Gran Concurso Nacional de Marcas Industriales y Comerciales 1929

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Ellos se ríen de mi porque soy diferente,
yo me río de ellos porque todos son igualitos.
Anónimo.

En medio de tantos retrocesos a los que me he referido en mis más recientes artículos, hoy me es grato comentar dos hechos que fueron muy positivos en nuestro país, aunque datan de hace casi un siglo.

El 16 de septiembre de 1929 se celebró en México el Primer Gran Concurso Nacional de Marcas Industriales y Comerciales, de acuerdo con las bases publicadas en el gran diario de México, El Universal, el 24 de junio de 1929.

En dicho concurso, el Comité Calificador otorgó el Diploma de Honor, Medalla de Oro y Gran Premio a la marca La Piel de León, empresa dedicada a la curtiduría de pieles que producía charoles, suela y carnaza, por haber sido proclamada de “Fama Nacional” por voto popular.

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Para mí resulta un orgullo enorme comentar este hecho pues esta tenería era propiedad y estaba dirigida por mi abuelo materno Rodimiro García Aróstegui.

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Conviene señalar que esta empresa se inició a través de un esquema de subarriendo de una curtiduría en la Ciudad de México, propiedad de Don Félix Pérez, el 30 de marzo de 1918, de acuerdo con el libro de registro de entradas y salidas de cueros según la categoría y calidad de la piel, del cual me es grato incluir copia de la primera página.

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La exitosa administración de la empresa determinó que once años después de ese primer registro y una enorme transformación con instalaciones propias y construidas ad hoc, la marca La Piel de León haya recibido el galardón señalado.

Es importante mencionar que, debido a una hemiplejía que sufrió mi abuelo, tres de sus hijos tuvieron que incorporarse a la administración de la empresa de tal manera que el mayor de ellos, Nahúm García Escareño, quien en algún momento había recibido un diploma como Premio a la Aplicación y Aprovechamiento, otorgado en junio de 1908 por el Presidente de la República, el general Porfirio Díaz, y por el Secretario de Instrucción Pública y Cultura, el maestro Justo Sierra, tuvo que abandonar sus estudios para asumir importantes responsabilidades dentro de la empresa familiar.

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Su segundo hijo, Juan García Escareño, también tuvo que dejar sus estudios y dedicarse a ayudar en la administración y operación de la empresa y, a pesar de sus importantes actividades dentro de la misma, destacó en el deporte que practicaba, motivo por el cual fue seleccionado para representar a México como integrante del Equipo Olímpico Mexicano de Boxeo en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, California, en 1932, sin embargo, los requerimientos de la empresa en ese momento preciso le impidieron asistir a la justa olímpica.

Su tercer hijo, mi mamá, María García Escareño, quien había estudiado “Economía doméstica” en el Colegio Williams, y se había convertido en una excelente cocinera, hoy dirían “Chef”, también tuvo que incorporarse a la empresa familiar, misma que como he señalado, tuvo tanto éxito que fue proclamada de fama nacional.

Asimismo, hay que destacar que, con sólo 20 años de edad, mi mamá se hizo cargo de la administración de la bodega y expendio de pieles, cuero y charol que la empresa puso en la calle de Mesones, y en donde el producto estrella era el charol.

A continuación incluyo una tarjeta de presentación de mi mamá, en la cual aparece la dirección de la tenería La Piel de León:

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También es necesario comentar que la industria de la curtiduría en esa época fue clave para el desarrollo del país y destacó por su calidad, de tal manera que, inclusive el calzado Excélsior, que producía el importante industrial mexicano Carlos B. Zetina, fue catalogado como el mejor del mundo, haciendo referencia al importante hecho de que su empresa destacaba en el medio nacional e internacional porque había logrado la integración vertical y horizontal de su operación, situación que actualmente en nuestro país parece imposible.

La imagen de respetable industrial y la gran popularidad de don Carlos B. Zetina hicieron que, en un gran concurso de “Exploración nacional” convocado también por el diario El Universal y publicado el 10 de julio de 1922, sobre los posibles candidatos para ocupar la Presidencia de la República en 1924, figurara en segundo puesto de las preferencias nacionales, sólo después de don Adolfo de la Huerta y superando a Plutarco Elías Calles.

El cómputo sobre esos principales candidatos resultó como sigue:

Don Adolfo de la Huerta: 124,899
Don Carlos B. Zetina: 123,647
General Plutarco Elías Calles: 74,535
General Enrique Estrada: 73,678

Sin embargo, don Carlos tuvo que renunciar a competir como Candidato a la Presidencia de la República después de recibir amenazas de muerte por parte de Plutarco Elías Calles, un individuo débil de carácter y agachón que, obedeciendo las órdenes de Obregón y con su complicidad, estableció las sólidas bases de un régimen antidemocrático y de terror en México, utilizando los servicios del único analfabeta que ha sido titular de la Defensa Nacional, Joaquín Amaro, quien por su misma condición de ignorancia, carecía de valores y principios y, por tanto, fue sumamente útil para cometer toda clase de tropelías que le ordenaban Obregón y Calles como titulares del Poder Ejecutivo.

La empresa de Carlos B. Zetina, fabricante de calzado Excélsior, que fue considerado el mejor calzado del mundo, desapareció porque el gobierno de Calles le impuso la formación de un sindicato que determinó un rendimiento decreciente en su operación, debido a los conflictos internos y problemas generados por ese tipo de sindicato que hoy conocemos como sindicato blanco, presidido por un líder charro, y que incidieron negativamente en su administración.

