Ocio

El toro como eje de la fiesta

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Si bien a través de los años y por la manera en que los ganaderos mexicanos procuran la crianza y comportamiento del toro de lidia, con un sello propio en su físico y estilo de embestida, es innegable que el origen del animal es español y por ello dividirlo tajantemente, me parece inapropiado.

En los noventa del siglo pasado, después de mucho tiempo de estar prohibido, de España llegaron vacas y toros de distintas procedencias y un producto de ello fue el magnífico toro de La Joya, de nombre de lidia Tocayo del encaste Parladé vía Domecq, lidiado magistralmente por Antonio Ferrera, el 9 de febrero en el Embudo de Insurgentes.

En su origen, la ganadería poblana se formó con un lote de hembras integrado por ejemplares de José Miguel Arroyo, Enrique Martín Arranz, El Torreón, Luis Algarra y Salvador Domecq. Además de cinco mil pajillas con semen de toros aprobados en España para sementales de Salvador Domecq, Jandilla, Las Ramblas y Juan Pedro Domecq.

José Antonio González Esnaurrizar, heredero del sueño ganadero de su padre, se ha preocupado por criar un tipo de toro que lidie las plazas con trapío y que su comportamiento contenga emotividad, movilidad, codicia, nobleza y fijeza.

En general, el toro de lidia –independientemente del país en que se lidie– idealmente en el fenotipo, o forma física, debería ser físicamente bajo de agujas (del morrillo a la pezuña), largo y fuerte, delantero y armónico de encornadura.

antonio ferrera
Antonio Ferrera, torero español (Fotografía: El País).

En el comportamiento o genotipo tiene que poseer acometividad, acudiendo con fijeza a los engaños; prontitud, atendiendo a la mínima provocación, repetición y duración. De embestida humillada y coordinada con el movimiento de su cuerpo; el galope que vaya conectado al ritmo y al temple, con un recorrido entregado desde el inicio para terminar lo más largo posible.

Muchas de esas características de fenotipo y genotipo en el toro de La Joya, eran positivas, y por ello el honor del indulto concedido por el juez Jorge Ramos, fue recibido con beneplácito.

Hoy que varios toreros españoles nos alertan que cuidemos al toro mexicano, esperemos que se refieran a lo mismo que estamos anotando y no a lo que llamo toro light, que ha sido pernicioso por varias décadas y contrario a la gallardía que conlleva el espectáculo taurino, el no insistir en la total docilidad como matiz de la bravura.

Cabe recordar que de la emoción que proporcione el toro dependerá el futuro de la fiesta, y ésa es la apuesta que la preservará. Pues este animal sobrevive gracias a la lidia y depende de mil variables, entre las que destacan los gustos del público, las exigencias de los toreros y la quimera del ganadero.

El toro criado por muchos ganaderos mexicanos se inclina por cualidades que permitan faenas largas y artísticas, puliéndolas de tal manera que la agresividad y codicia (parte de la bravura), se minimizan, con base en diferentes prácticas y, claro, los toreros se inclinan por preferirlo; vale la pena, sin embargo, recordar que la emoción del toreo la aporta el toro y algunos en México que no lo hayan olvidado, es tiempo que lidien con más frecuencia que los primeros.

Por ello, celebramos la variedad de ganaderías que han lidiado en la Temporada Grande 2019-2020 en La México.

Si así se entiende, qué bueno, si no lo discutimos, que además es algo connatural a ser taurino y, como diría Manolo Martínez, “no pasa nada”. Es un tema inagotable y sería bueno ponerlo en el centro de la discusión.

Por lo pronto, la corrida combinada de Los Encinos, Santa Fe del Campo, con un toro de Bernaldo de Quirós que cerró la Temporada Grande, resultó muy interesante. El último le correspondió en su primer turno a Pablo Hermoso de Mendoza y fue muy noble en su embestida.

A Guillermo, el segundo de Los Encinos, le fue pronto y con recorrido, lo que le permitió desplegar su aún formación de toreo en altos vuelos y del que fue merecedor de un trofeo. En el primero se convirtió en el primer torero a caballo en confirmar la alternativa de manos de su padre, el nombre del toro fue “Confirmante”.

toro y arturo saldivar
Arturo Saldivar, torero mexicano (Fotografía: La México).

A pie hubo el antecedente de los Capea, padre e hijo en La México el 5 de diciembre de 2004.

El primero de Arturo Saldívar de Santa Fe del Campo, “Burlador”, tuvo muchos puntos positivos de acometividad, fijeza y recorrido, Arturo recibió un trofeo y el reconocimiento a su toreo que ahora práctica, bastante sedeño. Su segundo fue un toro con fuerza, que embestía intermitentemente y que se empleaba a la muleta con celo.

“Jugador” impactó al público asistente y pedían el indulto que con prudencia no autorizó el juez de plaza Enrique Braun, pero con todo y defectos, despertó las pasiones en los tendidos, ahí perdió Arturo por la suerte suprema alguna recompensa y el toro dejó la impresión de poderío mezclada con cierta mansedumbre con embestidas emotivas, ello le acarreó el reconocimiento popular, que no el de los que se creen expertos. Peccata minuta.

A “Hermosillo” le correspondieron dos toros de Santa Fe que le permitieron momentos brillantes, perdió trofeos por la mala ejecución de la suerte suprema y José María tendrá que aplicarse, pero es innegable que lo que requiere son más oportunidades, tiene muchas cualidades para sobresalir en una de las profesiones más complejas del mundo.

Así las cosas, agradable sabor de boca deja la Temporada Grande en La México, apostaron por el toro como ingrediente principal y el público acudió en mayor número, sea enhorabuena.


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La enfermedad como nombre propio

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Incontables son estos niños, innumerables los padecimientos. Los han alejado de la calzada que conduce al parque; también de la escuela del barrio. Ahora, habitualmente, los dirigen a consultorios y hospitales, comprimiendo su infancia y juventud.

Todos ellos son muy diferentes a pesar de que hoy, en el registro, comparten el mismo nombre y apellido: Enfermedad Crónica. En la actualidad, así son clasificados. Ellos cuentan sus historias en el grupo al que asisten cada martes, a partir de las 11 de la mañana. De a poco avanzan sus procesos. Comienzan negando que les pasa algo, se enojan, regatean y después llegan a la aceptación. Ríen, expulsan frustraciones y encuentran astucias y destrezas donde otros ven puertas cerradas. Siguen buscando con atrevimiento. Finalmente… son niños.

Pepe nació con los pies torcidos. Sus primeros años transcurrieron entre operaciones y aparatos ortopédicos. Sus piernas fueron muy tocadas. Le dijeron que probablemente no podría correr.

Natalia, la “gordis”, ha nacido sin el botón para apagar el apetito. Su cerebro no manda señales de saciedad. Llora de hambre y lidia con la obesidad y dificultades escolares. En casa guardan la comida bajo llave. Sus hermanos se roban los chocolates de la despensa y juntos los engullen. Su mundo infantil no conoce restricciones.

