El COVID-19, el Modelo de Desarrollo y los Derechos Humanos

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La pandemia del COVID-19 marca un antes y un después en el mundo por los efectos que está teniendo no sólo en la vida y en la salud de las personas sino también por las consecuencias económicas y sociales, así como por sus efectos políticos en numerosos países.

Como señala Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, ya habíamos enfrentado otras pandemias pero ninguna irrumpió en un mundo tan poblado –más de 7,700 millones de personas–, ni tan interconectado y ambientalmente enfermo.

Esta pandemia tomó por sorpresa a buena parte de la clase política en muchos países, no así a la comunidad científica y a los grupos de estudio sobre prospectiva y análisis del futuro como el Centro para el Estudio de Riesgos Existenciales –CSER, por sus siglas en inglés– de Cambridge (Inglaterra), o el propio Club de Roma, además de institutos de estudios epidemiológicos, por citar algunos.

Además de los profundos cambios en la vida social, los efectos económicos de la pandemia pueden ser inéditos en los últimos cien años en el mundo. Kristalina Georgieva, Directora-Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), ya habla que esta crisis es la más grave desde la Gran Depresión que estalló en 1929.

Kristalina Georgieva
Kristalina Georgieva, Directora-Gerente del Fondo Monetario Internacional (Fotografía: El País).

Un efecto de la parálisis económica que estamos viviendo lo vimos el lunes 20 de abril con el desplome de los precios internacionales del petróleo, en el cual el WTI –West Texas Intermediate– llegó al inédito caso de tener un valor negativo de -37.63 dólares por barril, situación que arrastró a la mezcla mexicana.

Los países desarrollados están enfrentando esta crisis a través de audaces programas y de la inyección de cuantiosos recursos financieros para preservar la planta productiva y el empleo, así como con apoyos sociales. Se incluyen desde medidas de política monetaria, crediticia y tributaria hasta ayudas directas. Los montos destinados en Estados Unidos y Europa van, en principio, desde el 10 hasta el 20% del PIB.

Pero si los efectos económicos de esta pandemia están siendo tan graves en los países ricos, lo cual revela que sus sistemas de salud no estaban preparados, las consecuencias en las economías emergentes y en los países pobres pueden ser mucho mayores. En América Latina la pandemia tendrá profundas implicaciones. Se espera una severa contracción de la economía de la región este año.

Es claro que la política pública debe estar focalizada en la salvaguarda de la vida y de la salud de las personas, pero es previsible un fuerte incremento del desempleo y el aumento de la informalidad en los mercados laborales, así como un aumento de la pobreza y de la pobreza extrema. Es necesario actuar para evitar una debacle social y económica en la región. Ya 60 agencias internacionales exhortan a una respuesta coordinada y oportuna para enfrentar esta crisis que amenaza con desestabilizar las finanzas de los países pobres y de las economías emergentes.

Es también muy importante la forma en la que superaremos esta crisis en América Latina, con pleno respeto al Estado de Derecho y a los Derechos Humanos. Al respecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos adoptó una Declaración titulada: “COVID-19 y los Derechos Humanos: Los problemas y desafíos deben ser abordados con perspectiva de Derechos Humanos y respetando las obligaciones internacionales”,

derechos humanos en pandemia
Ilustración: Craig Stephens.

En esta Declaración se señala, entre otros aspectos, que los organismos multilaterales deben ayudar y cooperar con los Estados bajo un enfoque de derechos humanos para buscar soluciones a los problemas y desafíos. Asimismo, establece que todas las medidas para contener esta pandemia que puedan afectar o restringir el goce y ejercicio de los derechos humanos, deben ser limitadas temporalmente, legales, ajustadas a los objetivos definidos conforme a criterios científicos, razonables, estrictamente necesarias, proporcionales y acordes con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

Añade esta Declaración que los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA), deben ser garantizados a toda persona, sin discriminación y en especial a quienes se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad. Destaca esta Declaración la obligación de dar todo el apoyo al personal de los servicios de salud que atienden esta emergencia. Se enfatiza también la importancia del acceso a la información veraz y fiable, entre otros aspectos.

En suma, esta nueva crisis de salud ha expuesto la fragilidad de un modelo de desarrollo basado en la destrucción de la naturaleza, la contaminación y el cambio climático. Es el momento de pensar en la insostenibilidad del modelo de desarrollo extractivista y desigual. Asimismo, el desacoplamiento entre  los mercados financieros y los flujos de la economía real debe ser contenido y regulado.

Estamos viviendo un cambio de época en el mundo. Esta pandemia no es sino uno más de los riesgos globales que debemos enfrentar. Esta crisis es una oportunidad para replantear nuestros esquemas de desarrollo. Es el momento de generar riqueza y bienestar sin seguir destruyendo la naturaleza y quemando el planeta. De buscar un mejor desarrollo con equidad social e internacional sin caer en el autoritarismo. Necesitamos un modelo de desarrollo más sustentable ambientalmente, más justo y equitativo. Además requerimos de una nueva arquitectura internacional que nos permita afrontar con eficacia los riesgos globales sistémicos.


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