El arte de ser feliz

El 3er. dragón a vencer: el enojo

Lectura: 4 minutos

Yo estaba que me hervía la sangre, sentía cómo todo mi cuerpo estaba reaccionando, me puse roja, los puños se me cerraron, me latía el corazón a mil por hora y empecé a hiperventilar. ¿Cómo se atrevía a hablarme así? ¿Quién creía que era? ¡Qué falta de respeto!

¿Te suena familiar?… Ésta es la reacción natural de nuestro cuerpo cuando nos enojamos y como ya les he comentado en otros escritos, nuestro cuerpo es nuestro termómetro, nos está queriendo decir algo.

El enojo tiene dos funciones:

  1. Nos prepara para la acción, respondemos, golpeamos, nos defendemos y dejamos muy claro que estamos molestos y que algo no es de nuestro agrado.
  2. Ayuda a comunicarnos ya que cuando nos enojamos nuestro interlocutor se da cuenta de que es así y nuestro enojo lo bloquea o lo intimida; gracias a esto en muchos casos puedo frenar que me sigan lastimando.
enojo extremo
Foto: Rouge.

¿Por qué nos enojamos?

Ya sabemos que las emociones son el resultado de lo que pensamos, entonces nos enojamos porque pensamos que lo que está sucediendo para mí es:

  • Indeseable, no lo quiero:  no me gusta cómo me están hablando, no quiero escuchar ese tono de voz de superioridad, no me siento inferior y no estoy de acuerdo. No estoy sacando lo que esperaba sacar. No me están tratando con respeto. Me están quitando un bien o un objeto que considero valioso y mío.
  • Intencional, me enojo porque estoy segura que esto que me está sucediendo, fue planeado, la persona me quiere hacer sentir mal, está buscando lastimarme, me quiere humillar, me quiere molestar, eso es lo que yo pienso.
  • Controlable o evitable: también me enojo cuando estoy segura de que mi enojo controlará la situación, si grito tú te mantendrás a raya y en silencio, el enojo es utilizado como un medio de control. Medimos la situación y decidimos si nos hacemos a un lado, o con nuestro enojo podemos frenar el momento.
  • Contrario a mi sistema de valores: me enojo cuando pienso que tú “Pisaste” alguno de mis valores, o realizas alguna acción contraria a mi sistema de valores, fuiste injusto, infiel, abusivo, robaste etcétera… El sistema de valores se desarrolla desde la infancia y varía según la cultura y la familia.

reprimir emociones de enojo

Como podemos observar, el enojo es complejo y muy utilizado, ya que resulta muy eficiente para querer controlar, pero por lo general lo expresamos de forma equivocada y cometemos dos terribles errores:

  1. No lo regulamos y dejamos que se nos salga de las manos. Muchas personas brincan del enojo a la ira, que ya es otro grado mayor y cometen actos inimaginables e irreversibles como matar a alguien, lastimar, golpear, romper objetos valiosos y llegamos a un punto donde ya no hay retorno.
  2. Lo interiorizamos hasta que explotamos, esto se suele aprender de casa, no hay un adecuado manejo de las emociones y mejor se niegan, se les pide a las personas desde niños no expresarlas, guardarlas, no hay permiso de enojarse, pero el enojo como cualquier emoción es energía y tarde o temprano saldrá y no precisamente de la mejor manera.

¿Qué puedo hacer para regular mi enojo?

