El tiempo vuela y los recuerdos se agolpan; hace 27 años partió en el paseíllo de la vida José Luis Carazo Vega, conocido en los medios como “Arenero”, pseudónimo que adoptó en su transitar por los medios, primero radiofónicos y luego televisivos, en Toros y Toreros de Canal 11.
En imaginaria conversación, como las tantas que sostuvimos y que con la mente se hace posible, empezaría seguramente con que, quien escribe recibió una llamada por la noche el domingo 10 de noviembre, comentándome (si es que no hubiera ido a la plaza, sobre la transmisión de la corrida por televisión) lo ocurrido en una tienta en que hubo toreo con aroma por parte de Morante y mucho pundonor de Joselito Adame.
Le platicaría que un aficionado me preguntó por el sorteo de los toros que se lidiaron, y que fueron de Bernaldo de Quirós, en qué consiste en términos generales y la hora aproximada de inicio, y si es posible, que el público en general asistiera al mismo y finalmente si tenía algún costo, hacerlo.
Y le contesté al aficionado que el día de la corrida, alrededor de las doce horas en La México, se procede a hacer los lotes para toros a lidiar, si es por la noche el festejo, entonces es alrededor de las 4 de la tarde.
Generalmente los apoderados son quienes (acompañados de los subalternos del torero en turno) deciden qué animal va con cual en función del tamaño, de la encornadura, si alguno se fija en el pelaje, en fin… Es una discusión entre los representantes del torero y los del ganadero en la que las autoridades participan como mediadores, y desde luego poniendo por delante el reglamento taurino.
En ese sentido, los lotes de los astados lidiados el 10 de noviembre fueron bien conformados.
El representante del matador define cual toro va en primer y segundo lugar. Cada representante planea su lidia de acuerdo a, si en su criterio ,le tiene o no confianza a lo que le correspondió en su lote.
Factores como el trote, las hechuras (esto es la conformación corporal, el remate muscular y en especial el de los cuartos traseros) y su comportamiento psicomotriz, son tomados en cuenta para hacer los lotes.
Para sortear, es tradicional utilizar una hoja de papel para fumar, donde se anota los números correspondientes a cada lote, estos se van doblando en bolas de papel –que con gran solemnidad se depositan en un sombrero, cerrado por otra persona–, y de acuerdo al orden de alternativa, se van extrayendo por parte del representante de cada espada, desarrollando cada una para saber, no sin cierta desazón, qué fue lo que les deparó la suerte. Luego se toca el tema de los toros de reserva, una vez hecho el sorteo, los toros en la plaza quedan listos para ir saliendo de acuerdo al orden en que se autorizaron.
Con esa información de la gestión de la plaza, es posible para el público en general asistir al sorteo gratuitamente, ingresando por la puerta del encierro de La México, alrededor o antes de mediodía.
Todas las operaciones se deben hacer lo más rápidamente posible sin precipitaciones, me pudiera extender más, pero espero despertar la curiosidad por asistir al sorteo y tener una experiencia inolvidable.
Indiscutible también, fue el toreo con aroma andaluz del nacido en la Puebla, José Antonio Camacho (conocido artísticamente como Morante de la Puebla), quien en el cuarto astado de la tarde, “Aguanieve”, fue protestado de salida hasta que las manos mágicas –que primero pasaron con la “Chicuelina” y luego con las “Verónicas” y la “Media” final con el capote–, embelesó a la concurrencia cambiando las protestas por olés, pues con la muleta que eslabonó con ambas manos, fueron muletazos de altos vuelos por la lentitud en la que transcurrían, y el astado quedaba como embrujado ante las muñecas de mantequilla del torero.
Cuando ejecutó la suerte suprema con gran gallardía, el público le coreó “¡Torero, Torero!” Y para él fue un merecido trofeo, por el concierto de muletazos y destellos de magia que iban como chispazos al gusto taurino del conclave.
Los toros de Bernaldo de Quirós fueron, como acostumbran, fijos, tardos, algunos faltos de fuerza, con pequeñas rachas de efímera codicia en las embestidas que serán de la preferencia de los toreros, pero que adolecen la complejidad de la falta de más codicia en su estilo.
Joselito Adame en su primer toro, logró un merecido trofeo, y “El Calita” a pesar de sus ganas de triunfar, se estrelló con la falta de fuelle de sus astados y tuvo el desdoro de escuchar los tres avisos en la suerte suprema. Esperemos se recupere pronto y que la próxima sea su revancha, elementos tiene para consumarla.