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Una iniciativa para prevenir el suicidio

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El 29 de julio pasado se aprobaron en el Senado, por unanimidad, dos iniciativas que  reforman la Ley General de Salud con el fin de tomar las medidas necesarias para la prevención del suicidio, la asistencia a personas que fallaron en sus intentos de suicidio y a las que están afectadas por la pérdida de un familiar fallecido por esta causa. Con esta reforma, que aún debe aprobar la Cámara de Diputados, se propone la creación del Programa Nacional de Prevención del Suicidio y se establece que en cada entidad federativa deben constituirse programas estatales y municipales de acuerdo con el nacional.

Igualmente, se determina crear el Consejo Nacional para la Prevención del Suicidio que buscará disminuir, como materia de salubridad general y a través de un abordaje interdisciplinario, la incidencia del suicidio, un problema que ha aumentado de manera alarmante según reconoció el presidente de la Comisión de Salud en el Senado, Miguel Ángel Navarro Quintero. La senadora Mónica Fernández Balboa, del Grupo Parlamentrio de Morena y promotora de una de las iniciativas, conminó a reconocer este terrible problema que padecen niños, adolescentes, adultos y adultos mayores como consecuencia de un sufrimiento que muchas veces pasa desapercibido por familiares, maestros, médicos e incluso especialistas. La otra iniciativa fue promovida por la senadora Verónica Martínez García, del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional.

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Mónica Fernández Balboa, política y arquitecta mexicana (Imagen: Hoja de Ruta).

Es de celebrar la aprobación de estas iniciativas que buscan atender el suicidio como un problema de salud pública y que se define como “la acción autoinfligida y deliberada de una persona causante de la pérdida de la vida”. Se reconoce que la muerte por suicidio significa, por un lado, el desesperado desenlace de la vida de una persona que no vió otra salida al sufrimiento con que vivía; por otro, una dolorosa experiencia para sus familiares, cuya afectación puede perdurar por mucho tiempo. La reforma aprobada busca ocuparse de lo que ha sido una falla de la sociedad que ha ignorado y desatendido estos problemas o lo ha hecho de manera insuficiente.  

Para darnos una idea de la dimensión del problema, sirven los datos que proporciona la Organización Mundial de la Salud: aproximadamente 800,000 personas se suicidan cada año en el mundo, lo que equivale a que cada 40 segundos haya un suicidio. Los métodos más utilizados son el ahorcamiento, las armas de fuego y la ingestión de plagicidas. El suicidio es la tercera causa de muerte para los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años.

Al enfocarnos a la situación en nuestro país, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó 6,808 suicidios en 2018 (5,540 hombres y 1,265 mujeres). Si bien son más los hombres que se suicidan y más las mujeres que lo intentan, la diferencia en la prevalencia de suicidios entre hombres y mujeres ha ido disminuyendo en los últimos años. Según el INEGI, el mayor número de casos de suicidios en 2018 correspondió a jóvenes de 20 a 24 años (1,035), seguidos por jóvenes de 25 a 29 (890), 30 a 34 (810) y 15 a 19 (800). Incluyendo los menores de 10 a 14 años (229), los suicidios de jóvenes y menores representan el 30.3% del total. Vale la pena comentar que encuentro estos datos en el artículo COVID19, depresión y suicidio que también comenta que la afectación en la salud mental de muchas personas, provocada por la pandemia, podría llevar a algunas a buscar el suicidio.

Carmen Fernández, directora de Centros de Integración Juvenil, señala que esto ha pasado y que el suicidio ha aumentado entre los jóvenes, la población con el mayor impacto emocional durante la pandemia (Excelsior). Es importante mencionar la relevante respuesta que se ha dado en los últimos meses, de manera pública y privada, para ofrecer ayuda a quienes sienten afectada su salud mental. Hay una lista importante de líneas de atención para brindar orientación y apoyo. Los objetivos que se incluyen en la reforma aprobada en el senado (prevenir el suicidio, atender a quienes sufran secuelas por un intento fallido o por perder a un familiar que se suicidó) plantean un reto complejo. Estamos ante un tema muy estigmatizado y esto representa un obstáculo para que las personas que piensan en el suicidio pidan ayuda.

