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La evolución de la insensatez (segunda parte)

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En la entrega anterior plantee la serie de absurdos e insensateces que he apreciado a lo largo de esta pandemia que nos ha tocado vivir. La imaginación de las personas para inventar rumores es casi inagotable, nuestra sociedad bullanguera y católica prefiere creer en los milagros antes que en la ciencia.

Somos capaces de creer más en los chamanes que se anuncian en la televisión y que por 50 pesitos te ofrecen quitarte cualquier mal impuesto, cualquier amarre en el que te hayan metido si tú saberlo, que en la medicina.

Preferimos pedirle a la virgen, antes incluso de acudir al médico, el pensamiento mágico y la fe parecen inquebrantables. Hace años era el agua del Tlacote el remedio eficaz para todo, hoy de frente a la pandemia, lo es el dióxido de cloro.

Gárgaras de bicarbonato, aseguran unos, infusiones de una hierba llamada Artemisa, afirman otros, que no sólo previene sino que cura el COVID.

dioxido de cloruro
Imagen: Comercio Perú.

Otros más venden cápsulas de ajo negro como un medio para fortalecer el sistema inmunológico y prevenirnos del COVID, y así podríamos seguir con una larga lista, eucalipto, jengibre, miel de abeja y un largo etcétera parecen ser preferibles a la medicina tradicional.

Ni qué decir de las múltiples teorías conspiratorias en torno a la pandemia y al uso del cubrebocas, todo parece tener un trasfondo en el que parecen lo mismo los Illuminati de Baviera o Bill Gates. El estado profundo (lo que quiera que ello signifique) o el gran complot de la Big Pharma, las antenas 5G, que incluso llevaron a la quema de mástiles de telefonía en Reino Unido; teoría, por cierto, apoyada por personajes como Miguel Bosé.

Evo Morales atribuyó a Estados Unidos y las multinacionales (otra vez, lo que quiera que ello signifique) “una planificación para la reducción de la población innecesaria”. ¿Y cuál es la población innecesaria? Se preguntaba el propio Evo, y su respuesta era contundente, los abuelos y las personas de la tercera edad.

Donald Trump pasó de negar el peligro del COVID-19 a afirmar que China y la OMS estaban aliadas y en contubernio para generar esta crisis, esta pandemia. No olvidemos su recomendación de “inyectar” desinfectantes para curar la enfermedad.

Curiosamente un archienemigo de la Unión Americana, el ayatolá Jamenei, usando la misma estrategia de Trump, sugirió que el virus fue manipulado por Estados Unidos, para hacerlo más propenso al perfil genético de los iraníes y lograr así un contagio mayor. Cabe decir que, actualmente el mismo ayatola, afirma que no vacunará a su población porque las vacunas se fabrican en Estados Unidos y en países occidentales.

trump contra la ciencia
Imagen: KAL.

Pero creo que ya me desvié, en el caso mexicano, ¿qué es lo que nos impulsa a tener más fe en el pensamiento mágico que en la ciencia? Pues bien, lo que encontré en la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología, elaborada por el INEGI, fue que:  

En promedio el 71.5% de los mexicanos mayores de edad encuestados, entre 2011 y 2017, consideran que los mismos mexicanos confiamos demasiado en la fe y muy poco en la ciencia. Nótese que hablamos de un tercio de la población quien reconoce confiar más en la fe que en la propia ciencia.

Por otra parte, otra de las preguntas en dicha encuesta es si consideran que, debido a sus conocimientos, los investigadores científicos tienen un poder que los hace peligrosos. A esta pregunta igual, en el período 2011-2017 en promedio, el 52.5% manifestó estar de acuerdo o muy de acuerdo con dicha afirmación.

Así, como podemos ver, una tercera parte de la población mexicana confía más en los actos de fe que en la ciencia y más de la mitad de la población cree que la ciencia les otorga a los científicos un poder tal como para ser considerados personas peligrosas.

Me parece que esto explica bastante bien el porqué, a lo largo de la pandemia, la sociedad mexicana ha abrazado todo tipo de mitos y teorías conspiratorias. La conclusión (al menos en mi caso) es simple, nos falta una educación en la que se explique de manera sencilla y clara qué es y para qué sirve la ciencia. Creo sinceramente que un país no puede avanzar si en la mayoría de su población impera el pensamiento mágico y una actitud de confianza en los milagros antes que en la ciencia.