Paco tiene la cadera frágil. Se desgasta incluso con movimientos normales. Como resultado, no lo dejan subir escaleras, jugar futbol o asistir a paseos donde podría caminar o correr más de la cuenta. Su mamá lo lleva en brazos a la escuela. Ella no entiende de humillaciones; ni él comprende la preocupación de ella. Paco anda rebelde y malhumorado, se escapa a jugar al patio de los vecinos. Ahí nadie lo vigila o reprende. No hay árbitros con silbatos enseñándole la tarjeta y sacándolo del juego. Puede estar a sus anchas.

enfermedad en niños
Imagen: Physicians Weekly.

Leo, “Despelucado”, se despelleja la piel porque no siente dolor. Lo tienen vendado como momia. Sufre infecciones y moretones, pero él ni las toma en cuenta.

Santi, el “niño cristal”, ya no asiste a la escuela. Entre cirugías y yeso se aburre en su casa. Ahora no tiene agenda propia. Como es la enfermedad quien dicta horarios y necesidades, sus deseos yacen dormidos. Santi describe su cuerpo como un títere. Los hilos los controlan la mamá y su médico especialista. Ellos dictaminan qué es adecuado para su salud y conveniente para él. Son sus salvadores. Él, apenas un observador pasivo del tratamiento.


Teo también está en el grupo. Como nació con bajo tono muscular, la debilidad lo domina. Su cuerpo es semejante al de un muñeco de trapo. Cada movimiento se le resiste: comer, tomar el lápiz, brincar. No obstante, sus padres me contaban:

Nadie que lo hubiera visto caminar lo habría notado. Tenía ese aspecto de descuido, la camisa siempre afuera de los pantalones, los hombros echados hacia delante cuando se sentaba, parecía que la gravedad lo empujaba hacia el piso y la tierra se lo fuera a tragar. Le decíamos ‘Hilito’. Esa palabra mágica le recordaba un hilo unido a su cabeza, que lo jalaba para estar derechito y ser alto: el wonderful wonderful you, como lo llamaban sus abuelos que vivían en Texas.

Teo jugaba en el barrio con todos los niños aunque le costara un gran esfuerzo. Al verlos, se levantaba y corría torpemente a jugar. Nunca le dijimos que no podría correr tan bien como los otros, ni le explicamos que era distinto. Por eso él, aunque lo sentía en su cuerpo, ignoraba en qué consistía esa diferencia. Entró a una escuela donde avanzaba a su propio ritmo. Cuando decía que le costaba trabajo le decíamos que era cuestión de repetirlo con frecuencia. Como admitimos su dificultad como parte natural de su crecimiento, siguió tratando hasta conseguirlo. No lo comparábamos. Nunca hablamos de incapacidad sino de posibilidades y logros.

En cuarto primaria, decidió participar en el equipo de futbol de la escuela. Le dieron su uniforme y él planeaba las jugadas de los compañeros. Todos estaban fascinados con su desempeño de estratega. Nunca le dijimos que no podía estar en el equipo. Entrenaba todos los días con el grupo. Se esforzaba más que ninguno. Quizá percibía que ciertas facultades, naturales en tanta gente, no lo eran para él. No le dijimos que, si acaso podía jugar, sería torpe y estaría en la banca, que no debía hacerse ilusiones de integrarse el equipo. Nunca hablamos de no poder. Como no se lo dijimos, él se reconoció y aprendió y… simplemente pudo.

enfermedad
Imagen: El Periódico.

Tony va al mismo grupo. Las alergias hacen que se hinche como pez globo con casi todo lo que come. Se le cierra la garganta y se asfixia; termina en urgencias un día sí y otro también.

Pero le va peor a Sabina, “la niña burbuja”, cuyo sistema inmunológico ataca indistintamente. Imagina el sistema inmunológico como un ejército de soldaditos que rastrea, rodea y le impide el paso a todo lo que pueda lastimar al organismo; es un amigo que vigila para protegerlo. Por desgracia, su ejército está confundido. Ataca lo que se le acerque. Por eso tiene que vivir protegida en una burbuja artificial con oxígeno limpio, sin olores fuertes o picantes, colorantes rojos, bizcochos rellenos de crema batida, luz o sol excesivo. No madruga ni se desvela. Defiende un equilibrio casi perfecto para que su sistema inmunológico se tranquilice y aletargue. Sabina hablaba con el grupo por Skype: He tenido que aprender a vivir sintiendo dolor, mareo, debilidad. No sé si me quejo por lo que siento o por imaginarme cómo sería una vida normal. ¡No puedo salir de mi cuarto esterilizado porque me muero! Cada mes recibo tratamientos para mejorar mis defensas. Siempre estoy cansada. Parezco la Bella Durmiente; entre sueños despierto en el encierro del palacio real.


A todos ellos la enfermedad crónica se les ha impuesto como un déspota que irrumpió de repente, y ha llegado para quedarse. Se apropió de la casa, sin permiso ni consideración, exigiendo la completa rendición de su víctima y de su familia. Se ha infiltrado en espacios, tiempos y objetos. El panorama no deja duda de su dominio: medicinas y aparatos sustituyen adornos y bicicletas.

Las conversaciones cotidianas se mezclan con términos científicos, preguntas cautelosas, respuestas vagas y confusas. La familia, perpleja y desorientada, la confronta con impotente fragilidad.

La enfermedad crónica se mete entre papá y mamá, entre los hermanos. Derroca autoridades y destruye las creencias que solían sostener a la familia. Todos entran en crisis, incapaces de ser los que eran. Resignado, cada uno hace los cambios necesarios para acoplarse a la nueva situación.

familia estresada
Imagen: The Spinoff.

Las relaciones se transforman: un hermano es el papá; una hermana la mamá; el menor madura a la fuerza. Ya no hay tiempo para juegos en familia. El ambiente es sombrío. No entra el sol en la casa, ni amiguitos ni visitas. ¡Con la tirana que domina sus vidas es más que suficiente!

—¿Cómo sacarle una sonrisa a mamá? –me dijo en una ocasión Tony–. ¿Podríamos distraerla? Su cansancio va de la mano al mío, pero no nos atrevemos a confesarlo. No es necesario. Se percibe en el silencio que va sofocando la música de mi casa poco a poco, como la niebla hace con el paisaje. A mi mamá se le ve el dolor en los temblorines de sus labios, en cómo se le están formando líneas profundas en la frente. Su cuello se pone rojo, rojo cuando el doctor le habla. No llora, no platica, no ríe. Mira la nada con sus ojos vacíos. Se pregunta si fue su culpa. Distribuye las dosis en las diferentes cajitas de colores que están regadas por toda la casa. Las verdes y azules encima del hornito en la cocina, las naranja en la mesa de noche de su recámara, las marrón en el librerito que está en la entrada… Ellos rompieron la regla de que las medicinas no deben estar al alcance de los niños. Es la enfermedad la que toma la batuta: se convierte en prioridad, más que el recital de mi hermano, el partido de domingo de mi hermana o la comida familiar.