Si en nuestra sociedad la muerte es un tema tabú del que no se puede hablar abierta y directamente, el suicidio lo es doblemente. Y esta dificultad para hablar de la muerte y del suicidio lleva a ideas muy equivocadas. Se cree, por ejemplo, que hablar de la muerte es una manera de invocarla (que a su vez incluiría la idea errónea de creer que no hablar de ella la aleja); igualmente, mucha gente cree, incluso entre profesionales de la salud, que no debe preguntarse a alguien que pasa por alguna crisis o padece algún problema mental si tiene ideas suicidas porque esto podría inducir a que las tenga. Esto es un grave error; si alguien no ha pensado en el suicidio, no va a empezar a hacerlo porque se le pregunte, pero sí alguien lo ha hecho, representará un gran alivio poder compartir sus ideas y poder hablar de los problemas que han llevado a esa persona a considerar el suicidio como única salida a la situación que vive.

Son diversos los factores que provocan un suicidio: biológicos, psicológicos, sociales, ambientales y culturales. Como señala María Elena Medina Mora, es importante reconocerlos y nombrarlos para poder trabajarlos y poder prevenir el suicidio. ¿Influyen más los problemas sociales con repercusiones psicológicas o los biológicos que causan enfermedades mentales? En realidad es una combinación de ambos; ciertamente se ha encontrado que las personas que se suicidan o lo intentan, en su mayoría padecen alguna enfermedad mental; pero también hay suicidios que responden a la desesperanza, impulsividad y estrés sin que las personas sean diagnosticadas con un trastorno mental. Es fundamental identificar las condiciones que podrían llevar a un suicidio y ofrecer apoyo oportunamente, con empatía, respeto y con la necesaria preparación. Es importante hacer un seguimiento a las personas que han intentado suicidarse, porque los intentos previos son un fuerte predictor de riesgo de suicidio.

Maria Elena Teresa Medina-Mora
María Elena Teresa Medina-Mora Icaza, psicóloga mexicana (Imagen: Gaceta UNAM).

Por otra parte, el problema debe atenderse con perspectiva de género porque se manifiesta de diferente forma en hombres y mujeres. Finalmente, es muy importante que los medios manejen adecuadamente el tema para evitar tanto la estigmatización como la banalización del mismo. Recomiendo la conferencia que la doctora Medina Mora impartió en El Colegio Nacional en la que trató estos y otros elementos sobre el suicidio comentando especialmente el problema en los jóvenes por ser la población más afectada, lo que se debe, en gran medida, al hecho de ser un grupo muy expuesto a la violencia.

Para poder seguir las recomendaciones de los expertos para prevenir el suicidio y para atender las secuelas de muertes por suicidio, se necesitan programas que cuenten con un presupuesto que garantice que se lleven a cabo. La reforma que comentamos representa un paso fundamental para hacer esto posible. Entre otros objetivos, busca concientizar a la sociedad en general sobre los factores de riesgo del suicidio apoyándose en medios masivos de comunicación y en el uso de las nuevas tecnologías, así como habilitar líneas telefónicas y chats de atención para el tratamiento de situaciones críticas. Se trata de hacer llegar el mensaje, a quienes han considerado suicidarse o han padecido la muerte por el suicidio de un ser querido, de que no están solos. Como han recomendado los especialistas, se buscará que el personal de salud del primer nivel de atención esté preparado para identificar a las personas que presenten síntomas y situaciones conflictivas que impliquen el riesgo de tener ideas y conductas suicidas, sea para atenderlas o referirlas. 

Además de la definición que se manejó en las iniciativas aprobadas en el Senado, el suicidio puede entenderse como “el acto deliberado de quitarse la vida” en que se excluye la noción de lesión autoinfligida. Y esto permite reflexionar sobre un aspecto del suicidio que no se incluye en la reforma ratificada (no tendría por qué), pero que sí se relaciona con el tema central de esta columna que es buscar el mejor final de vida. El suicidio, un término cargado de una connotación negativa, en realidad puede ser una forma de muerte voluntaria. Esto, claro, en la medida en que haya deliberación, libertad y elección, elementos éstos que pueden faltar en situaciones en que las personas están atormentadas o que padecen una enfermedad mental, aunque tampoco esto es una regla. Esta aclaración me lleva a señalar que así como hay sucidios que la sociedad debe prevenir, hay otros que debería respaldar como es el caso de quien padece una enfermedad que le provoca un sufrimiento intolerable y desea el suicidio médicamente asistido (prohibido en nuestro país) para tener una muerte segura y sin dolor.

