niños y niñas

Desabasto de medicamentos oncológicos para niños y niñas: violación a los Derechos Humanos

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En México, mueren alrededor de seis niños y niñas por cáncer al día, según datos de la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer. No obstante, desde que inició la autollamada Cuarta Transformación son cada vez más las víctimas infantiles de la enfermedad mortal que tienen que luchar sin medicamentos, atención médica y con una pandemia que los deja más vulnerables.

Precisamente ante la necesidad de padres y madres desesperadas por la escasez de medicamentos oncológicos, la tarde este lunes 8 de febrero se llevó a cabo el primer foro en materia titulado “Por el Derecho a la Vida y a la Salud de la Niñez con Cáncer”. Encabezado por la abogada Andrea Rocha Ramírez, en el evento quedó anunciada la necesidad de acudir a organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para exigir acciones por parte del Gobierno Mexicano.

Y es que de acuerdo con Rocha, la actual administración no ha tomado acciones frente a la crisis sanitaria que enfrenta la infancia con cáncer. Lo peor de la situación, es que según la abogada, la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador sabe de la problemática y sigue con los brazos cruzados, aún cuando se trata de una “amenaza de muerte”.

La defensora de los padres y madres afectadas anunció que ya emitió 33 amparos e incluso, se refugió en todas las instancias jurídicas del país, sin tener respuesta alguna. Por ello, se ha tomado la decisión de solicitar a la CIDH la instauración de medidas cautelares de México.

“En esta administración comenzó el desabasto, las autoridades no han hecho las acciones. Conocen la falta y se han negado a tomar medidas. La amenaza es la muerte y el daño irreparable”, aseguró la abogada.

Desabasto, avance de enfermedad y muerte: testigos

El pasado 26 de diciembre del 2019, falleció de cáncer el hijo de la señora Lorena Aguilar debido a que le negaron sus quimioterapias. Aunque el sufrimiento ya es parte de ella, está formando parte de un movimiento a favor de la causa, con la finalidad de que menos madres pasen por el proceso que ella enfrentó.

Por su parte, Susana Martínez Hernández sigue en la batalla contra la enfermedad de su hija. La menor de siete años de edad fue diagnosticada con cáncer desde julio del 2018 y recayó unos meses después, en noviembre.

Dado el desabasto de medicamentos acompañado de su encarecimiento, la madre de familia ha logrado sacar adelante a la pequeña gracias a las donaciones de terceros. En su experiencia, medicinas que hace algún tiempo costaban 100 pesos, ahora llegan a los 2 mil.

“Quisiera estar en el lugar de los niños”. Para Susana Martínez, el tratamiento de su hija ha sido muy desgastante. Esto, sobre todo porque además de los retos físicos, ha enfrentado difíciles situaciones emocionales.

Algo similar pasó con Raquel González, quien con su hija ha mantenido la guardia desde el año 2019. Con un diagnóstico tardío, la menor llegó a tener 40 por ciento de su médula con células cancerígenas. 

No obstante, el alza de precios de tratamientos también le pegó a su familia y desde entonces, dio pasitos para seguir adelante con su niña.

Cáncer infantil requiere tratamientos integrales

Aunado a toda una serie de intervenciones médicas, las personas que padecen de cáncer, junto con sus familias, requieren recibir tratamiento psicológico. ¿La razón? La enfermedad consume poco a poco las fuerzas de quienes lo viven de cerca. 

Pero, vayamos por partes. Según la experiencia del médico cirujano Yahveth Cantero Fortiz, el cáncer es la primera causa de muerte de niños y niñas entre 5 y 14 años de edad. En este sentido, en el país se registran alrededor de 20 mil casos anuales.

No obstante a lo anterior, lo más grave del asunto radica en que 65 por ciento de la población infantil afectada registra diagnósticos tardíos. Dicha situación hace que los tratamientos y quimioterapias comiencen a concretarse en etapas más difíciles de controlar. 

Cantero Fortiz explicó que las quimioterapias hacen referencia al “uso de medicamentos capaces de detener el crecimiento de células cancerígenas”. Agregó que pueden ser suministrados por diferentes vías y momentos del proceso quirúrgico de la enfermedad, dependiendo del tipo de cáncer que se trate.

Así, la importancia de que los niños y niñas reciban sus quimioterapias a temprana altura puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. La ventajas de recibir sus tratamientos a tiempo son tan variadas que van desde mantener el peso adecuado para enfrentar el padecimiento hasta detener el crecimiento de las sustancias malignas en el organismo.

Pero entonces aparece el punto donde las afectaciones rebasan lo fisiológico y llegan a las fibras emocionales no sólo de la infancia afectada, sino de las personas que la rodean. De acuerdo con Denise Meade, Doctora en Psicología Clínica, los daños de estar cerca de un paciente con cáncer son innumerables y afectan de distinta forma a los integrantes del hogar. 

Para empezar, el infante que padece el cáncer recibe toda una lluvia de consecuencias emocionales. Denise Meade explicó que a partir de los cinco años de edad, los seres humanos comienzan a ser más ecuánimes y reconocen la gravedad de las circunstancias. Precisamente por ello, resienten en mayor medida, cambios bruscos en su entorno, el fracaso escolar, trastornos sociales y hasta ansiedad o depresión.

Como era de esperarse, —luego del niño o niña enferma— los padres suelen ser los seres más afectados por la situación. Por consiguiente, suelen experimentar ira contra Dios, el personal de salud y hasta consigo mismos. “¿Por qué a mis hijos?” se convierte en una pregunta constante aunque difícil de resolver. 