  1. Disminuye las causas de irritación, no entres a discusiones inacabables, sal del lugar, respira, cambia de tema, todo lo que te ayude a tomar tiempo y pensar mejor. Una regla de ORO es nunca en medio del enojo, acusar o insultar al otro.
  2. Recuerda la importancia de verte, oírte y sentirte, para que puedas escuchar tus pensamientos, saber cuál te está haciendo enojar, cuestionarlo e indagar si tienes razón y, sobre todo, si vale la pena el enojo, ¿habrá otra salida?
  3. Cuando nos enojamos dejamos de escuchar todo lo que nos rodea y podemos estar equivocados, es fundamental tomar en cuenta el punto de vista del otro, podemos estar frente a un desacuerdo y no importa cuántas veces trate de explicarme y cuántas ganas tenga de que cambie de opinión, no lo voy a lograr, tampoco mi enojo va a ayudar para eso. Tengo que ser respetuoso de los diferentes puntos de vista y permitirme escucharlos.
  4. En el caso del enojo, el tiempo es nuestro aliado, deja pasar unas horas, la noche, o inclusive unos días; cuando el enojo baja, siempre es más fácil ver lo que en realidad está pasando.
  5. Si de plano sientes que no puedes controlarte, interrumpe el momento y sal de la escena, es justo después de reaccionar así cuando hacemos y decimos cosas que lamentamos. Esto ayuda a que la reconciliación sea más factible. Es muy importante saber hacer “borrón y cuenta nueva” cuando sabemos que, como decía Carl Rogers, “nada de lo humano me es ajeno”, podemos tener compasión y entendimiento porque el enojo no es ajeno a nadie.

respirar y relajarse control del enojo

El enojo es un dragón difícil, se requiere de mucho trabajo para saber controlarnos cuando experimentamos esta emoción, inclusive en muchos casos se necesita de ayuda profesional para lograrlo.

En la próxima entrega hablaré del 4º Dragón, la Vergüenza.

Gracias por leerme y espero tus comentarios… Esto es para ti que siempre estás del otro lado leyéndome.

El 2º dragón a vencer: la tristeza

Lectura: 4 minutos

La tristeza se desencadena a partir de una pérdida. Algo que teníamos que considerábamos nuestro y valioso, ya no lo tenemos, nos duele y nos produce tristeza.

Es una reacción completamente esperable y hasta sanadora, cuando nosotros nos permitimos sentir el dolor de la pérdida y lloramos por esta razón, el llanto nos libera. Recordemos que las emociones son energía y esa energía tiene que fluir de alguna manera, si no lo permitimos, si no nos damos permiso de llorar, entonces la tristeza se convierte en depresión, en pasividad, en un callejón sin salida; socialmente y en especial a los hombres, no se les permite llorar, sin ser consciente que la tristeza tiene muchas “caras”, entre ellas el enojo y la violencia.

Es por eso que yo considero fundamental conocer la tristeza y que, de ser un dragón, se convierta en un aliado.

Ya comentamos que la tristeza se origina de una pérdida y las pérdidas pueden dividirse en diferentes categorías que nos ayudan a poder entenderlas y enfrentarlas.

  1. La pérdida de un ser querido:

Puede experimentarse porque mi ser querido toma la decisión de hacer un gran viaje que le puede llevar meses, años, o un cambio de país que implica que no será la misma relación de cercanía ni todo el tiempo que pasábamos juntos durante la relación. También posiblemente se presente una disputa entre familiares o amigos que lleva a la ruptura definitiva de la relación, y la famosa y muchas veces devastadora separación amorosa cuando dos que se amaban terminan la relación.

pérdida
Foto: Mejor con salud.
  1. La pérdida de un objeto:

Puede ser un objeto que nos trae un recuerdo de un ser querido, un anillo, una cadena, un cuadro, etcétera, que, por algún motivo, en un descuido o robo, ese objeto desaparece. Esto evidentemente produce tristeza y sobre todo si le conferimos una carga emocional desmedida al objeto, ante lo cual no debemos olvidar que nuestro ser amado, no está en ningún objeto. La pérdida de nuestra casa, por ejemplo, al tener que cambiar de domicilio por necesidad económica o por buscar otra colonia, o si nuestro hogar fue destruido por una catástrofe natural, incendio, temblor, tsunami. Otro caso es la pérdida de un trabajo porque nos despidieron o por no haber sido valorado en éste.

  1. La pérdida del estado:

Este tipo de pérdida no tiene que ver con un objeto, se trata más bien de nuestra persona y es una pérdida muy dolorosa; cuando eres rechazado por un grupo, porque te consideran no apto, non grata, no aceptan quién eres y cómo te comportas, o no aceptan tus gustos y preferencias. También tiene que ver con un ascenso negado dentro del área laboral y que sabías tuyo, y justo te es negado sin razón aparente, o por falta de “apadrinaje”.