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Los mitos y las razones

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En 1968 el Apollo 8 invadió la órbita de la Luna, y por primera vez su tripulación fotografió a la Tierra. En ese momento el capitán de la nave, William Anders, en una transmisión en vivo por televisión, leyó los 10 primeros versos del libro del Génesis. Imaginemos ese momento, 5 millones de personas estaban siguiendo la transmisión, y vieron al planeta que habitamos, una esfera flotando en la oscuridad del Universo, y con la voz de Anders, “Hizo la luz, las aguas, la vida…”. Lo trascendental fue que Anders, para manifestar su emoción, y hacer entender a la humanidad el excepcional paso que habían logrado, eligiera un libro fundacional, la narración de un mito y desechara los argumentos tecnológicos y científicos.

Si en ese momento hubiese informado que estaban ahí porque el Apollo 8 tenía tal potencia y se trasladaba por las leyes de la física, etcétera, es decir, los argumentos científicos, los espectadores no habrían dimensionado lo que sucedía: a pesar de que la ciencia sabía cómo y por qué estaban en la órbita de la Luna, no tenían una explicación para lo que estaban viendo. Anders recurrió al mito del Génesis porque no podía explicar con certeza el porqué de ese Universo infinito que contemplaba, no sabía cómo ese portento podía existir. No lo sabemos. Es por eso que hemos inventado los mitos, y los hemos depositado en los libros, para que sigan existiendo. Los mitos no fueron creados, como dice el lugar común, porque “tuvimos miedo a los fenómenos naturales”, no, los mitos son para dar explicación a lo inexplicable. La urgencia de crear mitos nos arrastró a inventar la escritura, de buscar superficies y materiales para escribir, y desde esos primeros lenguajes y jeroglíficos, la humanidad no se ha detenido en registrar todo lo que sabemos. El miedo no crea, el miedo no inventa, al contrario, niega, oculta; nos mueve la admiración, habitamos en una obra tan grande, que no podemos discernir el porqué de su existencia y de la nuestra.

Los seres humanos somos hacedores de historias, y necesitamos ir más allá de la información, si nos dicen que el amor es consecuencia de la química del cerebro, buscamos más motivos, en el alma, en el espíritu. Esa entelequia, el espíritu, la creamos para decir que somos algo más que huesos, músculos y químicos en el cerebro, poseemos algo invisible, intangible.

En la medida en que las razones llegan, que la ciencia sabe un poco más, los mitos persisten, porque seguimos con muchas dudas. Es ahí en donde está nuestra vida espiritual, en la conciencia de nuestro ser ante las dudas y certezas, ante lo que no sabemos. Las religiones son instituciones, no son remansos espirituales. El espíritu está fuera de la estructura burocrática y legislativa religiosa, está en ese momento en que nos dimensionamos solos y efímeros en la eternidad del Universo.


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Curiosidad, perseverancia, creatividad; navegar un siglo incierto

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Tan pequeñas como su propio país. Manzanas. Diminutas manzanas brotando de un árbol nacido en un tubo de ensayo. Un manzano en flor en miniatura.

Ésa fue la idea que a sus escasos 18 años llevó hace unos años al lituano Mata Navickas a ganar el premio europeo para jóvenes promesas de la ciencia.

El experimento, exitoso, consistió en hacer germinar, en un tubo de ensayo, un manzano capaz de producir rojas manzanas de más o menos un centímetro de diámetro.

Era el mundo de antes de la pandemia. Aquel en el que no solo nadie hablaba de enfermedades contagiosas que podían expandirse por todo el orbe, sino en el que nadie imaginaba siquiera que una cosa fuera posible.

Claro que en ningún momento el joven Navickas habla de la correlación, sutil y quizá solo figurada, entre su fascinación por lo pequeño y la trágica disparidad de tamaños entre Lituania, una de las tres repúblicas bálticas, su país, y el vecino siempre acechante, la Rusia de afanes imperiales.

Pero la curiosidad, al igual que los árboles minúsculos del lituano, encuentra su propio modo de germinar y rendir sus frutos.

ciencia y curiosidad
Imagen: Andrew Kolb.

El propio joven aspirante a científico, investido del optimismo de sus 18 años, se lanza a proponer a la curiosidad como la semilla de todo lo demás.

