La actividad cerebral durante un ataque de ira

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¿Alguna vez has estado tan molesto que sientes vapor salir de tus oídos como en las caricaturas? ¿O tal vez sentías tu sangre hervir? Puede que conozcas el motivo de tu enojo, pero, ¿qué está sucediendo dentro de tu cuerpo?

Supongamos que eres de las personas que pierden la paciencia durante las horas pico del tráfico de la ciudad y estás impaciente cuando otro conductor se atraviesa repentinamente en tu camino, puede ser que le grites algo o le hagas algún gesto inamistoso para sacar tu ira.

La culpable de esta reacción es tu amígdala cerebral, ya que esta parte del cerebro reacciona a los estímulos exteriores y en estos casos libera catecolaminas, neurotransmisores que se vierten al torrente sanguíneo y te hacen sentir una ráfaga de energía preparándote para un confrontamiento físico.

A su vez, las hormonas epinefrina y norepinefrina también son liberadas aumentando tu presión arterial y tu ritmo cardíaco. En este momento, tu cara puede ponerse roja, ya que tu sangre está siendo enviada a las extremidades de tu cuerpo.

Para algunas personas es fácil mantener el control y no caer en provocaciones, pero otros reaccionan de forma diferente y se tornan violentos o agresivos, ¿por qué sucede? Las personas que logran controlar estas emociones le deben su calma a su corteza prefrontal, el área del cerebro que controla el juicio. Aquellos que no tiene buen uso de esta corteza, sufren de ataques de ira.

Las desventajas de reaccionar con enojo

Los individuos que constantemente están enojados tienen mayores probabilidades de padecer de hipertensión o incluso sufrir un ataque al corazón. Esto se debe a que los ataques de ira están ligados al músculo cardíaco, ya que la epinefrina y norepinefrina antes mencionadas encogen los vasos sanguíneos, causando arritmia cardíaca temporal.

Además, estas hormonas también aumentan la cantidad de glucosa y de ácidos grasos en la sangre, lo cual puede resultar en daños en las arterias y causar aterosclerosis. Esto genera un aumento de sustancias grasas en las arterias y las vuelve más delgadas, resultando en un menor envío de sangre oxigenada al cuerpo. Si esto sucede, las consecuencias pueden ser graves, como una apoplejía o un ataque al corazón, los cuales pueden resultar mortales.

Cómo evitar los ataques de ira

Existen varias opciones para aprender a controlar los arranques de ira. Entre estas se encuentran la meditación, terapias psicológicas, ejercicio físico y ejercicios de respiración. A algunas personas les resulta positivo contar hasta diez cuando sientes que han perdido la paciencia.

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