El arte de ser feliz

El arte de negociar en pareja

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La negociación es básicamente una estrategia, un plan de acción que tiene algo de arte y algo de ciencia, algo de habilidad y algo de análisis, algo de inspiración y algo de razonamiento.

Para poder negociar se necesitan ciertas condiciones:

  1. Que existan dos partes dispuestas a hacerlo.
  2. Tener un objetivo claro.
  3. Entender que en el proceso siempre habrá un “estira y afloje”.
  4. Tener la intención de realmente llegar a un acuerdo.
  5. Siempre buscar ganar-ganar.
Negociar en pareja.
Fotografía: Proyecto Puente.

Ser buen negociador. Saber negociar es algo que se aprende, no se nace con ello, y para esto necesitamos haber pasado por un periodo de ensayo y error, donde vamos a estar intentando negociar con nuestra pareja, pero posiblemente no lo logremos de la mejor manera y una de las partes tendrá que ceder, lo cual no es aconsejable.

Tener temas difíciles que enfrentar en pareja es lo más común, a todas las parejas les pasa, todas sin excepción enfrentan retos, tomas de decisiones, malos entendidos, desacuerdos y temas que hay que llevar a la mesa de los acuerdos y al espacio de discusión, sabiendo negociar, de modo que se pueda convertir en una gran herramienta de acercamiento y consolidación de la pareja.

Saber negociar en pareja.
Fotografía: Cipsia Psicólogos

¿Qué hacer para lograr una buena negociación?

  1. Saber claramente qué es lo que quieres y buscar la mejor manera de expresarlo, para que tu pareja pueda entender tu postura y a su vez  puedas entender su postura.  Muchas veces ni nosotros mismos sabemos qué es lo que queremos, estamos confundidos, así que tómate el tiempo para aclarar tus ideas. Te recomiendo que escribas en un papel lo que quieres decir y también apuntes lo que tu pareja te está compartiendo.
  2. Define tu objetivo, lo que buscas solucionar u obtener, y no te pierdas en la discusión negativa que puede dañar la relación de pareja, cuidar la relación de pareja debe de ser la prioridad. ¿De qué sirve tener la razón si te quedas sin relación de pareja?
  3. Habla claro y no ocultes tus sentimientos. Muchas veces nos da miedo poner nuestros pensamientos sobre la mesa por temor a que no nos entiendan, pero recuerda que no es lo mismo que no te entiendan a que no estén de acuerdo. Tu pareja puede entender perfecto la situación pero puede no estar de acuerdo, es muy importante poder vivir con un desacuerdo y seguir amando y queriendo estar con nuestras parejas.
  4. Considera “¿en qué cosa o situación podrías ceder?”. En las relaciones de pareja tenemos que aprender que lo que doy, recibo. Si en ocasiones yo cedo, seguramente en otras mi pareja cederá, a esto se le llama la ley de la reciprocidad.
  5. Es muy importante que el resultado deje satisfechos a las dos partes. Si los dos consideran haber ganado y se sienten satisfechos, entonces lo lograron.
  6. Nunca olvides que son un equipo.
Problemas en la relación.
Fotografía: New York Post.

Tres errores que no debes de cometer:

  1. No se descalifiquen, el respeto aun en medio de una fuerte discusión es primordial.
  2. No se desvíen del tema y metan cosas del pasado, eso sólo empeora las cosas.
  3. Mantengan una conversación, los monólogos no llevan a ningún lado.

En ocasiones también es importante pedir ayuda profesional para llegar a un acuerdo. Lo más importante es no perder el amor.

Esto es para ti, que siempre me lees… Gracias.

¿Cómo funciona esta cabecita loca?

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Es importante saber cómo aprendo y cómo funciona mi mente, el estilo de aprendizaje es la manera que tiene una persona para comprender las diferentes preferencias de la persona durante su proceso de aprendizaje. Los canales que utiliza permiten que la información llegue a su persona.

En otras palabras, es como una persona logra captar, fijar y luego reproducir los conocimientos mediante los canales perceptuales. La forma como procesa la información determina su conducta.

Saber cuál es mi estilo de aprendizaje más desarrollado, es otra forma de conocernos con mayor profundidad y nos abre a la posibilidad de comunicarnos mejor con nosotros mismos y nuestros seres amados.

Los estudios nos indican que todos utilizamos los tres canales, pero tenemos uno más desarrollado que los otros y esto es verdad para todas las personas; podemos desarrollar los tres, aunque uno es el predominante:

  1. Si una persona captar mejor lo que ve, estaremos hablando del estilo visual.
  2. Si capta mejor lo que oye, estaremos hablando del canal auditivo.
  3. Si capta mejor por lo que hace, estaremos hablando del canal kinestésico.

La persona visual es la que aprende mejor viendo, con estímulos audiovisuales como videos, películas, programas de cómputo, etc.; necesita la información a la vista, aprende mejor leyendo, mejora su aprendizaje haciendo resúmenes, esquemas, dibujos y gráficos.

