socialismo

¿En qué se han convertido las izquierdas políticas?

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Platicando con unos estudiantes, me decían que el actual gobierno representaba la izquierda en México. Sin embargo, criticaban que la izquierda tenía pretensiones equivocadas.

Me pusieron como ejemplo de capitalismo a Noruega o Finlandia y yo les discutía que, en todo caso, esos países (sé que no es así), resultaban ser mucho más de izquierda que el nuestro, allá se ha alcanzado un estado de bienestar al que todos deberíamos aspirar.

En esos países, la educación, y yo que diría “la buena educación”, es universal y gratuita, igual que la salud. Uno de ellos me habló del manifiesto comunista de Marx, argumentando que jamás se ha logrado.

Les explicaba que para todo fin práctico (advirtiendo que no soy experto en el tema) nuestras generaciones, la mía y la de mis estudiantes, no hemos podido ver en realidad ningún país latinoamericano en donde la izquierda haya florecido para bien de sus habitantes.

La referencia primera y obligada es Cuba, en su época mi padre creyó sinceramente que el experimento cubano sería un éxito, pero murió antes de ver el desenlace –para mí fatal–, del castrismo cubano.

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Imagen: Alberto Caudillo.

Castro, junto con El Che Guevara, parecían al principio unos libertadores, pero al paso de los años la Revolución cubana devino, como de todos es sabido, en una dictadura.

El libertario se convirtió en dictador y lo que parecía una revolución, terminó en un gobierno déspota y autoritario que, durante años mantuvo un cerco en torno a sus propios ciudadanos, prohibiéndoles cualquier manifestación en contra del régimen.

Recuerdo que en mi adolescencia surgió fuertemente el nombre de otro “libertador”, Daniel Ortega, quien al igual que lo hizo Castro, luchó contra Flugencio Batista; Ortega lo hizo oponiéndose al régimen de Anastasio Somoza.

Cabe señalar que, en ambos casos, tanto el cubano como el nicaragüense, antes de las revoluciones de izquierda existían historias patéticas, escritas por otros dictadores que habían oprimido por años, tanto a cubanos como a nicaragüenses. El hartazgo de la población fue, en gran medida, lo que facilitó tanto a Castro como a Ortega iniciar sus movimientos “revolucionarios”.

No hay duda de que las cosas debían cambiar en ambos países, pero es evidente que a la postre, tal y como lo deja claro la historia, ambos usaron el argumento del socialismo/leninismo, el argumento de la “izquierda libertadora”, pero lo usaron para sus propios fines e intereses.

Hoy en Cuba gobierna el hermano de Fidel después de que él lo hiciera casi por 50 años. Cabe decir que Fidel entregó el mando a su hermano, sólo cuando sus condiciones de salud, derivadas de su vejez, así lo exigieron. En este contexto, desde el 2008 la isla es gobernada por Raúl Castro. O, dicho de otra forma, desde 1959 la isla es gobernada por los Castro.

Igual pasa con Daniel Ortega quien mediante diversas formas se ha eternizado en el poder haciendo incluso vicepresidenta a su esposa Rosario Murillo.

En concreto, ya que mi intención no es dar cátedra del socialismo ni mucho menos, lo que yo le argumentaba a mi estudiante es que, en realidad, si tomamos los ejemplos latinoamericanos, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Venezuela, etcétera, lo que queda claro es que jamás hemos visto un gobierno socialista.

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Imagen: Política Exterior.

Lo que hemos visto son personajes como Castro, Ortega, Hugo Chávez, ahora Nicolás Maduro o Evo Morales que, bajo el argumento del socialismo, bajo el argumento de defender a los pobres, lo que han hecho es intentar y en algunos casos lograr, eternizarse en el poder. Son personajes que, en mi opinión, han usado el argumento del marxismo/leninismo pero para sus propios y obscuros fines.