En el siglo en donde todo por hacerse de nuevo, y qué bueno, como gustaba de pregonar el gran filósofo francés, Michel Serres, el joven lituano da en el clavo.

La curiosidad es la estrella del norte en el mar de lo incierto que se cierne sobre lo que resta de esta centuria. La historia, empero, no siempre ha estado del lado de la curiosidad como un valor a enaltecer.

Por el contrario, por largo tiempo, ser (demasiado) curioso mató al gato, para recuperar el adagio que quiere advertir, con toda su carga didáctico moralizante, la curiosidad como un signo contrario a la fortaleza de carácter.

El muy brillante divulgador de la ciencia británico, Phlip Ball dedica las páginas de su libro Curiosidad: por qué todo nos interesa, justamente a analizar cómo ha ocurrido ese tránsito entre el denuesto y la exaltación.

En ese camino, Ball traza una ruta que toca el corazón mismo de la manera cómo esta época se mira a sí misma. Un tiempo en el que la competencia tiene como motor de éxito a la innovación, según se sostiene ampliamente.

innovacion
Imagen: Lea Vervoort.

No obstante, muchos de los adelantos de los que la sociedad goza, dirá siguiendo a Stephen Hawking, se basan en realizaciones científicas cuyos resultados prácticos no estaban previstos, y cuyo impulso antes que al lucro se debió al aliento creativo de una curiosidad ilimitada.

A contracorriente de todo dogma, ya fuese religioso o ideológico, Michel Foucault se sumará pronto a este sumario de elogios a la curiosidad que Ball recoge.

Me gusta pensar en la curiosidad, asevera Foucault (porque) “evoca intranquilidad; la preocupación que se tiene por lo que existe y por lo que podría existir; la disposición a encontrar extraño y singular lo que nos rodea; una cierta ansiedad por desligarnos de nuestras familiaridades y ver los objetos cotidianos bajo otra luz…”

Una fuerza radical, un impulso por entender, la nombra Ball, él mismo físico y químico formado en las universidades más prestigiadas de Gran Bretaña. Y al centro de esa fuerza radical, la capacidad para preguntarse por el mundo, escribe.

El estudio de Ball es tan fascinante como extenso. Va de Hobbes a Leonardo da Vinci y de este a la Revolución industrial pasando por el Acelerador de partículas. Un tour de forcé por la historia misma de nuestra relación con esa extraña pasión (Hobbes, dixit) que es tratar de comprender.

Acepción ambigua y acaso hasta contradictoria en autores claves en la historia del pensamiento, reconoce Ball, la curiosidad se avala en algunos casos, pero en otros, cuando se ha de cuestionar las visiones únicas, se condena o francamente se proscribe.

curioso
Imagen: Sébastien Thibault.

Si bien el punto de inflexión se puede ubicar en el boyante siglo de la “revolución científica” del XVII, Ball admite que la fisura es más profunda que el simple recuento de las muchas realizaciones científicas de una época en particular.

Galileo, Newton, Boyle, Hooke, Van Leeuwenhoek, y el sistema heliocéntrico, la teoría de la gravedad, el fin de la alquimia, la invención del microscopio, y la indagación de los microbios, acompasados por “la innovación fundamental de la época: el método científico”, dice Ball, es apenas el síntoma.

“El puntal de todo ello fue el cambio profundo que experimentaron las preguntas que cabía formular. Nada era demasiado insignificante ni banal para ser tomado en cuenta…”.

Nada que no pueda ser indagado, puesto en duda, que no merezca la atención, tomarse el cuidado de preguntarse por su fundamento.

Nada es suficientemente pequeño ni pueril, nada escapa a quien esté dispuesto a formular preguntas, como el joven Navickas, bajo el impulso vital de la atención y el cuidado, de la puesta en duda del pensamiento o camino único.

En ello, la innovación se rehace, autoregenera; se renueva y vuelve a ser.

Curiosidad.


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Agricultura busca servicios tecnológicos para productores del país

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La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural informó que a partir de este 2021 fortalecerá los servicios de ciencia y tecnología aplicada para el uso de  los productores del país. Para ello, prometió trabajar en coordinación con sus centros de investigación en materia. 

