En el mundo de los negocios los riesgos son realmente altos, las probabilidades de salir victorioso son reducidas y las caídas son más comunes de lo que cualquiera se puede imaginar, pero afronta los fracasos con una actitud positiva y responsable.
Ciudad de México.- Por cuestiones naturales y reforzado por el entorno social, al ser humano le cuesta trabajo reconocer un error o que definitivamente ha fracaso en alguna de sus actividades, por lo que a nivel negocios esto se magnifica ya que se pierde prestigio, recursos y sobre todo, seguridad personal.
Y este último aspecto el más peligroso de todos, ya que sin una fortaleza emocional que permite dimensionar en un plano objetivo y real lo sucedido, se corre el riesgo de crear escenarios mucho más dramáticos y dolorosos que no necesariamente son ciertos.
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Erradicar los pensamientos negativos
En ese sentido, el cerebro es experto en métodos de tortura emocional con una constante producción de pensamientos negativos que taladran el estado de ánimo hasta dejarlo prácticamente inservible.
Una manera de evitar esto es detener de tajo esos pensamientos. “Siempre somos demasiado duros con nosotros mismos”, dice Jolie Dawn, escritora y experta en temas emocionales, por lo sugiere que “en lugar de permitir que ese diálogo interno apague el show, escúchalo y date un momento de empatía”.
Con esto se refiere a que si bien el resultado final puede ser catalogado como un fracaso o como algo realmente malo desde una perspectiva personal, en el balance general siempre habrá cosas buenas que destacar.
“Intenta felicitarte por algo que hayas hecho bien recientemente y respira entendiendo el hecho de que eres humano y que habrá días en que ganes y días en que pierdas. Y que esto va a pasar”, dice en un texto para Entrepreneur.
Así, cada vez que surjan esas ideas negativas que machacan las heridas producidas por el fracaso, lo mejor es ser conscientes de que se pueden detener si las personas son capaces de identificarlas, con esto se elimina la posibilidad de que se sigan haciendo daño y cambiar esto por esos pequeños motivos de orgullo por lo realizado, que aunque parezca imposible, siempre existen y están disponibles.
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Hacerse las preguntas correctas
Otra manera de afrontar los fracasos de la manera más positiva posible, es dejarse de hacer preguntas que solo detonan esos pensamientos dañinos.
Siempre es bueno encontrar los errores cometidos, saber en dónde estuvieron las claves del fracaso pero más allá de que sea esto una tortura, debe ser un proceso reconciliador con lo que se realizó y sobre todo, entender que a pesar de todo lo malo, hay cosas positivas que rescatar.
“Hacer buenas preguntas es un arte, las preguntas correctas que te hacen pensar diferente a los demás”, dice Dawn, por lo que “cuando estás en un espacio de dudas en lugar de en uno de conjeturas, de repente puedes ver más allá del caos de tu mente y tener algo de claridad y perspectiva”.
Así, el fracaso seguirá ahí y nadie lo podrá borrar o modificar el resultado final, pero si se puede evitar que vuelva a ocurrir en oportunidades futuras.