Canales.
Imagen: Zona Tresite.

Todo lo que implique que la información entre por sus ojos, podemos decir que se le quedó grabada, y ésta es la típica persona que puede describir una película completa, con muchos detalles y que no importa cuantas veces le digas una cosa, necesita verte a la cara, ver una carta, leer una lista. El aprendizaje entra por su mirada. Entiende el mundo a través de imágenes, es organizado y le gusta ver el mundo ordenado.

Cuando estás con alguien visual lo vas a escuchar diciendo frases como “¿lo viste?”, “¡qué hermosos colores!”, “mira el atardecer”, “sí puedo visualizarlo”, “veo un futuro brillante”. Utilizar estas palabras: ver, mirar, visualízalo o imagínalo, nos ayudan a pasar un mensaje a una persona visual.

La persona auditiva es la que aprende mejor oyendo, sólo el 20% de la población presenta preferencia por este estilo. Aprende mejor aquello que escucha, ya sean grabaciones, una exposición oral, y lo que otros le dicen. Es capaz de escuchar diferentes tonos de voz e identificar las emociones detrás de los tonos.

Las palabras que normalmente utiliza una persona auditiva son: “Oye”, “escucha”, “pregunta”, “ruidoso”, “suena”, “silencioso”, “voz”, “eco”, “fuerte”, “volumen”, entre otras. La persona auditiva escucha el tono de la conversación más que las palabras, suele hablar para resolver los problemas, dice frases como: “eso suena bien”, “te escucho claramente”, “hablemos de lo ocurrido”.

Canales de percepción.
Imagen: Colegio María Montessori.

El aprendizaje kinestésico se basa principalmente en la experimentación con el cuerpo, es una forma de aprender más lenta pero que tiende a perdurar más en la persona. La persona kinestésica aprende mejor haciendo, involucrándose en el proceso de aprendizaje, tanto con movimientos finos como con movimientos que involucran todo su cuerpo.

Las personas con un desarrollo del estilo de aprendizaje kinestésico les gusta tocarlo todo, suelen expresar sus emociones con movimientos. Tienden a individuos inquietos, cuando leen se mueven constantemente y en ocasiones les cuesta concentrarse en su tarea. Necesitan sentirse involucrados en lo que están aprendiendo, si la teoría es muy amplia les cuesta más de lo normal y suelen cansarse antes. Son expresivos y tienen contacto con sus emociones y las expresan fácilmente.

Responden bien al deporte, al arte, la computadora, tienen habilidad motora, gran dinamismo y prefieren participar que observar.

Las frases que utilizan van en este sentido: “usted es muy duro”, “percibo malas vibraciones”, “es un momento muy duro”, “esa persona es fría e indiferente”.

Todos tenemos los tres canales, pero utilizamos más uno de ellos. Todos ellos pueden con conciencia, voluntad y práctica, desarrollarse y utilizarse para nuestro beneficio, pero el que utilizamos marca el modo en el que entendemos la realidad. Saber esto es un modo más para conocernos y lograr el autoconocimiento.

Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome… Gracias.

La llave para cambiar el mundo: empatía versus simpatía

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Muchas veces creemos estar conectados a una persona, porque nos parece que es muy simpática, nos hace reír, es el alma de la fiesta, la cereza del pastel, todos le ponen atención, nunca pasa desapercibido, es muy atractivo y las personas buscan estar cerca de ese tipo de personas. Solemos decir “es que nos entendemos perfecto, nos reímos de las mismas cosas, es tan simpático”.

Solemos confundir a una persona simpática con una persona empática, cuando en realidad hay un mar de diferencia entre una y otra. Pero ¿qué es la empatía? ¿Cuál es la diferencia con la simpatía?

La empatía nos conecta con los otros, nos hace sentir cerquita, acompañados, entendidos, unidos, nos calma la ansiedad y nos llena el corazón, y esto sucede todo el tiempo, no sólo cuando la estamos pasando bien. La simpatía, en cambio, no produce lo mismo, nos hace sentir distantes, desconectados, no entendidos, y alejados.

La empatía es una capacidad que todos los seres humanos compartimos y aunque no todos la ejercemos, todos somos capaces de ser empáticos, ésta es una afirmación que hoy podemos hacer sin temor a equivocarnos ya que en el 2011 un grupo de investigadores de la Universidad de Parma (Italia), liderados por Giacomo Rizzolatti, descubrieron las neuronas espejo que son cierta clase de neuronas que se activan cuando vemos a otra persona ejecutar una acción, como si la persona que observa estuviera realizando esa misma acción.

Simpatía.
Ilustración: Pinterest.

Este descubrimiento fue un cambio radical en la forma de ver la empatía, si de niños era común escuchar “haz como que te pones en los zapatos del otro”, hoy sabemos que si realmente nos ponemos en los zapatos del otro. La cosa es que en algunas ocasiones preferimos ignorar lo que estamos sintiendo.