El abuelo de Sabina se ha mudado con ellos. Porque los papás se ocupan de cuidados y urgencias. Entonces, ¿quién llena los espacios vacíos? Sabina es una niña enferma pero no es tonta, continúa el abuelo. Se da cuenta que sus hermanos están irritados. Algunas veces se encelan, otras se enojan, quizá tienen miedo a enfermarse ellos también.

En alguna ocasión, Natalia se quejó sin grandes dramas: Tengo varias batallas que recorrer. Una con mi cuerpo, una con mi mente, la otra con las caras aterradas de los que vaticinan, con cada suspiro, mi muerte.

—Para mis amigos soy “el Cristal” –relata Santi–. Se burlan o me tienen lástima. Estoy cansado de que nadie me vea diferente al cristal que se rompe fácilmente: no estoy en el chat del grupo porque no me puedo comprometer. No se cómo voy a sentirme al día siguiente. El miedo a empeorar hace que me cuide y no me arriesgue.

En verdad no es intocable, sólo que la gente se ha acostumbrado a no contar con él. Sollozando, expresa cómo le lastima la manida frase: “¿Cómo te sientes hoy?”, que lo marca con la etiqueta del enfermo. ¿Por qué no logran imaginar otra? Un día ya no aguantó que lo compadecieran. Se levantó de su pupitre en el salón de clases y les gritó: ¡No lo soporto! Si tan sólo pudiera decirles… Si nadie te ve realmente, ¿estas ahí? ¿Creen que la enfermedad es un estilo de vida? ¿Una elección? La persona no es la enfermedad. SOY alguien común y corriente que, además, TIENE una enfermedad. Eso no me define como persona. Me gustaría que, en vez de esa pregunta, que sabe a sentencia, me preguntes qué me gusta, qué dibujo, qué como; me invites a jugar, quizás a pasear…

Sabina nos relató cómo al descubrir los libros, encontró su salida del palacio enclaustrado:

No recuerdo de dónde se me ocurrió tomarlo la primera vez. Era muy pequeña y no sabía qué me esperaba al abrirlo. Parecía un objeto extraño, no muy atractivo. Sólo era de blancos y negros, como una caja fuerte. ¿Que tendría adentro? Además, ¡era tan diferente a todos mis juguetes! No creo que mi madre me lo obsequiara. No lo sé, es una incógnita. Quizás éste se rodó en mi cuarto a propósito, como si tuviera voluntad propia. Tal vez un ángel de la guarda lo deslizó para jugar con mi destino. Ya sabes, en una de esas repisas que llenan paredes enteras y los guardan de tal forma que sus lomos se ven de colores disparejos. He estado en uno de esos lugares inmensos donde subes las escaleras de caracol con rueditas movibles para buscar los que quieres, infinitos estantes, rodeada por un silencio total. Sólo se oye la respiración y el movimiento del torbellino interno de las personas refugiadas ahí. Abrí, deslicé las hojas como un abanico, me eché a reír a carcajadas. Pensé que el aire que recibía al moverlas era una bocanada fresca de brisa que me aturdía. Lo interpreté como una caricia, un “te procuro”.

osito enfermo
Imagen: Agenda menuda.

Desde entonces y siempre, ha sido para mí una relación muy personal, un gran amigo. Para muchos el libro representa entretenimiento, información, diversión, imaginación, y mil cosas más, qué sé yo. Para mí fue la salida. Alguna vez le pedí a papá una colección de cuentos de hadas. ¡Era maravillosa! Historias que la imaginación tomaba y sin precaución, las adoptaba para recrear múltiples historias. Claro, son historias que se originaron antes de que yo naciera, con países y personas que yo nunca conocí. Sí, como fantasmas que habitan y se mueven libremente por mi cerebro. Cada vez que abría un libro me encontraba en estaciones de tren, parques, lugares extraños o personajes que afectan a quien los lee. Además de la bocanada de aire fresco, conseguía un boleto para viajar. Los personajes se apoderaban de mis sentimientos e imaginación, me invitaban a vestirme con trajes espectaculares para llegar a momentos inciertos y situaciones que abrían puertas, pues los cuentos son universales. La vida cambia de libro a libro, pero la humanidad se pregunta siempre lo mismo.


Preguntas narrativas:
~ Cuando Sabina lee uno de esos libros, ¿qué le pasa a la enfermedad, al dolor y la incapacidad?
~ Si antes del descubrimiento de los libros, la enfermedad lo ocupaba todo, ¿cómo es la proporción ahora?
~ ¿Qué crees que ocupa ese lugar?
~ ¿Ahora qué Sabina tiene a los libros como grandes aliados, ¿en quién se ha convertido?
~¿Cuáles son tus propias salidas?
~ ¿Que ideas, mitos y creencias tiene tu familia sobre la enfermedad?
~ ¿De qué manera se aborda la enfermedad?
~ ¿De qué manera se practica la salud?
~ ¿De qué manera se cultiva la alegría?
~ ¿Cómo ves a alguien qué está enfermo?
~ ¿Qué tan verazmente se maneja la información sobre las enfermedades en la familia?


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¿Dónde está el Nuevo Teatro?

Lectura: 6 minutos

Melodrama en un acto
Personajes:
Rosario
Jorge

Toda la acción sucede en una cafetería de la colonia Santa María La Ribera en la época actual.

Rosario: ¿Pensaste que estaríamos aquí como fantasmas? Tú estás muerto hace 37 años. Yo hace 46. Y henos aquí, deambulamos en esta ciudad como espectros esperando a que algo pase. Deberíamos sentir orgullo: los melodramas siempre usan fantasmas para amarrar la emoción.

Jorge: Me quedé con ganas de escribir más melodramas.

Rosario: Ya me imagino lo que hubieran dicho tus amigos los críticos y las altas mentes del teatro: “Jorge desperdicia su trabajo en algo tan vil como un melodrama”.

Jorge: Hablaron mal de mí de cualquier modo porque me atreví a cometer un pecado más grave: escribir más que teatro. Hice cuentos, novelas, ensayos. Hasta telenovelas. Nadie en el teatro me lo pudo perdonar. Querían que me quedara siempre ahí. Sólo para el teatro. No podía. Por eso ya nunca escribí obras. Mi arte no podía con tanta presión.

Rosario: ¿Fuiste artista?

Jorge: Si no fuimos artistas, ¿qué fuimos entonces?

Rosario: Hicimos teatro.

Jorge: Hicimos arte.

Rosario: Sólo fui una “humilde dramaturga”. Me encanta esa palabra: dramaturga. Y tú también sólo fuiste un “humilde dramaturgo”.

dramaturga de teatro
Fotografía: El Enateneo.

