Aprendizaje basado en proyectos

Una oportunidad para mediar con tecnologías y desarrollar competencias intelectuales

Aprender mediante la planeación y ejecución de proyectos que atienden problemas cotidianos es una forma aceptada para que la educación cumpla uno de sus fines sustantivos: aprender de manera significativa.

Durante siglos las escuelas se han centrado en los contenidos del aprendizaje. Nociones, teorías y datos que deben ser memorizados y de manera general aplicados a la resolución de problemas se ha generalizado como la forma privilegiada de educar y de evaluar el aprendizaje. Se ha considerado la cantidad de información memorizada como un indicador de logro educativo. Ha sido hasta hace pocos años que esa visión educativa ha sido abandonada. Teorías y programas pilotos desarrollados por especialistas internacionales han mostrado que lo que verdaderamente importa no es sólo que los estudiantes accedan a la información más actualizada, sino que sean capaces de indagar, organizar y emplear esa información. Pero no basta. No son poco comunes los casos en las que niños y jóvenes demuestran poca capacidad para afrontar los retos de su realidad inmediata. Encender y programar un aire acondicionado, armar un rompecabezas o anticipar el resultado de un experimento les es extremadamente complejo. Las pruebas realizadas por organismos internacionales, y que establecen estándares internacionales, muestran diferencias en las competencias y habilidades con que cuentan los chicos de diferentes naciones. Algunas se refieren a operaciones matemáticas muy básicas, pero de alta demanda cognitiva. Ello evidencia que nuestra educación ha estado ancestralmente ligada a la memorización de información, pero no está ligada al desarrollo de capacidades y habilidades de alta demanda cognitiva. Algunas de estas capacidades o habilidades son esenciales para que una persona sea competente en la realización de tareas complejas como tripular un automóvil, manejar una máquina de taller sofisticada, programar un sistema autónomo o realizar una cirugía. Alcanzar estas competencias implica un largo proceso de desarrollo, cuya base son los años iniciales de la educación.

El nuevo modelo educativo establece las competencias que los niños mexicanos deben alcanzar a lo largo de su paso por la educación básica. Algunas de ellas son esenciales para que los mexicanos puedan afrontar tareas muy complejas en su vida cotidiana. Esas tareas se transforman cotidianamente y se hacen más complejas debido a los cambios que la ciencia y la tecnología le imprimen a la organización de la vida productiva. Tareas como diseñar sistemas que analicen y aprovechen bases masivas de datos o bien desarrollar sistemas autónomos capaces de controlar el tráfico de una ciudad requieren profesionales con competencias de alta demanda cognitiva. La propia formación humanística que reflexiona sobre las implicaciones éticas del uso de los sistemas de control automatizado requiere de competencias intelectuales de muy alto nivel y un profundo conocimiento del estado del arte en cuestiones de naturaleza tecnológica. La comprensión de fenómenos como la corrupción o la inseguridad que campean en nuestro tiempo exigen de competencias y habilidades intelectuales cuya ausencia entre los responsables de su gestión explican las dificultades que enfrentamos en nuestros días.

De ahí que, replantearnos el sentido de las experiencias que la escuela proporciona a nuestros hijos es hoy en día, una de las tareas impostergables y necesarias a realizar.

La pregunta respecto a cómo podemos favorecer el desarrollo de habilidades intelectuales que deje en segundo término la memorización de información, tal y como lo presenta el Modelo Educativo hecho público en el mes de junio del presente, debe responderse de manera multifactorial. No hay una sola fórmula para crear un sistema educativo que favorezca el desarrollo de competencias y habilidades en los niños y jóvenes. Necesitamos un conjunto de enfoques y programas para lograrlo.

Así que en este breve artículo resumo una de las ideas poderosas que se han difundido entre los educadores en los últimos treinta años: el aprendizaje basado en proyectos.

Aprendizaje basado en proyectos

El aprendizaje basado en proyectos es un método que se ha desarrollado y difundido en las escuelas en los últimos años.

El aprendizaje basado en proyectos es de larga data. En los talleres de las guildas medievales los aprendices basaban su formación en las artes de la época en la realización de tareas que parecían monótonas pero que implicaban pequeños proyectos que les encomendaban los maestros y oficiales. Algunos de estos proyectos eran tan simples que los aprendices juzgaban que sus maestros jamás les enseñarían los secretos más importantes del oficio.

