La Universidad de México es la institución académica más antigua de las Américas. En muchos sentidos es una de las más importantes del hemisferio y ocupa un lugar determinante en la historia intelectual de nuestro país. Sus orígenes se remontan en la creación de la primera Universidad establecida por la cédula real de Carlos V, firmada por Felipe II de fecha 21 de septiembre de 1551. La Real y Pontificia Universidad de México inauguró sus cursos el 25 de enero de 1553. Durante el virreinato enseñaron y estudiaron ahí las figuras intelectuales más importantes de la época.
La actual Universidad Nacional fue establecida en 1910. Obtuvo su autonomía en 1929, la cual siempre fue concebida como un espacio de libertad y autogestión. En el transcurso de las siguientes décadas la Universidad Nacional ha ocupado un lugar de la mayor relevancia en la evolución política de México. Su relación con el poder político ha sido en ocasiones muy difícil ya que la Universidad se mantiene como un espacio de defensa de la libertad. En la década de los años sesenta del siglo XX recibió muy duros ataques por parte del gobierno de Díaz Ordaz. Primero, a raíz del movimiento de 1966 en contra del Rector Ignacio Chávez, quien pretendió articular un proyecto de excelencia académica para la Universidad. Fue un proyecto que de haberse consolidado habría tenido importantes repercusiones en beneficio del país. Más tarde, con el torpe manejo del movimiento estudiantil de 1968 que culminó con la masacre del 2 de octubre. El movimiento del 68 se generó en buena medida como un reclamo por mayores libertades. Se dio en un país de menos de 50 millones de habitantes. Actualmente, México tiene una población de casi 130 millones de personas y en 25 años más llegaremos a 150 millones.
Desde la década de los años setenta, derivado del crecimiento demográfico y la consecuente presión social, se han establecido numerosas universidades públicas y otras instituciones de educación superior. De igual forma, ha incrementado exponencialmente la oferta privada de educación profesional. En este último caso, muchas veces se trata de negocios mercantiles, pero también hay institutos y universidades privadas de excelencia académica que contribuyen significativamente para el desarrollo del país. La nueva oferta de educación superior es expresión de pluralidad de la sociedad contemporánea.
Es así que la mayor parte de la investigación, la creación del conocimiento recae en la UNAM y en el Instituto Politécnico Nacional (IPN). La Universidad cubre en materia de investigación un amplio espectro que comprende las ciencias, tecnologías, ingenierías, humanidades, disciplinas sociales y artísticas. La Universidad Nacional Autónoma de México tiene la más amplia oferta académica a nivel de docencia. Es también, reitero, la principal institución de investigación en América Latina. A través de numerosos institutos y centros de investigación se encarga de la creación del conocimiento y, en algunos casos, con nivel de excelencia. Por la UNAM han pasado buena parte de las personas con más relevancia en México en muchas áreas del conocimiento, algunos de ellos con proyección internacional y aún global. Asimismo, muchos de sus egresados son destacados dirigentes políticos, sociales y culturales, así como distinguidos emprendedores, profesionistas y servidores públicos de todo el país. La UNAM ha sido un importante medio de movilidad social en el país.
No obstante, la Universidad también ha sido víctima de numerosas agresiones en las últimas décadas, propiciadas por políticos inescrupulosos y demagogos tanto de distintas administraciones federales, como locales que la han traicionado.
Desde mi perspectiva, la Universidad Nacional Autónoma de México es patrimonio del país. Por eso es fundamental luchar por su excelencia académica y preservar su espacio de libertad. Por la rectoría de la misma han pasado distinguidos mexicanos como Ezequiel A. Chávez, Antonio Caso, José Vasconcelos, Gustavo Baz, Mario de la Cueva, Nabor Carrillo Flores, Ignacio Chávez, Javier Barros Sierra, Pablo González Casanova, Guillermo Soberón, Octavio Rivero Serrano, Jorge Carpizo, José Sarukhán Kermez, Francisco Barnés de Castro, entre otros. Desde luego, incluyo en esta lista a los tres últimos rectores, Juan Ramón de la Fuente, José Narro Robles y actualmente a Enrique Graue Wiechers.
El rescate de la Universidad pasa necesariamente también por el orden elemental que es necesario que prevalezca en cualquier institución académica. Debe acabarse con el porrismo gansteril y mercenario que subsiste. Urge erradicar cualquier tipo de violencia y rescatar el Auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras, así como suprimir la venta de drogas del campus universitario.
Una UNAM sólida, brillante, de excelencia académica, es fundamental para nuestro país. En este esfuerzo es imprescindible consolidar su autonomía que está enfocada a la libertad de cátedra, de investigación y, desde luego, de expresión. Nunca como extraterritorialidad para la impunidad y la protección de maleantes. Por último, quiero expresar mi apoyo al Rector, el Doctor Enrique Graue Wiechers en esta labor.