación estadounidense, sobre la China “no confiable y predatoria” y ofreció apoyo económico a Paramaribo.

El tema es también muy delicado para Guyana, país en que el presidente Granger se quejó de presiones de Estados Unidos para que la Voz de América establezca en su territorio una estación de radio para emitir mensajes propagandísticos hacia Venezuela. Poco antes de la visita de Pompeo, la Asociación de Derechos Humanos de Guyana expresó su preocupación de que esta nación de 740 mil habitantes pudiera verse involucrada en la disputa entre Venezuela y Estados Unidos. “Alinear a Guyana con los países que piden cambio de régimen en Venezuela”, expresó la Asociación, “amenazaría las negociaciones que mantenemos sobre nuestra frontera con ese país y sería políticamente absurda”.

Un interesante artículo de Bert Wilkinson en AP News (19-09-20) nos recuerda que por décadas Venezuela ha argumentado que dos terceras partes del territorio de Guyana le pertenecen y que le fue robado, a través de un acuerdo de 1899 de Gran Bretaña con su ex-colonia. Este país pobre tiene en ese territorio gran riqueza de oro y descubrió recientemente en su franja costera un enorme yacimiento de petróleo, que la Shell estará comenzando a exportar este mismo año. Las reservas estimadas en más de 8 mil millones de barriles son hoy de las más grandes del mundo. El ingreso podría generar a Guyana 168 mil millones USD: 120 veces su actual presupuesto anual.

Sobra decir que la nueva riqueza ha despertado el apetito de las petroleras y la rivalidad entre China y Estados Unidos. China, que apoya a Maduro, ve a Guyana como un aliado geopolíticamente estratégico.

La visita de Pompeo a Georgetown, la primera de una autoridad de Estados Unidos de tan alto rango, ocurrió tras una polémica elección en marzo –y cinco meses de controversia legal– que fue resuelta por un recuento ordenado por la Suprema Corte –y fuertes presiones internacionales–. El presidente, David Granger, aceptó finalmente su derrota; se declaró ganador a su competidor, Irfaan Ali.

Xi Jinping y maduro
Xi Jinping, presidente de la República Popular China junto con Nicolás Maduro, político venezonalo (Imagen: El País).

Durante la visita Pompeo alabó el apoyo de Ali al Grupo de Lima y firmó con él un acuerdo para fortalecer las inversiones de Estados Unidos y la cooperación en energía y en infraestructura –rubro en el que China ha venido realizando proyectos durante los últimos años en Guyana–. También celebraron acuerdos de cooperación en materia de seguridad marítima y lucha contra el narcotráfico.

El nuevo presidente Ali declaró su “apoyo a las elecciones libres en nuestro hemisferio y agregó que “con urgencia, creemos que esos valores y principios deberían ser respetados también en Venezuela”.

Horas más tarde, durante una breve visita a un campamento de refugiados venezolanos en Boa Vista en Brasil, Pompeo reiteró la importancia de apoyar a Guaidó e informó al Canciller brasileño, Araujo, estar proporcionando un monto adicional de 348 millones USD a los refugiados venezolanos, incluyendo 30 millones a los ubicados en Brasil, elevándose su contribución total a 1,200 millones USD.

Pompeo felicitó a Brasil por haber recibido a 250 mil venezolanos y celebró la decisión del gobierno de declarar a los diplomáticos venezolanos en Brasil, personae non gratae, aunque no se les expulsó del país.

En la última etapa en Colombia, según Los Angeles Times (19-9-20), el presidente Iván Duque destacó en su discurso un informe de Naciones Unidas en materia de derechos humanos que acusa a Maduro de crímenes de lesa humanidad, incluyendo tortura y muertes por parte de las fuerzas de seguridad.

Colombia reclama haber sido inundada por refugiados venezolanos huyendo de la crisis económica y de que Maduro apoya a grupos armados en su territorio.

Mike Pompeo y Ernesto Araujo
Mike Pompeo y Ernesto Araujo, diplomático brasileño (Imagen: Infobae).

Ante los estragos económicos y la ola de desempleo provocados por la pandemia que azota fuertemente al país, expresó sus deseos de mayor inversión de Estados Unidos y celebró la iniciativa de Trump de estimular la inversión privada en infraestructura.

Pompeo prometió inversiones y dijo que el respaldo de Colombia al líder opositor, Juan Guaidó, y “la transición democrática hacia una Venezuela soberana, libre de las influencias malignas de Cuba, Rusia e Irán, es increíblemente valorada”.

En conclusión, la visita de Pompeo a la región petrolera sudamericana, constituyó una evidencia clara de cómo busca entretejer Trump los intereses políticos, económicos y energéticos estadounidenses en una importante región latinoamericana. Seguramente el Senador, Ted Cruz, de Florida, estará satisfecho con la gira y esperanzado de que rinda frutos políticos en un Estado clave de las próximas elecciones y en la disputa económica con China. Habrá que ver la reacción de Xi Jinping.

¿Y México cómo ve estos sucesos? ¿Seguirá callado para no provocar una reacción de Estados Unidos? De por sí, salvo raras ocasiones, hemos olvidado el mundo caribeño. Ahora despiertan algunos países económicamente, más allá del turismo. ¿No habrá llegado la hora de precisar una estrategia mexicana geopolítica y económica para la región?

La pregunta es particularmente relevante después de la tragicomedia de equivocaciones que constituyó la pérdida latinoamericana de la Presidencia del BID –por no hablar de la inevitable de México en la OMC–. Es urgente delinear y emprender una nueva estrategia mexicana hacia Estados Unidos, Latinoamérica y el resto del mundo.


*Este artículo fue publicado por primera vez en el periódico El Financiero el 21 de septiembre de 2020.


También te puede interesar: Los nuevos retos de la Cuarta Transformación.