¿Por qué si lo estamos sintiendo preferimos ignorarlo? Porque la empatía nos exige aceptar nuestra propia vulnerabilidad, tenemos que elegir ser empáticos y eso muchas veces nos da miedo y preferimos no hacerlo. Sin embargo, para poder conectar con el otro primero tenemos que conectar con nosotros mismos. Por ejemplo: te encuentras frente a una persona que acaba de perder a un ser amado, se siente triste, perdido, vulnerable, sin esperanzas, abrumado, lo único que sabe es que quiere gritar “esto es horrible, no puedo con esto”. Lo primero que nos sucede es sentir unas ganas enormes de salir corriendo y por lo regular decimos, “ya pasará, ya verás, cálmate”, minimizamos el problema, y esto es quedarse en la superficie; es sólo ser simpático con la persona, mas no empático. Intentamos mejorar la situación aun cuando sabemos que no hay nada que pueda mejorarla, nada que digamos hará que esa persona deje de estar en el duelo de su pérdida.

¿Cómo se escucha la empatía en este ejemplo?

En primer lugar, cuando estoy frente a una persona que está viviendo la pérdida, es imposible que yo no experimente miedo, porque su dolor me recuerda mis dolores pasados, porque estoy experimentando de nuevo el dolor y tengo que ser valiente para decir “no pasa nada si me duele de nuevo”.

Empatía.
Ilustración: Vía Express.

La empatía diría: “sé exactamente lo que sientes, sé lo que se siente estar en ese lugar y sólo quiero que sepas que no estás solo, me da gusto estar aquí contigo”.

¿Notas la diferencia? Lo que realmente sana es la relación que establecemos con los otros y el camino es la empatía.

Tuve la oportunidad de ir a La Ciudad de las Ideas 2018 y conocí a Sofía, un robot humanoide diseñado en 2015 para aprender y adaptarse al comportamiento humano. Tiene inteligencia artificial, es capaz de contestar ciertas preguntas, tiene capacidad de aprendizaje. El anfitrión del evento, Andrés Roemer, le hizo varias preguntas, entre ellas, la que más me impactó por la respuesta de Sofía fue: “Sofía, ¿qué consideras que le falta al ser humano para ser mejor?”. Ella respondió sin titubear: “Empatía”.

No puedo estar más de acuerdo, la empatía es la llave que cambiará este mundo.

Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome… Gracias.

La gratitud, un pequeño gran milagro

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Los minutos pasan, las horas pasan, los días pasan, también los años y difícilmente nos detenemos a dar gracias por estar vivos, por los regalos que la vida nos da; tomamos las cosas como si tuviéramos derecho a ellas, sin reparar en que éste, nuestro mundo, es solamente una estación de paso, al que llegaste sin nada y del que te vas a ir igualmente sin nada.

Los bienes materiales, tu casa, coches, dinero, bolsas, ropa, computadoras, tu refrigerador, tus mancuernillas, tu bicicleta, esas cosas con las que según tú hoy no puedes vivir, las tienes que dejar, no te las puedes llevar, no hay forma, ni siquiera te puedes llevar tu cuerpo, ése también aquí se queda.

Y pasamos la vida peleando y dando un valor equivocado a las cosas, los objetos, las monedas y billetes, un pedazo de tierra, un cuerpo esbelto y joven, familias dejan de verse por herencias, madres e hijas no se hablan por dinero, hijos engañan a sus padres, parejas se separan.

Lo verdaderamente importante, las personas, los recuerdos, los viajes, los sentimientos, las sonrisas, un abrazo, una tarde entre amigos, una cena en familia, todo eso que extrañamos cuando alguien se va, que echamos de menos tarde, lo dejamos pasar de largo, lo descalificamos y estamos dispuestos a perderlo una y otra vez.

bienes materiales.
Imagen: TreeHugger.

Así que algo no está bien, ¿en dónde nos equivocamos?, ¿en qué momento dejamos de ver lo que sí importa? No lo sé, lo que sí sé es que en el momento en que hacemos un alto y nos damos cuenta de eso, nuestra vida se torna diferente, los días se vuelven hermosos, los encuentros valiosos y la emoción que sentimos, ese “gusto”, esa “alegría”, es la gratitud que experimentamos cuando realmente valoramos lo importante.

El poder de la gratitud es inmensurable, tiene muchos beneficios a nivel emocional, mental y físico.

Cuando te sientes agradecido, lo expresas y lo vives; cuando disfrutas cada momento y valoras su profundo misterio y significado, entonces disminuye el dolor físico y mejora el sistema inmunológico, liberamos grandes cantidades de dopamina lo que ayuda a tener menos enfermedades y sentirse mucho mejor. La dopamina es un neurotransmisor que, entre otras cosas, nos ayuda a regular nuestros estados de ánimo, a dormir mejor, y tener pensamientos positivos, lo que quiere decir que está comprobado que ser agradecido realmente altera nuestro cuerpo y mente.