Mientras tanto, según Meade, los hermanitos de la persona enferma también forman parte fundamental del proceso de la enfermedad. Esto, sobre todo, debido a que padecen la falta de atención de sus padres y hasta llegan a experimentar sentimientos de culpa. 

Aunque la atención integral en personas con cáncer es fundamental, la psicóloga señaló que en la autollamada Cuarta Transformación, se ha revictimizado a los padres y madres de familia que protestan por la falta de tratamientos oncológicos. Tal situación en lugar de brindarles servicios que garanticen el derecho universal a la salud en toda su extensión de la palabra. 

Por falta de medicamentos, Gobierno viola Derechos Humanos

La senadora Angélica de la Peña Gómez aseguró que el actual gobierno está cometiendo una vioalción a los Derechos Humanos al no garantizar tratamientos oncológicos para niños y niñas enfermas de cáncer. Incluso, comentó que es inaceptable que familiares deban exigir el abastecimiento médico, cuando todo mexicano debería gozar del mismo. 

Y es que efectivamente, según el artículo 4 constitucional, “Toda persona tiene derecho a la protección de la salud”. Asimismo, con base en la Declaración Universal de los Derechos Humanos “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar”.

“Las madres y los padres no deberían estar enfrentando esto. El Estado Mexicano tiene la obligación de garantizar el derecho a la salud de la niñez,tiene que tomar todas las medidas necesarias”, apuntó De la Peña Gómez

Para Angélica de la Peña es “muy triste” que ahora se tenga que recurrir a la CIDH a fin de que interponga medidas cautelares al país a fin de poner orden a las omisiones de la actual gestión. A final de cuentas, cada minuto cuenta en la carrera que miles y miles de niños y niñas enfrentan a diario para luchar por sus vidas. 

Quantos de ciencia, experimentos en casa para niños

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En este texto describo cómo se me ocurrió grabar cápsulas de ciencia para niños y complementarlas con un curso. Este último está pensado para abuelos que quieren interactuar con sus niños pequeños a distancia. Están disponibles en mi página.

Julieta Fierro
Julieta Fierro y sus cápsulas “Quantos de Ciencia”.

La idea de grabar cápsulas de ciencia surgió poco después de que comencé a grabar un curso introductorio de astronomía general que fuera interesante, intuitivo. (Las clases grabadas y textos se pueden consultar en mi página.) Durante las sesiones de grabación realizaba experimentos sencillos para explicar los fenómenos astronómicos; algunos eran muy vistosos. Los jóvenes que grababan y editaban: el matemático Damián Real y el físico Diego García, participaban con extras en algunas demostraciones y las sesiones se tornaron en diversión. Así que se me ocurrió generar cápsulas de ciencia a partir de esas demostraciones interesantes, sencillas y sorprendentes, con lo cual dio origen a “Quantos de Ciencia”.

Más adelante, Damián y Diego comenzaron a trabajar en la Secretaría de Educación, Ciencia y Tecnología de la Ciudad de México, y emprendimos la tarea de grabar como experimento algunas cápsulas para primaria y secundaria, con la intensión de responder algunas preguntas frecuentes de los niños. Una de las más populares resultó ser: ¿Por qué vuelan los aviones?

niño jugando aviador
Imagen: Frepik.

Uno de los objetivos de estas cápsulas fue que los docentes pudieran repetir las demostraciones con objetos que tuvieran a la mano, sin requerir de laboratorios especiales para enseñar la ciencia de manera lúdica e intuitiva.

Cuando llegó la epidemia y el subsecuente encierro, uno de mis hijos me pidió que le diera clases a distancia todos los días a su hijo pequeño. Así que desde mi casa, con las cosas que tenía a la mano, comencé a realizar demostraciones de ciencia, repetibles en casa.

Una semana después se me ocurrió preguntarles a Damián y Diego si podrían editar y subir a la red unos Quantos de ciencia para abuelos en cuarentena ¡y me dijeron que sí!

Julieta Fierro y ciencia para niños
Julieta Fierro y varias cápsulas de ciencia.

Debo admitir que sobre todo al principio fue agotador impartir clase a través de Zoom a un niño, pues aunque las sesiones fueran cortas, mantener la atención durante una hora y media, para enseñar de manera divertida resultó ser un gran esfuerzo. A partir de entonces grabo los Quantos. Incluso estoy describiendo el curso (está en mi página) para el caso en que otros adultos quieran participar fortaleciendo algunas habilidades a niños pequeños.

Muchos de los experimentos son clásicos de la ciencia y se encuentran con gran facilidad en internet, sobre todo si están en inglés. Otros se me han ocurrido por el hecho de haber estudiado física e impartir cátedra tanto tiempo, y algunos los he aprendido de otros docentes durante los congresos de educación.

niños y la luna
Imagen: 123 RF.

Pienso que si no fuera por las clases que le imparto a mi nieto cada día, probablemente estaría asustada y deprimida; como están, con toda la razón, millones de adultos mayores que viven solos durante esta pandemia. Sin embargo, gracias a este proyecto familiar y a la popularidad de “Quantos de Ciencia”, me siento fuerte, activa y debo reconocer que muchos días hasta cansada, lo cual es deseable porque “un abuelo cansado es un abuelo bien portado”. (Le agradezco a Francisco Ruiz por ocuparse de mi página y sobre todo al Instituto de Astronomía de la UNAM para el que trabajo desde casa).