La pérdida del estado también tiene relación con la edad, perder la juventud, envejecer en esta sociedad donde le hemos perdido el respeto a nuestros mayores, envejecer se ha convertido en un estado que no se valora ni se respeta, lo cual me parece uno de los mayores errores y de las peores pérdidas de nuestra generación: la oportunidad de aprender, valorar y escuchar la sabiduría de nuestros adultos mayores.

Perder alguna de nuestras capacidades también forma parte de esta clasificación, perder la vista, el movimiento, el oído, etcétera, nos produce tristeza y la necesidad de adaptarnos a una nueva realidad.

La pérdida de la libertad, por estar tras las rejas, por estar secuestrado, física o emocionalmente, por vivir en un estado donde no existen las libertades individuales.

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Foto: iStockPhoto.
  1. La pérdida de nuestros valores y objetivos:

Tener una profunda desilusión profesional, esperar que los resultados vayan en un sentido y que salgan en otro, esto nos produce tristeza por el esfuerzo puesto en el trabajo y los resultados finales. También, una desilusión política, estar apostando a un candidato, senador, puesto político, o a un partido y no ganar, muchas esperanzas, ilusiones y sueños se pierden en estas contiendas. Hacer un esfuerzo prolongado para llegar a un objetivo y al final no lograr nada, o que no sea valorado el resultado, nos pone igualmente tristes. Tener una profunda sensación de fracaso con respecto a nuestros propios valores, que sean pisoteados, o que no sintamos que podemos vivirlos.

     5. ¿Qué nos enseña la tristeza?

A protegernos mejor en el futuro, vivir más atentos, a planear mejor para poder así evitar situaciones de pérdidas innecesarias. También nos enseña a poder hacer mejores elecciones, con más elementos y cuidado, a escoger con prudencia un trabajo, a conocer mejor a una persona antes de decidir formar pareja; a dejar de actuar de forma irresponsable y reflexionar sobre nuestros errores para tomar mejores decisiones. La tristeza también nos ayuda a atraer la atención y la simpatía de los demás. Cuando nos permitimos mostrar nuestra parte vulnerable, sin miedo y con honestidad, los otros se sienten atraídos y con ganas de ayudar.

aprendizaje
Foto: Mujer Pandora.

     6. ¿Cómo la puedo regular?

Siempre recuerda que todas las emociones son normales, que no hay nada de malo en sentirlas y expresarlas de manera adecuada, así que obviamente lo mismo pasa con la tristeza. Acepta que estás triste e identifica el porqué, ¿cuál es tu pérdida? Expresa la tristeza en un lugar seguro rodeado de personas en las que confías, mantente ocupado aunque no tengas muchas ganas; llama a tus amigos y familiares y forma una red de apoyo; busca ayuda y escucha consejos; muchas veces cuando estamos tristes, no tomamos las mejores decisiones, por eso es importante que encuentres un respaldo seguro y confiable.

Permítete llorar, te aseguro que no será para siempre (aunque en el momento eso sentimos que va a pasar) y una vez que acabes de llorar te sentirás muchísimo mejor.

En mi próxima entrega hablaré del tercer dragón a vencer, el enojo.

¡Hasta la próxima!

Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome. Gracias.

Los cuatro dragones a vencer

Lectura: 3 minutos

Miedo, tristeza, enojo, vergüenza

Ya entrados en el tema de las emociones, quiero hablar de lo que yo considero son los cuatro dragones a vencer: cuatro emociones, cada una de ellas con sus características propias, expresiones particulares y singularidades. En esta entrega hablaré del miedo, que es sin duda una de las emociones más experimentada y menos entendida. A mí me tomó, y me sigue tomando, mucho tiempo de entender, hablar y regular mi miedo, lo que sí puedo decirles es que ahora es mi cómplice, mi amigo, el que me cuida.