Jorge: ¿Por qué te causa escozor la palabra “artista”?

Rosario: Muy pronto me di cuenta que se volvería un problema en mi trabajo.

Jorge: ¿Problema?

Rosario: El ser “artista” me encerraría en una pose que sólo usaría en las fiestas bohemias. Aplastaría toda mi creatividad para hacer sólo caprichos y extravagancias. Yo sólo quería salir de mí, conectar con alguien más. Hacer un teatro digno de nuestro tiempo capaz de transformar, sanar. Lo que más me emocionaba de escribir teatro era dialogar con la gente. Preocuparme por los que estaban dispuestos a observar y escuchar.

Jorge: El teatro siempre se preocupa por el público.

Rosario: En este tiempo, ya escuché a más de un teatrero que no le dice público sino espectadores.

Jorge: Como le quieras llamar. El teatro se preocupa por el que observa.

Rosario: ¿El teatro siempre se preocupa por los espectadores?

Jorge: Sí.

Rosario: ¿Cómo?

Jorge: ¿Nunca viste las obras de Luis, José, Juan?

Rosario: No menciones a las vacas sagradas del teatro. Ellos sólo se preocupaban por ellos.

Jorge: A mí siempre me importaron los espectadores.

Rosario: ¿Te preocupaban los espectadores sólo porque compraban un boleto y se sometían a tu búsqueda artística?

Jorge: Por supuesto que no. Porque quería decirles algo importante.

Rosario: Tú escribiste telenovelas y con ellas también les decías algo importante a las personas. También lo hace el cine, los periódicos, las revistas. Mira, ahora, toda la gente camina con un montón de aparatos en la mano que todo el tiempo les dice algo importante.

Jorge: No es lo mismo.

Rosario: ¿Por qué?

Jorge: Porque en el teatro hay magia.

espectadores
Ilustración: Pinterest.

Rosario: Jorge, eres terrible al usar lugares comunes. Define magia.

Jorge: El teatro es un juego donde los artistas jugamos con la mente de los espectadores.

Rosario: También “artistas” juegan con la mente de los espectadores desde otros medios. Me encanta cómo juega conmigo Agnès Varda.

Jorge: ¿Nunca pensaste hacer un performance? A lo mejor ese era tu camino.

Rosario: Amo profundamente el teatro.

Jorge: No se nota.

Rosario: Sólo siento que me convertí en dramaturga cuando el teatro había agotado sus posibilidades. Las obras que escribí, las escribí pensando en los grandes escritores que nos repetían hasta la náusea nuestros maestros: Sófocles, Shakespeare, Molière, Chéjov. El diálogo que quiero establecer con las personas está en otra estructura. El modelo que conocemos se agotó.

Jorge: A lo mejor te agotaste tú.

Rosario: Cada semana nos paseamos por varios teatros de esta ciudad y vemos que las salas no están precisamente llenas. ¿No te parece eso una señal de desgaste del lenguaje teatral?

Jorge: A lo mejor ahora es más caro.

Rosario: El dinero es un problema sin duda. Pero hay uno más grande de fondo.

Jorge: Rosario, desde que estábamos vivos nos quejábamos de que la gente no iba al teatro. Es parte de sufrir la profesión.

Rosario: ¿Sufrir la profesión? ¿De qué estás hablando? ¿No te parece que hay una necesidad más grande todavía?

Jorge: ¿Fundar un Nuevo Teatro?

Rosario: ¡Exacto!

teatro clasico
Fotografía: Enateneo.

Jorge: ¿Por qué no fuiste performancera?

Rosario: Un Nuevo Teatro es lo que necesitamos. Aprender del pasado para construir algo totalmente diferente. Fuera de la norma, de lo habitual, de lo esperado. Alejado de lo que las personas ya tienen para ver y escuchar.

Jorge: No le trates de mejorar la plana a Shakespeare. Desde que éramos jóvenes conocí a muchos artistas como tú que decían lo mismo: “contstruir algo diferente”. Y cayeron en lo mismo. El teatro es lo que es.

Rosario: ¿Sabes por qué nos aferrábamos a escribir como Shakespeare o como cualquier otro escritor que admirábamos? Porque queríamos los efectos que lograron en su tiempo. Pero nunca nos dimos cuenta que las fórmulas que ellos usaron ya no nos sirven ahora. Son una buena pista para empezar. Sólo eso.

Jorge: ¿Te parece ocioso estudiar a los clásicos?

Rosario: No. Yo lo que quería era partir de ellos para encontrar algo nuevo. Su búsqueda me serviría para mi búsqueda.

Jorge: ¿Encontraste esa Nuevo Teatro?

Rosario: No.

Jorge: Touché.

Rosario: En cada nueva obra que escribía siempre mi intención era encontrar ese Nuevo Teatro. A lo mejor me faltó valentía de romper con todo lo que yo creía o con lo que yo había entrenado.

Jorge: Tu Nuevo Teatro me parece una cosa terapéutica que muchos ya intentaron…

Rosario: Puede ser terapia.

Jorge: Que muchos intentaron y ya fracasaron. Yo cada vez que escribía quería demostrarme qué mejor artista podía ser.

Rosario: En el teatro siempre me importó más la comunicación que el arte.

Jorge: Por eso nunca te dieron becas.

Los dos ríen.

arte del teatro
Imagen: Pinterest.

Jorge: No sabes cómo me dolió ya no escribir teatro.

Rosario: ¿Por qué dejaste de escribir obras?

Jorge: Ya te dije. Nadie del gremio me perdonó que hiciera otro tipo de trabajos.

Rosario: Ya sé. El “gremio” es muy celoso. Pero a mí no me puedes mentir. Siempre fuiste muy cínico y hubieras soportado cualquier mala cara de nuestros colegas en cualquier estreno tuyo. ¿Por qué dejaste de escribir?

Jorge: Yo estrené una obra de teatro en junio de 1970 que para mí era la mejor que pude haber escrito. Mi síntesis artística.

Rosario: “Los enredos de Jacinta”.

Jorge: Amabas esa obra. No lo niegues. Al mismo tiempo, se estrenó una telenovela que también escribí. La hice sólo por dinero.

Rosario: ¿La que hizo la gran Sonia? “La mirada del perdón”.

Jorge: Odiabas esa telenovela.

Rosario: Me encantaba. Y lo digo sin ironía.

Jorge: En una comida familiar, todos habían ido a ver la obra y conocían la telenovela. Toda la comida se la pasaron hablando de la telenovela y ni una palabra de la obra de teatro. Todos se emocionaban al hablar de los personajes de la televisión. Las pocas referencias a la obra eran como algo que le debían de rendir pleitescía sin ningún ápice de emoción. Sin víscera. Sentí que mi mensaje no era poderoso. Que yo no tenía la magia del teatro.

escritor fracasado
Ilustración: Romanzo.