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La enfermedad como nombre propio

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Incontables son estos niños, innumerables los padecimientos. Los han alejado de la calzada que conduce al parque; también de la escuela del barrio. Ahora, habitualmente, los dirigen a consultorios y hospitales, comprimiendo su infancia y juventud.

Todos ellos son muy diferentes a pesar de que hoy, en el registro, comparten el mismo nombre y apellido: Enfermedad Crónica. En la actualidad, así son clasificados. Ellos cuentan sus historias en el grupo al que asisten cada martes, a partir de las 11 de la mañana. De a poco avanzan sus procesos. Comienzan negando que les pasa algo, se enojan, regatean y después llegan a la aceptación. Ríen, expulsan frustraciones y encuentran astucias y destrezas donde otros ven puertas cerradas. Siguen buscando con atrevimiento. Finalmente… son niños.

Pepe nació con los pies torcidos. Sus primeros años transcurrieron entre operaciones y aparatos ortopédicos. Sus piernas fueron muy tocadas. Le dijeron que probablemente no podría correr.

Natalia, la “gordis”, ha nacido sin el botón para apagar el apetito. Su cerebro no manda señales de saciedad. Llora de hambre y lidia con la obesidad y dificultades escolares. En casa guardan la comida bajo llave. Sus hermanos se roban los chocolates de la despensa y juntos los engullen. Su mundo infantil no conoce restricciones.

Paco tiene la cadera frágil. Se desgasta incluso con movimientos normales. Como resultado, no lo dejan subir escaleras, jugar futbol o asistir a paseos donde podría caminar o correr más de la cuenta. Su mamá lo lleva en brazos a la escuela. Ella no entiende de humillaciones; ni él comprende la preocupación de ella. Paco anda rebelde y malhumorado, se escapa a jugar al patio de los vecinos. Ahí nadie lo vigila o reprende. No hay árbitros con silbatos enseñándole la tarjeta y sacándolo del juego. Puede estar a sus anchas.

enfermedad en niños
Imagen: Physicians Weekly.

Leo, “Despelucado”, se despelleja la piel porque no siente dolor. Lo tienen vendado como momia. Sufre infecciones y moretones, pero él ni las toma en cuenta.

Santi, el “niño cristal”, ya no asiste a la escuela. Entre cirugías y yeso se aburre en su casa. Ahora no tiene agenda propia. Como es la enfermedad quien dicta horarios y necesidades, sus deseos yacen dormidos. Santi describe su cuerpo como un títere. Los hilos los controlan la mamá y su médico especialista. Ellos dictaminan qué es adecuado para su salud y conveniente para él. Son sus salvadores. Él, apenas un observador pasivo del tratamiento.


Teo también está en el grupo. Como nació con bajo tono muscular, la debilidad lo domina. Su cuerpo es semejante al de un muñeco de trapo. Cada movimiento se le resiste: comer, tomar el lápiz, brincar. No obstante, sus padres me contaban:

Nadie que lo hubiera visto caminar lo habría notado. Tenía ese aspecto de descuido, la camisa siempre afuera de los pantalones, los hombros echados hacia delante cuando se sentaba, parecía que la gravedad lo empujaba hacia el piso y la tierra se lo fuera a tragar. Le decíamos ‘Hilito’. Esa palabra mágica le recordaba un hilo unido a su cabeza, que lo jalaba para estar derechito y ser alto: el wonderful wonderful you, como lo llamaban sus abuelos que vivían en Texas.

Teo jugaba en el barrio con todos los niños aunque le costara un gran esfuerzo. Al verlos, se levantaba y corría torpemente a jugar. Nunca le dijimos que no podría correr tan bien como los otros, ni le explicamos que era distinto. Por eso él, aunque lo sentía en su cuerpo, ignoraba en qué consistía esa diferencia. Entró a una escuela donde avanzaba a su propio ritmo. Cuando decía que le costaba trabajo le decíamos que era cuestión de repetirlo con frecuencia. Como admitimos su dificultad como parte natural de su crecimiento, siguió tratando hasta conseguirlo. No lo comparábamos. Nunca hablamos de incapacidad sino de posibilidades y logros.

En cuarto primaria, decidió participar en el equipo de futbol de la escuela. Le dieron su uniforme y él planeaba las jugadas de los compañeros. Todos estaban fascinados con su desempeño de estratega. Nunca le dijimos que no podía estar en el equipo. Entrenaba todos los días con el grupo. Se esforzaba más que ninguno. Quizá percibía que ciertas facultades, naturales en tanta gente, no lo eran para él. No le dijimos que, si acaso podía jugar, sería torpe y estaría en la banca, que no debía hacerse ilusiones de integrarse el equipo. Nunca hablamos de no poder. Como no se lo dijimos, él se reconoció y aprendió y… simplemente pudo.

enfermedad
Imagen: El Periódico.

Tony va al mismo grupo. Las alergias hacen que se hinche como pez globo con casi todo lo que come. Se le cierra la garganta y se asfixia; termina en urgencias un día sí y otro también.

Pero le va peor a Sabina, “la niña burbuja”, cuyo sistema inmunológico ataca indistintamente. Imagina el sistema inmunológico como un ejército de soldaditos que rastrea, rodea y le impide el paso a todo lo que pueda lastimar al organismo; es un amigo que vigila para protegerlo. Por desgracia, su ejército está confundido. Ataca lo que se le acerque. Por eso tiene que vivir protegida en una burbuja artificial con oxígeno limpio, sin olores fuertes o picantes, colorantes rojos, bizcochos rellenos de crema batida, luz o sol excesivo. No madruga ni se desvela. Defiende un equilibrio casi perfecto para que su sistema inmunológico se tranquilice y aletargue. Sabina hablaba con el grupo por Skype: He tenido que aprender a vivir sintiendo dolor, mareo, debilidad. No sé si me quejo por lo que siento o por imaginarme cómo sería una vida normal. ¡No puedo salir de mi cuarto esterilizado porque me muero! Cada mes recibo tratamientos para mejorar mis defensas. Siempre estoy cansada. Parezco la Bella Durmiente; entre sueños despierto en el encierro del palacio real.