Al miedo lo veo como un abuelo que me quiere proteger y que yo tengo que observar atentamente de qué me quiere proteger. En ocasiones, su protección es necesaria porque me encuentro frente a un peligro real y escucharlo y hacerle caso, literal, me salva la vida, pero en otras circunstancias exagera un poco, puede alertarme de algo que no es de vida o muerte, como por ejemplo, cuando me invade el miedo de pararme frente a un auditorio lleno de personas y dar una conferencia que sí preparé. Es en esos momentos cuando hablo con el miedo y le digo, “tranquilo, sólo es una conferencia, no es la guerra, nadie tiene un fusil ni nos van a disparar”, eso me ayuda muchísimo a tranquilizarme.

pánico escénico
Imagen: ConSentido Común.

Pero, ¿qué es el miedo? El miedo es la emoción de peligro, se nos acelera el corazón, se contraen los músculos, nos tiemblan las manos y se nos ponen frías. De ahí la expresión, “me congelé de miedo”. Nuestro rostro empalidece y se nos pone la piel de gallina.

¿Para qué sirve? Nos prepara para la acción física, ya sea la lucha, la huida… “salí corriendo de miedo” o para dejarnos inmóviles.

Regularmente, si no es que la mayoría de las veces, no nos percatamos que tenemos miedo, nos cuesta trabajo identificarlo y hasta en ocasiones lo sentimos cuando ya pasó el peligro y nuestro corazón late a “mil por hora”.

El miedo también tiene un rostro que podemos identificar cuando lo vemos en los otros, los ojos y la boca se abren y las cejas se enmarcan.

miedo
Imagen: Ella Hoy.

Hay diferentes tipos de miedos:

  • Los miedos naturales o universales: el miedo a algunos animales, a las alturas, la sangre, a los espacios cerrados, al agua, a las tormentas, a lo desconocido, a la oscuridad.
  • Los miedos culturales: este tipo de miedos suele cambiar según el periodo histórico, como las enfermedades (peste bubónica, la plaga, el cáncer, el SIDA), los duendes, el diablo, las brujas, los vampiros o el Chupacabras.
  • Los miedos reales: estos son miedos que casi todos los seres humanos compartimos, el miedo a la muerte, a la pérdida de la autonomía, la soledad, a la mutilación, a lo desconocido.
  • Los miedos irreales: solemos hacernos muchas historias en la cabeza que sólo son fantasías pero que nos evitan avanzar, crecer, ser felices; como el miedo al rechazo, al fracaso, al NO puedo, a cosas imaginarias.
miedos irracionales
Ilustración del Chupacabras (Tomada de: SPL).

¿Cómo puedo regular los miedos, bajarles el volumen, identificarlos?

Lo más importante es aceptar que sí los siento e identificar qué tipo de miedo es, eso me va a ayudar a tener más control sobre el mismo. Una vez identificado, tengo que aceptar que es una emoción con la que tengo que aprender a vivir, que voy a experimentar ciertas sensaciones porque me están alertando, me cuidan, me protegen y tengo que enfrentarlo para resolverlo, no ignorarlo.

Es recomendable familiarizarse con nuestras emociones, entenderlas, traducir lo que me quieren decir y hacer que trabajen en mi favor, no en mi contra.

En mi próxima entrega hablaré del segundo dragón a vencer, la tristeza.

Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome.

Gracias.

Las emociones desde 4 puntos de vista

Lectura: 4 minutos

Como te comenté en mi columna anterior, hoy seguiremos hablando sobre las emociones, ya que es un tema en el que no ha sido fácil ponerse de acuerdo, al menos no aún, de manera que hay cuatro grandes teorías que intentan explicarlas.

Revisarlas nos va a ayudar a entenderlas un poco mejor y así poder conocernos más y estar un paso más cerca de la felicidad.