Concluí diciendo que es en este contexto latinoamericano el socialismo jamás ha existido. Han sido populistas autoritarios con ínfulas dictatoriales, quienes usando el argumento de la “izquierda” han terminado siendo opresores de sus pueblos.

Algo muy parecido a lo que sucede en nuestro país, en donde presumiblemente el gobierno actual se dice de izquierda, pero no abandera las verdaderas causas populares.

Aquí en mi país, la historia se repite, atrás del actual gobierno hubo gobiernos malísimos, existió lo que Vargas Llosa denominó como la “dictadura perfecta”, un sistema no de líder único, pero sí de partido único. Esos antecedentes, al igual que en los ejemplos antes expuestos, son los que dieron pie a que el actual gobierno pudiera llegar.

No me parece pues, que MORENA represente ninguna ideología de izquierda, MORENA es en realidad un movimiento coyuntural, basado en el hartazgo de una sociedad, cansada de las decisiones de los gobiernos anteriores.

Creo que la opinión de Vargas Llosa fue, vista en retrospectiva, muy acertada, y ahora, aún con el cambio, México sigue siendo una dictadura perfecta, entendiendo por dictador la definición dada por la Real Academia de la Lengua Española, que a la letra dice: “En la época moderna, persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos y, apoyada en la fuerza, los ejerce sin limitación jurídica”.

“México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México” (Vargas Llosa).

¿Nacionalsocialismo en México?

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Un entorno de crisis es el mejor caldo de cultivo para el surgimiento de movimientos extremistas de cualquier signo. Ante todo, debemos cuidar el fortalecimiento de las instituciones y el Estado de Derecho, así como el balance entre las fuerzas políticas. Sólo de esta manera podremos aspirar a que el verdadero pueblo mantenga o recupere su legítimo derecho a autogobernarse.

Por ejemplo, en el pasado fue en Alemania durante la República de Waimar cuando se propagó la ideología del “nacionalsocialismo”, que desembocó en el régimen totalitario conocido como nazismo. Entre sus consignas más conocidas, emitidas por el Ministro de Propaganda de Adolf HitlerJoseph Goebbels (1939), están: “Exigimos la destrucción del sistema de explotación”; “Arriba el Estado Alemán”; “Alemania para los alemanes”; “Nosotros somos el verdadero pueblo alemán”. ¿Le suenan familiares?

Las ideas populistas, de izquierda o de derecha van acompañadas de racismo, clasismo, y discursos incendiarios. En una frase: de “polarización social”. Con estas ideas se pretende crear un nuevo Estado y deshacerse del antiguo. Por definición, es una ideología revolucionaria y predomina la idea de derrocar el sistema imperante.

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Imagen: El Clarín.

Por ello vale la pena plantearnos: ¿Qué similitudes tienen la realidad política contemporánea que se vive en México y en el mundo con el surgimiento de los regímenes totalitarios del pasado? ¿Qué paralelismo se pueden trazar con la época previa a que el nacismo militarizara a la sociedad alemana y arrasara con los derechos humanos y la paz, remplazándolo con su régimen de terror?

Si bien es cierto que la historia no se repite con absoluta precisión, sí se puede aprender de ella. Por ello es importante conocer el pasado, porque podemos aprender de él e identificar como éste se proyecta en nuestro presente.

Claramente la democracia es un sistema de gobierno imperfecto que ha dejado ver sus deficiencias incluso en los Estados Unidos de América, su principal promotor. Sin embargo, también es cierto que el mundo no ha encontrado en la práctica una mejor alternativa. En el caso de México, es justo decir que, si medimos nuestra democracia a partir de la alternancia partidista en el Ejecutivo Federal y/o la mayor autonomía del Congreso frente al Ejecutivo en el año 2000, el balance es bastante negativo en términos de disminución de la desigualdad, incremento del bienestar social, mejora en los niveles de seguridad pública y del ejercicio pleno del Estado de Derecho. Pero ¿quién es el responsable de esta situación?, ¿el gobierno?, ¿los partidos? O ¿los ciudadanos?