A todos ellos la enfermedad crónica se les ha impuesto como un déspota que irrumpió de repente, y ha llegado para quedarse. Se apropió de la casa, sin permiso ni consideración, exigiendo la completa rendición de su víctima y de su familia. Se ha infiltrado en espacios, tiempos y objetos. El panorama no deja duda de su dominio: medicinas y aparatos sustituyen adornos y bicicletas.

Las conversaciones cotidianas se mezclan con términos científicos, preguntas cautelosas, respuestas vagas y confusas. La familia, perpleja y desorientada, la confronta con impotente fragilidad.

La enfermedad crónica se mete entre papá y mamá, entre los hermanos. Derroca autoridades y destruye las creencias que solían sostener a la familia. Todos entran en crisis, incapaces de ser los que eran. Resignado, cada uno hace los cambios necesarios para acoplarse a la nueva situación.

familia estresada
Imagen: The Spinoff.

Las relaciones se transforman: un hermano es el papá; una hermana la mamá; el menor madura a la fuerza. Ya no hay tiempo para juegos en familia. El ambiente es sombrío. No entra el sol en la casa, ni amiguitos ni visitas. ¡Con la tirana que domina sus vidas es más que suficiente!

—¿Cómo sacarle una sonrisa a mamá? –me dijo en una ocasión Tony–. ¿Podríamos distraerla? Su cansancio va de la mano al mío, pero no nos atrevemos a confesarlo. No es necesario. Se percibe en el silencio que va sofocando la música de mi casa poco a poco, como la niebla hace con el paisaje. A mi mamá se le ve el dolor en los temblorines de sus labios, en cómo se le están formando líneas profundas en la frente. Su cuello se pone rojo, rojo cuando el doctor le habla. No llora, no platica, no ríe. Mira la nada con sus ojos vacíos. Se pregunta si fue su culpa. Distribuye las dosis en las diferentes cajitas de colores que están regadas por toda la casa. Las verdes y azules encima del hornito en la cocina, las naranja en la mesa de noche de su recámara, las marrón en el librerito que está en la entrada… Ellos rompieron la regla de que las medicinas no deben estar al alcance de los niños. Es la enfermedad la que toma la batuta: se convierte en prioridad, más que el recital de mi hermano, el partido de domingo de mi hermana o la comida familiar.

El abuelo de Sabina se ha mudado con ellos. Porque los papás se ocupan de cuidados y urgencias. Entonces, ¿quién llena los espacios vacíos? Sabina es una niña enferma pero no es tonta, continúa el abuelo. Se da cuenta que sus hermanos están irritados. Algunas veces se encelan, otras se enojan, quizá tienen miedo a enfermarse ellos también.

En alguna ocasión, Natalia se quejó sin grandes dramas: Tengo varias batallas que recorrer. Una con mi cuerpo, una con mi mente, la otra con las caras aterradas de los que vaticinan, con cada suspiro, mi muerte.

—Para mis amigos soy “el Cristal” –relata Santi–. Se burlan o me tienen lástima. Estoy cansado de que nadie me vea diferente al cristal que se rompe fácilmente: no estoy en el chat del grupo porque no me puedo comprometer. No se cómo voy a sentirme al día siguiente. El miedo a empeorar hace que me cuide y no me arriesgue.

En verdad no es intocable, sólo que la gente se ha acostumbrado a no contar con él. Sollozando, expresa cómo le lastima la manida frase: “¿Cómo te sientes hoy?”, que lo marca con la etiqueta del enfermo. ¿Por qué no logran imaginar otra? Un día ya no aguantó que lo compadecieran. Se levantó de su pupitre en el salón de clases y les gritó: ¡No lo soporto! Si tan sólo pudiera decirles… Si nadie te ve realmente, ¿estas ahí? ¿Creen que la enfermedad es un estilo de vida? ¿Una elección? La persona no es la enfermedad. SOY alguien común y corriente que, además, TIENE una enfermedad. Eso no me define como persona. Me gustaría que, en vez de esa pregunta, que sabe a sentencia, me preguntes qué me gusta, qué dibujo, qué como; me invites a jugar, quizás a pasear…

Sabina nos relató cómo al descubrir los libros, encontró su salida del palacio enclaustrado:

No recuerdo de dónde se me ocurrió tomarlo la primera vez. Era muy pequeña y no sabía qué me esperaba al abrirlo. Parecía un objeto extraño, no muy atractivo. Sólo era de blancos y negros, como una caja fuerte. ¿Que tendría adentro? Además, ¡era tan diferente a todos mis juguetes! No creo que mi madre me lo obsequiara. No lo sé, es una incógnita. Quizás éste se rodó en mi cuarto a propósito, como si tuviera voluntad propia. Tal vez un ángel de la guarda lo deslizó para jugar con mi destino. Ya sabes, en una de esas repisas que llenan paredes enteras y los guardan de tal forma que sus lomos se ven de colores disparejos. He estado en uno de esos lugares inmensos donde subes las escaleras de caracol con rueditas movibles para buscar los que quieres, infinitos estantes, rodeada por un silencio total. Sólo se oye la respiración y el movimiento del torbellino interno de las personas refugiadas ahí. Abrí, deslicé las hojas como un abanico, me eché a reír a carcajadas. Pensé que el aire que recibía al moverlas era una bocanada fresca de brisa que me aturdía. Lo interpreté como una caricia, un “te procuro”.

osito enfermo
Imagen: Agenda menuda.

