Atravesamos uno de los momentos más duros del México moderno por el incremento de muertes en el país. A la pandemia que ha cobrado más de 40 mil vidas en cuatro meses, hay que sumar, sólo por citar algunos datos, la hasta ahora imparable cifra de muertos por violencia, casi 3 mil homicidios por mes.
Así las cosas, no entendemos cómo un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de apellido González Alcántara Carrancá, en un proyecto de resolución, plagado de errores jurídicos, pide abrir la puerta al aborto en el país, generando así más violencia, más muertes, más sangre.
Una vez más se estaría legislando contra la naturaleza humana y contra la gente. En innumerables ocasiones vía encuesta o sondeos de opinión, hay mexicanos que han expresado –estado por estado y a nivel nacional– su rechazo al aborto.
Resulta contradictorio que en un régimen político como el actual, donde se pide una y otra vez escuchar al pueblo, un ministro retuerza la ley y con retruécanos jurídicos pretenda convencer a los demás ministros a dar rienda suelta al aborto en México.
Vamos a ser realistas. El aborto no resuelve los problemas reales que enfrenta la mujer en México ni los riesgos de salud, o el abandono a los que está expuesta; proponer el aborto es igual a claudicar o declararse fracaso, incapaz de aplicar políticas certeras y comprometidas con la mujer, con la vida y con el país mismo.
¿Qué sabe el señor ministro de derechos de la mujer cuando sin más le cercena el primero de ellos que es la vida, desde la frialdad de un escritorio?
¿Será acaso que en su confusión Alcántara Carrancá mira hacia Bucareli y no hacia la mujer y las leyes y tratados que protegen su vida?
Quizá el ministro turbado no llega a entender que el aborto responde más a un modelo colonizador promovido por fondos y fundaciones trasnacionales, de esos que la 4T aborrece, que a una necesidad real de la mujer mexicana. Sin duda @M_OlgaSCordero se lo podrá explicar mejor.
Nos quedamos con la postura de @lopezobrador que de entrada no da cabida a proyectos colonizadores y ha protegido durante todas sus gestiones, primero como jefe de gobierno de la CDMX y luego como presidente, la vida desde su inicio en el vientre materno.
La mujer con un embarazo no deseado debe ser acompañada y protegida no sólo por la sociedad civil sino por el Estado, que inexplicablemente sólo la sabe acompañar con el violento acto del aborto.
Finalmente, quiero afirmar que el mundo más moderno no cree en el aborto, lo ve como un acto del pasado, tan vergonzoso como fue hace tiempo la esclavitud.
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