Rosario: ¿En serio crees eso?

Jorge: ¿Por qué les importaba más la telenovela que la obra? ¿Por qué hicieron suya la telenovela y no hicieron suya la obra?

Rosario: A lo mejor fuiste demasiado artista en el teatro.

Jorge: A lo mejor no estaba a la altura del Nuevo Teatro.

Los dos suspiran.

Jorge: Amas profundamente el teatro.

Rosario: Por eso espero algo más. Si no lo pudimos encontrar tú y yo, espero que alguien lo pueda hacer.

Jorge: Y henos aquí, deambulamos en esta ciudad, por los teatros, como espectros esperando a que algo pase.

Rosario: A que algo pase.

OSCURO


Entremos en debate:
~ ¿Tú de qué lado estás?
~ ¿Piensas más como Rosario o como Jorge?
~ ¿Qué importa más: la comunicación o el ejercicio artístico?
~ Ahora la telenovela va a la baja. Para ciertas audiencias, el producto audiovisual más socorrido es la serie. ¿Una serie puede ser más profunda que una obra de teatro?
~ ¿Dónde está la magia del teatro que no la podemos encontrar en la televisión?
~ ¿Necesitamos un Nuevo Teatro?

Espero tus respuestas en redes. Puedes encontrarme como @pezdeoromx en Facebook y Twitter.


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La Bestia

Lectura: 6 minutos

Era un joven de intensos ojos azules, apuesto como gacela y dado a la melancolía, seductor de mujeres y hombres, que un día comenzó a perder la vista y dejó su vida de molicie en Londres para irse a vivir al Sudán. En los siguientes años se convirtió en uno de los más extraordinarios peregrinos y escritores del siglo, tan grande como los novelistas de aventuras del XIX pero a diferencia de muchos de ellos, trotamundos real y no mental.

Para retomar el juego de una entrega pasada, doy al lector una pista: no hablo de Joseph Conrad, aunque mucho tuvo en común con el sin par autor de Nostromo. Separados por más de un siglo, tienen en su abrevar de la cultura de la pérfida Albión un común hilo espiritual, aunque como todos sabemos Conrad nació como Józef Teodor Konrad Nałęcz-Korzeniowski en Berdichev, en la Polonia ocupada por los rusos, hoy Ucrania, y nuestro personaje, al igual que Byron, vio la primera luz en Sheffield, en el verde corazón de Inglaterra.

Ambos fueron esforzados, obsesivos vagamundos. Conrad se embarcó a los 16 años, luchó en España en las filas del ejército de don Carlos, viajó hasta el extremo del mundo de entonces –el archipiélago malayo y el río Congo– escribió 13 novelas y su pasión amorosa lo llevó a las puertas del suicidio. Nuestro autor en cambio fue más que navegante, caminante. Recorrió a pie los desiertos de África, las áridas extensiones de la Patagonia y los misteriosos eriales australianos en donde el tiempo se detuvo en una época anterior a la memoria del hombre.

Bruce Charles Chatwin
Fotografía: Pinterest.

Tuvo amores indiscriminados sin que se sepa si alguno le dolió como para quitarse la vida; publicó seis libros y al morir en Francia, en 1989 de una misteriosa enfermedad –después revelada como sida–, dejó preparado el sugerente título ¿Qué hago yo aquí?, con el que cimentó la leyenda que se había forjado a sí mismo durante años, pues fue, como dijo un impaciente corresponsal de Babelia en marzo de 1997, “¡un señor que [siempre] dejaba pistas falsas!”.

Habrá ya columbrado el lector que hablamos de Bruce Chatwin, una de las personalidades literarias más atractivas de nuestra época, aunque su obra sigue siendo poco conocida en México. Federico Campbell le dedicó una de sus “Horas del lobo” en Milenio, pero hasta donde sé, los lectores aztecas de este inglés errante forman un club tan hermético y reducido como en su tiempo fueron los seguidores americanos de Tolkien, así que sin duda, estamos en el feliz y propicio momento de un aggiornamento literario. Elevemos una oración para que Hollywood lo descubra, lo lleve a la Gran Pantalla y los editores nos inunden con nuevas ediciones de sus libros… quiera Dios que con mejores traducciones que las argentinas de Tolkien… digo, para no pasar pena ajena.

Los libros de Chatwin no son de fácil clasificación. Uno de sus más conocidos, En Patagonia, acepta muchas lecturas. Es sin duda una novela, pero también un diario de viajes, muy cercano, incluso en estilo, a Far Away and Long Ago de William Henry Hudson, el delicioso volumen de recuerdos aparecido en 1918. Dice la Encarta que “sus viajes por Dahomey y Brasil dieron lugar a una novela sobre el primitivo comercio de esclavos, El virrey de Ouidah (1980). La colina negra (1982) describe la vida en una granja galesa. Para muchos, la obra más importante de Chatwin es La línea de la canción (1987), una meditación sobre el nomadismo y los aborígenes australianos —mezcla de filosofía, fábula, libro de viajes y novela— que escapa a toda definición. El misterioso relato Utz (1988) es un espléndido retrato psicológico de un obsesivo coleccionista checo de porcelana de Meissen”.

Supongo que en términos generales se puede decir de su obra que es la memoria de un observador dividida en episodios convencionalmente llamados libros por el resto de los mortales. Tampoco la vida o la personalidad de Bruce puede insertarse en un molde. Creo que Chatwin se encuentra en un apartado de seres humanos no fácilmente clasificables.

Charles Chatwin
Fotografía: Dazed Group.

Este inglés de Sheffield que nació a las ocho y media de la tarde de un caluroso 13 de mayo del año de Dios 1940, en el seno de una familia de clase media “sin pretensiones”, fue con el tiempo un misterio y una revelación para quienes le rodearon. Al igual que Tolkien, tuvo una niñez enfermiza. A los nueve años su tío favorito fue asesinado en algún lugar del África Occidental Británica, extenso territorio en donde hoy se asientan Nigeria, Gambia, Sierra Leona, Benin, Ghana y parte del Camerún, y esto avivó la imaginación del muchacho, quien de inmediato se puso a leer todo lo que encontró sobre ese rincón del Imperio.

Su madre se llamaba Margherite y gustaba de confiar a sus amistades que el parto del pequeño Bruce había sido difícil, “pero el bebé es increíblemente bello”. Su padre era un abogado tranquilo, juicioso y muy respetado.

La apostura –belleza se diría– y una capacidad casi ilimitada, obsesiva, para la conversación, fueron dos de sus rasgos. Tan distinguido era su porte que naturalmente todos los que trataban con él lo asumían aristócrata, o no inglés, como fue el caso de la esposa de Carlos Fuentes, según nos dice Nicholas Shakespeare, su biógrafo.