Desde entonces y siempre, ha sido para mí una relación muy personal, un gran amigo. Para muchos el libro representa entretenimiento, información, diversión, imaginación, y mil cosas más, qué sé yo. Para mí fue la salida. Alguna vez le pedí a papá una colección de cuentos de hadas. ¡Era maravillosa! Historias que la imaginación tomaba y sin precaución, las adoptaba para recrear múltiples historias. Claro, son historias que se originaron antes de que yo naciera, con países y personas que yo nunca conocí. Sí, como fantasmas que habitan y se mueven libremente por mi cerebro. Cada vez que abría un libro me encontraba en estaciones de tren, parques, lugares extraños o personajes que afectan a quien los lee. Además de la bocanada de aire fresco, conseguía un boleto para viajar. Los personajes se apoderaban de mis sentimientos e imaginación, me invitaban a vestirme con trajes espectaculares para llegar a momentos inciertos y situaciones que abrían puertas, pues los cuentos son universales. La vida cambia de libro a libro, pero la humanidad se pregunta siempre lo mismo.


Preguntas narrativas:
~ Cuando Sabina lee uno de esos libros, ¿qué le pasa a la enfermedad, al dolor y la incapacidad?
~ Si antes del descubrimiento de los libros, la enfermedad lo ocupaba todo, ¿cómo es la proporción ahora?
~ ¿Qué crees que ocupa ese lugar?
~ ¿Ahora qué Sabina tiene a los libros como grandes aliados, ¿en quién se ha convertido?
~¿Cuáles son tus propias salidas?
~ ¿Que ideas, mitos y creencias tiene tu familia sobre la enfermedad?
~ ¿De qué manera se aborda la enfermedad?
~ ¿De qué manera se practica la salud?
~ ¿De qué manera se cultiva la alegría?
~ ¿Cómo ves a alguien qué está enfermo?
~ ¿Qué tan verazmente se maneja la información sobre las enfermedades en la familia?


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Debemos alejar a los niños del crimen

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La semana pasada vimos las imágenes de varios niños armados como parte de la milicia. ¿Qué es lo pasa por la mente de un niño? ¿Cuándo se convierte en un recluta? ¿En qué momento es miembro activo del crimen organizado? ¿Qué lo lleva a transformarse en un sicario? No es noticia que las organizaciones criminales buscan y encuentran en la destrucción del tejido social a sus reclutas, es más, necesitan de esa destrucción o falta de tejido social para nutrirse.  Resulta ingenuo preguntar en dónde están los padres de esos niños que han sido abandonados y olvidados, completamente vulnerables, y que día a día viven en la miseria, desprotegidos, expuestos al abuso y a la violencia. Y que, penosamente, nunca tuvieron oportunidad de elegir, y este panorama desolador ha sido su única opción.

¿Cómo se llegó a este punto? Es el resultado de la mezcla de extrema pobreza, de la falta de servicios, del limitado o nulo acceso a la educación y a la salud. Todo ello consecuencia de la corrupción de un sistema político ineficiente, de una sociedad indolente, y así, la primera víctima se vuelve victimario y ahora de una nueva víctima que se siente alejada de ese entorno, de manera que se va creando el círculo macabro. No debemos seguir prolongando acciones concretas para crear las condiciones necesarias de un sistema, que aún con la ausencia de los padres o tutores, pueda proteger a estos niños y brindarles sus derechos elementales.

ninos en armas
Imagen: Causa Probable.

Estamos hablando de niñas y niños que no llegan a los doce años. Es increíble, pero pareciera que se les quiere ver como objetos, cuando son personas que merecen tener una vida digna.

Sugiero más propuestas y acciones como éstas:

1. Grupos de intervención conformados por trabajo social, psicológico, médico, y sociológico, implementando acciones y programas inmediatos.
2. Construcción y mejora para la “dignificación de las instalaciones” (escuelas, clínicas, parques, plazas, espacios públicos en general).
3. Programas de detección de riesgos sociales (profesor monitor, médico monitor, trabajador social, todos capacitados y sensibles al contexto y situación de cada niño y niña).

La lista es tan larga como la queramos hacer. El enemigo es la corrupción y la indiferencia, y esto es corresponsabilidad de todos. Winston Churchill decía que Un apaciguador es alguien que alimenta al cocodrilo, esperando que se coma a otro antes que él.  ¡Urge comenzar! Los niños no son el futuro, son el presente de México. 

¡Hasta la próxima semana!


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Si yo le hubiera dicho…

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Los últimos meses la acompañan ataques de pánico e ideas suicidas…

La conocí en el área de urgencias del hospital. La doctora quería asegurarse de que no fuera epilepsia. Taquicardia, sudoración en todo el cuerpo, dolores de cabeza agudos y la reciente pérdida de conciencia, convencieron a Lili, de tan sólo doce años, de que se iba a morir. Lloraba, abrazada a su madre. No permitía que la tocaran los médicos.

