En medio de la lluvia cotidiana de malas noticias, la semana pasada pasó casi desapercibida una de esas extrañas historias del rescate de cerca de 200 familias que vivían en la más sórdida pobreza y el abandono.
La buena noticia fue dada por la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y el alcalde de Miguel Hidalgo, Víctor Hugo Romo, después de recorrer las ruinas de la Ciudad Perdida de Tacubaya (CPT).
En conferencia de prensa, luego de constatar la demolición de esa zona cero, olvidada durante casi 100 años, Sheinbaum anunció la edificación, en el mismo lugar que ocupaba la CPT, del proyecto de vivienda Tacubaya Sur.
Pese a que la CPT estaba asentada en una zona minada, razón por la cual se había descartado construir sobre ella, la doctora Sheinbaum recurrió a especialistas del Instituto Politécnico Nacional y de la Universidad Nacional Autónoma de México, quienes propusieron una solución a base de pilotes para garantizar la viabilidad del proyecto.
Pero ¿de qué estamos hablando? Para darle una idea a nuestros amables lectores, la CPT nació a principios del siglo pasado como una especie de vecindad donde pernoctaban, por el pago de un peso, decenas de trabajadores.
Eran mujeres y hombres explotados en las grandes haciendas de campo de la vieja Tacubaya, ubicada a las afueras de la incipiente gran Ciudad de México.
Pasaron los años y, con el abandono del dueño, los cuartuchos de tres por cuatro metros fueron creciendo y el espacio se fue deteriorando hasta convertirse en tierra de nadie y zona de miedo.
Era un espacio de cuartuchos maltrechos, muros derruidos, puertas simuladas, techos de lámina y asbesto. Un entorno de hacinamiento, marginación, pobreza extrema y olvido, un cóctel con los ingredientes precisos para detonar la violencia, la delincuencia y el crimen.
Pero la inmensa mayoría es gente buena, que se gana la vida en oficios como herreros, hojalateros, albañiles, plomeros, mecánicos, enfermeras.
Sin embargo, por vivir en la innombrable CPT, eran estigmatizados, criminalizados y discriminados.
Al correr de los años, Tacubaya se fue modernizando con grandes vialidades, departamentos y casas amplias, comercios, oficinas y los aparadores florecían en la colonia.
Pero la CPT, por el contrario, retrocedía. Cada vez estaba más deteriorada, insegura, sórdida e inexpugnable.
Durante nueve décadas, sus habitantes escucharon todo tipo de promesas incumplidas de políticos que se acordaban de ellos cada vez que necesitaban su voto.
Con el proyecto de vivienda Tacubaya Sur se acaba una historia de impunidad y olvido, pues el gobierno de la Ciudad de México le cambiará el rostro a esta zona al construir 16 edificios de cinco y seis pisos cada uno.
Son cerca de 200 departamentos pequeños que, por fin, le darán una vivienda propia, digna, con todos los servicios y, lo más importante, gratuita, a toda la cuarta generación de familias de la CPT.
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Esperemos que esta vez si cumplan