Víctor Villalobos Arámbula, titular de Agricultura, explicó que revisará los paquetes tecnológicos que ofrecen distintos institutos. Entre ellos señaló al Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) y al Nacional de Acuacultura y Pesca (Inapesca). Asimismo, habló del Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS) y del Colegio de Postgraduados (Colpos). 

En este sentido, en medio de reuniones de trabajo con diversos investigadores, Villalobos expuso que frente a los recortes de presupuesto, una de sus prioridades es la aplicación de modelos innovadores sólidos. Esto, sobre todo en los sectores pecuario, agrícola, pesquero y acuícola de México.

De acuerdo con el secretario,  uno de sus principales objetivos consiste en generar autofinanciamiento en las investigaciones. Esto, sumado a la generación de una mayor participación  del sector privado en el desarrollo productivo del país.

El titular de Agricultura explicó que la nueva dinámica de vinculación con la cadena productiva considera la ampliación de la oferta de materiales. Además, advirtió que toma en cuenta el aprovechamiento de la riqueza genética disponible en el país y la revalorización de los recursos humanos que desarrollan innovación y tecnología.

Reunión de Víctor Villalobos con investigadores: Fuente: Secretaría de Agricultura.

Por su parte, Luis Ángel Rodríguez del Bosque, encargado del despacho de la Dirección General del INIFAP,  informó que este 2021 —considerado como el Año Internacional de las Frutas y Hortalizas— su instituto tendrá una exposición del gran acervo tecnológico que posee.  

Finalmente, Rodríguez puso de manifiesto que el INIFAP reforzará su acompañamiento en el programa de Producción para el Bienestar. Incluso, en las acciones que emprende la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural en beneficio de los productores de México. 

Científicos internacionales se solidarizan contra extinción de fideicomisos

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Ha circulado por diversos medios un documento titulado “Carta en apoyo de los científicos mexicanos” en la que un grupo de más de 700 científicos de todo el mundo de prestigiosas universidades, entre las que se encuentran Harvard, Oxford, Yale, Cambridge, Stanford y el MIT, firmaron este lunes un manifiesto en apoyo de los fideicomisos de ciencia mexicanos, en riesgo de desaparecer por una iniciativa que el Congreso está por aprobar.

Mediante esta carta, los investigadores manifestaron su reclamo a los legisladores pidiendo que “reconsideren su apoyo al proyecto para evitar la extinción de los fideicomisos” ya que “sería un duro golpe a la ciencia y la tecnología en México justo cuando más que nunca el país necesita de su aporte”.

Los fideicomisos “dan soporte económico a proyectos de investigación multianuales, y son pilar fundamental para el mantenimiento de infraestructura, equipo y tecnologías de la información de instituciones académicas de excelencia a nivel mundial”, advirtieron los firmantes.

A principios de octubre, la Cámara de Diputados de México aprobó suprimir 109 fideicomisos públicos con un valor superior a los 68.000 millones de pesos (unos 3.100 millones de dólares) con el objeto de contener el gasto público y evitar la corrupción en estos fondos, aunque la oposición y muchos grupos de la sociedad civil alertaron del riesgo de la decisión.

Aunque el proceso se prevé sencillo ya que el principal impulsor de la medida es el presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, y su partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) tiene mayoría también en la Cámara Alta; esta medida implica un riesgo para la investigación científica pues el recorte de estos fideicomisos en ciencia es tendrá un costo aproximado de 24.956 millones de pesos (1.162 millones de dólares) que estaban bajo el amparo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), será discutida esta semana por el Senado para su ratificación.

Los científicos firmantes recordaron a los senadores que estos fondos de investigación científica y desarrollo tecnológico “están constituidos en su mayoría de recursos que provienen de organismos privados, internacionales y multinacionales para fondear proyectos de investigación”, no solo de fondos gubernamentales, que son los que se centralizarían de pasar la iniciativa.

Si se llegasen a suprimir los fideicomisos, se cerrarán las puertas a nuevas aportaciones económicas de este origen para apoyar investigaciones futuras en los centros públicos de investigación. “Nos preocupa que se limitará considerablemente la colaboración con los colegas mexicanos”, clamaron los científicos internacionales.

Este lunes hubo una protesta a las puertas del Senado para evitar la confirmación de esta iniciativa y para este martes, cuando se discutirá el dictamen, se espera un plantón frente al edificio como el que la semana pasada provocó la suspensión de la comparecencia del canciller mexicano, Marcelo Ebrard, ante los senadores.