El área de urgencias no es el mejor lugar para tranquilizar a una niña. En el equipo acordamos darla de alta y verla en el consultorio, fuera del hospital. Resultaría menos amenazante y disminuiría su inquietud. Así que le escribí la siguiente carta invitándole a venir:


Querida Lili:
He pensado mucho en ti en estos días. Me he preguntado cómo estarás con el asunto de la preocupación.
Estar asustada por la angustia no debe resultarte fácil. ¿Te das cuenta de que no todos los niños viven así? ¿Crees que algunos no la sienten NUNCA? Bueno, eso dicen. A TODOS EN ALGÚN MOMENTO NOS ANGUSTIA ALGO.
¿Sabías que una parte del cerebro tiene una alarma que se enciende cuando sientes que hay peligro? Al sonar, nuestro cuerpo reacciona, como ocurre a los animales. Nos manda el mensaje: “defiéndete o corre” y nuestro cuerpo obedece. El corazón se agita, los músculos se ponen tensos y hasta nos puede doler el estómago o vomitamos. Nuestra mente se llena de pensamientos horribles: “¿qué pasa si…?” Luego analizamos si hay peligro de verdad. Si sólo lo imaginamos, la alarma se apaga.
Es útil tener algo de angustia. Avisa si hay peligro para cuidarnos y no meternos en líos. Lo importante es que no se prenda esa alarma todo el tiempo y que sepamos apagarla cuando no sea necesaria.
Probablemente ése es el trabajo que tienes que aprender a hacer. Tienes una cabecita inteligente que funciona como una fábrica de preguntas y va muy rápido.
Lili, no debe ser nada fácil sentirse así todo el tiempo, dejar de hacer lo que quieres porque las preocupaciones abarcan tus pensamientos y tú no puedes hacer nada.
Mencionaste “ansiedad”. Estar asustada de algo que no sabes manejar y te genera preocupaciones. ¿Recuerdas? Me dijiste que era como un monstruo, un dragón que se mete contigo. Puede ser realmente intimidante, porque quiere que te sientas atrapada, y que no seas libre como los otros niños.
Vengo con nuevas ideas, no estás sola Lili, además tus papás y yo somos de tu equipo.
Pronto nos veremos. Saludos.
Fanny.


ataque de ansiedad
Ilustración: Mimi Nizan.

Lili acepta mi invitación: tiene la libertad de escribirme mensajes con el celular cada vez que aparezca el Monstruo.

A ella le encanta vestir overoles de mezclilla, camiseta y tenis de colores luminosos que hacen juego con las ligas que separan su cabellera en dos trenzas tupidas y alborotadas. Su sonrisa franca exhibe sus grandes dientes con brackets, también adornados con ligas de colores. Es una niña chistosa; llena de ingenio y fantasías. Su aspecto alegre no concuerda con su angustiante relato. Es claro que sus días están nublados.

Durante la conversación descubrí que Lili conoce a todos los personajes de las películas infantiles. Recita de memoria los guiones. Le gusta cantar y actuar.

—¡Una actriz! —le dije—. ¡Te sabes las obras que otros escriben con puntos y comas, lo mismo que sus canciones! ¿Has pensado narrar tus propias historias? Las palabras pueden ser divertidas, débiles o intensas y poderosas. Créeme, pueden subir a una persona y hacerla sentir dichosa o bajarla hasta hacerla sentir un gusano.

Después de algunas preguntas inició con su historia. Desde el verano, un chip en la cabeza jalaba al mal humor y a la angustia, cuando aparecieron los pensamientos. Ocurrió semanas después de iniciar el ciclo escolar. Las ideas suicidas invadieron su mente.

Para evitar los cuchillos, dejó de entrar a la cocina de su casa. Por el miedo a tirarse por la ventana, no salía de su cuarto. Inclusive comía en compañía de su madre que le ayudaba a hacer las tareas y esperaba a que se durmiera.

Lili y yo queríamos entender cómo y en qué momento aparecían estas ideas. Después de platicarlo, concluimos que estaban alimentadas por un sinnúmero de películas y pláticas con sus amigas sobre la muerte, los cementerios y las momias.

Las ansiedades fueron cambiando de forma. Iban de las ideas suicidas a la noción  de que era bipolar, término que oyó en la escuela y profundizó en Internet, hasta la sospecha de que era “pan-sexual” por los comentarios de una amiga.

—Me siento atraída por mi amiga y antes los estuve por un niño, eso es ser bisexual. Dicen que son las hormonas, pero que yo recuerde me gusta jugar con niños y niñas desde chiquita.

Ahora insistía en que esta enfermedad era para toda la vida y que nunca más podría ver cuchillos, ventanas abiertas o niñas bisexuales. Se sentía bicho raro en la escuela.

ansiedad y dudas
Ilustración: Dribbble

¿Las cosas volverán a ser como antes?, se preguntaba. Si se trataba de una enfermedad, ¿qué diagnóstico tenía? Todo está cambiando y tengo puras confusiones.

Aprovechando su gusto por la actuación, hicimos el guión de una obra de teatro. Éste era el reparto de personajes:

— El personaje principal: una niña con ansiedad que cada semana tenía una preocupación nueva.
— Ansiedad: atosigadora por naturaleza.
— El coro de amigas: chismosas y bullies.
— Por último, su primo favorito y gran consejero.

Grabamos. Lili, entre risas por su actuación y seriedad por el contenido, transformaba a la niña con ansiedad, a su antojo. Estaba fascinada como escritora y directora de sus palabras. Se mostraba exigente con los personajes:


En el escenario se encuentra la niña, artista principal, rodeada del coro de fieras amigas, coquetas y vestidas al último grito de la moda. Acechan y la obligan a ponerse enormes carteles de madera sobre el cuello con palabras que parecen ser de otro idioma.