Esencialmente se trata de establecer con los estudiantes un problema de la vida comunitaria o personal que se afronta cotidianamente. En su primera fase se establece con los estudiantes cuál es la situación que dificulta o afecta la vida diaria: el transporte, la proliferación de basura, la falta de un sistema o programa, la conducta de un servidor público, incluso la existencia de un proceso, dispositivo o producto. En el análisis de la dificultad o problema los jóvenes ponen en juego habilidades que les serán de enorme utilidad no sólo en su vida escolar sino, y más importante, en su vida personal.

Una vez que los jóvenes, de manera preferente en grupos pequeños, definen cuál es el problema, se disponen a proponer y perfeccionar una propuesta de solución. Tratándose de personas muy jóvenes no es infrecuente que los mayores piensen que las soluciones serán muy inocentes e ineficaces, pero en mi experiencia muchas veces la creatividad de los niños es sorprendente y su pensamiento, que aún no ha sido copado por los prejuicios o por las limitaciones de los compromisos ideológicos, se muestra fresco y libre. Los niños y jóvenes ponen a prueba su creatividad y con ello ejercitan una competencia de alta demanda cognitiva, pues formular soluciones implica poner en juego habilidades metacognitivas muy importantes en el futuro: el pensamiento hipotético. Este tipo de pensamiento requiere de varias habilidades y competencias intelectuales: organizar, planear, predecir a partir de indicios, probar mediante experimentos intelectuales, anticipar, etcétera.

En la tercera fase de su trabajo con proyectos, niños y jóvenes desarrollan propuestas de soluciones. Discuten en grupos, desarrollan prototipos, organizan materiales y los utilizan, ponen en juego diversas aptitudes físicas como cortar, pegar, iluminar. En el caso de soluciones a problemas sociales, se ponen en juego elementos como la obtención de información, la discriminación de información, la organización y visualización de datos, entre otros.

Es pues esta metodología una forma muy rica de favorecer el desarrollo de habilidades y competencias.

Las tecnologías digitales y el aprendizaje basado en proyectos

Hace algunos años, cuando la ola del aprendizaje basado en proyectos aún no se popularizaba me correspondió organizar con algunos estudiantes de bachillerato un proyecto de aula dedicado al estudio del barroco. Con ayuda de una computadora que tenía la virtud de digitalizar videos y audios propuse a un grupo elaborar una presentación multimedia sobre ese tema del arte en México.

Durante algunas clases, los jóvenes dividieron su tiempo en la búsqueda de textos, videos y audios en la biblioteca (aun no existía la WWW en Internet ni Google o YouTube). Luego armaron guiones y elaboraron presentaciones que incluyeron medios múltiples (video y audio incluido). Lo relevante de esta experiencia, que hoy suena muy elemental, es que los estudiantes presentaron y aprobaron un examen sobre el Barroco en México sin que yo hubiera “impartido cátedra” como era usual en esa época.

Fue la primera experiencia en la que medié con tecnología y con el aprendizaje basado en proyectos el desarrollo de habilidades y la construcción de conocimientos. No he dejado de usarlo como técnica y he descubierto su valor como una forma muy provechosa para educar.

El aprendizaje basado en proyectos exige de parte del profesor un esfuerzo especial para evaluar el aprendizaje. Debe establecer una serie de elementos a observar dentro de las acciones realizadas por los estudiantes, así como disponer de una lista para cotejar el cumplimiento de las tareas o metas que evidencian el desarrollo de las habilidades y competencias necesarias. Es en ese sentido un trabajo exigente para el maestro.

Por otro lado, se requiere de parte del maestro convertirse más en un medio que en el centro de la actividad de la clase. El objetivo es centrar la actividad del aula en el aprendizaje del estudiante, en su ejercicio de la autonomía, indispensable para pensar, crear y equivocarse. No hay fórmula secreta para convertirnos en personas que cuentan con destrezas y habilidades intelectuales, pero el contar con una metodología que nos permita desarrollar esas habilidades es un factor fundamental. Aprovechar las tecnologías digitales que hoy en día nos permiten investigar, organizar y producir es otro elemento esencial para cambiar la educación de nuestro tiempo. Cuando los chicos crecen en este entorno, desarrollan las habilidades ligadas a cada una de las disciplinas que estudian y también a resolver problemas y a aprender cómo aprender con la mediación de las tecnologías.

En ello debemos invertir nuestro tiempo y pensamiento, en esta época de reconstruir y renacer.