Por su parte, el diputado federal de Morena por el estado de Veracruz, Julio Carranza Aréas, llamó a no defender lo indefendible pues consideró que está claro y es del conocimiento público, que estos fideicomisos eran esquemas opacos de administración de fondos del gobierno que se prestaban para todo tipo de corruptelas.

“Dejemos de defender lo indefendible y confiemos en el Gobierno Federal, en que no se dejará desprotegidas a las comunidades cuando ocurran los desastres naturales y que se continuará con la política de apoyar a los sectores más desprotegidos de la población como lo han hecho hasta ahora”.

 El Diputado Carranza puntualizó que el Gobierno es el que tiene la obligación de administrar los recursos, diciendo que estos fondos deberán de ser aplicados a cabalidad y sin opacidad, y las garantías para su correcto uso se verán en buena medida en las reglas que se diseñarán para su operación.

“Tomamos la decisión para que sean aplicados directamente y la garantía se está viendo ahorita mismo con la pandemia. Se estaría sufriendo aún más fuerte, si 58 millones de mexicanos no estuvieran recibiendo en estos momentos apoyos directos del Gobierno Federal que sirven para alivianar la crisis tanto de salud como económica generada por el COVID-19”, afirmó.

*Con información de Forbes.

Golpe letal al conocimiento

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Todo indica que esta semana, so pretexto de resolver el déficit de ingresos que enfrentará el gobierno federal para 2021, recibirá un golpe mortal la investigación científica en México que, al parecer, no es prioridad de esta administración.

Me refiero a la discusión del predictamen que contempla la desaparición de otros 44 fideicomisos en México y que será discutido desde hoy en comisiones de la Cámara de Diputados.

Por tanto, adelantó ayer en su mañanera el presidente López Obrador, que es una decisión tomada y sólo falta que sea ejecutada por la mayoría legislativa de su partido Morena en el Congreso federal.

El problema, de fondo, es que metieron en el mismo saco a todos los fideicomisos, sin una evaluación ni un análisis previo.

desaparicion de fideicomisos
Imagen: Expansión.

Como en el circo, hicieron la pantomima de consultar la iniciativa en lo que llaman Parlamento abierto, pero todo fue una farsa para liquidar a los 44 fideicomisos. 

No obstante, es esencial evaluar y conocer con precisión cuál es el quehacer y la importancia de cada fideicomiso para determinar su futuro.

Sin tomar en cuenta sus aportaciones al país en cada rama del conocimiento es un grave error deshacerse, de un plumazo, de valiosos grupos de investigación probados y certificados en diferentes áreas de la ciencia y la tecnología.

Además, desaparecerlos sin saber siquiera qué proyectos de investigación están en curso, comprometidos, avanzados y por concluir con financiamiento de instituciones privadas y públicas, nacionales e internacionales, e incluso de gobiernos de otros países, es un duro golpe para el conocimiento científico.

presupuesto a la ciencia
Imagen: Semana.

Cierto es que en algunos casos se abusó de la figura del fideicomiso, que permite recibir recursos de varias instancias públicas o privadas, y se utilizó para transar y robar.

Por eso, aclaro a la audiencia, no estamos en contra de que los fideicomisos sean auditados, evaluados y borrados cuando han sido desleales con la nación y solo representen una carga para el erario.

Sin embargo, hay muchos que son incluidos en el mismo saco y que aportan valiosas investigaciones, con innovadoras proyectos para el desarrollo tecnológico del país que deben ser conservados e, incluso, más apoyados con recursos públicos.

Parece que de nada vale, por ejemplo, que los 26 fideicomisos de los centros de investigación de ciencia y tecnología sean fiscalizados meticulosamente por la Auditoría Superior de la Federación y, desde luego, supervisados por la Secretaría de la Función Pública.

golpe a la educacion
Imagen: Nexos.

No se puede medir con la misma vara rasa a todos. Hay algunos como el CIDE, el Colegio de la Frontera Norte, o el Fidecine, que financia y busca recursos para financiar el llamado cine de arte mexicano que sin ninguna consideración serán desaparecidos.

Ahora bien, si los recursos retirados a los “inservibles” fideicomisos fueran reinvertidos en ciencia, tecnología e innovación sería otra alternativa viable para el país, pero enviar el dinero a la Hacienda pública es un atentado al conocimiento.

