¿Alguna vez has visto a un elefante atrás de una cereza?
Yo tampoco, qué bien que se esconden.
Hace años que no escribo –y en realidad no años, pero parecieran. Cuando vives por segundo en lugar de por minuto, la vida es mucho más larga–.
Ahora me encuentro en una etapa diferente, acabo de cerrar un ciclo que se ha convertido en un recuerdo de una vida anterior.
No dejo de preguntarme, ¿qué será del mundo que hoy día conocemos? O más bien, ¿qué será del mundo en general?
Estamos probablemente a punto de presenciar el final del mundo en el que vivimos. La falta de valores, la obsesión desmedida por la riqueza y el odio gratis entre otros, son factores que en cualquier momento terminarán con una forma de vida preponderantemente vacía.
¿Al concluir la misma, volverá a ser creada? De ser así, ¿seremos de nueva cuenta los personajes principales?
Tomando en cuenta la calidad que distingue al ser humano, es decir, el ser egoísta por naturaleza, podríamos pensar y hasta llegar a afirmar que “sí”, pero considero que la realidad sería distinta.
[…] El mundo es el que es porque así lo decidimos, y para todos aquellos que pensemos que no, el dejar de hacer lo necesario para cambiarlo significa creer que está bien. Por lo tanto, los únicos responsables somos todos nosotros.
Una vez soñé que era joven, que tenía fuerzas, que quería cambiar las cosas, que iba a dar lo mejor de mí, que…
Ahora escucho voces, ruidos, gente que me quiere despertar, que ya no quiere soñar, que se ha dado por vencida, que ha aceptado la realidad, que ha dejado de ser.
Quiero seguir soñando, me cubro los oídos con una almohada y les doy la espalda, intento no abrir los ojos a una “realidad” que me llena de miedo, de tristeza, de falta de esencia.
Sé que los sueños no cuestan, y que la vida tampoco tendría que ser un obstáculo para nosotros. Los sueños son perfectos en sí mismos, y mientras sueñe seré libre.
Muchos no sueñan porque soñar no les da de comer, porque soñar no paga sus cuentas, no cura enfermedades, no cubre colegiaturas…
Y muchos otros porque de soñar no tendrían un coche último modelo, una mansión, ropa de marca…
La mayoría de la gente pasa toda su vida tratando de ser el mejor, el que más dinero tiene, el que mejores propiedades posee, y se topan tarde o temprano con el hecho de que alguien tiene más que ellos, de manera que nunca logran ser felices.
Cierto día soñaba con un mundo perfecto, un lugar en el cual todas las personas se amaran y compartieran sus cosmovisiones, una utopía en la que todo fuera de todos y nada de nadie, en la que no existieran la envidia ni los rencores y… de pronto… a la mitad de mi sueño, se me cruzó por la mente un anuncio de una compañía refresquera que decía que para ser feliz y compartir con los demás debía de comprar sus productos.
Así como pueden leerlo, nuestros sueños están regidos por la publicidad. Cada vez nos encontramos más alejados de lo que son nuestros verdaderos pensamientos.
¿En algún momento volveremos a ser dueños de nuestras ideas y pensamientos?
También te puede interesar: ¿Por qué estamos viviendo tanta maldad?