La realidad es que la democracia vive sus mejores momentos cuando existe una ciudadanía alerta, informada y consciente de su responsabilidad sobre el destino de su propia sociedad. La fortaleza de las instituciones; el balance y contrapeso entre ellas, así como la plena vigencia de un Estado de Derecho, son elementos fundamentales.

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Imagen: El Financiero.

En contraste, cuando el hambre, el desempleo, la inseguridad pública, la desigualdad social y el acceso pleno a la justicia, conforman un entorno de efervescencia social, la mesa está puesta para que extremistas de izquierda o de derecha aprovechen la desesperación social.

EN PERSPECTIVA, en este año electoral 2021, recordemos que sea cual sea su afinidad ideológica, no debemos entregar el poder a una sola fuerza política. El fortalecimiento de las Instituciones Democráticas; el Estado de Derecho; y la existencia efectiva de pesos y contrapesos entre los partidos y/o sus coaliciones es la mejor apuesta para que el ciudadano, no los políticos, no los partidos, no los burócratas, gobiernen efectivamente a favor del bienestar general. Esto siempre y cuando mantengamos una vigilancia ciudadana estrecha de las acciones del gobierno, y para ello hay que exigir transparencia, mucha transparencia.

El proceso electoral de 2021 es un punto de quiebre en la historia de México. Sea cual sea nuestra posición, activa o pasiva, seremos responsables de este resultado.
¿Usted qué opina estimado lector?


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Del fin de la Segunda Guerra Mundial al COVID-19

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En 2020 se cumplen 75 años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Dentro de unos días se celebrará el 75 Aniversario de la rendición de la Alemania Nazi. El 30 de abril de 1945 Adolfo Hitler se suicidó en su bunker en Berlín, asediado por el Ejército Rojo. En los siguientes días el Almirante Doniz firmó la rendición incondicional de Alemania. Previamente Mussolini había sido capturado y ejecutado en Italia. Unos meses más tarde, Japón se rindió después del ataque estadounidense con bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. De esta forma fueron derrotados el nazismo alemán, el fascismo italiano y el militarismo japonés.

En 1945 también se fundó la Organización de las Naciones Unidas. Un año antes, en 1944, se habían constituido el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

En la posguerra las principales potencias vencedoras, Estados Unidos y la Unión Soviética dieron inicio a la Guerra Fría. El capitalismo estadounidense y el comunismo soviético se enfrentaron no sólo ideológica y políticamente, sino a través de confrontaciones bélicas en numerosas regiones del mundo.

A partir del fin de la contienda mundial se inicia un rápido proceso de recuperación económica en Estados Unidos, más tarde en Europa occidental así como en varias naciones con economías emergentes. El capitalismo se organiza de muy diversas formas, desde el Estado de Bienestar en algunos países europeos hasta la consolidación de diversos programas sociales en Estados Unidos y en otros países en desarrollo.

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Fotografía: Sputnik.

Asimismo, desde la segunda mitad de la década de los cuarenta se inician los procesos de des-colonización de los Imperios británico y francés, al igual que otras potencias coloniales. Los países con economías emergentes se agrupan como los “No-Alineados”, el Grupo de los 77 (que ahora son 134) y también bajo el concepto del Tercer Mundo.

La crisis fiscal de finales de los años setenta propicia el surgimiento de una “Revolución Conservadora”, encabezada por Margaret Thatcher en el Reino Unido y por Ronald Reagan en Estados Unidos, se plantea una drástica reducción del Estado, las privatizaciones y la des-regulación. Se articula una nueva globalización financiera y comercial apoyada en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

La caída del Muro de Berlín en 1989 y la posterior disolución de la Unión Soviética dan fin al comunismo. De esta forma se colapsa el “socialismo real” en casi todos los países de influencia soviética.