Ansiedad:
¿Por qué tienes que cargar nombres que ni entiendes lo que significan?

Coro:
Te llamas Pansexual y no importa que no entiendas. ¡Lo actúas!

Niña:
¿Y qué si no entiendo?

Coro:
No es cosa de entender. Nos dicen qué decir y cómo ser y eso somos.

Ansiedad:
Pero cada semana cambian lo que debemos decir y hacer, yo ya no puedo más. Aunque quiera ser parte, no sé ni por dónde.

Niña:
Eso he hecho. Cantando pedacitos de canciones y de pelis puedo aprender a hacer muchos papeles.

Ansiedad:
¡Me confundo, me asusto, grito, me sudan las manos, me brinca el corazón, no duermo, tengo pesadillas y hasta me desmayo!

Niña:
Cada obra soy yo, mientras la actúo. Después, ¿quién sabe?

Ansiedad:
Cada obra podrías ser tú. Aún mejor, escribirla tú.

Coro:
No podríamos dejar de ver obras y pelis.
No podríamos dejar de hacernos preguntas.
No podríamos dejar de oír a las otras niñas.
¡Estamos atrapadas! ¡Estamos perdidas!

Niña:
No encuentro salida. Por eso me acompaña Ansiedad todos los santos días. Si me dicen que soy tonta, tengo que actuar como tonta. Yo no decido.

Ansiedad:
¡AAAYYYY, NOOOOO! ¿Vas a estar siempre actuando en una obra de teatro o cantando las canciones de moda que te ordenen?

Niña:
Ya seee. Tengo una idea. Ahora puedo hacer lo mismo, pero mejoro mi repertorio, veo mucho teatro y pelis, me vuelvo la directora y productora. Yo escribo las palabras que entiendo y quiero actuar…

Primo:
¿A qué edad eres adulto?

Niña:
A los 25 años.

Primo:
¿Crees entonces que ya tienes la edad para decidir cómo quieres ser?

Niña:
La decisión final la tomo cuando esté grande, no ahorita. ¡Apenas soy una niña! Puedo pensarlo un poquito más.

ansiedades
Ilustración: CargoCollective.

Primo:
A los 12 años, ¿cuál es tu tarea?

Niña:
¿Mi tarea de hoy? Nada, porque no me mandaron. ¡Guau!

Primo:
¡Ya empiezas a bromear! No me refiero a esa tarea.

Niña:
No problem!  No poner letreros de madera en el cuello con sellos de nombres.

Primo:
Sobre todo a ti misma, a esta edad voluble y etérea.

Coro:
¿Por qué no poner etiquetas?

Primo:
Porque no somos personas estáticas, podemos cambiar.

Niña:
Ni siquiera sé qué quiero hacer con mi vida cuando sea grande.

Primo:
¿Y esa idea te sirve o no?

Niña:
Me sirve para recordarme que no hay bueno ni malo. Tienes razón, no somos personas acabadas.

Primo:
¿Cómo?

Niña:
Bueno, hay cosas que desde hoy creo. Soy feminista. No quiero odiar. Soy diferente a esas niñas, pero no es justo que me critiquen, que me excluyan cuando han invitado a todos los del salón.

Primo:
Dame cinco.

Niña:
No soy rara ni bicho. Bueno, no soy fresa como las mala onda. Ellas son populares y las quieren, pero prefiero pensar que, aunque sea diferente, no está tan mal.

Primo:
¿Cómo quieres ser?

Niña:
Las fresas son muy heavy, son de “estereotipos”. Me critican, se burlan de mí. A mí me gusta que me estén consultando. Adoro la ropa de antes: cómoda. Yo no molesto a los que no pueden.

Primo:
Entonces sí sabes qué quieres ser.

Niña:
Todas quieren ser bonitas. Tú sabes, como los famosos. Quieren parecerse a cantantes o modelos. Yo soy yo y me está costando trabajo, me estoy quedando solita. El otro día, en la Feria de Chapultepec, me dio miedo subirme a los juegos, y me abandonaron. Ellas son valientes; yo, todo lo contrario: una ansiosa.

Primo:
Hablemos de valentía. La ansiedad, ¿te mantiene con miedo? Por favor, dibújala.

Niña (mientras la va dibujando):
Se ve intensa. Quiero desaparecerla. Siempre tuve miedo. La rueda de la fortuna va demasiado rápido, sube y baja…

Primo:
A mucha gente le da miedo la feria y siente vértigo. Eso no quiere decir que no sean valientes. ¿Que significa para ti Valentía?

Niña:
Valiente es animarme a decir NO, hacerme preguntas y no asustarme de las respuestas. ¡Animarme a ser diferente!

Primo:
¿Qué le pasa a la ansiedad cuando dices NO?

Niña:
Se me olvida, ya no está.

La obra acaba con la canción de “Hakuna Matata”.


Lili quería presentarla en la escuela. Me preguntó si podría llevársela con todo y sus dibujos.

—Es tuya, puedes escribirla y reescribirla a tu antojo. La diferencia entre los guiones que te sabes de memoria, como las películas que ves, es que no cambian. Tu guión y escenografía sí cambiaron y ahora tienes tu propia conversación. En las obras de teatro y en el día a día se puede improvisar.