Pero no sólo las mujeres del pueblo lo encontraban irresistible. La gran escritora y activista Susan Sontag dijo de él (en traducción libre mía): “Era asombroso mirarlo. Hay muy pocos en este mundo con una figura tan cautivante y encantadora… el estómago se comprime y el corazón pierde un latido, pues no estamos preparados para esa imagen. Lo vi en Jack Kennedy y Bruce lo poseía. No es sólo belleza… es una luminosidad, es algo en la mirada… y ejerce su fascinación sobre ambos sexos…”

“Un niño, un trozo de piel de brontosaurio, una tierra remota”. Así comienza En la Patagonia, el libro con el que Bruce Chatwin debutó a los 37 años y con el que alcanzaría fama como escritor. “Con él, y con los que siguieron, contribuyó a crear un nuevo estilo en la literatura de viajes, una forma de escribir que sería imitada hasta la saciedad”, dice Isidoro Merino. Y Javier Reverte recuerda que para este escritor ser nómada fue sello distintivo combinado con una poco común solidez literaria, quizá debido a que, de nuevo Reverte, “el viaje literario es el más rentable porque lo haces tres veces: al planearlo, al pisar el camino y al escribirlo”.

Shakespeare conoció a Chatwin en Londres en 1982 y es interesante su recuerdo. Lo visitó en su estudio de Eaton Place en donde una bicicleta estaba recargada en la pared y un libro de Flaubert tirado el suelo. “Era más joven de lo que había imaginado, con aspecto de refugiado polaco, anoréxico, pantalones anchos, pelo gris rubio, ojos azules, facciones afiladas y verbo como navaja […] No dejó de parlotear desde el momento en que ingresé a su pequeña habitación del ático. En minutos me había dado el teléfono del rey de la Patagonia, el del rey de Creta, el del heredero del trono azteca y el de un guitarrista de Boston que se creía Dios”.

bruce chatwin
Fotografía: Infobae.

A Chatwin no le gustaba dar entrevistas, pero Shakespeare lo convenció de que participara en una mesa en televisión con la oferta de compartir créditos con el mismísimo Borges. Bruce llegó primero al estudio y cuando vio aparecer al Gran Viejo comenzó a parlotear sobre sus libros y su obra. “¡Es un genio!”, dijo en voz alta. “No puede uno salir sin su Borges. Es como empacar el cepillo de dientes”.

Don Jorge Luis, quien avanzaba por el pasillo de la televisora del brazo de Shakespeare, escuchó, se detuvo, alzó un poco el rostro y sin dirigirse a nadie en particular, exclamó: “¡Qué antihigiénico!”

En retrospectiva alguien podría decir que Chatwin fue de una personalidad maniática, obsesivo-compulsiva. Era muy capaz de dar el primer paso de un viaje que podría ser de uno o mil kilómetros, sin más equipaje que su libreta parisina de hojas gruesas y pastas de piel en donde anotaba en letra minúscula –más pequeña cuanto más personal era la entrada– sus observaciones sobre todo lo que cruzara su camino.

Me divierte imaginar la sorpresa de un jeque en Benin, de unos alemanes ortodoxos en el sur de Argentina o de una familia de aborígenes en Queensland, al aparecérseles este inglés desgarbado en la tienda, en el establo o entre los arbustos y decirles, como si fuera una visita familiar largamente esperada, “Hola, soy Bruce Chatwin. ¿Charlamos?”

En un artículo publicado en LAWeekly en marzo del 2000, Shakespeare recuerda que Joan Didion dijo: “Nos contamos cuentos a nosotros mismos para sobrevivir” y cree que esto fue “más cierto para Chatwin que para la mayoría de nosotros. Cuando le pregunté a Salman Rushdie ‘¿Qué es esa Bestia que Bruce intenta mantener a raya?’, respondió con gran agudeza: ‘La Bestia es la verdad sobre sí mismo. La gran verdad que oculta es su verdadera identidad’.

“No fue sino hasta sus últimos meses, cuando enfermó, que la verdad salió a luz. Diez años después de una visita al África Occidental, en la tarde del 12 de septiembre de 1986, Bruce fue internado en el pabellón de emergencias del Hospital Churchill de Oxford. Su ficha de ingreso sólo lo identificó como escritor de viajes de 46 años, VIH positivo”.

Juego de ojos.

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Del calzado deportivo. ¿Una carrerita? 2ª Parte

Lectura: 6 minutos

La tendencia en el calzado deportivo a partir de los años 70 del siglo pasado se ha convertido en un mercado complejo que, además de considerar la funcionalidad de la pieza deportiva, representa tendencias de moda que son identitarias para distintos grupos sociales, en particular, de jóvenes. Incluso de los jóvenes de aquellos tiempos que, hasta la fecha, siguen –¿seguimos?– utilizando tenis como parte del vestuario casual.

Asumo la responsabilidad generacional que me corresponde, verán, los Baby Boomers iniciamos un estilo que se ha preservado entre nuestros sucesores de la Generación X, Centennials y Millennials. Bueno, nosotros, los Baby Boomers, solíamos ser más conservadores en el uso de este tipo de calzado, había restaurantes, discotecas y bares cuyo código de vestido, incluso en zonas turísticas de playa, prohibía el ingreso con tenis. ¡Cómo ha cambiado el panorama desde entonces! Hoy en día hay tenis de vestir, métalicos, con tacón, en bota alta hasta media pierna, se volvieron fashion y son trendy.

Las mujeres utilizan faldas de cualquier largo con estos zapatos “deportivos” y pueden presentarse prácticamente en cualquier tipo de evento utilizándolos, hay hasta diseños especiales para novias. Los hombres utilizan los tenis como parte del outfit para un estilo que va de lo totalmente deportivo en un “gym fashion look” hasta el “fachita cool” que los hace verse elegantes pero “alivianados”. Sin duda los tiempos han cambiado y la labor de posicionamiento de los tenis en la vida moderna, se ha convertido en un mercado que solamente en México representa más de 300 millones de pares al año, de los que 80 millones deben ser importados porque nos tenemos la capacidad para cubrir la demanda nacional con producción propia.

producción de tenis
Fotografía: Lexelart.

¿Cómo fue que se dio la revolución del zapato tenis? Uno de los primeros criterios que favoreció el desarrollo de esta industria ha sido la generación de materiales nuevos a partir de la síntesis de plásticos que fueron fundamentales para la primera transición de este tipo de calzado. La manufactura en cuero y tela dejó de ser necesaria, incluso dejó de ser tendencia porque los productos artificiales, sintéticos, ofrecían una mayor durabilidad y resistencia, además de muchas alternativas de imagen, colorido, textura, etcétera.

Como mencioné antes, en un inicio esta industria era de cobertura exclusiva en el ámbito deportivo, en algún momento en los años 70 se incluyó el mercado del ocio y, a partir de los años 90 en adelante, rompió todas las fronteras y se empezó a incluir en el atuendo cotidiano casual, laboral y hasta formal, como un “statement” de la moda prevaleciente en cada época y temporada. Hoy tenemos ejemplares que son clásicos, como los All-Star de Converse y otros nuevos jugadores que se han ido incorporando a la oferta.

