El año de los cines cerrados

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El cine está medio vacío. Hay unos cuantos empleados con cubrebocas posicionados en sus lugares habituales: en taquilla, dulcería y a la entrada de las salas. Un filtro adicional está antes de todos ellos, ubicado al final de un camino formado por bandas elásticas, donde una persona toma la temperatura y ofrece gel antibacterial a los espectadores, quienes no tienen problema en avanzar guardando la sana distancia, pues no hay casi ningún cliente esperando por entrar. Nadie quiere venir al cine, es peligroso y no es una actividad esencial. El entretenimiento hoy pertenece a pantallas mucho más chicas.

En la calle de República de Uruguay, número 52, en el centro de la Ciudad de México, el panorama es más desolador. Las puertas de madera color naranja se cerraron para siempre, impidiendo la entrada a un sitio que por 10 años fue un oasis para los cinéfilos de la capital del país. Las letras negras que rezan “La Casa del Cine Mx”, se convirtieron, a partir del 17 de diciembre, en recuerdo de tiempos más felices. Las deudas, la incertidumbre y la dificultad de sostener un lugar cuya capacidad ya era de por sí limitada antes de la pandemia de COVID-19, orillaron a esta difícil decisión. 

Los afiches de películas colgados en las paredes antiguas, las pantallas de tela, más pequeñas que las de los cines convencionales, las mesas y sillas de madera, los libros y otros objetos curiosos, tuvieron que guardarse por tiempo indefinido. La Casa del Cine ahora transiciona, como muchos otros, a los medios digitales, en busca de un espacio para seguir exhibiendo películas y mantener a flote el proyecto. Su destino es incierto, como el de muchos otros miembros de una de las industrias más afectadas por la enfermedad que cambió nuestra vida para siempre, modificando hasta la manera en la que vemos películas.

El oasis del centro

Juan Cruz Rodríguez tenía cinco años trabajando en la dirección de logística y coordinación de piso de La Casa del Cine. Desde la secundaria le interesaba la electrónica y por eso entró a estudiar una ingeniería, carrera que no pudo terminar. Sin embargo, los conocimientos aprendidos los utilizó para brindar imagen y sonido de buena calidad en ese edificio viejo y acogedor que fue refugio para ver buenas películas a un precio económico y en un ambiente amistoso.

Cine
Foto: Cuartoscuro

Juan encontró algo más que un lugar donde desarrollar su profesión, encontró una nueva familia. Es 16 de diciembre, falta un día para que salga de su trabajo y probablemente no vuelva a la misma rutina nunca. Está triste. Cuenta a El Semanario que cuando les hicieron el anuncio del cierre, el uno de diciembre, los 12 trabajadores del lugar no pudieron contener las lágrimas. “Se siente como un vacío. No era como una rutina, tampoco era como estar obligados a venir a trabajar, más bien hicimos a La Casa del Cine parte de nuestra familia, nos hicimos una familia y separarnos se nos complica”, cuenta.

Por fuera, parecía un edificio cualquiera del centro, la entrada no era muy llamativa, posiblemente muchos de los peatones desconocían que ahí se escondía un pequeño cine. Pero la magia se sentía desde los primeros pasos, a través de un largo pasillo iluminado por focos amarillos, que llevaba a unas escaleras por donde se subía a un sitio que hacía honor a su nombre. Una casa, un cine, un centro cultural, un bar, era todo al mismo tiempo y una vez ahí, el ruido del exterior ya no entraba, sabías que estabas en un lugar seguro.

Tenía apenas dos salas, con capacidad para 43 y 17 personas. La primera con asientos más normales y la segunda armada con sillas de tela plegables y sillones de distintos tipos, rodeada de un collage de pósters de películas. Juan lo describe acertadamente como un “refugio” y “el oasis en el centro”. Además de proyecciones que costaban entre 40 y 55 pesos, sede de muestras de cine y diversos festivales, realizaban slams de poesía, musicalizaciones y talleres. Su objetivo, según Juan, era “siempre dejar algo de cultura (…) que el cine mexicano tuviera un espacio donde exponerse y que las personas se sintieran como en sus casas”.