Ser agradecido reduce la depresión, sintonizas con toda la abundancia que ya hay en tu vida. De pronto, las cosas que te parecían insignificantes toman fuerza y un mayor tamaño; tener un techo, dinero, un transporte, es importante y necesario, pero nada se compara con tener, amigos, compañeros, un amor, familia, un beso, una sonrisa, un apapacho, un abrazo, la sonrisa de un bebé, la risa contagiosa de un niño, nada se compara con despertar cada mañana, con poder pensar, aprender, escuchar, bailar, cantar, vivir.

Ser agradecido te ayuda a ver lo maravilloso que ya posees, el increíble ser que eres, el misterio y el milagro de estar aquí y ahora.

La gratitud es como una espiral que siempre regresa a ti cuando la vives, cuando la experimentas, cuando lo expresas regresa y eso produce una enorme felicidad.

Ser agradecidos con la familia
Fotografía: Mejor con Salud

Para poder ser agradecidos te recomiendo escribir un diario, parece un cliché, pero es completamente eficiente hacerlo. Todos los días escribe tres cosas por las que te sientes agradecido ese día, puede ser desde “porque tengo una cobija para taparme”, hasta “me clonaron mi tarjeta de crédito pero… eso sólo pudo suceder GRACIAS a que soy sujeto de crédito”.

Estoy convencida de que podemos agradecer muchas más de tres cosas en un solo día, pero empezar a dar pequeños pasos nos ayuda a llegar a la meta.

¿Tú por qué tres cosas agradeces hoy?

Yo:

  1. Agradezco que me estás leyendo ahora mismo.
  2. Agradezco que hoy desperté con mi alma viva y consciente.
  3. Agradezco el amor que tengo en mi vida.

Esto es para ti que siempre estás del otro lado leyéndome… Gracias.

Si crees que puedes, ¡puedes!

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¿Qué es esto de la motivación?

La motivación es la fuerza que nos mueve a realizar actividades. Estamos motivados cuando tenemos la voluntad de hacer algo y, además, somos capaces de hacer el esfuerzo que ese algo requiera durante el tiempo necesario para conseguir el objetivo que nos hayamos marcado. Por ejemplo: hacer ejercicio, terminar de leer un libro, elaborar un trabajo.

Esa fuerza está directamente relacionada con la actitud que yo tomo en cada momento, de manera que son mis valores, actitudes y opiniones los que me dictan lo que necesito en cada momento y aquello que es y no es importante o, dicho de otro modo, por ejemplo: si estoy dispuesto a hacer el esfuerzo de salir de casa para ir al cine es porque “ir al cine” es algo que considero atrayente, valioso, dentro de mis posibilidades, etc. A lo mejor me apetece ir al cine, pero si tengo trabajo que entregar puede resultar más importante terminar el trabajo que ir al cine.

La aparición de esa “fuerza que nos lleva a realizar actividades” se crea como resultado de la conjunción entre mis valores y mis circunstancias exteriores (de poco sirve que me guste el cine si vivo a 1,000 Km del cine más cercano)

Con frecuencia se distingue entre motivación externa y motivación interna. La primera es aquella provocada por un estímulo del entorno. Por ejemplo, un aumento de salario me puede animar a trabajar más. Pero para que algo del mundo exterior me motive primero tengo que calificarlo yo como atrayente, y esa calificación va a depender de lo que yo piense del evento.

Mantenerse motivado.
Fotografía: Gary Vaynerchuk.

Por el contrario, la motivación interna sería la que surge de mí misma, sin necesidad de ningún estímulo externo. Por ejemplo: “trabajo porque amo trabajar.” ¿Cuál podría ser mi marco de referencia para tener buenas motivaciones? Tener pensamientos positivos, elegir vivir del lado positivo del mundo; está comprobado que la positividad nos hace sentir muy bien y no solo eso, transforma nuestra mente.

Al cambiar pensamientos malos por buenos, no solamente se transforma el contenido, sino también cambia el alcance y los límites de nuestra mente al ampliar el repertorio de posibilidades que vemos.

Cuando estamos clavados en un pensamiento negativo nuestro panorama se acorta, no vemos más allá de nuestra nariz. Con los pensamientos positivos ampliamos las ideas sobre las posibles acciones, tenemos un repertorio más amplio de lo que podemos lograr.

La alegría, por ejemplo, suscita el impulso de jugar y ser creativo. El interés despierta el impulso de explorar y aprender, la serenidad nos hace observar nuestra situación presente e integrarla dentro de una nueva manera de vernos.

Mantenerse positivo.
Fotografía: HealthyPlace.

La positividad, además, transforma el futuro, y aunque las buenas sensaciones sean efímeras y no se queden con nosotros indefinidamente, sí nos generan un gran cambio con el tiempo. Las emociones positivas fortalecen nuestros recursos a medida que se acumulan  lo que nos permite enfrentar la vida de una mejor manera.

Las repetidas experiencias de positividad fortalecen al menos:

  • Un recurso físico: duermes mejor;
  • Un recurso mental: estás más consciente de tu situación actual;
  • Dos recursos psicológicos: estás más optimista y resiliente;
  • Diversos recursos sociales: te sintonizas mejor con tu familia y tus pares.