Para nadie es un secreto que un gobierno que desdeña el desarrollo científico, tecnológico y la innovación está cancelando el bienestar de las nuevas generaciones y condenando al país al fracaso.

Hoy, la única forma de vencer la pesadilla de la pandemia, por ejemplo, es mediante la ciencia, la innovación y el conocimiento. Es muy fácil destruir, pero volver a construir será un gran reto para las generaciones del porvenir.


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El Método Científico y el COVID-19

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El ser humano siempre ha sido inquieto, siempre ha tenido dudas y siempre se ha preguntado el porqué de las cosas. Sin embargo, durante siglos no supo sistematizar esas inquietudes, durante mucho tiempo el ser humano creyó ciegamente en dogmas. Entonces: ¿cómo es que la sociedad avanzó después de siglos de oscurantismo?

Por algo muy simple que ahora conocemos como el Método Científico, el que –simplificándolo a su máxima expresión– se puede explicar de la siguiente manera:

1. Observar aquello que nos inquieta o nos genera un problema.
2. Establecer una (o varias) posibles hipótesis de solución a dicho problema.
3. Realizar los experimentos necesarios para confirmar o descartar la (o las) hipótesis planteadas.
4. Sistematizar los resultados obtenidos.
5. Compartir los resultados con la comunidad científica a fin de que sean confirmados o descartados por pares.

A grandes rasgos, mediante este procedimiento salimos de aquellas ideas del oscurantismo que predominaron durante casi mil años. La época del oscurantismo fue dominada por la religión católica, que se oponía a cualquier forma de avance científico. Todo estaba en las sagradas escrituras, decían, y cualquier idea en contrario era considerada como una herejía.

metodo cientifico y brujeria
Ilustración: J. Dee.

Recordemos que negar la verdad de las sagradas escrituras le costó la vida a Giordano Bruno y casi le pasa lo mismo a Galileo Galilei, esto por andar siguiendo (ambos) las exóticas ideas de Nicolás Copérnico.

Pero bueno, de manera simplificada podríamos decir que a partir del surgimiento del método científico, la humanidad sale de ese período oscurantista y entra al llamado período renacentista. Así, la cultura y todo lo que ello implica pasó de los monasterios a las calles surgiendo las primeras universidades, el conocimiento ahora era público y podía refutarse y/o confirmarse, lo que sin duda, fue favorecido por la aparición de la imprenta. 

Pues bien, de todo esto han pasado siglos y hoy seguimos viendo gente que niega el valor de la ciencia y del método científico. El COVID-19 se ha convertido en la mejor excusa para que los anti-ciencia externen todas sus absurdas (e infundadas) teorías sobre el surgimiento de esta pandemia.

A lo largo de estos meses he escuchado las más variopintas teorías, muchos de quienes las sostienen son personas que se creen muy listas, pero que no entienden que negar la existencia de la enfermedad, así como sus posibles medios de cura, es negar la historia de la ciencia, es negar las virtudes del método científico.

Hace poco encontré en facebook una imagen que me encantó por su ironía descriptiva. La comparto con ustedes.

anuncio covid

Debo decir que creo sinceramente que muchas de esas personas que niegan la existencia del COVID-19, probablemente no lo hacen de manera dolosa, ellos creen sinceramente en sus teorías conspiratorias o en que es algo provocado dolosamente por los gobiernos. Incluso, no dudo que algunos crean verdaderamente, que al tomarnos la temperatura (cosa común en estos tiempos) mediante un aparatito láser, nos están quemando las neuronas.

Sin embargo, a todos esos que “legítimamente no creen en la existencia del virus”, los invito como en la imagen, a que se conviertan en voluntarios para el traslado de pacientes que, de acuerdo a estas teorías locochonas, seguramente no tienen COVID.

Los invito a trasladar a esos pacientes cuya enfermedad seguramente es psicosomática, es decir, los conmino a ayudar a esa pobre gente que “cree” tener COVID.

Siempre he creído en que tenemos derecho a pensar y creer en lo que queramos, es por eso que estoy seguro que muchos de quienes no creen en el COVID, son personas de buen corazón y gente de bien.