Fin de la función

Como muchas otras cosas, el principio del fin se dio en marzo, cuando la pandemia de COVID-19 llegó a México. La Casa del Cine decidió cerrar sus puertas una semana antes de lo indicado por el gobierno. Se dejó de pagar luz, agua, teléfono y renta y aunque la arrendadora se mostró comprensiva, las deudas se fueron acumulando. Para cuando reabrieron, en el mes de agosto, debían cerca de 2 millones de pesos. Se llegó a pagar cerca de la mitad, pero no podían operar a su máxima capacidad, había muchas restricciones y muy poca claridad de estabilidad a futuro. El director Carlos Sosa, tomó la decisión de cerrar.

Foto: Facebook – La Casa del Cine

El 17 de diciembre, un día después de platicar con nosotros, Juan proyectó “Donnie Darko” (2001), la última película que se mostraría en el espacio físico de La Casa del Cine, el punto final de una trayectoria que comenzó un día de finales de noviembre en 2010.

Afortunadamente, La Casa del Cine seguirá existiendo como marca. El proyecto también se encargaba de distribuir y producir películas, por medio de la productora Cinestereo. Será en los medios digitales, donde ahora busquen la manera de seguir ofreciendo filmes y generar ingresos. Juan, como algunos otros de sus compañeros, seguirá trabajando con ellos en este sentido.

“No es que seamos pesimistas o digamos, ‘ya cerramos y el cine se fue a la nada’”, explica Juan. “Realmente es complicado ahorita. Justamente con la pandemia, si seguimos sin entender, si no seguimos las reglas, si seguimos, al fin y al cabo, sin cambiar, la pandemia ni se estabiliza y sólo crece. Y si no se puede estabilizar, nosotros tampoco podemos funcionar”.

Aliados del teatro y la música

Aunque las salas de Cinépolis se encuentran casi solas, en el internet no les va tan mal. Hace siete años, lanzaron Cinépolis Klic, con la idea de que sus espectadores seguían buscando cine dentro de sus casas. Parecido a un servicio de streaming, por medio de Klic se pueden rentar películas y su principal atractivo era ofrecer opciones recién salidas del cine, donde habían estado apenas entre 80 y 90 días antes. Pero aunque por mucho tiempo su lucha principal fue destacarse de entre otras plataformas similares, el 2020 llegó para darles un giro favorable.

Cine
Foto: Cuartoscuro

“2020 ha sido el año más importante en todos los aspectos”, explica a El Semanario Marco García de la Cruz, director general de Cinépolis Klic. “Evidentemente con el tema que estamos viviendo, pues el tráfico de la plataforma se ha disparado de forma muy importante, los ingresos se han multiplicado también de forma importante. Está claro que también, cada vez, estamos viendo más gente que se suma a la plataforma y que empieza a buscar contenido dentro de Klic”.

Con 4 millones de usuarios, sus nuevos registros crecieron entre seis y ocho veces este año. Hicieron alianzas con Fox Sports, Paramount Plus, Noggin, Starzplay y Claro Sports y salieron de México para llegar a Chile, Colombia, Perú, El Salvador, Guatemala, Honduras y Costa Rica. ¿Cómo es esto posible, tratándose de un medio que depende de los estrenos en cines, que se han modificado tanto en 2020?

“Muchos contenidos se han movido, se han desfazado”, explica Marco. “Algunos se han ido a otro tipo de plataformas directamente y no han pasado por el cine, lo cual también nos ha hecho a nosotros tener que evolucionar un poco nuestra oferta comercial. Ya veníamos trabajando en eso, pero sin duda este año también hemos hecho cosas radicalmente diferentes”. Su respuesta fue aliarse con otras industrias también afectadas por la pandemia: los teatros y los conciertos. Cinépolis Klic ahora ofrece puestas en escena como “A Oscuras Me Da Risa” y presentaciones de Diego Torres, Ricardo Montaner, Pepe Aguilar, entre otras.

Un espacio abierto

Así como los conciertos y teatros encontraron un refugio en Cinépolis Klic, los festivales de cine lo encontraron en FilminLatino, plataforma del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE), que desde hace cinco años busca posicionarse en el mundo de las películas en línea, abriendo puertas a propuestas que de otra manera tendrían una distribución muy pobre en salas.

Foto: Cuartoscuro

“A inicios de año, se veía que iba a ser un gran año para las producciones nacionales, sobre todo en las salas”, recuerda Javier Martínez Ramírez, Coordinador de FilminLatino, en plática con El Semanario. “Venían grandes títulos, se habían programado muchísimos largometrajes, documentales, para estrenar. Obviamente, nunca pensamos que iba a ocurrir esto, pero tampoco siento que haya sido una tragedia, hablando sobre la exhibición del cine mexicano”. Las consecuencias potencializaron su ya grande compromiso para dar voz a aquellos que la necesitan, en un país donde las producciones nacionales suelen tener poca presencia en las salas, en comparación con las internacionales.