Las marcas pioneras que han determinado esta evolución han sido la antes nombrada Converse, además de Nike y Adidas como punta de lanza, líderes en el mercado a nivel global. Marcas como Puma han subido y bajado de la punta de la ola, y otras, como Vans, aparecieron posteriormente en el panorama volviéndose muy populares a partir del principio del siglo XXI, primero a partir de la adopción de los grupos de “patineteros” que usaban los pantalones a media pompa.

Es interesante valorar el esfuerzo que las diferentes marcas han realizado para cautivar a los distintos segmentos de mercado. En particular Nike se voló la barda con una campaña dirigida a las mujeres jóvenes por ahí de mediados de los 90. Tomaron a chicas futbolistas, atletas de diferentes ámbitos, pero también bailarinas de danza urbana como hip hop, verdaderas acróbatas. Impulsaban un concepto nuevo de mujeres reales –igual que Dove en el mercado de higiene personal– que era especialmente valorado y resultaba importante para el discurso de época de las jóvenes de entonces. La libertad, la sororidad y la revaloración de la actividad física deportiva realizada por las mujeres, estaba en boga para marcar el cambio de un paradigma en el mito de lo femenino. Así, campañas como las que Nike ha realizado desde aquellos remotos tiempos, hace ya una veintena de años, han sido representación de lo que sucede en la vida de las mujeres e inspiración para el empoderamiento de otras muchas que pueden tener modelos aspiracionales diferentes a los convencionales en el siglo XX.

La cultura dominante cambia y con ella la expresión de la moda en el calzado deportivo. Hoy en día podemos encontrar un very high end market especializado en el diseño de zapato deportivo con burbujas de aire, secado inmediato, con géneros anti-olores, de muy alto precio que satisfacen las necesidades de deportistas de alto perfil, además de alimentar la imagen aspiracional de las marcas. Así podemos ver unos tenis enormes que Nike diseñaba especialmente para Shaquille O’Neal y que costaban un dineral. Nadie más que O’Neal podía usar esos zapatotes, el precio era totalmente inaccesible y reforzaba el deseo de los varones de poseer unos tenis Nike, aunque no fueran los de su ídolo del basquetbol.

En este curioso mercado hemos pasado también por una serie de diseños peculiares. Por ejemplo, en algún momento estuvieron en boga una especie de tenis para corredores que tenían la forma de un calcetín con los dedos separados, para que, según los mercadólogos que los promovieron en su tiempo, el concepto de “naked feet” permitiera un movimiento más natural del pie. Por supuesto, así como llegaron, desaparecieron.

naked feet
Imagen: Coach9.

Vimos también en algún momento del desarrollo de este mercado, la idea de unos tenis para muejres que, como suele suceder, tienen la fantasía de que se puede bajar de peso sin hacer dieta ni ejercicio. Aprovechando este cándido anhelo, hasta los charlatanes han encontrado cómo sacar ventaja de este mercado billonario, ¿se acuerdan? Por allá en el 2011, llegó la publicidad de uno tenis mágicos, casi milagrosos, que prometían que sus usuarios podían bajar dos kilos en cinco días, si los usaban tres veces por semana durante 10 minutos –claro que había que usarlos caminando, no sentado en el sillón–. Además aseguraban que tenían la protección de la tecnología “Gravity 0” para proteger las articulaciones, ligamentos o espalda. Ofrecían ser totalmente seguros, cómodos y efectivos, sólo que a las pocas semanas de su lanzamiento en el mercado mexicano se advirtió de que podían ayudar a tener una postura más correcta, pero por supuesto que el efecto en la disminución de peso era una absoluta farsa.

Finalmente, desde John Hopkins salieron publicaciones que desengañaban a quienes esperaban el mágico efecto, brindándoles información adicional en cuanto a un riesgo incrementado de lesiones en el tendón de Aquiles. En México, la Cofepris los cuestionó por no cumplir la promesa que hacían en su publicidad y la Profeco fue convocada a intervenir con la amenaza de que la empresa comercializadora podía ser acreedora a una multa de hasta seis millones 680 mil pesos. A fin de cuentas, quien sabe a qué arreglo habrán llegado porque la publicidad, junto con los tenis milagrosos, desapareció, y no hay registro de que se haya cubierto sanción pecunaria alguna.

Pero bueno, esto es sólo parte de la historia y las anécdotas alrededor, que no son cualquier cosa si calculamos que el precio de estos tenis era de $90 dólares en Estados Unidos y de hasta $1,200 pesos en México. Y en ese sentido, las tendencias a futuro de esta industria son sumamente interesantes, su principal reto es ser ecológicas en una cultura sostenible y sustentable, pero eso tendremos que comentarlo en la siguiente publicación de Ayer, Hoy y Mañana del calzado deportivo. Mientras, ¿si te estás poniendo en movimiento y usando tus tenis para salir a hacer un poco de ejercicio o solamente para verte cool?

¡Hasta la próxima!


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Los humores de la luna

Lectura: 3 minutos

Es difícil usar la palabra “satélite” en un poema o escribir un cuento fantástico en torno a ella. La relacionamos con algo que siempre está ahí, casi a disposición de una entidad superior. Al único satélite natural de nuestro planeta le ha sucedido lo contrario. Aun antes de conocer sus efectos sobre la Tierra, su belleza en la lejanía, las modificaciones en su forma, color y tamaño, el esbozo de sus cráteres, todo en ella ha sido fuente de inspiración. Es poderosa, esta luna nuestra. El mar, el día y la noche, los meses y los ciclos de la fertilidad dependen de ella.

Pequeñísima en comparación al sol, lo cubre por completo durante los eclipses totales. Cuando ella reina en el cielo, opacando por un momento a su hermano Helios, las mujeres embarazadas deben cuidarse de su mirada. Los campesinos saben que ese año las cosechas y los animales por nacer serán distintos. Como también saben que no es lo mismo sembrar en luna llena, menguante o creciente; que afecta el desarrollo de los cultivos. Es importante tomarla en cuenta.

locos de la luna
Ilustración: Daniel Watts.

En Gran Bretaña, todavía a mediados del siglo XX, seguían llamando “Lunatic asyilum” a lo que ahora llamamos Instituciones psiquiátricas. Asilos para lunáticos. En diversas culturas, las mujeres son especialmente propensas a sufrir ataques de histeria en luna llena, pero la leyenda de los hombres lobo muestra que no somos las únicas en estar bajo su influencia. Es aliada de los vampiros y algo de miedo debe tenerle el sol porque nunca han coincidido en el espacio. Por si fuera poco, es engañosa. Luna, la luminosa, la que ilumina, en realidad se roba la luz de su hermano mayor para hacernos creer que nos alumbra en las veredas oscuras.  

