A mi me parece que El Pana hablando metafóricamente, ha muerto y renacido varias veces en su carrera.
Como Rodolfo Rodríguez, único propietario de los derechos de uno de los nombres taurinos más románticos de la historia mexicana del toreo a sus más de sesenta años de edad, se atrevió a torear en solitario a seis astados, por primera vez en su longeva carrera, hay quienes lo fustigaron y ahora pretenden en su papel de buenas conciencias, de Pepes Grillos, reclamar que es poco profesional de su parte y de la empresa que lo programó, la gesta del tlaxcalteca.
Afilo mi lápiz no para defender, no lo necesita, sino para recordar que el toreo es romance y no un ejercicio de atletismo.
En España hace años lo mismo reclamaban algunos a Antoñete esto es, que su avanzada edad y por su falta de adecuada condición física (pues si alguien hizo rico a las tabacaleras fue Antonio Chenel) se pusiera el traje de luces, ya muy viejo todavía se pasaba a los toros por la faja para deleite de muchos y coraje de unos cuantos, que no respetan ni al torero ni a quienes pensamos que la vida se acaba hasta que se acaba y que cada quién es libre de usarla y arriesgarla de acuerdo a su libre albedrío.
Ninguno, me parece tenemos derecho a señalar con dedo flamígero al torero que se expone y en este asunto a la empresa que lo programa en el caso de El Pana la de Texcoco.
Si reclaman aquellos, entonces que pidan se suprima la fiesta de los toros porqué entraña el riesgo de la vida y prueba irrefutable fue la penosa muerte de Bienvenida cuando una becerra le cortó el hilo de la vida terrenal allá en España.
A mi me parece que El Pana hablando metafóricamente, ha muerto y renacido varias veces en su carrera, tal y como lo demuestra la despedida que se convirtió de renacimiento de La México en la tarde mágica del 10 de enero de 2007, cuando labró dos de las más estrujantes faenas de lo que va de éste siglo, que recuerda el coso de Insurgentes.
A muchos los que nos preocupaba era que saliera bien librado el 6 de marzo de 2016 de Texcoco y la libró, luego hizo de acuerdo a los que estuvieron allí, poco, pero incluso recibió una oreja al final de un toro de Manolo Espinosa lo cual prueba que con todo fue capaz en faenas cortas de transitar hasta el final de la jornada.
El que fuera escaso público es algo común, desafortunadamente para muchas figuras o no del toreo y no pasa nada, aunque como algunos no lo tragan pues hacen corajes como si ellos fueran los inversionistas.
Allá ellos ¡Viva la individualidad y las ganas de vivir de cada uno!
Enhorabuena Rodolfo por ser quién eres ya quisieran muchos nuevos y viejos que se dedican al toreo, tener sello registrado.
Por románticos como tú es que el toreo es un misterio vedado para aquellos que pretenden ser las buenas conciencias de un arte que tiene más profundidad que unos retazos de toro como premio.
Como diría mi recordado amigo Gabino Lombana, Agur.
