El 15 de octubre se dio a conocer la detención en el estado de Veracruz de Guadalupe ‘N’, una aparente sicaria perteneciente al Cartel de Jalisco Nueva Generación. Una persona que, según indican los informes, se dedicaba a desmembrar a sus víctimas para evitar su localización y que los medios tradicionales con su distintivo sello mórbido, decidieron bautizar como “La carnicera”.
Sin embargo, se ha de mencionar ciertas características que cumplen con el objetivo de la criminología mediática mexicana. En primera, que es una mujer lo que va acarrear un discurso antagónico al que se reproduce actualmente. Tenemos casos como “el pozolero” o “el ponchis” y ahora el de “la carnicera” que quiebra con el paradigma tradicional sobre la criminalidad organizada (usualmente relegada exclusivamente a los varones); en segunda, el posible sadismo con el que realizaba sus actos, sadismo que es aprovechado por los medios para atraer a su audiencia; en tercera, el tendencioso manejo de los medios sobre su caso.
¿Por qué tendencioso? Evidentemente hay mayor interés en su caso por su condición femenina. La criminalidad organizada no descansa todos los días, hay enfrentamientos, torturados, desparecidos y asesinados, pero ¡alto! Una mujer es capturada, señalada como una sanguinaria sicaria y le recae todo el peso mediático. No se sabe nada de ella, cómo creció, cómo fue educada, cómo fue su adolescencia, sólo se sabe lo que los medios nos dicen: desmembraba a sus víctimas, pero ¿cómo llegó ahí? Eso no preocupa, los medios ya hicieron su trabajo y la mandaron al santísimo tribunal de la inquisición web para que sea juzgada por todos. Lo mencionado no pretende justificar su presunto actuar, sólo se busca que el lector vea que, Guadalupe ‘N’ está siendo utilizada como herramienta mediática, una herramienta francamente machista.
¿El sadismo a la mexicana? Hay una tendencia globalizada a categorizar todo delito violento como parte del narcotráfico mexicano, lo que representa un sesgo que he decidido llamar: el sesgo mexicano. Este sesgo comunicacional (porque ante todo hay que decir que es un sesgo impuesto por los medios de comunicación masiva y las nuevas plataformas tecnológicas) muestra a un México ampliamente violento, resultado de la constante guerra entre carteles que se disputan el control del territorio mexicano para el trasiego de armas y drogas. Una visión sesgada porque no todos los carteles están presentes en todos lados en todo momento, ni los enfrentamientos se dan en todas partes en horario continuo. Sin embargo, a los ojos del extranjero así se ve México. Y sí, vivimos en un país violento y peligroso, pero esta exacerbada generalización no contempla que: ni todos los mexicanos son violentos, ni todo su territorio es un campo de acción criminal.
Y como última cuestión, no menos importante es su condición femenina, la cual está siendo utilizada por los medios de manera misógina, categorizando de manera sutil casi imperceptible que la criminalidad organizada es cosa de varones, pero no. En todos los carteles hay mujeres que trabajan con ellos, desde narcomenudistas hasta lideresas. La criminalidad organizada nos discrimina, es una empresa y, como buena empresa si eres útil y sirves a la causa, eres incorporado o incorporada a las filas. La maldad, la violencia y el sadismo no es exclusivo de un género. Aunque, como siempre, los medios han construido una imagen, un estereotipo de la criminalidad organizada y sus integrantes, estereotipo que ha clavado hondo en el imaginario mexicano.
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