El nacimiento de este tipo de sindicatos se incrementó durante la “Administración Calles” y se convirtió en un modus operandi que fue cobrando fuerza con los años y los regímenes que siguieron, siendo este tipo de organización lo que ha incidido grandemente en la poca competitividad de la economía mexicana, y que no ha podido ser eliminado totalmente hasta nuestros días.

La era de los caudillos que Calles anunció pomposamente que terminaba, señalando que se pasaba a la de las instituciones, desgraciadamente fue caracterizada por pasar de la era de los caudillos corruptos a la de las instituciones corruptas, mismas que pasaron a formar parte de los usos y costumbres de la vida de los mexicanos al institucionalizar, a través de las mismas, al dedazo y la corrupción.

Esta situación se ha traducido en el hecho de que un país tan rico como México, tradicionalmente haya tenido tasas de desarrollo muy reducidas y, actualmente, sea considerado uno de los países más corruptos del mundo, siendo la base de este problema, la pésima calidad de esas instituciones públicas y la de sus funcionarios. Es decir, la mediatización que se estableció a través de este esquema institucional, se tradujo en enorme mediocridad de las instituciones públicas sin que éstas lograran su objetivo social legítimo, pero sí lo logró el personal de la mafia del poder que nos ha gobernado durante más de 90 años.

Mark Twain parecía que conocía muy bien al sistema político mexicano, pues una de sus frases célebres parece originada en nuestro país tomando como base el estereotipo de políticos creado por Calles: Todo lo que necesitas para tener éxito es ignorancia y confianza.

El mismo Ejército Nacional Mexicano, con Joaquín Amaro como titular de la dependencia, sufrió una mediatización que tuvo como base un “acuerdo” de Calles con los generales que sobrevivieron a la Revolución mexicana, mismos que se sometieron a un proceso indigno de “premiación”, conformándose con esperar turno para recibir canonjías de acuerdo con el esquema de “institucionalización” del dedazo adoptado por Calles en todos los ámbitos.

La actividad que el Ejército Mexicano desarrolló durante esa época, con Joaquín Amaro al frente, sirviendo a los intereses personales y aviesos de Obregón y Calles, le dieron una característica de represor en lugar de cumplir con su función sustantiva.

Desgraciadamente, la imagen de Joaquín Amaro como persona analfabeta, carente de principios y valores, y borracho consuetudinario –que además utilizaba las instalaciones del Heroico Colegio Militar para sus libaciones y que murió como consecuencia de una cirrosis hepática–, también se le adjudicó de una manera genérica a los miembros del Instituto Armado, sin que a la fecha se haya podido eliminar completamente esa idea que todavía permanece en la mente de muchos mexicanos. (Denuncia del Ciudadano Manuel Gómez M. en contra de la actuación de Joaquín Amaro Domínguez como Director General del Heroico Colegio Militar. México, Junio 12 de 1933).

Todos estos elementos que han incidido grandemente en la pésima calidad de las instituciones mexicanas han provocado el pobre desarrollo de nuestra economía, mismos que la Historia Oficial de México ha ocultado pero que, vox pópuli, criticó acremente desde un principio, denostando a Calles con versos como el que se incluye a continuación, mismo a través del cual también se hace una crítica severa a la actitud sumisa, conformista y pasiva de gran parte de los políticos y del pueblo mexicano:

Yo no admiro de Calles los pellejos,
Ni admiro su poder adquisitivo;
Yo admiro su poder “defecativo”
Sobre veinte millones de … conejos.

Teniendo en cuenta la situación que hoy vive la industria del calzado mexicano, al igual que muchos otros sectores, resulta paradójico e increíble que hace 100 años ésta haya sido una industria emblemática que había logrado una integración total, produciendo insumos y calzado de alta calidad, y que hoy se vea amenazada con su desaparición por una irresponsable política comercial basada en la aplicación de un liberalismo dogmático, caracterizado por la firma compulsiva de TLC’s, por una apertura comercial totalmente incoherente y una desgravación unilateral ilógica.

En el caso de La Piel de León, trabajó exitosamente hasta 1942, año a partir del cual empezó a tener grandes problemas para seguir con su operación, debido a que gran parte de los insumos químicos que utilizaba para su producción eran de origen alemán y, naturalmente, la Segunda Guerra Mundial la afectó de manera extraordinaria.

Mi tío, Nahúm García Escareño, después buscar soluciones para los numerosos problemas que aquejaron a la empresa en los años 40 y principios de los 50, principalmente de financiamiento, tuvo que cerrarla y se dedicó a buscar alternativas en León, Guanajuato, asesorando a empresas curtidoras en esa entidad.

Posteriormente, decidió emigrar y primero se fue a vivir a Guatemala para asesorar a una tenería y, finalmente, en las postrimerías de la década de los 50, se fue a buscar el sueño americano a Los Angeles, California.

Al igual que mi abuelo Rodimiro y mi mamá, mi tío Nahúm murió a los 90 años de edad.


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Rebeca de Gortari

Excelente articulo, hace mucha falta hacer la historia de las industrias mexicanas de este país. Enhorabuena, en mi caso tengo datos sobre todo estadísticos de los años 1920 de varias de ellas, pero solamente provenientes de la secretaria del trabajo. Seria muy interesante que se pudiera hacer una historia desde dentro con datos de las propias empresas.

Arnulfo R. Gómez García

Estimada Rebeca:
Agradezco sus comentarios y su interés por la historia de nuestro país. Para poder progresar es necesario conocerla, lo que dudo que conozcan muchos de los funcionarios que lo han “dirigido” pues, los pésimos resultados que registra un país tan rico como el nuestro nos dicen que mucho no funciona, simplemente, por el desconocimiento de numerosos elementos mínimos para su desarrollo.

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