El Holocausto

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El mejor homenaje a las víctimas del Holocausto es no tolerar ninguna violación a los Derechos Humanos.

Ciudad de México.- La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en 2005 conmemorar cada 27 de enero a las víctimas del Holocausto. En ese día de 1945 el Ejército rojo liberó el campo de exterminio Auschwitz-Birkenau. Es un día que convoca a la reflexión para que un hecho como el Holocausto no se repita nunca más. Es un día de vergüenza para el género humano.

El Holocausto no fue el primer genocidio en la historia de la humanidad ni el último, pero por sus características representa un hecho de particular gravedad que nos recuerda la fragilidad de los equilibrios sociales para evitar que se repitan crímenes colectivos como ese. Es también un recuerdo solidario con los millones de víctimas inocentes que sufrieron y fueron asesinadas en aras del fanatismo, la irracionalidad y la extrema crueldad.

Con el ascenso del régimen nazi al poder en Alemania se preparó una maquinaría técnico-administrativa eficiente para perpetrar y ejecutar el genocidio más violento y numeroso de los judíos y otros grupos sociales, así como de opositores políticos en Europa. Este genocidio tuvo aspiraciones de alcance global.

Así, una ideología sustentada en bases intelectuales muy débiles y fundada principalmente en la irracionalidad y la brutalidad, fue capaz, paradójicamente, de crear un aparato burocrático muy eficiente para propósitos criminales. La maquinaria administrativa del Holocausto tuvo una red de aproximadamente 42 mil 500 instalaciones en toda Europa y contó con la participación de entre 100 mil y 500 mil personas para su ejecución.

Primero se marginó, reprimió y segregó a los judíos, para concentrarlos en campos de trabajos forzados para más tarde asesinarlos. Cooperaron con los perpetradores de este genocidio, desde intereses industriales que se beneficiaron de la mano de obra esclava, banqueros internacionales, hasta vulgares burócratas oportunistas que vieron una oportunidad de ascenso social. Pero sobre todo cooperaron los indiferentes, un conjunto de cómplices pasivos que voltearon la mirada a otro lado.

La Segunda Guerra Mundial dejó una secuela de 60 millones de muertos. La maquinaría nazi provocó alrededor de once millones de asesinatos, en los que se cuenta un millón de niños. En el llamado Holocausto fueron asesinados cerca de seis millones de personas, principalmente judíos, pero también gitanos, opositores políticos, homosexuales y discapacitados.

En el siglo XX, antes del Holocausto sucedió el genocidio armenio. Después se dieron el de Camboya, Ruanda, la exYugoslavia, por citar solo algunos.

Al término de la Segunda Guerra Mundial en 1945, surgió la Organización de las Naciones Unidas y en 1948 la Asamblea General aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta Declaración dio inicio a la construcción del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

Pero faltan muchos retos por resolver y numerosos peligros por enfrentar. Un crimen que se ha perpetrado después del Holocausto es su negación o su relativización. No sólo se asesinó a millones de personas negándoles aún el derecho a una muerte digna sino que ahora se les pretende olvidar.

Asimismo el mundo enfrenta actualmente nuevas formas de violencia derivadas del fanatismo. El mejor homenaje a las víctimas del Holocausto es no tolerar ninguna violación a los Derechos Humanos.

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