Los humores de la luna

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Es difícil usar la palabra “satélite” en un poema o escribir un cuento fantástico en torno a ella. La relacionamos con algo que siempre está ahí, casi a disposición de una entidad superior. Al único satélite natural de nuestro planeta le ha sucedido lo contrario. Aun antes de conocer sus efectos sobre la Tierra, su belleza en la lejanía, las modificaciones en su forma, color y tamaño, el esbozo de sus cráteres, todo en ella ha sido fuente de inspiración. Es poderosa, esta luna nuestra. El mar, el día y la noche, los meses y los ciclos de la fertilidad dependen de ella.

Pequeñísima en comparación al sol, lo cubre por completo durante los eclipses totales. Cuando ella reina en el cielo, opacando por un momento a su hermano Helios, las mujeres embarazadas deben cuidarse de su mirada. Los campesinos saben que ese año las cosechas y los animales por nacer serán distintos. Como también saben que no es lo mismo sembrar en luna llena, menguante o creciente; que afecta el desarrollo de los cultivos. Es importante tomarla en cuenta.

locos de la luna
Ilustración: Daniel Watts.

En Gran Bretaña, todavía a mediados del siglo XX, seguían llamando “Lunatic asyilum” a lo que ahora llamamos Instituciones psiquiátricas. Asilos para lunáticos. En diversas culturas, las mujeres son especialmente propensas a sufrir ataques de histeria en luna llena, pero la leyenda de los hombres lobo muestra que no somos las únicas en estar bajo su influencia. Es aliada de los vampiros y algo de miedo debe tenerle el sol porque nunca han coincidido en el espacio. Por si fuera poco, es engañosa. Luna, la luminosa, la que ilumina, en realidad se roba la luz de su hermano mayor para hacernos creer que nos alumbra en las veredas oscuras.  

En la canción de Mecano, la vemos despiadada con la mujer que hace tratos con ella y maternal con su hijo: “Dime luna de plata que pretendes hacer con un niño de piel…” y ella se convierte en cuna para arrullarlo.  En la leyenda de “El conejo en la luna”, Quetzalcóatl graba la figura de un conejo en ella en recuerdo de la generosidad con que el animalito se ofreció al dios en alimento cuando no tenía nada que comer. Dos ejemplos de las innumerables historias basadas en ella. Qué mal le va a la luna la definición de “satélite”. Un astro que nos mantiene estables en el firmamento, que mueve las mareas y es capaz de enloquecernos. Qué bien se las ha ingeniado para reinar sin tener siquiera luz propia, para competir incluso con el magnífico Helios.

alrededor de la luna
Ilustración de la novela de Julio Verne “Alrededor de la Luna” dibujada por Émile-Antoine Bayard y Alphonse de Neuville.

Los habitantes de las ciudades miran menos el firmamento que los del campo. Las estrellas nos toman desprevenidos y es raro ver surgir a la luna en su esplendor. En el campo, lejos de las luces artificiales, el cielo en la noche nos recuerda nuestro diminuto lugar en el cosmos. Gracias en parte a la oscuridad, Copérnico descubrió que no somos el centro del universo y de no ser por ella nos perderíamos los relatos que surgen de la penumbra. Copérnico debe haber pasado horas observando a Selene y, rumbo al refugio de las cavernas, nuestros ancestros seguramente agradecían que guiara su camino.

Hace unos días tuvimos la primera superluna del año. Fue una noche de sueños agitados e insomnios. De niños inquietos, de mareas peligrosas, de poetas locos sin saberlo. En el campo, los coyotes salieron de cacería. En los libros, los hombres lobo aullaron. Me gustaría saber qué sucedió bajo la tierra, donde los árboles y las plantas estiran sus raíces. ¿Estaba de buen humor la luna esa noche? ¿Dejará que las cosechas prosperen o pedirá sacrificios a cambio?


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Rosa Sáinz

Me encantó!

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