La globalización y la prevalencia del mercado generan un importante crecimiento económico en varios países, acentúan fuertemente la concentración del ingreso y de la riqueza, además de la desigualdad tanto en naciones con economías emergentes como aún en países desarrollados.

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Fotografía: Ciudad Malvin.

Uno de los rasgos fundamentales de esta evolución es la emergencia de China, con el más impresionante proceso de modernización y desarrollo de la historia contemporánea, basada en el pragmatismo de Deng Xiaoping. Así el área del Asia-Pacífico se ha caracterizado por ser el principal motor económico del mundo en la actualidad con China a la cabeza, seguido por Japón, Corea del Sur y otros países de la región.

Para América Latina el período 1945-2020 es profundamente desigual. Si bien en varios países de la región se da un tránsito de las dictaduras militares y de sistemas políticos autoritarios a esquemas más democráticos, e inclusive en algunos casos se logran ciertos niveles de crecimiento económico, estabilidad y modernización, en términos de equidad social, los resultados son en la mayoría de los países decepcionantes. Esto ha motivado que con frecuencia se denomine al siglo XX en América Latina como “Otro siglo perdido”.

Los 75 años que han transcurrido desde el final de la Segunda Guerra Mundial han sido muy contradictorios. Por una parte, progreso y bienestar para amplios sectores de la población, por la otra desigualdad, persistente pobreza, con una economía global que en los últimos años se ha visto sometida, en buena medida, a la especulación financiera, la cual ha provocado varias crisis internacionales como la de 2008.

En el período 1945-2020 hemos viso el más impresionante progreso de la ciencia, la tecnología y la industria. Son también los años de mayor destrucción de la naturaleza causada por la actividad humana, con la muy elevada contaminación del ambiente en todos los campos, la sobre-explotación de los recursos naturales así como del cambio climático, derivado principalmente por el uso de combustibles fósiles.

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Fotografía: El Heraldo.

En estos 75 años, el mundo pasó de una población de 2,200 millones de personas a poco más de 7,700 millones en la actualidad.

Como parte del rompimiento del equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, llega ahora el COVID-19, una pandemia para la cual los sistemas sanitarios del mundo no estaban preparados, que genera la peor crisis financiera y económica mundial en décadas con profundos costos humanitarios. Frente a este inesperado problema queda también claro que el mundo carece de una estructura internacional institucional para hacer frente con eficacia a nuevos retos globales.

Los países desarrollados anuncian ambiciosos paquetes económicos y financieros para salir de esta crisis. Sin embargo, es de esperarse que en la medida en la que la pandemia afecte a los países pobres o en vías de desarrollo, los efectos podrían ser más graves aún.

En el corto plazo la discusión es el diseño de las políticas de salud pública para mitigar este problema, así como las políticas fiscales para superar la crisis económica y sentar las bases para el resurgimiento. Pero también debemos analizar y discutir el replanteamiento de nuestros sistemas económico y social para resurgir como humanidad con más experiencia y sabiduría, protegiendo las libertades y la democracia.


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Los sistemas hegemónicos y sus tareas

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Los oídos no sirven de nada a un cerebro ciego.
Proverbio Árabe.

En los sistemas políticos hegemónicos hay tareas cuya misión es ideológica. Por ejemplo, el entramado cinematográfico que sostiene la serie de películas Misión Imposible, desde su génesis, tiene una carga velada. Es una de tantas series creadas en la rivalidad ideológica del capitalismo versus el socialismo durante la Guerra Fría. El cine y la televisión han sido ingenios para afirmar los paradigmas políticos-económicos principalmente del capitalismo. Mismo que ha sido liderado por Estados Unidos y operado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), como garante financiero y, su brazo operativo inicial, el Plan Marshall.  Mientras que el frente socialista liderado por la otrora Unión Soviética, sustentaba su fuerza económica con el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAEM) y su brazo operativo fue el Pacto de Varsovia.