Todo esto contribuye a que tengas un mañana mejor. Así, para poder adentrarnos en el mundo de la positividad es muy importante ir más allá de los términos genéricos como “feliz”, “bien”, o “bueno”.

Nombraré algunas emociones para que sean tu guía hacia una vida con mejores pensamientos, motivaciones y actitudes.

Alegría:

Hay muchas fuentes de alegría, el nacimiento de un hijo, un aumento de sueldo, una fiesta sorpresa. La alegría es radiante y ligera. Los colores parecen más vivos. Caminas con brío y tu rostro se ilumina con una sonrisa y un brillo interior. No quieres perderte ni un solo detalle. Sientes ganas de jugar, de saltar y de involucrarte.

Ser alegre.
Fotografía: TrainingZone.

Gratitud:

La gratitud llega cuando agradecemos algo que ha venido a nuestro encuentro como un preciado regalo. Tu pareja te hace de cenar en un día en que tú tienes mucho trabajo. El empleado de la tienda te tiene mucha paciencia en un cambio de ropa complicado. Puedes sentirte agradecido de respirar aire limpio, de estar sanos, de tener un lugar seguro al cual llegar. La gratitud abre tu corazón y genera el impulso de corresponder.

Mostrar gratitud.
Fotografía: Positive Psychology Program.

Diversión:

Es un hecho social, siempre la compartimos con otra persona. Crea lazos con los demás.

Divertirte.
Fotografía: OneTravel.

Inspiración:

De vez en cuando nos topamos con la verdadera excelencia humana. Trascendemos lo corriente y descubrimos mejores posibilidades. Presenciar la naturaleza humana en su mejor versión puede ser algo inspirador. La inspiración cautiva nuestra atención, reconforta nuestro corazón y nos involucra.

Buscar inspiración.
Fotografía: iStock.

Amor:

El amor es multifacético, pues en éste habitan todas las formas de positividad dichas anteriormente. La alegría, la gratitud, la serenidad, el interés, la esperanza, el orgullo, la diversión, la inspiración y el sobrecogimiento. Cuando estas sensaciones agradables despiertan nuestro corazón dentro de una relación segura y, por lo general, abierta, lo llamamos amor.

Amor
Fotografía: Telemetro.

La positividad tiene que ver con nuestro modo de pensar. Al igual que todas las emociones, las emociones positivas surgen de acuerdo a la manera como interpretamos los acontecimientos y las ideas a medida que se desarrollan, depende de si nos concedemos un momento para encontrar lo bueno y una vez encontrado, lo dejamos fluir.

Enciende tu positividad ahora mismo. Tómate un momento para observar tu entorno físico y pregúntate:

  • ¿Qué hay de bueno en mi situación presente?
  • ¿Por qué soy afortunada de estar aquí?
  • ¿Qué aspecto de mi situación presente puedo ver como un regalo preciado?
  • ¿En qué me beneficia esto a mí o a los demás?

Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome… Gracias.

Tu actitud determina tu vida

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Nuestra mirada sobre las cosas que nos ocurren en la vida marca la gran diferencia, entre sentirnos felices o desdichados, porque, aunque no podemos controlar todo lo que nos sucede, sí podemos decidir cómo afrontarlo.

Ser optimista sí se puede aprender, ver la vida de una manera positiva es definitivamente una opción, una decisión, no es cosa de la suerte.

¿Eres de los que ven el vaso medio lleno o medio vacío? ¿Cómo fue que aprendiste a verlo de una u otra manera?

Desde que nosotros somos pequeños, nos adentramos en el mundo y tenemos diferentes formas de reconocerlo.

Lo sentimos con nuestro cuerpo, con nuestra piel, lo vemos con nuestros ojos, lo olemos con la nariz, lo escuchamos con nuestros oídos.

Pero siempre desde nosotros, como se dice en el “slang” popular, “Vemos el mundo con nuestros propios anteojos”, que tienen diferentes colores de lentes, pueden ser rosas, verdes, azules, negros etcétera. La realidad en la que habitamos es profundamente compleja y es por eso que estos filtros son necesarios para poder entenderla.

Holi, festival en la India
Imagen: AlJazeera-Bikas Das-AP.

Dependiendo del color del lente nosotros le ponemos etiquetas a las cosas y es por medio de éstas que nos movemos en una dirección o en otra. Por ejemplo: cuando nos encontramos frente a una persona que estamos conociendo por primera vez y la clasificamos de interesante, ponemos muchísima atención en todo lo que tenga que ver sobre esa persona, nos sentimos muy interesados por saber más y por conocerla mejor. Ahí me puse unos “lentes” positivos.

Pero si estamos en la misma situación, conociendo a una persona, pero anteriormente me comentaron que esa persona era aburrida, poco interesante, y nada atractiva, yo no voy a estar tan entusiasmada en conocerla, de hecho, no le voy a prestar mucha de mi atención. En esta experiencia, de antemano, me puse unos “lentes” negativos.

