El Club de Roma lanza un Plan de Emergencia de Acción Climática Global, ante la muy delicada situación que enfrenta la humanidad y el planeta. Este plan se enuncia en el marco de la Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que inicia hoy 23 de septiembre en Nueva York, convocada por el Secretario General de la ONU, António Guterres.
Ante la gravedad del problema y los crecientes riesgos que enfrenta la humanidad en su conjunto, mucho antes de lo inicialmente previsto por las proyecciones previas, se celebra esta cumbre que busca que los países se comprometan con planes más ambiciosos de los que se plantearon cuando se firmó el Acuerdo de París en 2015.
Por 10 mil años la humanidad creció y la civilización se desarrolló debido a la notable estabilidad climática de la Tierra, así como a la diversidad de su riqueza biológica. En los últimos 50 años, la acción humana ha alterado profundamente esta situación. Nuestros esquemas de crecimiento económico, producción y consumo están presionando a los sistemas que sostienen la vida en el planeta más allá de sus límites naturales. La estabilidad de esos sistemas, nuestros bienes globales, de los que dependemos fundamentalmente están en un grave riesgo, sin precedentes en la historia de la humanidad.
Toda la evidencia científica es clara, estamos acelerando el camino hacia puntos de no retorno y las consecuencias de nuestra falta de acción será catastrófica para la humanidad. El tiempo para actuar se está agotando.
Se vive una emergencia planetaria. La definición de emergencia es la de un evento peligroso que requiere acción inmediata para reducir el riesgo de resultados potencialmente catastróficos. Los impactos del cambio climático y de la destrucción ecológica son más severos y se están manifestando mucho antes de lo que muchas predicciones científicas previeron hace unas décadas. Ahora hay nuevos estudios universitarios y de centros de investigación que dan cuenta de los efectos del cambio climático y de la destrucción de la naturaleza que aparecen cada mes y aún cada semana.
Las evaluaciones científicas globales más importantes concluyen que sin una mayor intervención, los riesgos estarán en breve en una etapa crítica. Necesitamos estabilizar el clima por debajo de un incremento de 1.5°C de la temperatura medida en relación con la época pre-industrial; detener la pérdida de la biodiversidad; retrasar el derretimiento del hielo polar y de los glaciares; proteger los suelos, bosques y océanos.
Es necesario actuar de inmediato, con decisión y energía, para garantizar la salud y el bienestar de largo plazo de la gente y del planeta. Para hacer esto, nuestra respuesta a esta compleja emergencia debe reflejar los intrincados vínculos entre la vida en el planeta y los sistemas que la sostienen y la regulan.
Se plantea que el año 2020 sea el “super año” para la acción internacional en esta materia. Es el 75 Aniversario de las Naciones Unidas. Es la primera oportunidad para las naciones para establecer objetivos más ambiciosos y lograr llegar al 2050 con el objetivo de descarbonizar la economía. Además, el año 2020 marcará el inicio de la década para incrementar la acción que nos permita conseguir los objetivos del desarrollo sostenible en 2030.
Esta década debe marcar el punto de inflexión, el periodo para evitar el colapso global. Debe ser un periodo que nos permita confrontar la mayor amenaza que la humanidad jamás haya experimentado para su subsistencia.
La próxima década, a partir de 2020, debe ser el punto de quiebre para salir de esta tendencia negativa, impedir el desastre e iniciar la transformación económica más rápida de nuestra historia. La propuesta es que debemos asegurarnos de efectuar todas las transformaciones necesarias para lograr los objetivos de largo plazo para la supervivencia, la salud y el bienestar de la humanidad, así como la preservación del planeta. Nuestros esfuerzos deben ser globales y nuestras respuestas locales. Ya no podemos seguir perdiendo más tiempo.