El juego por el control del mundo es articular sus posturas para enquistarse en la geopolítica; una forma fue a través de las culturas y la educación. Cada lado fue incidiendo con el fin de convencer al mundo de ser el mejor sistema. Aunque crearon la fórmula de “coexistencial pacífica”, bajo cuerda presionaron a los países afines para que a su vez coaccionaran a otros.

Por ejemplo, Latinoamérica no ha podido mantenerse unida frente a una cosmovisión común, porque los hegemónicos los prefieren mejor divididos antes que estén en el bando contrario.

imagen hegemonicos
Ilustración: The Moscow Times.

Han procurado sí, por todas la vías, no caer en una guerra fratricida convencional, pero están listos por si se ofrece; por lo que evidencian en cada oportunidad sus fuerzas militares para inhibir al adversario.

Es tal la lucha que tienen los hegemónicos por un poder faraónico que es bien sabido que incluso han salido al espacio extraterrestre. Entre tanto, atizan la enemistad beligerante entre otros países como distractores, entre lo que ellos ganan y pierden posiciones en su cuadro de ajedrez donde nosotros somos sus piezas.

La Guerra Fría inició cuando la Unión Soviética quizo difundir y transportar su ideología, lo que alarmó a los estadounidenses. De ahí la lucha ideológica sistematizada.

El esquema hegemónico ha ido orquestando su penetración tan bien articulada que cada vez se regeneran con nuevos mecanismos de control e incidencia. Por ejemplo, para Estados Unidos, América Latina es su traspatio y parte de Asia y el Medio Oriente, y para Rusia el Bloque del Este –llamado también Bloque Soviético–, parte de Asia y parte de Latinoamérica.

Han diseñado todo tipo de acuerdos comerciales para su propio beneficio. Así los tratados de amistad, colaboración, asistencia mutua, alianzas para el progreso y acuerdos espaciales. Discursos y más discursos para el reparto del pastel.

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Ilustración: Pinterest.

Antes el discurso del capitalismo era contra el fantasma del comunismo (matan, se quedan con todo…). Por otro lado, el discurso del socialismo era que “aquellos no dejan pensar, convierten a la gente en autómatas, tiranizan con una supuesta libertad”.

Hoy el discurso del neo-progresismo (izquierda-derechizada, acomodada) es que el neoliberalismo está acabando con los pueblos. Mientras que la postura del neo-revisionismo (derecha-nacionalista, oportunista), insiste en el discurso aniquilador contra el progresismo.

Sostengo que ambos mantienen un discurso de odio tratando de ser lo más mortífero que puedan con el fin de que los de clase social media hacia abajo, nos destruyamos con nuestra propias manos, arropados con las desgracias que ellos mismos (los hegemónicos) avivan.

Pudiera parecer un factor menor o muy rebuscado, pero han entrado por todas las vías posibles, tanto físicas como mentales, y las mentales han sido su mejor campo de batalla en una supuesta “Misión Imposible”. ¿Le suena? Continúa.

El judío errante

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El tres de marzo de 1983 fue jueves. Amelia Marino llegó al número 8 de Montpelier Square en el barrio londinense de Knightsbridge, abrió la puerta y sobre la mesa de la recepción encontró una nota manuscrita: Por favor, no suba a la planta alta. Hable a la policía y pida que venga una patrulla.

Llegaron los bobbies. En la sala de estar encontraron los cadáveres correctamente vestidos de los dueños, Cynthia Jeffries y Arthur Koestler, él en traje de tweed y con un vaso de whisky en la mano. Dos copas de vino con restos de un polvo blanco y un frasco de miel estaban en la mesa. Se habían quitado la vida 36 horas antes, el martes en la tarde. Antes, tuvieron la precaución de que un veterinario durmiera a su perro, David.

El New York Times del día siguiente recordó que en su “agitado viaje por la historia del siglo veinte, con frecuencia el señor Koestler parecía ir delante de su tiempo”.