Las etiquetas que le ponemos a la realidad y a las personas son de muchos tipos. A grandes rasgos, podemos distinguir tres categorías:

  1. Por una parte, tenemos las opiniones que formamos sobre la realidad exterior. Ejemplo: los niños son ruidosos, el ruido es molesto, los hombres son machos, las mujeres son lloronas, y muchas opiniones más que tenemos sobre el mundo y que nos fueron en su mayoría enseñadas.
  2. Después, tenemos las opiniones que nos formamos sobre nosotros mismos y nuestra identidad. Soy buena terapeuta, pinto bien, soy muy floja, no soy bonita, tengo grandes orejas, etcétera, que también son ideas que con el tiempo voy escuchando de mis padres, mi familia, mi entorno y me las creo.
  3. Por último, formamos valores y escalas de valores que son los que nos permiten decir qué es más importante y establecer prioridades. Muchas veces nuestros conflictos internos se deben a valores del mismo nivel. Pensemos en la idea de: “Necesito trabajar más”. Este pensamiento puede entrar en conflicto con: “Necesito dedicarle más tiempo a mi familia”. Para mí los dos eventos son muy valiosos y posiblemente estén en el mismo nivel valorativo, por lo que entro en conflicto a la hora de elegir qué es más importante para mí.

En cualquiera de esas tres grandes categorías nos encontramos que, con frecuencia, se identifican las actitudes con aquellas ideas que podemos expresar verbalmente y de las que somos conscientes, pero si entendemos las actitudes como los filtros que hacen que prestemos atención a unos aspectos de la realidad y no a otros, es fácil darse cuenta de que muchos de nuestros filtros no se expresan verbalmente, sino que los asumimos de forma tácita.

actitud de alegría
Foto: vidasaludable.com.

Muchas de nuestras actitudes están fuera de nuestro nivel de atención consciente, lo que quiere decir que reaccionamos ante ellas sin siquiera darnos cuenta. Puede suceder incluso que esas actitudes tácitas estén en contraposición con las ideas que defendemos conscientemente.

Por ejemplo: podemos decir que respetamos a todas las personas sin hacer distinción, pero vamos por la calle y vemos a un hombre con el pelo pintado y lleno de tatuajes y nos hacemos a un lado o nos atravesamos la calle, le faltamos al respeto desconfiando de la persona sin siquiera conocerla.

¿Dónde se quedó mi respeto por los demás? ¿En dónde está el problema real? En creer que lo que yo pienso es la verdad con mayúsculas y que mi actitud está justificada.

buena actitud en equipo
Foto: Victor Camon.

Seguramente muchas veces nos hemos topado con hombres y mujeres que están seguros que su punto de vista sobre alguna situación es y será la única verdad, y lo más increíble de todo esto es que ni cuenta se dan de que en muchas ocasiones están quedando en ridículo con su afirmación tajante.

Cuando confundimos nuestras actitudes y pensamientos con la realidad le cerramos las puertas al cambio y las actitudes se solidifican.

Cuanto más rígidas sean nuestras creencias, menos dispuestos estaremos a aceptar los datos que las contradicen o a considerar puntos de vista alternativos, y más difícil será que encontremos maneras distintas de actuar.

No olvides que el secreto está en verte, oírte y sentirte para poder escuchar tus pensamientos y, en caso necesario, cambiarlos y gracias a eso modificar tu actitud.

Esto es para ti que siempre estás del otro lado leyéndome… Gracias.

La llave para abrir las puertas de la comunicación

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La Asertividad

Uno de los retos más grandes a los que nos enfrentamos es a la comunicación entre personas, vivimos en la “era de la comunicación” tenemos muchos aparatos y herramientas que “facilitan la comunicación”; un Slogan que podemos leer y escuchar en un sinfín de anuncios es:

 “Para que te comuniques mejor con tus seres queridos… compra este Smartphone”.

En la práctica, la verdad es que justamente la falta de comunicación es la que nos lleva a desacuerdos y a malos entendidos, que terminan en grandes pleitos, rupturas familiares y divorcios amorosos.

Nadie nos enseña el arte de la comunicación y lo complejo que puede llegar a ser, ni en casa ni en la escuela, eso sí, tenemos que acreditar la materia de matemáticas para pasar a otro nivel escolar, tenemos que pasar álgebra y español, pero sin más y con un grado de comunicación nulo hasta nos dejan casarnos. ¿No crees que algo está mal aquí?

celular une o separa a las personas
Foto: Listín Diario.

Ser asertivo es una de las habilidades necesarias (y conscientemente digo una de…) para una buena comunicación, hay varias más.

Ser asertivo significa saber pedir, saber negarse, negociar, ser flexible, para poder conseguir lo que se quiere, respetando los derechos del otro, es tener la habilidad para expresar mis deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada. Casi nada… pero con voluntad y práctica muy posible.

Lo más común es encontrarse en los extremos, ser pasivo y no decir ni defender lo que deseamos o ser agresivo y de manera violenta y, a fuerza de lo que sea, lograr lo que quiero; justamente la asertividad sería el punto medio.

