Dice el refrán “todos tenemos un poco” y lo reflexionaba el domingo 17 de noviembre de 2019 en La México cuando Jorge Ramos, juez de plaza, solicitó un minuto de aplausos a su memoria, para uno de los toreros con historia en La México como novillero puntero y luego con la muy conocida anécdota de la tarde de su confirmación de alternativa, la de “El Loco”.
Me refiero a Amado Ramírez, quien el jueves 14 de noviembre se nos adelantó en el paseíllo de la vida en la musical ciudad de Nashville, en Estados Unidos, donde radicaba desde hace unos años con su esposa y familia.
Recibió la alternativa en la plaza “Revolución” de Irapuato, el 20 de noviembre de 1954, donde Fermín Rivera le cedió los trastos en presencia de Guillermo Carvajal, con toros de Tequisquiapan, propiedad de Fernando de la Mora, la primera concedida en ese coso, que en estos días presenta su tradicional festejo.
El 6 de febrero de 1955 tuvo una tarde aciaga cuando vino a confirmar la alternativa de manos de Rafael Rodríguez y de testigo el torero cordobés José María Martorell.
Por percance del hispano, toreó cuatro astados de La Laguna, en tres escuchó los tres avisos y ya nunca pudo regresar a torear a La México, en la que entre otros toreros como novillero contendió en 1954, con Joselito Huerta.
Su fuerte nunca lo fue la suerte suprema, pues de 32 novillos, en cuatro escuchó los tres avisos, sin embargo, fue un torero que interesó mucho a la afición capitalina, tanto que el 14 de noviembre de 1954 se despidió de novillero ante una gran entrada, enfrentando 6 novillos de Jesús Cabrera.
Queda para su historia los máximos trofeos que obtuvo de Leñador de Piedras Negras, en esa categoría.
Datos extraídos de documentos y pláticas con aficionados de la época que nos recuerdan el sello de un torero de polémica, que escribió páginas brillantes en el ruedo capitalino.
Una de sus aristas fue convertirse en maestro de toreros, uno de ellos fue el matador Antonio Urrutia, estuvo entrenando con él en el claro de Chapultepec, y también lo acompañaba a las tientas y a las corridas. Tenía un concepto profundo del toreo y su forma de enseñar era versátil.
Mario Leal, uno de sus alumnos, me comunicó con tristeza el deceso y tuvo la deferencia de enviarme una carta de puño y letra de Amado, muy reciente de mayo de este año que le envió su maestro, desde Nashville y se refiere en especial a la lentitud.
Aconsejaba: “Has el paseo caminando lento; siempre para nivelar el estrés y los miedos. Aumenta la perfección y sube la calidad de tu quehacer taurino”.
Recomendaba: “Personalidad al torear de salón y en las plazas de toros, caminando lento, casi nadie lo hace y por esa razón se ven vulgares, sin calidad, sin sello propio, toreando rápido. Hasta para enojarte sé lento, te verás mejor que todos”. “El torero que he visto así, se llamó Silverio Pérez; es al que vi torear más lento y llenó todas las plazas y los corazones de los aficionados, eso es arte, qué belleza ver torear así, por ello en todos los actos de la vida sé lento y no te enfermarás de nada. Come sano, frutas, caldos, verduras, vegetales y llegarás a donde quieras; come sano y llegarás a anciano”.
Así pensaba Amado y, por cierto, el toreo de Arturo Saldívar de un tiempo a la fecha se ha reposado, así lo hemos visto en varias plazas del país esgrimiendo lentitud a la hora de interpretar con el capote y la muleta el toreo; los astados de La Estancia que le correspondieron: Mezcal Blanco el primero de su lote y el segundo Tequila, fueron magnífica materia prima.
Al primero por sus cualidades de fijeza y recorrido noble, el juez de plaza le otorgó el homenaje del arrastre lento, al segundo (quinto de la tarde) además de lo anterior, tuvo emotividad en su embestida, cualidades muy bien extraídas y aprovechadas por el torero formado en las lides de la tauromagia mexicana.
Desafortunadamente la suerte suprema fue el balde de agua fría que evitó la salida en hombros de Saldívar, quien demuestra tarde a tarde gran quietud en su quehacer taurino y provoca el deseo latente de volverle a ver en la temporada que apenas empieza en La México.
Los demás astados no se prestaron para mayor lucimiento y el experimentado extremeño Miguel Ángel Perera y, el de Aguascalientes, Gerardo Adame, pusieron empeño, que se estrelló con lo poco potable de sus lotes.
Ya les vendrá mejor mano en el sorteo al que me refería en la colaboración pasada y en especial a Gerardo que tiene que luchar contracorriente.
Tarde en que recordamos a un torero que tejió su historia en las entrañas de La México y vimos a otro que, con paso firme, empeñado en trascender a grandes alturas.