Así terminaron los días uno de los autores más influyentes de la posguerra y la guerra fría. Sus epígonos dijeron que murió como vivió, sin aceptar interferencias en su destino. Para sus detractores el suicidio fue la consecuencia natural de una vida extraviada.

En momentos santificado y en otros denunciado como agente de la reacción; criticado por advenedizo a la comunidad intelectual y ridiculizado por sus investigaciones parapsicológicas, Koestler fue sin embargo, una de las mentes más originales del siglo. Acontecimientos como la caída de la cortina de hierro y la globalización, fueron anticipados por él desde los años cuarenta.

Su obra es de una diversidad asombrosa. Si hay libros que no se pueden leer impunemente, Koestler es autor de varios de ellos. Textos políticos como Oscuridad al mediodía, novelas como Ladrones en la noche y volúmenes autobiográficos como Flecha en el azul y La escritura invisible, marcaron a muchas generaciones. Hoy en día, Los sonámbulos y El espíritu en la máquina siguen siendo lecturas en las facultades de ciencias.

Cynthia Jefferies.
Arthur Koestler y su esposa Cynthia Jefferies (Fotografía: Pinterest).

Su vida  personal estuvo marcada por relaciones neuróticas con las mujeres, con los amigos, con la política, con los gobiernos, con el dinero, con su judaísmo y con su sionismo militante. Difuminó sus orígenes en una autobiografía cuidadosamente armada para resaltar sus facetas de luchador social, intelectual, novelista y pensador, y enmascarar su misoginia, su misantropía y su inseguridad, al grado de que uno de sus biógrafos aseguró que lo único que se sabe de él con precisión fue que nació las 8:30 de la mañana del 5 de septiembre de 1905 y pesó 4.8 kilos.

Arthur fue hijo único del ingeniero y lingüista aficionado húngaro Henrik Koestler y de Adele Zeiteles, una mujer voluble y no muy joven a quien la quiebra de su padre parecía haber condenado a la soltería hasta que apareció en escena el guapo –y pobre– Henrik. En su vida adulta, Arthur trasladó la hostilidad que tuvo por su madre hacia las mujeres que tuvieron la mala fortuna de cruzarse en su camino. Tuvo tres esposas, Dorothy Ascher, Mamaine Paget y Cynthia Jeffries, esta última originalmente su secretaria, 30 años menor y, recuerdan quienes los conocieron, de una “tolerancia enfermiza” para un Koestler legendariamente infiel y abusivo.

Estos orígenes, combinados con su baja estatura y su búsqueda de una patria, le allegaron un complejo de inferioridad que él calificaba como “el más grande y mejor de todos”.

Arthur fue educado en los patrones victorianos de una familia judía de la pequeña burguesía. Su ambivalencia con respecto a su condición de judío y los tiempos marcados por los conflictos y la zozobra previa a la Primera Gran Guerra, lo llevaron a una vida agitada. Sus primeros pasos profesionales fueron en el periodismo que ejerció en Europa y en el Medio Oriente, principalmente en Palestina. De esas experiencias nacieron libros, entre ellos Ladrones en la noche y Testamento español y se forjó la pasión neurótica que lo ató toda su vida al Estado israelí.

A los 22 años ya se le consideraba uno de los reporteros sobresalientes del siglo XX. Estuvo profundamente comprometido con sus principios políticos. Militó en el Partido Comunista, fue encarcelado y estuvo a punto de ser fusilado en España, pudo ver las dimensiones y el terror de la “solución final” nazi y durante años se dedicó a organizar y financiar movimientos para el rescate de judíos, en un tiempo en que las élites políticas preferían cerrar los ojos a ese drama, ya para no incomodar a una Alemania fuerte y agresiva, ya por que suponían que la “persecución” de los judíos era propaganda del sionista.

Los sonambulos.

Encarcelado en una prisión española y condenado al paredón, Koestler tiene una epifanía. Comprende que todas las consignas y toda la militancia para aniquilar a los “enemigos de clase” pierden sentido al pasar de militante a víctima. Ahí experimentó lo que después llamaría la “sensación oceánica” (Oceanic feeling), algo semejante a una visión cósmica que subyace a toda su obra.