No se nace siendo asertivo, es una conducta que aprendemos y que actuamos, se logra poniendo atención y con conciencia, podríamos decir que es una característica muy positiva, una forma de comunicación madura entre personas, que se basa en la libertad de acción, para que se manifieste debe de haber la certeza y confianza de tener derecho a nuestros deseos.

Una persona asertiva sabe cuándo es adecuado hablar y cuándo es mejor guardar silencio, se sabe defender sin agredir al otro aun entendiendo que está frente a una conducta poco razonable de otra persona. Es clara y sin recovecos en el uso del lenguaje, suele planificar antes de actuar para tomar la mejor decisión, no se altera, es paciente y suelen ser educados.

el arte de saber comunicar
Imagen: Fundació Factor Humà.

Hay diferentes conductas asertivas:

1.Asertividad Positiva:

Es cuando puedes ver y valorar la valía de los otros, así como expresarla en las acciones que realizas y también de manera verbal. Es sentir auténtico afecto por las personas.

2. Asertividad Empática:

Ésta permite entender, comprender y actuar basándose en las necesidades del otro y las propias. Como se dice de manera popular, ponerse en los zapatos del otro.

3. Asertividad Escalonada:  

Ésta es una actitud asertiva y estratégica, se basa en ser firme e ir de forma gradual elevando la firmeza, normalmente se utiliza cuando el receptor nos está ignorando. Para hacerlo de manera eficiente se debe combinar con mucha paciencia y respetar los diferentes ritmos de las personas, tener muy claro que posiblemente no lleguemos a “buen puerto” a la primera.

4. Asertividad Subjetiva:

Esta estrategia funciona muy bien con los hijos y la pareja, se habla desde el “Yo” desde una postura lo más objetiva posible, se explica el efecto que el comportamiento del otro tuvo en nosotros; con la certeza de que el otro no quiso agredirnos, se evitan las críticas y las culpas, se habla de las emociones experimentadas y de lo que se espera de la conversación.

5. Asertividad Defensiva:

Se utiliza como defensa ante ataques agresivos o frente a una persona que es poco asertiva, en voz alta se informa a la otra persona que su comportamiento es inadecuado e invitarlo a que lo frene, pidiéndole que no levante la voz y que es necesario tomar turnos para ser escuchados. Si la otra persona utiliza el silencio como ataque, se le pide romper el silencio.

Asertividad en la vida
Foto: Thiomucase.

¿Qué características tendríamos que desarrollar para poder actuar de manera asertiva?

  • Saber escuchar: Ya que saber escuchar es la clave si se tienen intenciones de saber, por lo tanto, escuchar implica estar atento a lo que el otro o la otra me está diciendo, sin juicios, sin estar pensando en lo que responderé, estar en el aquí y el ahora. Escuchar con todo, tus oídos, tus ojos y tu postura corporal. No interrumpir.
  • Hacer las preguntas adecuadas: Para saber frente a quien estás, primero tienes que conocer a la persona, cuando conocemos al otro podemos respetarlo, así que hacer preguntas que tengan que ver con el tema y con ayudarte a tener más claro lo que en realidad está sucediendo, frente a quién estás y lo que la otra persona está expresando, con profunda atención e interés te va a ayudar a saber qué le gusta, qué ama, qué odia, con qué está de acuerdo y con qué no, qué necesita y cómo puedes encontrar puentes de comunicación.
  • Saber dialogar: Una vez que ya escuchaste e hiciste las preguntas adecuadas, podrás tener mayor claridad frente a quién estas y cuáles estrategias puedes utilizar. No estarás “a ciegas”, ya tienes más seguridad de las necesidades, anhelos, y realidades de la otra persona, lo que te da una ventaja para tener un diálogo amable y asertivo.
  • Buscar la mejor alternativa para todos los involucrados: Ser asertivo no va de la mano de ganar, lo que busca es la conciliación, el bienestar, el acuerdo, busca ganar-ganar.
  • Crear un vínculo: Éste es el “regalo” de hacer el esfuerzo de ser asertivo, cuando actuamos de forma asertiva, logramos crear confianza, estabilidad, aprecio, un vínculo basado en la claridad y el respeto mutuo.

Recuerda, verte, oírte y sentirte.

Esto es para ti que siempre estás del otro lado leyéndome… Gracias.

El 4o. dragón a vencer: la vergüenza

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Pensando en poner un ejemplo de lo que significa tener vergüenza, nos topamos con cosas muy simples:

  • Ir caminando por la calle y caerse frente a un grupo de personas.
  • Que me agache y se me rompa el pantalón.
  • hacer un chiste y que nadie se ría.

Y la lista puede ser interminable, pero en realidad no es de ese tipo de vergüenza de la que yo quiero hablar hoy, a esos momentos yo les llamaría momentos incómodos solamente.