Entonces, a todas esas personas de bien, los emplazo a que ayuden a esos pobres enfermos que no están enfermos, que quizá se mueren nomas por darles la contra. Y dado que a estos que no creen en la ciencia no les dará COVID, porque son gente buena, creo que es su deber moral ayudar a ese prójimo que está muriendo por crédulo, que mueren, no porque sus pulmones se inflaman, sino porque creen absurdamente que sus pulmones se inflaman.

Parafraseando a Galileo Galilei, Eppur si muove (Y, sin embargo, se mueve); para el caso del COVID yo diría: y sin embargo se mueren.


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Rol social y auto-constructo: ¿hace el hábito al monje?

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Al inicio de su libro sobre la psicología de la posesión, Philippe Rochat dice:

…la psicología humana, a diferencia de cualquier otra psicología animal, es esencialmente autoconsciente, una psicología por la cual los sujetos reflexionan y elaboran sobre su propio valor y lugar en el mundo, particularmente en el mundo social.

Si bien Rochat supone que la autoconciencia es en buena medida una construcción reflexiva del sitio e importancia que ocupa el sujeto en la sociedad, desde la segunda mitad del siglo XX surgieron varias teorías que otorgan al rol social una dimensión aún más extensa al integrar los aspectos corporal, conductual y el nicho público. Estas teorías cuestionan que la agencia (la capacidad de cada quien para actuar sobre el mundo) se explique únicamente en términos de reflexión y de decisiones pensadas y conscientes, pues muchas rutinas propias de un rol social son incorporadas por los sujetos. Uso el término incorporación en un sentido más literal que metafórico, pues el comportamiento social y sus causas psicológicas muchas veces se deben a cambios y modulaciones que se efectúan orgánicamente en la expresión corporal. Esto plantea que una parte indeterminada de la identidad personal y de la noción que tienen de sí mismos los individuos está dada por factores sociales y culturales asumidos y actuados. Algunas aportaciones de las ciencias sociales sobre este tema han sido particularmente incisivas y refiero someramente a tres de ellas que parecen indispensables: el rol actuado, el habitus y el auto-constructo.

auto constructo
“La presentación de la persona en la vida cotidiana” de Erving Goffman, sociólogo y escritor, considerado como el padre de la microsociología.

Con base en estudios pioneros de las interacciones cara a cara en grupos pequeños, el sociólogo canadiense Erving Goffman propuso en 1952 que las personas adoptan y representan roles ante los demás. Muy de acuerdo con la noción de que las personas son actores o comediantes en el teatro del mundo –surgida con Shakespeare y Calderón de la Barca– la metáfora dramática supone un escenario público donde los individuos actúan sus papeles y un backstage tras bambalinas en el que se comportan de maneras privadas. Deriva de esta idea que, para representar los roles que asumen, las personas adoptan y esgrimen las máscaras, prendas, mímicas, voces y actitudes que ya vienen prescritas para cada papel. Ahora bien, si las personas actúan roles, surge una duda inquietante sobre la identidad: ¿hay un self o un yo genuino o verdadero detrás de esas actuaciones, o todo es simulacro? Goffman es tajante: el self o el yo es el conjunto de máscaras utilizadas por el sujeto. Antes de abordar esta disyuntiva, veamos otras dos teorías de las ciencias sociales y humanas que complementan la incómoda idea de las personas como actores de cara a un público.

Pierre Bourdieu auto constructo
Pierre Bourdieu y caricatura del habitus como un titiritero que maneja la conducta de la persona, títere de su rol social (tomado de Constructivismo Estructuralista).

El influyente sociólogo francés Pierre Bourdieu utilizó la noción aristotélica de habitus como el ejercicio y la regulación de la conducta humana dictados por las instancias y usanzas sociales en las que los sujetos están insertos. A través de asumir ciertas disposiciones o actitudes, estas configuraciones históricas y culturales constituyen esquemas “generativos” por su capacidad de conformar en los sujetos conductas tan específicas como posturas, acciones, movimientos o gestos y, desde luego, formas peculiares de expresión verbal. Son modos de actuar que se asumen sin que el sujeto tenga una clara conciencia de haberlos incorporado y constituyen una forma de conocimiento tácito o disposición interiorizada que resulta al asumir las reglas de actuación que se esperan de ciertos roles, sexos, clases sociales, ocupaciones o profesiones. De manera gráfica Bourdieu afirmaba que el habitus es la sociedad inscrita en el cuerpo, en el organismo biológico. Establece entonces un campo de fuerzas entre agentes e instituciones que luchan por dominar y legitimar sus posiciones, recursos y capitales, tanto tangibles como ideológicos, para mayor beneficio de sus integrantes. Es así que el habitus condiciona mucho de lo que individuos y clases sociales van a sentir como necesario y que plasman en su consumo. La propuesta constituye una teoría de la práctica según la cual las acciones individuales no siempre están mediadas o explicadas por el lenguaje, sino suelen ser reglas del juego que se mimetizan y perpetúan mediante prácticas sociales.

