Yo quiero, tú quieres, él y vosotros queréis ser ricos instantáneamente. Especular en el ciberespacio, parece la vía idónea para que muchos lo logren… u otros pierdan hasta la computadora. El dinero virtual ha sido bautizado con sugestivos nombres: bitcoin, ethereum, litecoin, ripple, dogecoin y constituyen el corazón del nuevo orden económico mundial, que tiende a desaparecer el dinero como se le conoce hasta ahora y también, pretende suprimir el rol de los bancos centrales y a esquivar las regulaciones de organismos financieros.
La expansión global de las criptomonedas trae un efecto geopolítico que poco se transparenta en los análisis financieros: al cambiar el sistema financiero global, también se trastocan las relaciones de poder. Y resulta muy remota, casi imposible, la posibilidad de que el capital financiero global o regional (como la Unión Europea) abandonen el control de su moneda, que es el instrumento por el que ejercen su soberanía sobre el territorio social que produce riqueza.
Pero son los ciudadanos, no las potencias, el objetivo de las seductoras cifras que ponderan la cotización al alza de las criptomonedas. Cualquiera comienza a saborearse al conocer que, en diciembre de 2017 había 16,8 millones de bitcoins en circulación, cada unidad alcanzaba los 14 mil dólares; hoy se estima que el valor total de esa criptomoneda alcance unos 240 mil millones de dólares contra 16 mil millones que cotizaba a principios del año pasado.
A ojos cerrados, quienes disponen de unos centavitos los invierten en bitcoins. Y son ellos, realmente, quienes le dan su verdadero valor a ese dinero virtual, pues la confianza es la clave. “Una criptomoneda funciona mientras otros la acepten” y el riesgo de una burbuja está a la vuelta, advierten analistas económicos como Wim Dierckxsens y Walter Forment.
El lucro es el objeto del deseo de la especulación. La diferencia entre el trabajo-plusvalía y el espíritu abusador y fraudulento de la especulación es lo que subyace no sólo en la compra-venta de ciber-monedas, sino en las pujas de los mercados de valores.
Entre los críticos serios y documentados de las criptomonedas figura el analista Diego Pappalardo, quien denuncia la existencia de una “propaganda interesada y facciosa” para cautivar a incautos en el circuito del dinero virtual. Explica que esos propagandistas engañan al proclamar que la naturaleza alternativa de los bitcoins, al sistema capitalista. Y niega que, por existir en la web, ese dinero virtual cree un intercambio neutral incapaz de ser censurado o controlado por bancos ni gobiernos. En síntesis, no tiene ningún respaldo en el mundo real.
Para ese analista italiano, las criptomonedas no son anónimas pues todas las transacciones se registran públicamente. Subraya que en el circuito de intercambio financiero/económico/comercial ningún dinero fiduciario ni moneda digital están exentos de caer bajo la propiedad, el contralor y regulación de algún individuo o colectivo. De ahí que las criptomonedas no son tan independientes del sistema financiero vigente.
Pese a esa advertencia, numerosos gobiernos invierten sus fondos de ahorros y de pensiones en monedas digitales. Japón, Surcorea y Vientam lideraban el 80 por ciento de transacciones a fines del año pasado. Costa Rica ya inauguró cajeros especiales en criptomonedas y el analista Campbell R. Harvey atisba la posibilidad de que la misma Reserva Federal estadounidense cree el “FedCoin”.
Las economías emergentes bautizadas bajo el acrónimo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) también apuestan a tener su propia moneda digital. China ya experimenta con la suya propia y Rusia avanza en la creación del “cripto-rublo” para hacer frente a las sanciones que le ha impuesto Occidente.
En el mismo sentido, el 20 de febrero nacía el “petro”, la criptomoneda venezolana. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunciaba que la preventa de esa moneda virtual alcanzaba los 735 millones de dólares desde su activación, la medianoche del día anterior. El petro busca sortear las sanciones impuestas por Donald Trump y sus aliados europeos contra el país sudamericano. Lo respaldan 5,342 millones del petróleo de la más alta calidad global, cuyo precio está sujeto al valor del hidrocarburo.
El número de mexicanos que ven en el dinero digital la consumación de sus más caros anhelos va en ascenso. La regulación existente no se ha actualizado para hacer frente al nuevo orden económico.
Lo que sí avanza, y rápido, es la amenaza tecnológica contra las ciber-monedas, pues los expertos prevén que las computadoras cuánticas podrían acabar con Bitcoin en sólo una década. Entre 2018 y 2027 es el plazo de creación para esos equipos, cuya gran potencia podría destrozar los protocolos de seguridad que han popularizado el dinero virtual y cualquier otro método de seguridad criptográfica que se base en las mismas técnicas. Para evitar esa catástrofe, los expertos del Instituto Tecnológico de Massachussetts, urgen a revisar los protocolos de seguridad, pues anuncian que ya se están desarrollando los primeros equipos cuánticos.
Mientras ese riesgo se consuma, hay que recordar que el más oscuro deseo de Midas no lo hizo feliz.