“En FilminLatino se vieron muchísimas películas que de otra manera no hubieran llegado”, explica Javier. “Se pudo descentralizar este fenómeno de que los festivales solamente se pueden llevar a cabo en sedes físicas. En realidad, muchos festivales abarcaron prácticamente toda la república mexicana”. Tuvieron 122 colaboraciones con este tipo de eventos, así como distribuidoras, organismos de cultura y embajadas. Festivales como el de Guadalajara, Morelia, Monterrey y Mérida, por mencionar algunos, exhibieron en 2020 su contenido gratis en FilminLatino.

Dos medios

Mientras tanto, los cines físicos siguen luchando por mantenerse vigentes. Se dice que entre Cinépolis y Cinemex, han tenido que cerrar 11 de sus sucursales en Monterrey, Aguascalientes, Guadalajara, Saltillo y Ciudad de México. Las salas que no están en pausa, dependiendo el nivel de gravedad por la pandemia, reciben poca gente o están en peligro de desaparecer, ante la inestabilidad que duró casi todo el 2020 para esta industria y seguirá en los próximos meses. Todavía no se sabe cuándo se podrá ir al cine como antes.

“Por mucho que tengamos muchas ganas todos de ir al cine de manera presencial, creo que ahorita no es tan viable”, asegura Javier, quien, a pesar de que sabe que FilminLatino, Cinépolis Klic, Netflix, Amazon Prime y muchas otras plataformas que ofrecen contenido en línea, son la vía más adecuada para ver cine actualmente, coincide con Marco en que lo digital no viene a sustituir la experiencia del cine tradicional.

Foto: Facebook – La Casa del Cine

“Más que competir o quitarle números a las salas de cine, estamos hablando de que el público y las audiencias están encontrando diversas maneras de poder vivir su cinematografía”, dice Javier. “Hay quienes les gusta ir al cine, hay quienes les gustan las películas a través del streaming y yo creo que no deberían estar peleados. Más bien son diferentes tipos de experiencia”.

Los retos, por otro lado, no dejarán de llegar, con o sin pandemia. “En realidad, cada año es nuevo para nosotros, porque prácticamente el mundo de las plataformas es muy nuevo”, confiesa Javier. “No hay un camino como tal trazado. En realidad, todavía estamos muchos viendo cómo es esto del mundo tecnológico. Porque responde a otro tipo de fenómenos que es la audiencia, el público, los géneros, en fin, hay muchas variantes que hacen que todas estas ecuaciones estén moviéndose todo el tiempo”.

Casa y cine

“Nosotros estamos seguros que el cine se ve mejor en el cine y aunque técnicamente puedas ver una película en tu casa, el cine es mucho más allá que sólo sentarte a ver una película”, asegura Marco. “Es una experiencia social. La gente está esperando el fin de semana para salir y disfrutar y desconectarse un poco de todo y creemos que esa sensación es muy difícil de sustituir justo por todos estos elementos que la convierten en algo sociable”.

Juan lo sabe perfectamente, aunque tal vez hoy se encuentra en su casa, buscando algo que ver en el catálogo de Netflix, con mucho tiempo libre ya que no tiene que ir a trabajar a Uruguay 52, como hizo por cinco años. Tendrá que adaptarse al “home office”, y alejarse un tiempo del cine como experiencia social y redescubrirlo en lo digital, aunque él sabe que se trata de un vacío muy difícil de llenar.

Foto: Facebook – La Casa del Cine

“Siempre va a ser mucho más agradable verlo en un espacio designado o creado para ello, que en tu casa”, dice Juan. Irónicamente, a lo largo de un lustro, trató de crear el balance perfecto entre los dos mundos. Un sitio cómodo y familiar y una sala con un buen sonido y una buena imagen. Una casa de muchos, que compartían la necesidad de que les contaran una historia. Una casa de cine y para el cine, que hoy trasciende la memoria y se debe instalar como un concepto tangible para muchas personas, en sus respectivos hogares. La pandemia destruyó una Casa del Cine, pero creó otras tantas.

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