La vergüenza a la que me refiero es un sentimiento que surge de una evaluación negativa del Yo. Se mezcla con la idea de ser inadecuado y el deseo de ocultarse, de hacerse invisible, de no querer ser visto y desaparecer.

sentimiento de vergüenza
Imagen: revistamoi.com.

En algún momento hicimos un escáner de nuestra persona y nos calificamos de manera negativa, esto provoca una sensación dolorosa de inferioridad, de indignidad y también se alimenta este sentimiento por comentarios y opiniones de los demás a los que yo le doy poder y sobre todo validez.

Como la vergüenza habla de lo que soy y no de lo que hago, es un sentimiento muy complejo que nos causa mucho daño. La creencia es: puedo cambiar mi conducta, pero no puedo cambiar mi persona.

Hay cuatro tipos de vergüenza:

  1. La vergüenza moral: es esa vocecita que nos dice de qué manera podemos y debemos actuar o no en diferentes circunstancias y contextos. En algunos casos podríamos hablar de que nos protege de realizar conductas inconvenientes, pero en otros nos coarta la libertad por el ¿qué dirán? y por conceptos erróneos de lo que es correcto o no. Podemos decir que este tipo de vergüenza es adaptativa, ya que nos ayuda a saber, entender y comportarnos en sociedad.
  2. La vergüenza heredada: como su nombre lo indica, se hereda de generación en generación o por la pertenencia a cierto grupo, social, religioso, o étnico, es un sentimiento que mi grupo, mi familia, mis amigos comparten. Por ejemplo, alguno de los integrantes, mi padre, hermano, esposo, hermana, etc., robó, estuvo preso, cometió un asesinato, infringió la ley, y ser su hermana, esposa, o parte de su grupo, causa vergüenza. Esto es común entre grupos étnicos o de género o de estrato social, depende en ocasiones del contexto histórico; en algunos periodos tener la piel de un color u otro, pertenecer a un grupo religioso, entre otros elementos, causa vergüenza.
  3. La vergüenza ajena: es la que nos provoca un miembro de nuestro grupo o familia por alguna actividad que realiza y calificamos como negativa y con la que no podemos ni queremos identificarnos. Un padre alcohólico, una madre prostituta. Esta vergüenza es provocada por lo que otro hace.
  4. La vergüenza del auto-concepto: ésta se manifiesta cuando soy capaz de verme y ubicar quién soy, y ese descubrimiento me decepciona porque yo creía ser alguien diferente. De pronto descubro que tengo un rasgo de personalidad que no me gusta, que he criticado en otros, que la sociedad rechaza y siento vergüenza. Por ejemplo, me descubro teniendo atracción sexual por personas de mi mismo sexo y eso en mi familia está muy mal visto, un fracaso laboral al que se le habían puesto muchas expectativas, estoy en una posición socioeconómica que no considero digna, me doy cuenta que el trabajo en el que estoy es para otro tipo de personas y no para mí.

quitarse la vergüenza

El sentimiento de vergüenza puede tener diferentes intensidades, puede ser leve, moderado o intenso, pero en cualquiera de los casos nos habla de una incapacidad de la persona de saberse y sentirse digna. Se considera menos valiosa, menos importante, inclusive se escuchan cosas como “estoy manchada, sucia”. El problema en esta situación y por la cual yo la considero un “Dragón a vencer”, es que este sentimiento nos impide avanzar, ser libres, disfrutar, es como una carga pesada que se lleva al hombro y que estorba, en ocasiones no puede identificarse claramente de dónde viene, parecería que está en nuestra sangre, que forma parte de nosotros, pero esto es falso, es un sentimiento que se puede y es necesario erradicar.

Así también, dado que la vergüenza llega a sentirse tan fuerte, provocando mucho daño, recomiendo buscar ayuda profesional, pues de lo contrario, si se estancan estos sentimientos podemos llegar a experimentar una profunda tristeza, aislamiento social, inclusive atentar contra la propia vida.

señalar la vergüenza
Imagen: PsicoGlobal.

Como todas las emociones, la vergüenza tiene su función, sirve para hacer más indulgentes a los demás; cuando vemos que alguien siente vergüenza, nos parece más simpático y nos lleva a tener un acercamiento con la persona. Digamos que, otro punto positivo, ayuda a regular nuestros comportamientos sociales.

¿Cómo podemos regular la vergüenza?

  • Una estrategia es contarle a alguien en quien confiamos y que sabemos que no nos va a juzgar por sentir vergüenza, ayudándonos a identificarla y ubicarla.
  • Es importante revisar nuestras creencias y ver si no es alguna de ellas las que me hace calificar como vergonzoso tal o cual cosa.
  • No dejar pasar la vergüenza; es importante ya que podemos estar atrapados u atorados por eso y no saberlo.
  • En muchas ocasiones lo que hay que hacer es alejarse de personas y familiares que se han convertido en humilladores en serie, lo que quiere decir que parecería que para ellos humillar es un deporte y no debemos estar a su alcance.

Siempre recuerda, verte, oírte y sentirte, como una útil herramienta para el autoconocimiento.

Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome… Gracias.