La primera teoría: Nos emocionamos porque está en nuestros genes

Esta afirmación se refiere a que nacemos con un paquetito de emociones y las experimentamos porque éstas nos han permitido sobrevivir mejor en nuestro entorno natural, esto quiere decir que han sido seleccionadas en el transcurso de la evolución de nuestra especie y continúan transmitiéndose por herencia de un ser humano a otro.

Por ejemplo: el miedo nos pone en alerta y nos hace huir del peligro, lo cual, obviamente, puede salvarnos de morir. La cólera nos tensa muscularmente, proporcionándonos calor y preparándonos para la pelea, lo cual ayuda a triunfar sobre nuestros rivales e igualmente nos salva. El deseo nos invita a buscar pareja para la reproducción, y a nivel de la especie humana provoca que el ser humano no desaparezca de la faz de la Tierra.

La segunda teoría: Nos emocionamos porque nuestro cuerpo se emociona

Esta teoría sostiene que primero sentimos y después nos emocionamos. Normalmente creemos que temblamos porque tenemos miedo, o lloramos porque estamos tristes, pero esta corriente señala que debido a que temblamos, sentimos miedo, que el hecho de llorar es el que nos pone tristes.

Por ejemplo: si tenemos un accidente de tráfico, en el primer momento no sabemos qué pasó, sentimos miedo después del choque y pensar en todo lo que nos pudo haber pasado.

llanto y tristeza
Imagen: Somos Inteligencia Emocional.

La tercera teoría: Nos emocionamos porque pensamos

Esta teoría afirma que dependiendo de lo que pensemos será la emoción que sintamos.

Por ejemplo: si dejo un recado en la contestadora a una amiga y ella no responde, podría pensar que “no tiene ganas de verme”, entonces me entristezco, pero si pienso que “mi amiga está enamorada y es por eso que no me busca”, entonces posiblemente sienta alegría o envidia; por el contrario, en caso de pensar que ha sufrido un accidente, entonces a lo mejor siento inquietud.

Esta teoría me gusta mucho porque nos da el control sobre nuestras emociones y propone que “si cambio mi pensamiento, cambia mi emoción”. Para lograr esto es muy importante verme, oírme y sentirme, para realmente poder hacer un cambio.

Siguiendo con esta corriente, nunca dejamos de clasificar los acontecimientos, y esas clasificaciones que hacemos van de la mano de lo que pensamos, entonces, estos pensamientos que se clasifican pueden ser:

  • Agradables o desagradables.
  • Previstos o imprevistos.
  • Controlables o incontrolables.
  • Un acontecimiento causado por nosotros o causados por otros.

Dependiendo de la combinación de estas clasificaciones pueden surgir emociones diversas:

Por ejemplo: Si clasificamos un acontecimiento como imprevisto, desagradable, incontrolable y que es debido a otro, podemos sentirnos encolerizados, como cuando nos chocan el coche; pero si es previsto, desagradable y controlable, nos puede provocar ansiedad, como cuando nos programan una cirugía. En cambio, si es agradable, previsto y controlable, nos da gusto (como cuando tenemos una cita amorosa).

Los seres humanos hacemos muchas de estas combinaciones todos los días y a todas horas, pero ¿nos damos cuenta? La verdad es que muchas veces no; hacemos las clasificaciones, pero no nos detenemos a ver cuál es la clasificación que hice y si es correcta y buena para mí.

ira

La cuarta teoría: Nos emocionamos porque es cultural

Esta teoría se refiere a que nos emocionamos porque es un “rol social”, ya que la sociedad en la que nacemos nos lo enseña y entonces todos entendemos que esto suceda así.

Por ejemplo: nos entristecemos cuando pierde nuestro equipo de futbol favorito o nos enojamos muchísimo si no recibimos el aumento de sueldo que estábamos esperando; lo más interesante de situaciones como ésas es que nadie en nuestro entorno social se sorprendería de que experimentemos esas emociones, pero es muy probable que personas pertenecientes a otra cultura sí nos cuestionarían al respecto: “¿Lloras porque no ganó un equipo de futbol?”.