De su desencuentro con el comunismo nació Oscuridad al mediodía, libro de enorme influencia en donde el paraíso de los trabajadores es expuesto como un infierno a través del protagonista de la novela, Rubashov (modelado en la personalidad del dirigente bolchevique Nikolái Ivánovich Bujarin​), quien, víctima de las purgas estalinistas, es arrestado por la policía secreta y obligado a confesar crímenes ajenos.

La originalidad y lo atractivo de su pensamiento permea su obra. En lo político, explicaba, primero tiene lugar un compromiso emotivo y sólo posteriormente se inserta la racionalidad del mismo: “Todas las evidencias tienden a demostrar que la libido política es esencialmente tan irracional como el impulso sexual, y condicionada, como este, por experiencias tempranas parcialmente inconscientes”. En Euforia y utopía, Koestler define: “Uno aprende a pensar a través de los libros y aprende a vivir a través de las mujeres”.

Hay a lo largo de su obra, como corresponde a un hombre inteligente, una línea conductora de humor. Tomo otro ejemplo de Euforia y utopía en el que Arthur atribuye los hechos a un amigo cuyo nombre era algo así como “Ehrendorf”, aunque yo me inclino a creer que en realidad el protagonista de la historia es el propio Koestler.

Sucedió durante el carnaval de 1932 en Berlín. Ehrendorf-Koestler conoce a una belleza de 19 años, alegre y desenvuelta, en cuya blusa destaca en rojo una cruz gamada. La convence de acudir a su departamento en donde ella accede a todos las fantasías sexuales que es capaz de imaginar un hombre joven e imaginativo. En el momento de la culminación, sudorosos y desnudos en una cama vieja y ruidosa, “la muchacha se levantó sobre un codo, extendió el brazo derecho a la manera del saludo de Roma y, en medio de un suspiro y con voz desfalleciente, pronunció un fervoroso: Heil Hitler”.

Ehrendorf-Koestler es víctima de un coïtus interruptus y queda al borde de un ataque. “Cuando se recobró, la rubia le explicó que ella y un grupo de jóvenes amigas habían hecho el voto solemne de recordar al Führer cada vez que se encontraran en el momento más sagrado en la vida de la mujer”.

Oscuridad en la noche.

Hoy en día, en México, y quizá en el mundo, Koestler no es un autor leído. Al grado de que durante las reflexiones posteriores al derrumbe de la URSS su nombre escasamente figuró, habiendo sido instrumental en la corriente de pensamiento crítico anticomunista con su obra Oscuridad al mediodía.

Es posible que ello se deba a ese rasgo de su personalidad descrito como judío errante. No sólo vivió permanentemente cambiando de lugar, sus intereses intelectuales también fueron, por decirlo de alguna manera, volátiles. En un momento de su vida dejó de lado los temas políticos y sociológicos para incursionar en los terrenos científicos y después se entregó a lo oculto y a la parapsicología.

Llegó al extremo de mandar instalar en su casa de Londres una compleja báscula electrónica y ofreció recompensas en efectivo a quien pudiese demostrar capacidad de levitar, medida por el instrumento. Para ser justos, Koestler no exigía a los participantes nada extraordinario. Se conformaba con la pérdida de un par de onzas, debidamente registradas en la báscula. De cientos de concurrentes, Arthur pudo consignar un solo “caso exitoso”.

Esta y otras excentricidades minaron su prestigio, le dieron fama de charlatán y opacaron su obra anterior. Esto no merma un ápice su estatura como uno de los más importantes pensadores contemporáneos. Tan es así, que incluso sus investigaciones sobre lo material y no material, hoy no parecen tan descabelladas en un mundo donde es ya moneda corriente en análisis serio de la relación entre la biología y la ética.

Juego de ojos.