Como vemos, el término “suicidio” puede referirse a acciones muy distintas. Unas, que resultan muy dolorosas porque son el desenlace de un sufrimiento solitario, que dejan un inmenso dolor entre los sobrevivientes y que no se hubieran tomado si las personas hubieran recibido una ayuda tras la cual querrían seguir viviendo. Otras, que son la conclusión de una profunda reflexión sobre la vida y el último ejercicio de la libertad de una persona que elige no vivir más de una manera que le resulta indigna. De ahí que se esperen dos actitudes de la sociedad: la de prevenir suicidios en algunos casos (la mayoría, hay que decirlo) y la de apoyarlos en otros. Desde luego, hay que reconocer que estas dos situaciones son las que claramente se pueden contrastar como los extremos de un continuo, pero puede haber en medio muchas situaciones en las cuales no sería fácil decidir si se está ante una intención de sucidio que se debe prevenir o respaldar.

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Imagen: Pinterest.

A través de los medios y películas, hemos tenido noticias de que la organización suiza Dignitas ayuda a suicidarse a personas, tanto suizas como extranjeras, que quieren poner fin a su vida para dejar de padecer un sufrimiento. El principal criterio que debe cumplirse para que una persona reciba esta ayuda es que demuestre que tiene la capacidad mental para tomar la decisión de morir; se requiere también la evaluación de un médico, quien decidirá si prescribe la dosis letal de medicamentos que los especialistas de la organización darán a la persona que quiere morir para que ésta la tome por sí misma mientras es acompañada.

El nombre completo de esta organización es Dignitas- To live with dignity- To die with dignity y entre sus objetivos, además de la ayuda al suicidio, incluye la prevención del mismo. Promueve, sobre todo, que las personas puedan buscar ayuda para hablar de su vida y de sus planes de muerte y sean escuchadas sin tabú, paternalismo ni estigma. De esta forma, Dignitas ha ayudado a personas que siguen viviendo porque encontraron soluciones a un sufrimiento (físico o emocional) que consideraban irremediable. Desde luego, también ha asistido a morir a muchas personas convencidas de que querían tener la opción de sucidarse y que al saber que contaban con la ayuda adecuada para hacerlo, no tuvieron que buscar su propia muerte anticipadamente y de manera violenta.

En México nos falta avanzar para respaldar la voluntad de las personas que, tras una reflexión profunda y acompañada, concluyen que lo mejor para ellas, debido al sufrimiento que les causa su enfermedad, es poner fin a su vida. Por lo pronto, celebramos que en nuestro país se esté dando un paso importante para ayudar a las personas que no se encuentran en esa situación ni cuentan con una convicción meditada, discutida y asumida, sino que se sienten orillados a suicidarse por los problemas que enfrentan y por el sufrimiento que padecen en soledad y desesperanza, creyendo que la única salida que tienen es la muerte. Queremos que esas personas encuentren otro camino y puedan encontrar soluciones y vivan sin sufrimiento. Las iniciativas aprobadas nos recuerdan que, como sociedad, todos tenemos que contribuir a lograrlo.


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Crisis de suicidio y depresión que debemos evitar

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De acuerdo con los registros de atenciones que nos han llegado al 5511-8575-55 y por mensaje directo al 5523-2303-03, que son las principales vías de contacto de Confianza e Impulso Ciudadano A.C., organización que tengo el privilegio de encabezar, el aumento de casos de intento de suicidio, pensamientos suicidas –ideación le llaman los especialistas– e indicadores de riesgo en una persona, ha sido notable durante los meses de esta terrible pandemia.

Desde inicios de marzo –el primer contagio reportado fue el 28 de febrero pasado, una fecha que hoy vemos muy lejana– que habilitamos la línea de Confianza para atender preguntas y posibles padecimientos emocionales por esta inédita pandemia, los números han coincidido con las cifras internacionales que advierten de una oleada de problemas psicológicos frente al aislamiento voluntario, la llamada “nueva normalidad” y una realidad totalmente distinta a la que conocíamos antes, cuando salimos o nos quedamos en casa en medio de la incertidumbre.

Para contextualizar, a través de los diferentes medios de contacto –que también incluyen las redes sociales de nuestra organización @ConfianzaMx, FB: ConfianzaMx, IG: ConfianzaMx– hemos atendido, de marzo a julio, 260 casos de suicidio que pudimos evitar, gracias a la intervención gratuita de especialistas que brindan primeros auxilios emocionales a la persona involucrada y después consulta permanente a toda su familia.

Ello representa dos casos diarios en promedio durante las Jornadas de Sana Distancia y de la denominada “Nueva Normalidad” que han determinado las autoridades federales y algunas estatales.  

