La crisis ecológica global y el COVID-19

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En momentos en que la atención pública esta concentrada en la problemática del presente y ve el futuro cercano con angustia e incertidumbre, es importante no perder de vista la perspectiva del mediano y el largo plazo ya que las decisiones que tomemos ahora determinarán nuestro futuro.

Actualmente analizamos con enorme preocupación la evolución de la pandemia del COVID-19, la crisis económica y los efectos sociales que se han desencadenado, la problemática de la seguridad pública, entre muchos otros temas. Pero es importante no olvidar los riesgos globales derivados de la crisis ecológica que estamos viviendo.

Recientemente el Washington Post publicó un artículo de Ishaan Tharoor sobre la catástrofe climática mundial que empeora las perspectivas de la pandemia del COVID-19. De acuerdo a este artículo estamos viviendo la crisis ecológica más grande de la historia humana debido a las emisiones de carbono más elevadas nunca antes registradas.

Señala el autor que a raíz de la pandemia del COVID-19, las cuarentenas, los confinamientos, la parálisis o la disminución de las actividades industriales, el comercio, los viajes, el turismo, se redujeron drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. En algunos lugares el cambio ambiental parecía tangible. Algunas ciudades, lucían más limpias, se acabó el congestionamiento de tráfico, los ríos y lagos se veían más transparentes y la fauna salía de su confinamiento. Pero parece ser que la romántica visión de la naturaleza sanándose a sí misma, fue una ilusión. Ishaan Tharoor nos recuerda que en la actualidad el dióxido de carbono en la atmósfera es el más alto en la historia de la humanidad y probablemente el más elevado en los últimos tres millones de años.

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Ilustración: Pʌvʌn.

A los conocidos efectos del cambio climático como el deshielo del ártico y del antártico, el derretimiento en Groenlandia, el permafrost, Siberia, la liberación de gas metano y de anhidrido carbónico con la consecuente acidificación de los océanos, la elevación del nivel de los mares, la desaparición de varias islas en el Pacífico, la alteración de la cadena alimentaria marina, la afectación de la agricultura y la salud, la mayor frecuencia e intensidad de huracanes y ciclones, así como de sequías e incendios forestales, se añaden muchas otras manifestaciones. En semanas recientes la tolvanera de polvo del Sahara que cruzó el Atlántico, esta vez con mayor intensidad, que puede incidir en infecciones y enfermedades respiratorias en un evento generacional que algunos especialistas vinculan con crecientes sequías en África del Norte.

También recientemente se vivió en Nueva Delhi una vasta plaga de langostas que los expertos no habían visto en décadas, así como sucesivas invasiones de insectos del desierto que se espera golpeen partes del sur de Asia en el verano y que también causan efectos devastadores en países del Este de África. La magnitud de estos fenómenos podrían ser una consecuencia directa del aumento de la temperatura en el Océano Índico que propició lluvias torrenciales y ciclones, según varios especialistas.

El Banco Mundial estima que la región del ‘Cuerno de África’ podría sufrir este año pérdidas por 8.5 billones de dólares por la afectación de cultivos y ganado como resultado del brote de langosta. Asimismo, naciones que están bajo el peligro de la inseguridad alimentaria, ahora enfrentan un peligro real de inanición. Según el Informe de la ONU previo al COVID-19: “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020”, en 2019, 47.7 millones de personas en América Latina y el Caribe padecieron hambre. Se calcula que 20 millones de personas más sufrirán hambre en una década, por lo que en 2030 afectarán a 67 millones de latinoamericanos.

Jonathan Overpeck de la Universidad de Michigan sostiene que el ártico se calienta muy rápidamente por los crecientes niveles de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Según Naciones Unidas, las temperaturas en el círculo ártico han alcanzado los 38° Celsius, 17 grados más caliente para un 20 de junio. De igual forma, se detectó un gigantesco derrame de petróleo en el ártico, el mes pasado, que recuerda por su magnitud el accidente Exxon-Valdez.

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Ilustración: Iconeo.

Pero no es sólo en este aspecto en el que estamos viviendo una gran crisis ecológica a nivel mundial. Un ejemplo de este fenómeno, entre muchos otros, se da también con la deforestación acelerada y progresiva del Amazonas. La deforestación en los últimos 50 años ha llevado a unas pérdidas nunca antes vistas de alrededor de un 15% de la vegetación original, una superficie equivalente a las tierras de Portugal, España y Francia juntas. Esto es debido a la expansión de la frontera agrícola para la adaptación de pastos para la ganadería; los grandes proyectos hidroeléctricos; el mercado criminal de maderas preciosas; la producción de soja, así como las explotaciones petroleras y mineras, entre otras causas.

Por otra parte, este creciente deterioro de la naturaleza está provocando reacciones en todos los ámbitos. Estamos ante un proceso de transición energética sumamente importante. Como señaló recientemente Jorge Suárez Vélez, el petróleo está en sus últimas fases como principal energético en el mundo. Shell, la principal empresa petrolera privada del mundo, anunció que amortizará 22 mil millones de dólares de activos (reservas), debido a la caída en la demanda de petróleo por la pandemia y porque tienen la meta de llegar a cero emisiones de carbono en 2050 para alinearse con el Acuerdo de París. De igual forma, BP, la segunda mayor empresa privada amortizará 17,500 millones de dólares. La consultora Deloitte señala que muchos combustibles fósiles jamás saldrán del subsuelo por lo que no es prudente contabilizar su valor potencial. Hace unos meses BlackRock, el mayor fondo de inversión del mundo, anunció que no apoyaría más a empresas de hidrocarburos ni a la industria del carbón.

En suma, a los efectos económicos y sociales de la pandemia hay que añadir la profunda crisis ecológica que estamos viviendo y las consecuencias en todos los órdenes en el presente y sobre todo en el futuro.


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