Las emociones varían entre continentes; por ejemplo, en algunas culturas llorar en público provoca atención y simpatía, pero en otros grupos sociales es un signo de falta de virilidad y autocontrol, lo cual está muy mal visto.

Estas cuatro teorías parecerían contradictorias, pero en realidad son complementarias; como ya les comenté, el estudio de las emociones aún está en pañales y debemos tener una concepción integral, de lo contrario, sería como si estuviéramos estudiando a un elefante y sólo pusiéramos atención en las patas o en la trompa. Si eso sucediera solamente tendríamos una visión parcial del elefante; lo mismo pasa con las emociones, es necesario estudiarlas y entenderlas desde estas cuatro perspectivas que nos dan una visión muchísimo más amplia.

Con el tiempo, las emociones se han ido clasificando de diferentes maneras, pero se dice que hay seis emociones fundamentales:

  1. Alegría
  2. Sorpresa
  3. Tristeza
  4. Miedo
  5. Aversión
  6. Cólera
tener miedo
Imagen: Mundo Desconocido.

Todas las demás emociones son las combinaciones de las seis que acabamos de mencionar. Entre las más comunes podemos mencionar:

  1. Empatía
  2. Ecuanimidad
  3. Esperanza
  4. Sinceridad
  5. Flexibilidad
  6. Concordia
  7. Placer
  8. Desprecio
  9. Apuro
  10. Culpabilidad
  11. Soberbia
  12. Vergüenza

Podríamos seguir nombrando muchas emociones más; hay estudios que nos hablan de hasta 26 diferentes tipos, incluso, hay otros que refieren 90.

Las emociones nos sirven para enfrentar nuestra vida; hay momentos en los que las reacciones y acciones que tenemos nos ayudan a sobrellevar un problema o situación que se nos presenta, pero en muchos otros no nos ayudan, parecería que nos sobrepasan.

Y precisamente por eso es muy importante la “Regulación emocional”, no la negación de ésta, sino “bajarle el volumen”, poder sentirla, expresarla y vivirla, pero de manera correcta, tanto para la sociedad y sobre todo para ti.

Si tienes algún tema en particular del que te gustaría que yo escribiera, escríbelo en comentarios y con gusto lo tomo en cuenta.

Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome, gracias.

¿Qué son y para qué sirven las emociones?

Lectura: 4 minutos

Esta columna que hoy estreno, “El arte de ser feliz”, estará orientada a descubrir y entender nuestros pensamientos, creencias y emociones que son las cosas invisibles que dan forma a quienes somos y cómo nos comportamos.

Por mucho tiempo nuestras emociones fueron una materia postergada de las ciencias, tanto de las ciencias sociales como de aquellas circunscritas a la salud y a nuestro comportamiento.

Después de que se han realizado viajes espaciales en increíbles naves, de haber inventado telescopios súper potentes y cosas tan sofisticadas como el teléfono, el fax y la internet, y de que gracias al microscopio pudimos conocer el misterioso e increíble mundo subatómico y tener avances trascendentales en medicina, por fin nos estamos ocupando de nosotros mismos y de nuestro actuar emocional.

Las emociones ahora son uno de los temas más recurrentes, fascinantes, y apasionantes; muchos estamos trabajando con ellas y estudiándolas, para entender cómo son y para qué sirven, aunque en esto aún estamos en pañales; lo que se nos va a ir revelando con el paso de los años en este tema va a ser sorprendente y posiblemente contradiga todo lo que sabemos hasta ahora, o bien, lo reafirme, ya lo veremos.

En el transcurso del tiempo se ha visto que las emociones son el motor que mueve al mundo y que gracias a ellas es que hemos evolucionado, nos hemos movido, hemos avanzado; sin ellas la humanidad no hubiera podido sobrevivir en este planeta.

Conocer sobre las emociones nos sirve, en primer lugar, para identificarlas, reconocerlas y ponerles nombre; definitivamente no es lo mismo el miedo que la tristeza, ni la alegría que la envidia, cada una tiene un motivo diferente de ser y se manifiesta de distinta manera.

felicidad
Imagen: Liam Norris/Getty Images.