Además, hemos asistido en 427 casos de atenciones por ideas suicidas de personas que en su mayoría hablan o se ponen en contacto directamente, ante la posibilidad de atentar contra sí mismos en cualquier momento.

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Ilustración: Stela Bonova.

Estos son tres casos al día, en promedio, durante este difícil periodo de cinco meses de pandemia. Cuando logramos establecer un puente de confianza, establecemos un “contrato de vida” para que, junto a sus familiares, iniciemos el proceso de atención psicológica.

En total, durante la jornada de 9 a 18 horas que opera la línea de Confianza, y las 24 por medio de redes sociales, chat y correo electrónico, hemos apoyado en cinco casos diarios de intento o de ideas suicidas, lo que significa un caso evitado y atendido cada dos horas.

A estas atenciones debemos sumar 390 consultas que se hicieron y fueron identificadas por los especialistas como de riesgo de posibles ideas suicidas o de un probable intento si no se brinda atención. Éstas significan un promedio de tres personas diarias más que también son atendidas.

En resumen, durante los más de 150 días que llevamos de pandemia se han brindado 1,077 intervenciones relacionadas con suicidio, que son siete casos al día, uno cada hora realmente, en promedio, en que la línea y el chat están en operación, y que incluye también a los otros medios de comunicación.

Imaginemos que, sin este esfuerzo ciudadano de profesionales comprometidos, estas personas no hubieran encontrado una opción rápida de ayuda, lo peor hubiera pasado o pasaría cada 30 minutos, sin que nadie hubiera podido evitarlo.

Sin embargo, como en otras crisis, la ciudadanía bien organizada puede resolver problemas complejos, añejos, que empeoran cuando los sistemas de salud deben priorizar como en este momento, entre atender a pacientes de Covid-19 o abrir espacios para todo lo demás.

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Ilustración: Sy Tat.

En este esfuerzo, que es un caso de éxito de la sociedad, debo reconocer la valiosa participación de Twitter y sus hashtags #HayAyuda y #HablemosDeSaludMental que automáticamente enlazan desde el teléfono celular con la línea de Confianza e Impulso Ciudadano. Así, muchas personas han entrado en contacto casi de manera instantánea cuando han buscado información o han deletreado un conjunto de palabras que denotan pensamientos suicidas y que todos los días son revisados por los especialistas de Confianza y los ingenieros de esta importante red social.  

A nivel internacional, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó sobre cerca de 800 mil suicidios al año en su último reporte de 2019. De acuerdo con la OMS, es la tercera causa de muerte para jóvenes entre 15 y 19 años, la mayoría usuarios de redes sociales y propietarios de un teléfono móvil.

El 79% de suicidios se cometen en países con ingresos bajos y medianos como el nuestro, y por cada uno hay varios intentos que aumentan el riesgo, lo cual comprobamos con los porcentajes que tenemos de ideas y de riesgos identificados en los medios de atención. Cada 40 segundos hay una persona que se suicida en el mundo, según la OMS.

En México, la tasa de suicidio fue de 5.2 por cada 100 mil habitantes y la población entre 20 a 24 años ocupa el segmento con mayor incidencia –9.3 por cada 100 mil en esas edades– y 15.1 por cada 100 mil son hombres.

El suicidio ocupa el lugar 22 entre las principales causas de muerte en la población mexicana, y es entre los 15 y 29 años la segunda causa de muerte en el país para ese segmento productivo y joven de nuestra población. Los datos los hizo públicos el INEGI el 10 de septiembre de 2019, que es el Día Mundial para Prevenir el Suicidio y son con base en estadísticas de mortalidad de 2017.

Ya viene un aniversario más, que se nos juntará no sólo con la suspensión de las clases presenciales, sino con una apremiante situación económica que apenas ve algunas señales de mejorar. Si sabes o conoces de algún caso cercano de depresión o ansiedad, es vital que compartas este artículo o los números y medios de contacto. Hemos salvado muchas vidas en este lapso, pero esto, tristemente, apenas empieza.


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De los suicidios en el ITAM

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Supimos del suicidio de una de las alumnas de Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) por una protesta, manifestación o intento de paro que movilizaron los alumnos del propio instituto. La alumna que se quitó la vida cursaba la carrera de Derecho, nos enteramos además de que en el curso de este pasado semestre han sucedido otros dos suicidios entre alumnos del ITAM.

