Un “ejército” necesario, pero sin protección ni atención

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 A Gilberto Ensástiga Santiago, luchador social.

Un “ejército” muy importante para cualquier ciudad son los trabajadores de limpia. Sin ellos, una urbe sería un desastre y un gran foco de contaminación.  

Pero en plena pandemia por el COVID-19, son los más olvidados o al menos los que no entran en la prioridad de la agenda pública para reforzar su equipamiento y sus cuidados.

Se trata de un personal que todos los días manipula, procesa y traslada desechos sólidos urbano-domésticos, y su trabajo lo hace siempre expuesto a cualquier tipo de enfermedad.

Desde marzo pasado en que México entró a la etapa de emergencia sanitaria por el COVID-19, el personal de limpia de la Ciudad de México no cambió sus prácticas, pues la recolección de los residuos sólidos lo hacen sin guantes, sin lentes, sin uniforme especial, sin instrumentos apropiados y quienes llegan a utilizar el cubrebocas lo traen muy sucio, ya que constantemente se lo retiran de la cara para realizar la actividad de recolección, lo que lo convierte en una fuente de contagio.

trabajadores limpia
Imagen: Cuartoscuro.

Además, y a decir de los propios trabajadores de limpia, siempre aparecen revueltos con la basura cubrebocas, y éstos son manipulados por ellos sin ningún control sanitario.

Cabe precisar que, desde principios de abril pasado, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) emitió una serie de medidas para el manejo de los desechos durante la pandemia, y recomendó separar cubrebocas y otros desperdicios sanitarios, principalmente de las personas contagiadas, en una bolsa marcada como “COVID-19”. Lo cual se hace muy poco, según me comenta un grupo de trabajadores que realiza su trabajo en la alcaldía de Tlalpan.

Tal vez lo mínimo que por ahora podrían hacer las autoridades es colocar contenedores especiales para que los cubrebocas sean incinerados.

De acuerdo con el experto en el tema de la basura e investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Héctor Castillo-Berthier, en la Ciudad de México existen alrededor de 60 mil trabajadores de limpia, entre formales e informales, de los cuales aproximadamente 25 mil laboran con contrato y con prestaciones de ley, y el resto son voluntarios y pepenadores, viven de las propinas y de lo que obtienen del reciclaje de algunos residuos como el cartón, papel, plástico y aluminio, entre otros.

Me comenta el también doctor en sociología, que en la colonia Renovación, en Iztapalapa, existen casi 15 mil pepenadores que realizan su trabajo sin ningún instrumento adecuado para procesar los residuos sólidos. Y los voluntarios o también llamados macheteros que van en los camiones recolectores, siempre tres o cuatro por unidad, van sin ninguna protección.

Hasta el momento se desconoce si los camiones recolectores son desinfectados de forma sistemática

trabajadores de limpia
Imagen: Bajo la lupa.

Y me dice Castillo-Berthier que en esta economía de la basura –o que algunos llaman economía circular–, comen y bien de ella aproximadamente 300 mil personas, pues se incluyen a las familias de los formales e informales de limpias.  

¿Cómo salvaguardar la salud de este personal de limpia? Todo este “ejército” está desamparado, labora sin los equipos necesarios para un trabajo de alto riesgo.  

Este investigador de la UNAM estima que a la fecha han muerto por contagio del COVID-19, alrededor de 200 trabajadores de limpia, pero asegura que pueden ser más, ya que muchos son informales y no entran a los registros oficiales del gremio.  

Ahora que se anunció el plan de vacunación contra el COVID-19, se anunció que llevan prioridad médicos, enfermeras y adultos mayores, pero las autoridades federales y estatales deberían pugnar por que este “ejército” de limpia también forme parte de ese grupo prioritario.

No debemos pasar por alto que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) pidió a las autoridades aplicar un plan de protección para los trabajadores de limpia, pues están muy expuestos al contagio del COVID-19, pero hasta ahora reina el olvido y el silencio.


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