Ayer fue la última sesión. Mamá e hija concluyen que la ansiedad trae consigo ideas y preguntas. Es mejor distinguir las que asustan de las que paralizan y provocan síntomas que te afectan. Para las primeras, usarán las estrategias que has aprendido en las sesiones; para las segundas, Lili le pedirá ayuda a su madre.

Mamá y ella van a alimentar al buen humor y a la ligereza. Lo harán con bromas y risas, que ya Lili usaba como parte de su vida. Son eficientes para colocar a la ansiedad en su lugar. Además, cada vez que surjan las críticas y las etiquetas, las dos dirán en voz alta la palabra clave que Lili escogió: “Hakuna Matata”, que las lleva al equilibrio.

hakunamatata
Ilustración: Freepik.

Transcurrieron dos años. Lili regresa, ya sin brackets. Sus colores típicos han cambiado, lo recuerda y se ríe.

—Sufrí mucho —afirma—, pero todo eso quedó atrás. Vengo a decirte que no soy lesbiana. Ahora quisiera averiguar, ¿cómo ser femenina? De nuevo tengo preguntas, aunque ya no me brinca hasta el tope la ansiedad.

Emprendemos el camino de lo femenino con curiosidad.

—Me gusta ser brava, pintarme los ojos de negro y rojo…

Comprendo el peligro de estancarnos en un diagnóstico. El dictamen reforzaría los nombres que ella utilizaba para estimular su ansiedad.

Catalogar su sexualidad, el tipo de ansiedad o el carácter de Lili podría perjudicar su libertad de cuestionarse y elegir. Convencidas, concluimos que las etiquetas y los diagnósticos no son la respuesta.


Preguntas narrativas:

¿A quién le otorgas el poder de poner etiquetas o calificativos que hablen de ti?
¿Alguna vez te han colgado un cartel que diga quién eres o cómo eres, sin tu permiso?
¿Tuviste algún efecto positivo o negativo en tu vida por nombres o calificaciones impuestos por ti o por otros?
¿Alguna vez te han hecho descripciones (opiniones, juicios, alabanzas o críticas) que han contribuido a tu crecimiento y a sentirte mejor persona? ¿Qué trascendencia tuvieron en tu vida?
¿Por qué crees que la terapeuta y Lili llegaron a la conclusión de que las etiquetas no tienen la respuesta? ¿Tú estarías de acuerdo con ellas o no?
¿Qué estrategias usas para distinguir entre ideas y preguntas?
¿Eliges aquellas que contribuyen a tu crecimiento o aquellas que te paralizan y provocan síntomas?


Si tienes algún comentario, duda, o quieres compartir tu historia, escríbeme a: fanny.sonabendw@gmail.com

México foco rojo por violencia contra menores

Lectura: 2 minutos

Debido a la violencia contra menores en México mueren al día 3.6 niñas, niños y adolescentes.

En un esfuerzo para que las autoridades centren más su atención en las causas que provocan el fallecimiento de 3.6 niñas, niños y adolescentes a diario en México la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) presentó el Informe Infancia y Adolescencia en México.

En declaraciones retomadas por Notimex, Juan Manuel Pérez García, director ejecutivo del Redim, señaló que además de la muerte de infantes entre 30 y 35 mil menores de edad son reclutados de manera forzada por el crimen organizado.

Añadió que entre enero 2015 y julio de 2019 se registraron tres mil 97 feminicidios en todo el país, 317 de ellos entre la población de 0 a 17 años, esto es, uno de cada 10 feminicidios afecta a niñas y adolescentes.

Refirió que, en materia de trata y feminicidios, organizaciones que trabajan esos temas han señalado que el Estado de México registra un problema más grave que en el estado de Chihuahua, al acumular el 25 por ciento de todos los casos de desaparición de mujeres adolescentes.

Sobre el registro de homicidios infantiles diarios, comentó que hubo una reconfiguración de la violencia, ya que en 2012 Guerrero y los estados fronterizos al norte del país tenían los mayores índices de violencia y para 2018, Chihuahua alcanzó la mayor tasa de homicidios, pero la violencia se desplazó hacia el centro y occidente, convirtiendo a Guanajuato en la entidad con mayor número de homicidios para la población de 0 a 17 años, pero la cuarta en cuanto a tasa.

Sobre el incremento del reclutamiento forzado de adolescentes, el Informe indica que durante 2019 la sociedad mexicana se escandalizó con los videos virales de niños pequeños portando armas largas, con indumentaria militar, amenazando a líderes de carteles de la droga. Pérez García refirió que los reclutamientos forzados alcanzan a entre 30 y 35 mil menores.

Otro caso mediático fue la presunta ejecución extrajudicial del adolescente “Juanito Pistolas” en Nuevo Laredo, Tamaulipas que mostró lo que Redim ha documentado desde hace una década con el caso de “El Ponchis”: el uso de niños soldados en la guerra contra el narco.

Sin embargo, en 2011 y en 2015 el Comité de Derechos del Niño de la ONU recomendó al Estado Mexicano revisar la estrategia de seguridad por el impacto negativo para millones de niñas, niños y adolescentes, así como reconocer el reclutamiento forzado que realizan grupos criminales y fuerzas de seguridad mexicanas, sin que hasta el momento esto sea atendido.

“Los niños y adolescentes son usados como informantes de las fuerzas armadas o grupos armados, estos últimos lo involucran en prácticas militares, procesamiento de sustancias, comisión de delitos de alto impacto como homicidios, mutilaciones y desapariciones, al tiempo que ellos mismos son sometidos a abusos y explotación, sufren lesiones o incluso mueren como resultado del reclutamiento forzado.

Con información de Notimex.