En la canción de Mecano, la vemos despiadada con la mujer que hace tratos con ella y maternal con su hijo: “Dime luna de plata que pretendes hacer con un niño de piel…” y ella se convierte en cuna para arrullarlo.  En la leyenda de “El conejo en la luna”, Quetzalcóatl graba la figura de un conejo en ella en recuerdo de la generosidad con que el animalito se ofreció al dios en alimento cuando no tenía nada que comer. Dos ejemplos de las innumerables historias basadas en ella. Qué mal le va a la luna la definición de “satélite”. Un astro que nos mantiene estables en el firmamento, que mueve las mareas y es capaz de enloquecernos. Qué bien se las ha ingeniado para reinar sin tener siquiera luz propia, para competir incluso con el magnífico Helios.

alrededor de la luna
Ilustración de la novela de Julio Verne “Alrededor de la Luna” dibujada por Émile-Antoine Bayard y Alphonse de Neuville.

Los habitantes de las ciudades miran menos el firmamento que los del campo. Las estrellas nos toman desprevenidos y es raro ver surgir a la luna en su esplendor. En el campo, lejos de las luces artificiales, el cielo en la noche nos recuerda nuestro diminuto lugar en el cosmos. Gracias en parte a la oscuridad, Copérnico descubrió que no somos el centro del universo y de no ser por ella nos perderíamos los relatos que surgen de la penumbra. Copérnico debe haber pasado horas observando a Selene y, rumbo al refugio de las cavernas, nuestros ancestros seguramente agradecían que guiara su camino.

Hace unos días tuvimos la primera superluna del año. Fue una noche de sueños agitados e insomnios. De niños inquietos, de mareas peligrosas, de poetas locos sin saberlo. En el campo, los coyotes salieron de cacería. En los libros, los hombres lobo aullaron. Me gustaría saber qué sucedió bajo la tierra, donde los árboles y las plantas estiran sus raíces. ¿Estaba de buen humor la luna esa noche? ¿Dejará que las cosechas prosperen o pedirá sacrificios a cambio?


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Época de cambio en La México

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A punto de terminar la Temporada Grande 2019-2020, organizada por Tauro Plaza México a partir de noviembre del año pasado, vale la pena enfatizar una serie de cambios que se han venido implementando y que los empresarios Alberto Baillères y Javier Sordo de Tauro Plaza México han avalado apostando a innovaciones sustentadas en novedades, o bien, recurriendo a tradiciones olvidadas.

En las novedades, tal vez por la vorágine pasó desapercibido que como nunca en la historia de nuestro coso monumental, a punto de cumplir 75 años de inaugurado, en la programación de la primera parte de la temporada, los nombres de los actuantes en los carteles casi nunca no se repitieron, salvo en el caso de Joselito Adame.

El resultado es que entre otros con gran fuerza se proyecta José Mauricio, quien estaba en el ostracismo y hoy en día, gracias a esa fórmula y por supuesto a su tauromaquia, resurgió con fuerza.

En el renglón ganadero, han procurado equilibrar entre las demandas de las figuras y las ganaderías que se lidian.

Estoque de Oro para Enrique Ponce
Alfonso Enrique Ponce Martínez, torero español (Fotografía: La México).

En términos generales ha prevalecido la buena presentación y, por ejemplo, en el festejo del Estoque de Oro vimos lidiar a Enrique Ponce un toro de La Joya, situación que nunca antes habíamos visto, y si bien fue una sustitución por otro que se lesionó del ganadero Julián Hamdan, parecería que así será de ahora en adelante.

El festejo de Estoque de Oro después de casi más de 41 años de no celebrarse en el ruedo de La México, se presentó con toda la categoría que implica la formación de un cartel con toreros españoles y mexicanos. El 9 de febrero resurgió con fuerza y es de las tradiciones que, al recobrarse, representa un evento especial en cada temporada grande.

El presente de la torería española en México se llama Antonio y se apellida Ferrera, quien en su turno en el Estoque de Oro construyó una faena de altos vuelos con un muy importante astado de La Joya, Tocayo, y así convertirse en el quinto matador español que logra una faena de indulto en La México.

El primero en 1986, el 4 de mayo para ser exacto, El Niño de la Capea con Samurai de Begoña, logró aquella gran faena que, por cierto, ya como Antonio, sin trofeos simbólicos. De esa manera, después de casi 42 años en que el ganador fue Curro Rivera – él también coincidentemente hizo una faena de indulto a Saltillero de Campo Alegre y recibió (ahora prohibidos) los máximos trofeos simbólicos–, Antonio obtiene el trofeo en disputa.

ruedo en la mexico
Fotografía: La México.

Es el primer torero español en conseguirlo en su historia durante 10 festejos, y si se une a la Oreja de Oro, es el cuarto en obtener un trofeo de tal magnitud, precedido por sus paisanos, María Martorell, Paco Camino y El Viti, quienes en diferentes fechas se ungieron triunfadores del trofeo que otorga la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos que ahora bien preside Paco Doddoli.

Por primera vez en su historia, el 1º de febrero, se presentó una tienta pública, el espectáculo cómico taurino con Patorro y los Enanos Toreros, además de otras amenidades gratuitamente, y se le permitió al público capitalino transitar libremente por las instalaciones de La México, lo cual redundó en un gran éxito de difusión en el que participaron muchas familias y que impulsa a repetirlo.

El toro de regalo, por acuerdo de empresa, ganaderos y toreros, se ha evitado durante la temporada y ello ha propiciado que los festejos sean un poco más breves que antaño y que los toreros no recurran a ese recurso válido, pero que de tanto usarlo, se había constituido en un abuso.

Al relance pues, conviene repasar después de unos meses y a punto de terminar La Temporada Grande, que la apuesta por lo distinto –reitero con base en lo tradicional y en lo novedoso– se ha reflejado en las entradas a partir del mes de febrero. Me parece que el público ha recibido con beneplácito los cambios que, en una época compleja para el toreo, son justos y necesarios. Ni duda cabe.


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Entrevista a la escritora Antolina Ortiz, ganadora del Premio Nacional la Novela Breve de Editorial Paralelo 21

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En Montreal, Canadá, Roberto Arriola García entrevista para El Semanario Sin Límites a Antolina Ortiz, egresada de la Licenciatura en Filosofía de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, y una emergente estrella en el mundo de las letras hispánicas.

  • Antolina Ortiz (@antolina_ortiz) fue galardonada el año 2019 con el 1er Premio Nacional a la Novela Breve para Escritoras Mexicanas por la Editorial Paralelo 21 en México;
  • Fue nominada en ese mismo año al Premio Nadal, en España, por su novela corta “Seda Araña”.
  • Esta novela es la tercera de su prometedora carrera, a la cual le antecedieron: “Tres Silencios”, publicada en México; y “Otumba”, publicada en Canadá.

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