El presidente Andrés Manuel López Obrador adelanta los tiempos electorales, detonando un amplio debate en el mundo político y en las redes sociales, sobre la existencia de un “Bloque Opositor Amplio” (“El BOA”) contra la “Cuarta Transformación”. El movimiento quedó puesto en evidencia mediante el documento confidencial, de origen desconocido, denominado “Rescatemos a México”, mismo que le hicieron llegar a Palacio Nacional “el mismo pueblo, que le entrega cosas”.
El contenido no verificado del documento, desmentido por todos los involucrados, reveló la estrategia que tienen sus opositores para debilitarlo políticamente. Los objetivos del libelo son dos: primero, desplazar al Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) de la Cámara de Diputados en 2021; y segundo, revocar el mandato de AMLO como cabeza del Ejecutivo Federal en 2022. ¿Podía esperarse algo diferente de los adversarios políticos del partido gobernante?
“El BOA”, a decir de la Presidencia de la República, está integrado por actores del ámbito político, social, empresarial y medios de comunicación, opositores a la “Cuarta Transformación”; así como ministros del Tribunal Federal Electoral y consejeros del Instituto Nacional Electoral, autoridades a cargo del arbitraje de los próximos comicios.
La revelación parece ser el paso dos de una estrategia presidencial tendiente a desacreditar a sus detractores; y a deslegitimar a las autoridades electorales, frente a un resultado electoral potencialmente adverso en los comicios de 2021. Recordemos que el próximo año estarán en disputa 15 gubernaturas con sus congresos y ayuntamientos (Baja California, Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, Colima, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas), así como la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.
El paso uno ha sido incrementar la polarización social; promoviendo la disyuntiva maniquea del presidente López Obrador de “¿Estás a favor o en contra de la 4T?… “No hay para dónde hacerse”, sostuvo el mandatario.
No cabe duda que el impacto de la crisis (sanitaria, económica y de seguridad) que abruma a México, ha cambiado los escenarios probables para el partido gobernante. Un estudio del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de La IBERO señala que, en el mes de abril, 8.1 millones de personas reportaron haber perdido su empleo, ser descansadas de manera obligatoria o no poder salir a buscar trabajo debido a la contingencia sanitaria por el SARS (COVID-19). Son millones de personas que le van a pasar la factura al gobierno en turno, sea por causas externas o por mala gestión de la crisis, el hambre y la pobreza se ha incrementado en los hogares del “pueblo sabio”. ¿Cuál es el peso electoral de esa factura? Eso está por verse.
EN PERSPECTIVA, un bloque opositor mayoritario en la Cámara de Diputados es tendencialmente posible, si la coalición logra consolidarse y mantenerse estable más allá del proceso electoral mismo. La pérdida del control presupuestal federal, las designaciones en los órganos autónomos bajo su tutela, y el contrapeso opositor al paquete de reformas legislativas pretendidos por la “Cuarta Transformación”, pasarían de la historia a la ficción.
Por su parte, en el ámbito estatal parece posible que, en coalición, el hasta ahora mítico “BOA”, logre disputarle al partido gobernante al menos el 50% de las entidades federativas en juego. La clave está, y esto no es novedad, en la capacidad de movilización de los electores y en el voto indeciso.
La moneda está en el aire. ¿O Tú cómo la ves estimado lector?
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