El otro Cassius Clay

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Charles L. Nelson, director del Departamento de Lenguas Extranjeras de Eastern Kentucky University, fue un gran amigo mío estadounidense de aquel estado, en la década de los setenta del pasado siglo. Cuando lo conocí, ya peinaba canas y proyectaba escribir un libro intitulado El León Enjaulado, cuyo personaje era un militar paisano de él, quien participó en su juventud en la guerra entre México y Estados Unidos de América (1846-1848). Uno de los primeros lugares en el que estuvo destacado fue Palomas –hoy Arteaga, Coahuila– población cercana a Saltillo, donde se libró la batalla de La Angostura, comandada por el Gral. Zachary Taylor, por los norteamericanos; y por los mexicanos, nuestro gran villano histórico favorito, el Gral. Antonio López de Santa Anna. En aquellos años de juventud yo era el encargado de las actividades turísticas federales y estatales en Coahuila, y me convertí en guía y colaborador en su pesquisa histórica, acompañándolo a algunos sitios y obteniendo documentos para la novela.

Batalla de Buena Vista o La Angostura
Batalla de Buena Vista o La Angostura durante la Guerra de Intervención Estadounidense en 1847 (Pintura: Wikipedia).

Charles, como punto inicial de su recorrido, fue a la antigua Palomas para seguir la ruta del actor principal del relato, quien había sido hecho prisionero por las tropas mexicanas en ese lugar, donde también estaban las tropas del Gral. José Vicente Miñón, español de nacimiento pero mexicano por convicción. Para la mala suerte de aquel joven oficial fue hecho prisionero por un batallón mexicano y trasladado en una jaula a la entonces Hacienda de Encarnación de Díaz, Jalisco. Posteriormente fue destinado a una prisión de Toluca, Estado de México, donde, se dice, se enamoró de una muchacha mexicana con la que tuvo un hijo. Terminado el conflicto bélico regresó a Kentucky, donde se distinguió como luchador del abolicionismo, liberando los esclavos que tenía su padre; varias ocasiones ostentó el cargo de diputado, tuvo disputas sangrientas con sus enemigos políticos, presionó al presidente Abraham Lincoln –del cual fue amigo personal– para que firmara el acta del abolicionismo y fue designado embajador de los Estados Unidos, por el propio presidente Lincoln, ante el gobierno de España, y enseguida en la Rusia del zar Alejandro II. Estuvo casado con su primera esposa por largo tiempo, la que pidió el divorcio debido a las infidelidades de él y luego contrajo matrimonio con una chica de quince años a la edad de ochenta y dos. Murió en 1903 de “causas naturales”.

Cassius Marcellus Clay
La casa donde vivió Cassius Marcellus Clay en Kentucky. Clay se ve de pie a la izquierda del porche de la mansión (Fotografía: jpinews).

Cuando tuve la oportunidad de visitar a mi amigo a su casa en Louisville, Kentucky, me llevó a conocer la mansión de aquel personaje, cuyo nombre era Cassius Marcelus Clay, en la que destacaba un pequeño cañón en el jardín para defenderse de sus enemigos, aunque, en tono de broma, se dice que era para los cobradores de impuestos. Clay, había sido el amo de un ascendiente del boxeador del mismo nombre, que cambió posteriormente por el de Mohammad Alí debido a su adhesión a la religión islámica, quien se negó a ir a la guerra de Vietnam, por objeción de conciencia; padeció cárcel por lo mismo y al final fue liberado. Su país sufrió una de sus más humillantes derrotas, en virtud de la fuerza cívica de los ciudadanos norteamericanos y la tenacidad del ejército vietnamita. Alí, fue un deportista legendario que revolucionó las técnicas y maneras del boxeo mundial. El nombre de ambos personajes se debe a que el padre del pugilista, Herman Clay, lo trasmitió a su hijo en honor del aquel luchador por la libertad de los negros, en plena “democracia norteamericana”. Esta lucha es la extraña coincidencia entre ambos personajes.

Los dos Cassius Clay
Los dos Cassius Clay (Fotografías: armored column).

Charles L. Nelson era, además, coronel retirado de la Fuerza Aérea estadounidense, pero sus inclinaciones por la historia y la cultura lo llevaron a la Universidad citada y tuvo el gentileza de invitarme a dictar una conferencia sobre poesía mexicana y yo, la audacia de aceptarla. Muchas aventuras más cubrieron nuestras vidas en los diversos viajes que hicimos en busca de las huellas de Cassius Marcelus Clay en México. No llegó a editar el libro, posiblemente no tuvo toda la información que requería para ello. Sus hijos, hace más de doce años, me hicieron saber su fallecimiento.

Hoy, Charles Nelson, amante del pueblo de México, descansa en su tumba del Cementerio de Arlington, en Arlington, Virginia; y yo estoy en mi propia jaula, cercado por el coronavirus, disfrutando estos gratos recuerdos y alegrías que me ha dado la vida.

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