El suicidio constituye una de las muestras más claras y catastróficas a nivel individual, familiar y social. Casi nunca obedece a una sola causa, aunque en general se descubre un factor final que desencadena el acto de autodestrucción. La depresión y el síndrome bipolar están detrás de la acción fatal. Con frecuencia existe el antecedente de intentos fallidos o gestos que demuestran la intención de hacerlo. También, frecuentemente estos gestos suicidas o los intentos fallidos son ignorados y despreciados por su entorno y por el propio paciente, por lo que no se toman medidas que pudieran haber prevenido la conducta suicida final.

En México el suicidio constituye una de las causas más frecuentes de muerte entre los jóvenes, aunque las mujeres son quienes tienen con mayor frecuencia este comportamiento e intentos fallidos, la consumación del suicidio es más frecuente entre los varones que, por cierto, lo llevan cabo con métodos más cruentos.

Los suicidios alrededor de la presión o el fracaso escolar no es nuevo, ha sucedido digamos que siempre. En las imágenes públicas los alumnos del ITAM hacen quejas desordenadas y peticiones poco fundamentadas de manera violenta tratando de presionar a las autoridades educativas del ITAM. Carlos Alejandro Noyola, un economista recién egresado del ITAM, escribe en El Universal, una nota muy atinada y oportuna que nos lleva en síntesis a las causas de la crisis en que se encuentra envuelto el ITAM. Un establecimiento educativo nacido a mediados de los años 40 del siglo pasado, especialmente dirigido a ofrecer carreras del área económica y administrativa basadas en el modelo de excelencia de la época, y en buscar que ingresaran alumnos muy distinguidos, consiguiendo que sólo egresaran unos cuantos, pero los más brillantes.

Carlos Noyola
Carlos Alejandro Noyola Contreras, economista y escritor de El Universal.

Noyola nos relata cómo esta filosofía persiste, no toman en cuenta el porcentaje de eficiencia, el número de egresados frente a los alumnos que ingresan, los profesores no sienten responsabilidad ante el fracaso escolar, atribuyéndolo solamente a los alumnos, no tienen programas o planes de rescate para alumnos que tienen tropiezos. Por lo que nos dice, no aprecian el índice de titulación de los alumnos que han terminado el programa escolar, siendo que éste es un índice muy apreciado en las instituciones de educación superior. Se destaca siempre que, algunos de sus egresados, son o han sido presidentes de la República, ministros, distinguidos funcionarios bancarios, etcétera.

Sin embargo, no han renovado su modelo educativo, permanecen en el pasado, una de las explicaciones para ello pudiera ser que en los últimos 47 años el ITAM ha tenido sólo dos rectores, Javier Beristaín Iturbide de 1972 a 1992, y Arturo Fernández Pérez de 1992 a la fecha, y que su profesorado tiene un origen altamente endogámico, es decir, los profesores son todos o casi todos egresados del ITAM, bajo el mismo modelo educativo, y aunque seguramente los contenidos han sido pertinente y adecuadamente actualizados, el modelo para transmitirlos no resulta el adecuado, ya que es un modelo que busca la excelencia pero de la primera mitad del siglo pasado.

            Trataré de relatar los cambios que han sucedido en otras escuelas y universidades. Yo entré a la Facultad de Medicina de la UNAM en 1963, por problemas de selección no fui aceptado hasta en una segunda vuelta, me tocó un grupo vespertino y no tuve oportunidad de seleccionar ni horarios ni profesores. Mi profesor de “Anatomía Descriptiva”, el Dr. Manuel Aceves Pérez, es lo que ahora llamaríamos un auténtico acosador y “buleador”. El primer día nos recibió diciéndonos que de los 100 que formábamos el grupo, cuando mucho 10 terminaríamos la carrera y que 50 destriparíamos gracias a los resultados obtenidos en su materia. Lo decía con gran seguridad y agresividad, el primer día todos acudimos vestidos de forma común y corriente y nos cuestionó si no sabíamos que ya estábamos en la facultad, por lo que al día siguiente todos acudimos vestidos de blanco, con el entonces uniforme de estudiante de medicina. Pero al llegar a clase se rio de nosotros, haciendo hincapié en que si aún no habíamos entendido que sólo 10 terminaríamos la carrera; tenía frases terribles en sus clases como “a ver, a ver, las mujeres se sientan en primera fila, porque sólo yo les puedo ver las piernas”, y mis compañeras, unas 15 en el grupo, se cambiaban sin chistar, eran tiempos de minifalda extrema. Cuando preguntaba en clase con frecuencia decía “a ver ése que tiene cara de idiota”, hasta que uno de la zona que señalaba decía “¿yo?”, y entonces orgulloso decía “ahí no hay ningún otro con cara de idiota”, el control era tal que lo seguía haciendo en octubre, cuando el curso había empezado en enero.