Una vez que conocemos las emociones podemos descubrir sus causas auténticas, la razón por la cual las sentimos y la necesidad y motivación que están detrás de ellas, lo que nos ayuda a poder cambiarlas, modificarlas, regularlas, tener influencia sobre nuestras respuestas emocionales y la forma en que nos comportamos.

Conocerlas también nos aleja del determinismo biológico y del condicionante cultural; cuando las conocemos y aprendemos a regularlas ya no podemos decir “Pues así soy y no voy a cambiar”, debido a que conocerlas nos ayuda a ser autónomos y creativos.

¿Qué es una emoción?

La emoción es un movimiento extraordinario que agita el cuerpo y el espíritu, que turba el temperamento y el equilibrio. Esto quiere decir que es un cambio respecto a un estado inmóvil inicial: no estábamos emocionados y de repente sí lo estamos.

Por ejemplo: estás tranquilo trabajando y escuchas un fuerte ruido, entonces te pones alerta… hubo un movimiento en ti, algo se modificó; cuando vas tranquilo caminando por la calle y te encuentras con una persona que te gusta muchísimo, eso te provoca un cambio; o el día que ves a tu suegra, si te cae bien o mal, también algo en ti se manifiesta de manera diferente.

Estos cambios incluyen fenómenos físicos en todo el cuerpo: se nos acelera el corazón o se nos disminuye el ritmo cardiaco, nos ponemos fríos o rojos, o nos sudan las manos, la frente, etcétera, o también se nos agita el espíritu y cualquiera de esas sensaciones nos hacen pensar de manera diferente, nos puede enturbiar la razón o, al contrario, nos anima a la acción.

pupilas dilatadas

Un ejemplo de lo anterior es cuando nos dan una mala noticia y no sabemos cómo actuar, sentimos que la mente se nos nubla y no sabemos qué hacer, o cuando nos avisan que lastimaron a alguno de nuestros seres queridos, inmediatamente queremos hacer algo, golpear al agresor, ayudar a nuestro familiar, etcétera.

Podemos decir que la emoción se construye desde la infancia a partir de lo que conocemos desde nuestras primeras experiencias; incluso, hay teorías que dicen que esto sucede desde el momento de la concepción. El lugar donde nacemos, la casa, el estado, el país, nuestra familia, nuestra educación, todo esto junto con las sensaciones que hemos experimentado a lo largo de nuestra vida es lo que constituye nuestra emoción.

Cada cultura tiene diferente significado para las emociones, no es lo mismo el miedo para los mexicanos que para las personas que viven en El Congo; tal vez en la Ciudad de México le tenemos miedo a las arañas y allá se reirían, porque más bien tendrían miedo a los felinos y las arañas sólo les causa risa, pero esto también es real para las familias y los individuos: lo que para mí es tristeza seguramente no será igual para ti, lo que a mí me emociona probablemente no te emocionará a ti.

Entonces, la emoción se compone de dos partes:

  1. Un repertorio innato, con el que nacemos, que incluye las pautas biológicas de la especie y las pautas genéticas individuales.
  2. Un repertorio adquirido, que son las experiencias vividas y las pautas aprendidas, que tenemos almacenadas en nuestra memoria cerebral y en nuestra memoria corporal.

cerebro humano

Estos componentes, como podrás darte cuenta, hacen que hablar de las emociones se convierta casi en un tema individual, muy subjetivo que encierra un sinfín de sorpresas, es por eso que resulta apasionante y encontramos a algunos autores que piensan una cosa y a otros que opinan lo contrario.

En la siguiente entrega te platicaré sobre 4 teorías distintas que hablan de las emociones.

Estoy convencida que adentrarnos en nosotros, en el misterio que somos, es el camino a la felicidad, conocerse no es morirse, es vivir con tu mejor amigo… ¡tú mismo!

Si tienes algún tema en particular del que te gustaría que yo escribiera, escríbelo en “comentarios” y con gusto lo tomo en cuenta.

Esto es para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome, gracias.