Sadiya Akram y Anthony Hogan de la Universidad de Canberra consideran que la reflexión consciente no necesariamente está contrapuesta al habitus de Bourdieu, sino que pude ocurrir en un marco de acciones rutinarias asumidas de acuerdo con el rol, pero atenidas a una evaluación crítica, lo cual permite la agencia y abre oportunidades de cambio. Esta disyuntiva de hasta dónde llegar en determinado papel o práctica, suele ser causa de ansiedad, pues coloca al individuo en el predicamento de aceptar el status quo por acomodarse mejor a sus intereses, o bien, desechar las conductas rutinarias y esperadas. Durante una estancia de investigación en la UNAM, el sociólogo de la educación Andreas Pöllmann también subrayó una mediación entre la reflexividad y el habitus en los procesos de realización de capital intercultural y su potencial ejercicio en la educación.

Social Self
Auto-constructo (self-construal) como ser independiente (arriba) o interdependiente (abajo) de prójimos cercanos –madre, padre, hermanos, compañeros de trabajo, amigos– (tomado de: PPT-The Social Self).

Finalmente, refiero que Hazel Markus y Shinobu Kitayama propusieron en 1991 la noción de auto-constructo (traducción literal del selfconstrual en inglés) para significar la manera como uno se ve y se piensa a sí mismo en relación con los otros. Al analizar las maneras en la que este yo social influye en la motivación, la emoción y la cognición, los autores afirman que las personas difieren en la manera como se conciben en relación a los demás, por ejemplo, como seres únicos y autónomos en las culturas europeas y sus derivadas americanas, o como elementos dependientes e integrantes de su comunidad y cultura, como ocurre en Asia oriental. Varios estudios relacionados a esta propuesta han mostrado que los humanos adultos valoran sus propias capacidades y personalidades mejor y consideran sus defectos menores que los de personas con perfiles y logros comparables a los suyos. Este fenómeno, denominado como “efecto arriba del promedio”, se ha demostrado en diversos ámbitos y culturas.

nota
El sociólogo de la educación Andreas Pöllmann (2016) subrayó los procesos de realización de capital intercultural y su potencial aplicación en la educación. El artículo fue ilustrado con este árbol de la vida de la artesanía mexicana como ejemplo de capital intercultural (imagen tomada de Research Gate).

Según la perspectiva que se adopte, las disposiciones internas que constituyen el habitus y la actuación en público pueden ser tomadas como algo intrínseco o extrínseco al self o a la autoconciencia del sujeto. Si se prefiere una definición del ser o del self como el conjunto de conductas que expresa un individuo en el medio social, el habitus sería la parte adquirida pero determinante de su autovaloración y su conducta. Si se toma una perspectiva endógena, la representación que el sujeto tiene de sí mismo puede revestirse de diversos hábitos para desempeñarse en sociedad. Parece posible elaborar una noción corporizada del self que admita las influencias tanto de elementos biológicos como sociales en un autoconstructo diverso, dinámico y adaptativo.

El dicho el hábito no hace al monje[1] niega que la apariencia defina a la persona y exhorta que no hay que dejarse engañar por lo que los otros manifiestan por sus atuendos, maneras y discursos. El refrán advierte que el sujeto puede mentir y que suele asumir apariencias y roles que ocultan su verdadero ser o sus intenciones, lo cual es claramente valioso. Hemos revisado ahora otra perspectiva: las personas asumen o incorporan hábitos y roles establecidos que en alguna medida definen quienes son, aunque esto depende del grado de autoconciencia crítica que hayan logrado.


Notas:
[1] Junto con otros refranes: “las apariencias engañan” o bien “la mona, aunque vista de seda, mona se queda”.


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