Yo, que entonces era muy joven, le tomé un miedo de tal magnitud que todos los días dudaba en si quedarme a su clase o no. Antes tomábamos “Psicología Médica” con un gran profesor, el Dr. Julián Mcgregor, con mucha frecuencia me escapaba de la clase para una hora después asistir a “Anatomía Topográfica y Disecciones”. Mi falta de valor y previsión me condujeron a ser condenado a examen extraordinario por faltas, a pesar de haber aprobado “Histología”, “Embriología” y también dos partes de “Anatomía”, la topográfica y disecciones, sin aprobar “descriptiva” no podía pasar a segundo año, así que decidí presentar el examen extraordinario, personalmente no podía aceptar reprobar y no tenía explicaciones para mi entorno familiar; yo había estado estudiando demasiado, el Dr. Morales, mi profesor de “Topográfica”, me ayudaba mucho, él fue quien finalmente me animó a enfrentar el reto; pagué el costo de mi examen (15 pesos) y fui con el Dr. Aceves para hacerle saber mi decisión, recuerdo que fue muy agresivo y déspota, me dijo que en 30 años de profesor nadie había pasado un examen final con él y nadie se había inscrito nunca a un examen extraordinario; traté de darle una explicación, pero al no obtener respuesta me limité a terminar el trámite.

ITAM

El día del examen me recibió con gran sorna, participaban otros cuatro profesores, afortunadamente el Dr. Morales entre ellos, y luego de pasar aproximadamente tres horas, de realizar la disección de dos regiones anatómicas y hacerme preguntas por más de una hora, me dijo ”pues va a resultar que sí sabes anatomía, pero no te puedo poner más de 7 porque me desprestigio”. Por supuesto lo acepté, y durante mi carrera no volví a sufrir o a permitir sufrir acoso o bullying, sin duda eran otras épocas, por supuesto no existía el concepto, ni dónde ir a denunciarlo.

El cambio en la Facultad ha sido notable, los alumnos tienen una bienvenida por parte de los profesores en el marco de la Feria del Libro de Medicina, donde reciben pláticas por distinguidos maestros que intentan ofrecer un panorama profesional actual y las posibilidades futuras. Se les explica la magnitud del reto y consejos para enfrentarlo de la mejor manera. Hay muchos cursos remediales y los alumnos que no aprueban o tienen dificultades académicas son invitados a inscribirse. Se busca la eficiencia de egreso sin sacrificar la calidad. La titulación inmediata es una meta porque no tiene sentido que alumnos que han terminado el programa académico no obtengan su título, incluso se facilitan los trámites ante la Dirección General de Profesiones.

Algo que seguramente es un resquicio del pasado lo constituye el hecho que los alumnos destacados obtienen mayor atención y se les dirigen mayores medios económicos, un vestigio del pasado; pero todo se andará. Desde luego ya no se rapa ni se pinta a nadie como novatada.

En muchas otras instituciones se han generado cambios en búsqueda de un nuevo modelo educativo, centrado en la educación del alumno, un ejemplo es el de la Escuela Médico Militar, en donde no sólo dejaron de haber novatadas, sino que ahora el alumno es cuidado y atendido en búsqueda de mejores resultados.

Hay que entender que la sociedad ha cambiado, para bien, y que los métodos agresivos que buscaban la excelencia educativa no son ya aceptados, entre otras cosas, porque dan malos resultados. Un gran pendiente educativo que todos tenemos que entender y afrontar es la calidad del bachillerato, público y privado, sin alumnos que sepan leer, criticar, analizar y estar dispuestos a aprender, aprehender y a cambiar, las carreras profesionales son muy difíciles.


Lecturas recomendadas:
~ Juárez R., Luckie L.A., Morán P., Alcántara M.R., Vázquez D., Curiel O., Ramiro M., Perfil socioeconómico del paciente con intento de suicidio. Med Int Mex 1998;14: 145.
~ Carlos Alejandro Noyola. Culpo al ITAM. El Universal. Opinión. 15-XII-2019.
~ Lifshitz A., Zerón L., Ramiro M. Los retos de la educación médica en México. Academia Nacional de Educación Médica. México 2011.